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lunes, 4 de febrero de 2013

"EL GUARDIÁN INVISIBLE", UN BEST SELLER CON CALIDAD LITERARIA


El guardían invisible
Dolores Redondo
Ediciones Destino, Colección Áncora y Delfín, Barcelona, 2013, 435 páginas.


    Hay  libros que nacen estrellados y otros siguiendo de sopetón  el rastro de la estrella del éxito. Así ocurre con este fenómeno editorial, El guardián invisible de Dolores Redondo que, en menos de dos semanas, ha alcanzado la categoría de super-ventas. En efecto, el primer volumen de la Trilogia del Baztán fue publicado simultáneamente a mediados de enero del presente año en todas las lenguas peninsulares y la programación de su traducción y edición  en otros idiomas es imparable: al italiano en febrero, en marzo al francés y al holandés, en junio al alemán y portugués de Brasil. Al checo y al inglés a lo largo de 2013. Y la previsión para 2014: al turco, noruego…No cabe duda de que estamos ante la “fabricación” de un best seller, solo comparable en España con La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón, El tiempo entre costuras de María Dueñas o alguna de las novelas de Arturo Pérez Reverte. Un best seller no originado directamente por el boca a boca, sino a través de una operación de marketing perfectamente programada que elige dos subgéneros específicos muy atractivos para el público lector: el detectivesco con fuertes dosis de mitología y supersticiones.
   En ciertos ámbitos de la crítica se suele cuestionar la calidad de este tipo de obras de consumo masivo, considerándolas literatura marginal, ese subcampos literario de la gran producción que diría Pierre Bourdieu, que goza de escasa autonomía, se guía por el beneficio económico y posee exiguo valor simbólico. Pero como en literatura no existe ningún tipo de determinismo, cabe preguntarse si esta segunda novela de la autora vasca, de ascendencia gallega, pertenece al subcampos de la gran producción o al de la producción restringida. O dicho con palabras llanas: si es una obra de posible consumo masivo que “deja sin aliento a quien la lee” como afirma la presentación de la edición gallega, precisamente por su calidad literaria, o es en cambio literatura marginal de fácil y gratificante lectura pero nada más.
   La novela de Dolores Redondo reúne todas las fórmulas e ingredientes para impactar al lector: una historia de crímenes ubicada en un escenario  excepcional: el corazón del País Vasco, en los márgenes del río Baztán, un valle navarro asido por leyendas y antiguos mitos que desempeñan un importante papel en la trama novelesca. Un espacio mítico, en efecto, porque el valle del Baztán es un lugar repleto de bosques impenetrables con dólmenes salpicando el paisaje, cuevas habitadas desde hace miles de años que remiten sin duda a una cultura druida, como sugiere la misma narradora o a leyendas de criaturas mágicas. Un escenario muy propicio para hacer surgir entre sus pobladores miedos ancestrales, incertidumbres acrecentadas por no pocos desastres que han castigado a sus habitantes a lo largo de los tiempos.
   Por eso mismo, como dice un personaje de la novela: “Hace cien años, ciento cincuenta a lo sumo, era raro encontrar a alguien que declarase no creer en las brujas, sorgiñas, belagiles, basajaun, tartalo  y, sobre todo, en Mari,  la diosa, genio, madre, la protectora de las cosechas y los ganados que a capricho hacía tronar el cielo y caer granizos que sumían al pueblo en la más terrible de las hambrunas” (página 108).
   En este espacio de mitos y leyendas aparecen los cadáveres de dos adolescentes en una macabra puesta en escena, con mutilaciones sexuales incluidas y con la impresión de la mitología del valle de Baztán. Todo hace sospechar en un asesino en serie. Se hace cargo de la investigación Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral de Navarra que vive angustiada por una maternidad que le dolía porque no acababa de llegar. Regresará así, para investigar los crímenes, a Elizondo, la capital del valle donde un terrible suceso, ocurrido en su niñez, la dejó traumatizada para siempre.
   La intriga que avanza al mismo ritmo con el que corren las páginas, hará que el lector sospeche que el autor del crimen es un basajaun, un ser mitológico, ese guardián invisible que habita en los bosques en los que actúa como entidad protectora. Pero la investigación se va complicando, quedando envuelta en la nebulosa familiar de la propia inspectora, dando lugar a un formidable e inesperado complot.
   Así pues, un thriller que amalgama hábilmente el suspense de una investigación policial con la magia de los mitos vasco-navarros, las ajustadas descripciones de las pruebas forenses y, sobre todo, una asfixiante atmósfera de leyendas suturada al pequeño universo de una naturaleza exuberante en el valle de Baztán.
Caserío del  valle del río Baztán
   Destaco en el haber de la novela, ante todo la intriga, perfectamente planteada y enriquecida por los constantes giros y las analepsis  que, insertadas en el relato primario, nos revelan el doliente pasado de la protagonista y sus personales fantasmas. La ambientación del suspense suturado a la mitología que lo hace original. La combinación de lo racional e irracional, de lo real y lo fantástico. Un ritmo narrativo vibrante, con aceleraciones y oportunos momentos de pausa. Un lenguaje rico y potente, sobre todo en las descripciones de la naturaleza que sin embargo no ahogan la trama. Una lengua muy actual y sin tapujos a la hora de hablarnos de las prácticas y hábitos de algunos jóvenes de hoy (sexo cañero, alcohol, drogas…). La exploración de la complejidad  de los vínculos familiares con su parte emocional que cobra en la novela tanta importancia como el mismo desenlace de la investigación policial. La fiel radiografía de la actual sociedad con los cambios sociales y éticos experimentados en los últimos tiempos, así como las lacras que siguen vivas o han renacido con fuerza (machismo, precariedad laboral…) hasta el punto de formar parte de nuestra cotidianeidad.
   Quizás lo menos logrado de la novela sea la construcción de personajes que no evolucionan demasiado a lo largo del relato, procedimiento frecuente en el género policíaco. La novela refleja correctamente el rol que ha adquirido  la mujer en la sociedad actual. Pero en los pensamientos de ese poderoso personaje femenino que asume el papel del héroe y es una mujer de nuestro tiempo, sobran ciertas reflexiones sobre la maternidad como la realización máxima de la mujer.
   Todo ello son alicientes suficientes para considerar esta primera novela de la Trilogía del Baztán, que parece ser que ya está medio escrita, como un best seller que puede ser inscrito en la buena literatura. La condición de best seller es una circunstancia paraliteraria que esperemos que no haga que Dolores Redondo se desborde como seguramente lo hace el río Baztán en estas fechas.

Francisco Martínez Bouzas




Dolores Redondo ante el río Baztán


Fragmentos

“El cementerio estaba repleto de vecinos que habían abandonado sus faenas y hasta cerrado su negocio para asistir al sepelio. El rumor de que podría no ser la primera chica que moría asesinada por el mismo criminal comenzaba a afianzarse entre la gente. Durante el funeral, que había tenido lugar apenas dos horas antes en la parroquia de Santiago, el sacerdote había insinuado en el sermón que el mal parecía estar acechando en el valle; y durante el responso, frente a la tumba abierta en el suelo, el clima era tenso y ominoso, como si sobre las cabezas de los presentes se cerniera una maldición de la que no podrían escapar.”

…..

“No era raro en medio de este bosque aceptar la existencia de las criaturas mágicas que conformaron el pasado de las gentes de aquella región. Todos los bosques son poderosos, algunos son temibles por profundos, por misteriosos, otros por oscuros y siniestros. El bosque de Baztán es hechizante, con una belleza serena y ancestral que evoca sin buscarlo su parte más humana, la parte más etérea e infantil, esa que cree en las maravillosas hadas con pies de pato que vivían en el bosque (…)
Amaia sentía en aquel bosque presencias tan palpables que resultaba fácil aceptar una cultura druida, un poder del árbol por encima del hombre, y evocar el tiempo en que en aquellos lugares y en todo el valle la comunión entre seres mágicos y humanos fue religión.”

…..

“El perfil criminológico del basajaun resultaba sobrecogedor por la evidencia de su comportamiento casi de manual. Amaia recordaba su estancia en el curso sobre perfiles criminales con el FBI y que allí aprendió, entre otras cosas que la parafernalia psicosexual que muchos asesinos en serie montaban en torno al cadáver indicaba su deseo de personalizarlos para establecer un vínculo entre ellos y sus víctimas que de otro modo no existiría, Había lógica en sus actos, no se evidenciaba trastorno mental alguno. Los crímenes estaban perfectamente planificados y premeditados, hasta tal punto de que el asesino era capaz de reproducir una y otra vez el mismo crimen en diferentes víctimas.”

(Dolores Redondo, El guardián invisible, páginas 45, 91-92, 211-212)

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