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lunes, 8 de abril de 2013

UNA NOVELA SOBRE LIBROS "NECESARIOS" Y OTRAS HISTORIAS



La Buena Novela
Laurence Cossé
Traducción de Isabel González-Gallarza
Editorial Impedimenta, Madrid 2012, 416 páginas.


   De la mano  de ese excelente catador de buenos libros que es Enrique Redel, el director de Editorial Impedimenta, se nos ofrece a los lectores españoles la posibilidad de deleitarnos con la traducción de Au bon roman, editada originalmente  en 2009 por Editions Gallimard. Laurence Cossé (Boulogne-Billancourt, 1950) es la autora de esta novela libresca en la que se suturan, junto a su agudo contenido satírico, muchos otros elementos que tienen que ver con el amor y la muerte. La trama de la pieza de L. Cossé -intrigas bibliófilas- nos demuestra una vez más que nada se escapa a los tentáculos de la literatura que lo aprovecha todo para sus fabulosas invenciones/mentiras, muchas de ellas, sin embargo, con base en la realidad.
   Libreros y libreras de casta, apasionados por los productos que venden (¿existe algún buen librero o alguna buena librera que no le guste la lectura?) son los personajes principales de esta propuesta narrativa cuya sinopsis, aunque no “spoilizaré” el argumentos, se puede resumir en las siguientes líneas. La autora nos transporta al París actual, donde un antiguo vendedor de libros, Iván “Van” Georg y una rica aristócrata, Fracesca Aldo-Valbelli, deciden convertir en realidad el sueño de fundar, montar y gestionar una peculiar librería, la mejor de todos los tiempos, en la que solo se vendan las mejores novelas. Un comité asesor formado por ocho escritores de reconocido prestigio les ayudarán en la selección de los títulos con los que inaugurar esta librería ideal, llamada precisamente “La Buena Novela”.
   Y así surge la intriga porque un grupo de escritores no seleccionados y algunos medios de comunicación intentan torpedear la iniciativa. Los fundadores no se amilanan y mantienen en pie su proyecto hasta que  un día tres de los miembros del comité asesor son víctimas de un sospechoso accidente que pone en riesgo sus vidas, por lo que interviene la policía. Entonces el relato comienza  a deslizarse por los senderos de la intriga, hasta desembocar en un final con un toque de sorpresa y misterio.
   La Buena Novela es sin duda un libro sobre bibliofilia, sobre esos textos cuyo tema principal es el amor por la literatura, y sus personajes son lectores tan compulsivos quizás como el primer “letraherido o loco de los libros, Alonso Quijano, el hidalgo manchego. Pero no solamente es eso. Es igualmente una novela de intriga, lo que la hace accesible a todos los públicos. Y, sobre todo, una profunda e inquietante reflexión sobre el mundo de los libros y la industria que los produce que, no lo olvidemos, es una industria más, con sus canales de promoción, con superventas que ahogan la buena literatura, con ciertos premios literarios cuyo papel no siempre es positivo. En ese contexto, fiel reflejo de la actual industria editorial con los megagrupos que han engullido editoriales antaño independientes y que muchas veces intentan imponer el libro único, frecuentemente banal e insubstancial, Laurence Cossé apuesta decididamente por la buena literatura, por los libreros cuyo filosofía se basa en la independencia del imperio del best seller  y de las pseudonovelas, preñadas de argumentos tan actuales como superficiales.
   La novela cuestiona así mismo el papel que desempeñamos cada uno de nosotros como lectores. Otro aliciente del texto de L. Cossé es la referencia a esas buenas novelas de todos los tiempos, desconocidas muchas de ellas para el lector español, porque predominan los títulos franceses.
   A nivel formal la novela no ofrece especiales dificultades lectoras, aunque empiece como un thriller, “in media res”. Los personajes principales no son planos, evolucionan a lo largo del relato y poco a poco van soltando el lastre de los secretos e intimidades de su pasado. Tanto la voz narrativa como el punto de vista son cambiantes y tornadizos. Sin ningún aviso se salta de un personaje a otro, pero el lector no se siente perdido en ninguna maraña o entramado técnico. Al contrario, esos cambios de narrador y de punto de vista permiten obtener una visión más completa de la historia. Un estilo de prosa rico, ornado  a veces de ciertos matices líricos, viste esta buena novela que se puede leer como novela sobre libros y lectores, pero también como novela policíaca e incluso como un divertimento entretenido en algunas de sus páginas.

Francisco Martínez Bouzas.



Laurence Cossé


Fragmentos

“- Me despierto en mitad de la noche -confesaba Francesca-. Y eso que yo duermo poquísimo. Abro los ojos, y de inmediato, se por qué. Enciendo la luz. He colocado un bloc de notas en mi mesita de noche. Esta madrugada,, a las tres, he apuntado Le muet.
-¿Cuál?
-La muet, de Béatrix Beck. No aparece en la lista. León Morin, en cambio, figura tres veces. Todas las novelas que Béatrix Beck escribió sobre su doble, ese personaje al que llaman Barny, se han incluido en la lista, salvo La muet. Pero yo opino que el ciclo dedicado a Barny tiene que figurar íntegro en nuestra librería. Y Don Junan des Forêts, que es posterior. Y L’Enfant-chat.”

…..

“La respuesta de Francesca tuvo un eco considerable. Decena de periódicos y de revistas, centenares de páginas web reprodujeron su texto.
No tardó en aparecer un panfleto en el que solo figuraba la segunda parte del texto, a partir de «Queremos libros necesarios…». Esa suerte de manifiesto circuló durante meses impreso de mil maneras, siempre como mimo,  a veces, en un papel muy bonito. A menudo, el formato se asemejaba al de un poema, con puntos y aparte. Cada verso empezaba por la palabra «libros»:

Libros que estén ahí como seres queridos
Libros para las noches…
Libros que estén a la altura…

O por la idea de «queremos»:

No necesitamos…
No queremos…
Queremos…

Esta página se reprodujo en todas las paredes, en las bibliotecas, en las puertas de los cines, en las ventanas de los cafés y en numerosas librerías. «Siempre llevo un taco en el bolso», admitió Anis ante Ivan en un correo electrónico. «Se lo doy a todo el mundo.»

(Laurence Cossé, La Buena Novela, páginas 160, 279-280)

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