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jueves, 27 de diciembre de 2012

"MISIÓN OLVIDO": HITORIAS QUE ROZAN EL ALMA

Misión Olvido
María Dueñas
Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2012, 511 páginas.

  

   Con su “opera prima”, El tiempo entre costuras, María Dueñas consiguió un milagro editorial que no se recordaba desde Carlos Luis Zafón, al que incluso supera en número de ventas: dos millones de ejemplares en los tres últimos años y traducción de la novela a cerca de treinta idiomas. Su segunda incursión en la narrativa, Misión Olvido, sale a la calle con una tirada igualmente impresionante: trescientos cincuenta mil ejemplares. Sin duda alguna esta profesora universitaria, hoy en excedencia, está redefiniendo el concepto de libro best seller, al que, salvo honrosas excepciones, siempre se les ha catalogado como libros sin identidad, rozando a veces fronteras eróticas o el subgénero de las macronovelas históricas que en absoluto buscan confrontaciones con el lector o con acontecimientos históricos o sociales, y con la única misión de evadir al lector. Y de pronto nos encontramos con obras honestas, escritas con normalidad y sencillez, como las novelas de María Dueñas, que son capaces de desbancar de las listas de los libros más vendidos a engendros pseudo eróticos  como la trilogía Ciencuenta sombras de Grey de E .L. James.
   Vuelve pues María Dueñas y se la juega en este segundo intento, aunque, según ella misma confiesa, Misión Olvido, al menos fue pergeñada  con anterioridad, en el 2005, en un viaje a las misiones franciscanas en la Alta California. Y lo primero que queda claro es que por mucho que la autora repita “esquemas narrativos útiles para exponer temas”, el lector no se va a encontrar con historias reiteradas ni con basura etiquetada como libro. María Dueñas arriesga de nuevo con un personaje femenino, lo cual no quiere decir que la autora sea una novelista que escribe para y sobre mujeres. La protagonista de su novela, Blanca Perea, opta por cambiar de rumbo para huir  de sus demonios domésticos. Para recuperarse de una historia de tres en la que ella acabó sobrando, acepta un trabajo aparentemente poco estimulante en una imaginaria universidad de California: catalogar el legado de un antiguo profesor español, Andrés Fontana, estudioso de las misiones franciscanas en California y fallecido décadas atrás.
   Allí, en California se desarrolla el núcleo más fuerte de la novela, una “narrativa de campus”. En efecto, para la protagonista transcurren sus meses de estancia en EE.UU entre el activismo y la melancolía, hasta que ella misma impone un giro en su trabajo y comprende cuál es el sentido del legado del profesor Fontana: hallar en el legado polvoriento de un muerto las huellas de las misiones españolas en California.
   Pero Misión Olvido va mucho más allá. La novela está estructurada en tres ramas principales en las que se dejan oír dos voces. La primera de ellas, narrada en primera persona es la ya mencionada: la historia de la protagonista en América a pocos meses de finales del siglo pasado. A su lado y con saltos en el tiempo y en el espacio y numerosas elipses y fundidos y relatada por un narrador omnisciente, la trama con los avatares de la historia de Andrés Fontana en la España de la preguerra y la de un alumnos suyo, Daniel Carter, verdadero coprotagonista de la novela, en la España de la posguerra, documentándose para escribir sus tesis doctoral sobre Ramón J. Sender. Es esta quizás la parte de la novela en la que la autora rinde más claramente servidumbre a los tópicos (pensiones castizas, el Madrid de los cincuenta, la vida popular…) y a ardides poco creibles o incluso disparatados para hacer posible la boda del becario americano con la farmacéutica cartagenera española.
   Las tres tramas se entrelazan y cruzan a lo largo de las más de 500 páginas con numerosas elipses, fundidos, pero con un efectivo encaje de sus piezas en la parte final en la que Misión Olvido se convierte en una trepidante novela de intriga.
   Al final se completa el rompecabezas ajustando cada personaje cuentas con sus propios demonios, enfrentándose necesariamente a sus fantasmas. La novela así mismo en esta parte final entra en un “tour de force”, en una búsqueda detectivesca y casi desesperada del documento con el que se quiere paralizar la construcción de un centro comercial en una misión “olvidada”, situada en el campus de la imaginaria universidad de Santa Cecilia.
   Tres vidas en líneas paralelas, con sus dramas, rencillas, celos profesionales, amores, desamores, silencios, luchas contra la adversidad, cobardías, deseos ocultos, que se transforman en historias que  rozan el alma. María Dueñas, en efecto, a través de una larga trama, con distintos planos, variados escenarios y con un estilo narrativo sencillo, ajeno a la afectación, pero envolvente y no carente de bríos cuando la ocasión lo requiere, nos embarca en una de esas historias que tocan las fronteras del alma, historias de sentimientos, pero sin caer en el sentimentalismo ni en la mediocridad evasiva y emocional de empalagosos clichés.

Francisco Martínez Bouzas



María Dueñas

Fragmento

“Una pasión muda, soterrada ante el mundo. Incluso para ella tal vez. Pero viva y real, poderosa. Andrés Fontana y Aurora Carter. El viejo profesor largamente expatriado y la mujer mediterránea que llegó de la mano de su discípulo a aquella tierra que no era de ninguno de ellos. Tan dispares en todo. Tan próximos en su fin.
Y, de pronto, extrañamente, el pulso del ayer se reactivó en mi presente y, en una conexión precipitada, intuí otra nueva luz. Nítida, clara, alumbrando mi propia vida y espejando por un momento la bruma que llevaba meses instalada sobre mí. Al asumir la pasión de Fontana por Aurora, en cierta manera comprendí a Alberto también. A través de ellos entendí algo tan simple, tan original y elemental como que la única causa que le guió para apartarse de mi lado fue la fuerza de un amor sobrevenido que se le cruza en encamino como tal vez se me habría podido cruzar a mi. Un sentimiento que le sobrepasó.”

(María Dueñas, Misión Olvido, páginas 433-434)

martes, 25 de diciembre de 2012

LA LENGUA DEL TERCER REICH, UN AULLIDO DE LOBOS


LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo.
Victor Klemperer
Traducción de Adam Kovacsics
Editorial Minúscula, Barcelona, 2012, 410 páginas.

  


   No es un best seller en el sentido literal del término y sin embargo este libro de Victor Klemperer ha llegado hace unas semanas a la quinta reimpresión desde que Editorial Minúscula lo editara por primera vez en español en el año 2001. Un libro que entra de lleno en los nubarrones del nazismo analizando, en una brillante crítica su lenguaje totalitario, el lenguaje LTI (Lingua Tertii Imperii), la lengua del Tercer Reich. Pero este libro excepcional encierra una intrahistoria sobre su propia creación y supervivencia más interesante para nosotros que el éxtasis místico con el que la población alemana luchó a ultranza, mató a millones de personas o hizo oídos sordos a su masacre y, en definitiva, se dejó embaucar por una retórica literaria e ideológicamente pobre, aunque no carente de potencia sobre todo en el terreno de las emociones.
   Y la intrahistoria de estos apuntes de un filólogo nos retrotrae en primer lugar a la figura de su autor, Victor Klemperer. Hijo de un rabino, filólogo e historiador de la literatura alemana y francesa, por motivos raciales se vio apartado de su cátedra de la Universidad de Dresde. Rehusó sin embargo elegir la vía del exilio y, casado con una mujer “aria”, soportó en condiciones de extrema precariedad casi todo el tiempo de duración del Tercer Reich. Victor Klemperer, gracias a ese matrimonio se salvó de la deportación pero fue obligado a trabajar como obrero en una fábrica durante la guerra. Privado de la posibilidad de consultar la biblioteca, se puso a hacer lo que las circunstancias le permitían: observar, anotar y escuchar. “Cómo charlaban los trabajadores en la fábrica y cómo hablaban las bestias de la Gestapo y cómo nos expresábamos en nuestro jardín zoológico lleno de jaulas de judíos”.
   Compuso así la obra de su vida: un análisis filológico pormenorizado del lenguaje de los nazis. Tanto el autor como el libro sobrevivieron a la guerra y en 1947  V. Klemperer publica una parte de esos diarios en los que había anotado rasgos y características de esa lengua infernal, empleada virulentamente por el Tercer Reich. El resto, así como su biografía, aparecerán en 1955, treinta y cinco años después de su muerte.
   Victor Klemperer contradice la frase te Talleyrand según la cual el lenguaje sirve para ocultar los pensamientos. En su opinión, el lenguaje saca a la luz aquello que una persona oculta de una forma deliberada y aquello que inconscientemente lleva dentro. Él lo experimentó analizando la filología del lenguaje del Tercer Reich desde que el 8 de julio de 1932 vio la película El ángel azul. En el desfile que en esa película se muestra, pudo observar  el tambor mayor y en ese objeto sitúa su encuentro estremecedor con el nacionalsocialismo: “Allí vi por primera vez el fanatismo en su forma específicamente nacionalsocialista; desde esa figura muda vino a mi encuentro por primera vez el lenguaje del Tercer Reich” (página 35)..
   En contraposición a trabajos más académicos y especializados sobre el tema, los apuntes de Klemperer reflejan con gran viveza e intensidad la forma en la que la propaganda del nacionalsocialismo modificó el idioma alemán para inculcar en el pueblo ideas nacionalsocialistas. Treinta y seis capítulos que muestran un idioma alemán encrespado, manipulado y convertido en una neoloengua con extrañas construcciones de palabras creadas con la intención de imprimir un aspecto científico a los discursos de los jerarcas nazis y que el autor va desgranando en notas, comentarios, anécdotas que muestran un material ideológicamente muy pobre pero del que la retórica y la teatralidad nazi hizo un arma muy potente en el terreno de las emociones. De hecho este lenguaje del partido se transformó, tras la toma del poder en 1933, en el lenguaje del pueblo, tanto en el ámbito público como en el privado.
   Éxitos retóricos tendentes a liquidar la individualidad (“Tú no eres nada, tu pueblo lo es todo”). Teutonización de todos los nombres de calleas y rótulos para evitar simbólicamente la mezcla racial. Elevación a símbolos de letras como la K, la grafía del Imperio victorioso.
   Un lenguaje, en definitiva, vacío de contenido intelectual y rebosante de emociones y de fanatismo. Lenguaje perverso impregnado de connotaciones racistas, de fanatismo, de la mística de la sangre, de expresiones superlativas (“la maldición del superlativo”). El lenguaje como arma, como poder que se convierte, como ya señaló George Steiner, en la muerte del lenguaje, ya que en esos obscuros momentos de la historia el lenguaje pierde su función comunicativa y se transforma únicamente en retórica y pura jerga, en aullido de lobos, capaz de aplastar a todos con su poder maléfico, como aplastó al amigo de Kafka, Ernest Weiss, que se suicidó a las pocas horas de la  entrada de los nazis en París. De su novela póstuma, El testigo oculto son estas palabras que retratan a la perfección la fisonomía de este lenguaje infernal: “Él hablaba y yo sucumbía. Con su palabra nos aplastaba a todos, a los inteligentes y a los tontos, a los hombres y a las mujeres, a viejos y a jóvenes.”

Francisco Martínez Bouzas




Victor Klemperer

Fragmentos

CARACTERÍSTICA BÁSICA: LA POBREZA

“La LTI es pobre de solemnidad. Su pobreza es fundamental; es como si hubiese prestado voto de pobreza.
Mi lucha, la biblia del nacionalsocialismo, se publicó por vez primera en 1925, y desde entonces su lenguaje quedó básicamente fijado, en el sentido literal de la pobreza. Mediante la «la toma del poder» por el Partido en 1933, pasó de lenguaje de grupo a lenguaje del pueblo, es decir, se apoderó de todos los ámbitos públicos y privados: de la política, de la jurisprudencia, de la economía, del arte, de la ciencia, de la escuela, del deporte, de la familia, de los jardines de infancia y de las habitaciones de los niños. (Un lenguaje de un grupo siempre abarcará sólo los ámbitos a los que se refiere su cohesión, no la vida entera.) Por supuesto, la LTI se apoderó también, y con particular ahínco, del ejercito; de hecho existe cierta reciprocidad entre el lenguaje militar y la LTI…”

…..

“Hablo de una recaída cómica; pues, como el nacionalsocialismo se basaba en el fanatismo y practicaba la educación para el fanatismo por todos los medios disponibles, «fanático» fue durante la era del Tercer Reich un adjetivo que manifestaba reconocimiento en términos superlativos. Significaba la exacerbación de conceptos tales como «valiente», «entregado», «constante», o, para ser más preciso, una concentración gloriosa de todas estas virtudes, y hasta el más mínimo matiz peyorativo desapareció del uso habitual de esta palabra por parte de la LTI. En los días festivos, en el cumpleaños de Hitler, por ejemplo, o en la celebración de la toma del poder, no había artículo periodístico, ni felicitación, ni proclama dirigida a una unidad militar o a alguna organización, que no incluyera un «juramento fanático» o una «profesión fanática de fe», que no demostrara una «fe fanática» en la duración eterna del imperio hitleriano. ¡Y más aún durante la guerra, sobre todo cuando las derrotas no podían ocultarse! Cuanto más sombría se mostraba la situación, tanto más se manifestaba la «fe fanática en la victoria final», en el Führer, en el pueblo o en el fanatismo del pueblo como virtud alemana fundamental.”

(Victor  Klemperer, LTI, La lengua del Tercer Reich, páginas 37, 93)

martes, 18 de diciembre de 2012

"KARNAVAL", DSK LITERATURIZADO

Karnaval
Juan Francisco Ferré
Editorial Anagrama, Barcelona, 2012, 529 páginas.

  

   Dominique Strauss-Kahn, hasta el 18 de mayo de 2011 uno de los hombres más poderosos del mundo, acaba de ser transformado en personaje de ficción en una gran novela, Karnaval, ganadora del Premio Herralde de Novela 2012, un galardón que se le otorga a la literatura y no a las ventas. Su autor, Juan Francisco Ferré, es un escritor muy enraizado en la literatura moderna y posmoderna.
   Un personaje público, en aquellas fechas uno de los más influyentes del mundo, se ve así convertido en materia de arte, en literatura. La novela, calificada por su autor con la “Triple X” de la provocación pornográfica, de la exuberancia fabuladora y de la incógnita política, fue escrita al mismo tiempo que acontecían los hechos que motivaron el escándalo del director del FMI. Su motor de arranque fue la imagen de Strauss-Kahn conducido por el FBI, precisamente cuando en España explotaban las protestas del 15-M. “Me fascinó el hecho de que uno de los personajes más poderosos del mundo cayera por un gesto fruto de la gratuidad…Strauss-Kahn buscó el placer gratis teniendo todo el dinero del mundo para pagarlo.”
   La novela, en un momento en el que tanto la política como la economía son un indiscutible carnaval, es un verdadero panfleto sumamente incisivo contra las fechorías del neocapitalismo, pero el autor adereza asuntos muy serios con un tono cómico, con escenas hilarantes como las descritas en el capítulo “DK 5. Pornografía ancestral”. Un panfleto que convierte al exdirector del FMI, primero en el “gran dios K” y más tarde en un indignado, como los del 15-M español, que pretende hacer explotar el sistema.
   De ahí que la novela rebose de páginas que les sacan los colores a los excesos neocapitalistas. En la misma D. Strauss-Kahn es un ejemplo, una metáfora, un personaje de ficción paradigma del mundo de hoy, cuyos dueños, los financieros y los banqueros parecen desconocer o son insensibles frente a lo que está pasando.
   Es cierto que sobre Karnaval planea un escándalo sexual. Pero la novela no va solamente de sexo. Al contrario, ofrece una visión del mundo partiendo de ese dios K y de la vuelta de tuerca que lo transmuta  en un indignado. El talento literario de J. F. Ferré y sus condición de posnarrador hacen acto de presencia en toda la obra, pero sobre todo en un capítulo muy especial, “El agujero y el gusano”, un imaginario documental en el que personajes públicos como Philip Roth, Zizet, Philippe Sollers, Chomsky, Beatriz Preciado. Houellebecq, Judith Butler entre otros y otras opinan sobre Strauss Kahn. Ferré se deleita desacralizando las palabras de estas columnas vertebrales de los saberes de hoy y sabe demostrar que la literatura no solo es lo único que no está en crisis en este país, sino que no cesa de innovar.

Francisco Martínez Bouzas

(Texto publicado el 18 de diciembre en el periódico El Correo Gallego de Santiago de Compostela. Para ver el original en gallego pinchar aquí)


Juan Francisco Ferré (Foto ABC)

Fragmentos

“Mi trabajo en el hotel me ha permitido conocer cosas repugnantes como éstas. Yo limpio las habitaciones y hago la cama después de que se vayan los clientes. No importa que sea un hotel caro. No importa que las habitaciones parezcan palacios al lado de las casas que conozco en el barrio. Eso no importa. Cuanto más lujosas las habitaciones, más asquerosas me parecen las cosas que ocurren allí. Más repugnancia me da limpiar el cuarto de baño y hacer la cama, ver y limpiar los deshechos que dejan a propósito para que se sepa lo que han hecho allí. Me avergüenzan ellas cuando las veo salir contentas de la habitación en compañía de ese hombre que las acaba de violar, y parecen orgullosas de lo que les han hecho, de que las hayan elegido para hacerlo, convencidas de que esa cosa que tienen entre las piernas y que los hombres quieren poseer como perros les da todo el poder que no tienen en realidad. Esa cosa que tengo entre las piernas, en carne viva, esa cosa que los hombres quieren de nosotras, sí, esa cosa, es parte de nuestro infierno.”

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                                  PHILIP ROTH, novelista
“Roth: Lo diré claro desde el principio para que nadie se llame a engaño. El verdadero problema en este y en otros casos es la polla. Siento ser grosero, pero es así. Ya lo he dicho antes, juzgando otro escándalo similar, el caso Clinton, una década atrás, no se si se acuerda. La gente en general, sin distinguir entre hombres y mujeres, nunca perdona que le pongan la polla y los estragos de la polla delante de las narices. No perdonan la obscenidad de esa presencia…”

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BEATRIZ PRECIADO, profesora de teoría queer y ensayista
Preciado: Yo lo veo de una manera completamente distinta a como lo interpreta mi admirada Judith Butler. En mi opinión, hubo un fallo grave en la transacción (…) El hombre no quiere la desnudez de la mujer, que le causa horror, quiere su vestido, quiere su ropa, su atuendo, su disfraz, su uniforme. Lo que el hombre desea es apropiarse del disfraz que hace mujer a la mujer, que la hace deseable, que la muestra como objeto de deseo…”

…..

JULIA KRISTEVA, semióloga, psicoanalista y ensayista
“Kristeva: Damos por sentado que la víctima al emplear el lenguaje masculino para designar a su violador, lo hizo con su propio lenguaje, cuando en realidad debemos admitir que lo único que hizo fue verbalizar su difícil situación a partir de las escasas palabras que la cultura le proporcionaba para designarla. La cultura patriarcal, sin duda, pero también la cultura mediática es la que hoy conforma la conciencia de la gente. Si nuestra cultura, con la generosidad que se atribuye, hubiera sido capaz de procurarle las palabras adecuadas, los conceptos acertados,  a lo mejor habríamos oído a una mujer clamando simplemente porque no había sido amada, porque no había sido bastante querida, o no se había sentido en ningún momento todo lo querida que le parecía necesario o deseable para poder aceptar sin disgusto la violencia que se le imponía como medio efectivo…”

(Juan Francisco Ferré, Karnaval,  páginas 37-38, 215, 224, 227- 228)

lunes, 17 de diciembre de 2012

"JAMÁS EL FUEGO NUNCA": NOVELA DEL DERRUMBE

Jamás el fuego nunca
Diamela Eltit
Editorial Periférica, Cáceres, 2012, 212 páginas


   Diamela Eltit, aunque relativamente poco conocida en España, es hoy en día una de las grandes voces de la literatura latinoamericana y, circunscribiéndonos a su país, se puede decir que ha ganado casi todos los premios literarios que en Chile se otorgan a los valores literarios, no a las ventas, en lo que la aventaja sin duda Isabel Allende. Rompedora de esquemas tradicionales en literatura, lo que a veces convierte en ambiguos o complejos sus textos. Si actitud permanentemente revolucionaria se traduce en una escritura avasalladora que envuelve al lector por todos los lados. Lo sorprende, lo deja sin aliento. Ella misma nos brinda las claves personales que nos permiten entender esta novela: “Pertenezco al conjunto de escritores chilenos que vivió en el país durante la dictadura de Pinochet y como una acción de salvataje  cultural constituimos el «inexilio» o exilio interior. A lo largo de los años -más de 30- pasamos desde la violencia como situación cotidiana a la violencia del mercado producida por un neoliberalismo verdaderamente intensificado…” Y sobre ello, entre encomios y rencores escribe Diamela Eltit.
   No son pocas las marcas textuales que la autora dejó impresas en este libro. Comenzando por el epígrafe: dos versos del poeta peruano César Vallejo (“Jamás el fuego nunca /  jugó mejor su rol de frío muerto”) que le sirvió a la escritora para rotular su propia novela. Ese fuego, que no es otra cosa que las utópicas energías revolucionarias congeladas en el tiempo del frío y la decepción con un saldo de miles de muertos y por el señorío absoluto y omnipresente de ideologías que suplantaron a las de los soñadores que fueron torturados o  a los de miles de personas muertas o desaparecidas por escrutar rendijas de libertad.
   El argumento de la novela es aparentemente muy sencillo: la historia cotidiana de una pareja de militantes de izquierda que en su día formaron parte de una célula revolucionaria en lucha contra la dictadura y que, caída esta, siguen viviendo en la clandestinidad, en un tiempo que ya no es su tiempo, recluidos en una habitación, prácticamente atados a una cama, que no es un espacio erótico, sino una tumba y desde allí rememoran la fútil decepción de su aventura y el cúmulo de tragedias que les tocó vivir.
   Al final la novela de Diamela Eltit se convierte en una historia de cuerpos: cuerpos humanos y el cuerpo político. Cuerpos humanos en declive, mascando la derrota, sujetos a la enfermedad y  a la muerte y transformados en metáfora de los cuerpos políticos, cuyo sistema más pequeño es la célula, en este caso una célula política revolucionaria, agotada, demolida, rozando las fronteras de la descomposición y que ha quedado reducida a solo dos cuerpos, dos personas: la narradora cuya voz queda tamizada por la claustrofobia y por una ideología dogmática que ha generado células que no han sido capaces de forjar una sociedad liberada, sino guetos que funcionan como cárceles.
   Una narradora, pues, que construye su escritura sobre las ruinas de la realidad, amalgamando delirios paranoicos, soledad, miseria, decrepitud, traiciones, derrotas. Historia de sumisiones y de sometedores  en constante intercambio de roles. Los roles de una pareja convertida en biología, en órganos envejecidos, huesos doloridos, paralelo perfecto del derrumbe de un proyecto revolucionario.
   La novela sutura otros muchos contenidos de significación. Aspectos textuales tales como la vehemencia de la voz narradora en primera persona con la que se dirige a su compañero de cama; una constante confusión temporal, buscada a propósito, metáfora de un tiempo caótico, ambiguo y fragmentado, el otro tiempo fuera del tiempo al que no ha llegado la pareja de enclaustrados, anclados a un tiempo definido por los conceptos del materialismo histórico en su versión más dogmática. De ahí las numerosas citas de Marta Harnecker. En la novela Diamela Eltit asume plenamente un discurso narrativo basado en el monólogo. Una voz femenina que monologa  con un lenguaje preciso, duro y despojado de cualquier asomo lírico. En el solipsismo del monólogo se incuba el germen de la absoluta soledad y el desamparo de una generación de chilenos izquierdistas que han sido despojados de todo, de sus emociones, de su ideología, de sus esperanzas e incluso de sus palabras, porque el usurpador, aunque sin uniforme militar aún sigue vivo. Por eso concluyo con las rotundas palabras de Vicente Luís Mora: “Se han hecho más intensas que nunca las formas del silencio ante el poder, frente a los cuales se levanta arisca y atronadora esta novela brutal.”

Francisco Martínez Bouzas





Diamela Eltit


Fragmentos

“Somos, así lo pactamos, una célula.
Lo hicimos después de que se  hubo de consumar la muerte, no te muevas, ni la cabeza ni menos los brazos, no ahora porque era una muerte que nos competía y nos desgarraba. No lo llevamos al hospital, no parecía posible. Mis súplicas, lo sé, eran una mera retórica, una forma de disculpa o de evasión. No podíamos acudir con su cuerpo mermado y agónico acezante y agónico, macilento y agónico, amado y agónico, al hospital, porque si lo hacíamos, si trasloábamos su agonía, si la desplazábamos de la cama, poníamos en riesgo la totalidad de las células porque caería nuestra célula y una estela destructiva iría exterminando el amenazado, disminuido campo militante.”

…..


“Yo había caído, atrapada como un animal salvaje o un animal de circo, en plena vía pública, cercada y capturada. Después ibas  a caer tú. Una suma implacable, la célula completa: los diez. Sobrevivimos siete. (Los tres muertos están aquí, enhiestos, decorativos, rutilan en la obscuridad). Antes de mi salida, caíste. Cuatro meses ni vivo ni muerto. Finalmente hubimos de reencontrarnos. Lo hicimos entrampados en una aguda perplejidad. Mi estado te obligó a suspender tu dolor, tu agravio, la suma de humillaciones. El terror.
No, dijiste, no.”

…..


“Tengo que levantarme de la cama, ir  ala cocina, preparar el arroz, poner en el plato dos panes, sólo dos. Tengo que volver a la pieza y pasarme la peineta por la cabeza rota, apaleada, tengo que inventarme unas manos porque no debo salir asía la calle, no quiero delatarte, no es oportuno ni necesario. Me pongo el abrigo. Miro el montón de células que ya están en un avanzado deterioro, me detengo en tus células tiñosas y me dan unas ganas infinitas de decirte: levántate, o decirte: resucita de una vez por todas y salgamos ala calle con el niño, el mío, el de dos años, mi amado niño y llevémoslo al hospital. Debemos llevarlo porque, después de todo, ya no tenemos nada que perder.”

(Diamela Eltit, Jamás el fuego nunca, páginas 84-85, 153, 211-212)

jueves, 13 de diciembre de 2012

PASIONES AMOROSAS CONTRARIADAS POR LA HISTORIA

Entre el cielo y la tierra
Andreï Makine
Traducción de Amelia Ros
Tusquets Editores, Barcelona, 195 páginas
(LIBROS DE FONDO)


  

   Destras de la figura del novelista Andreï Makine se esconde una historia que ella misma merodea las fronteras de la ficción. Nacido en Siberia en 1957, después de estudiar en Kalinin y en Moscú e impartir enseñanza como profesor de filosofía, se exilia en Francia, llevando como equipaje la lengua francés y un doctorado en letras. En el país galo escribe sus primeras novelas en francés, pero son rechazadas por todas las casas editoras, hasta que el escritor inventa una traductora -Albertine Lemmounier, nombre  de una sus bisabuelas- a la que le atribuye la versión francesa de sus piezas, fingiendo de esta manera que habían sido escritas en  ruso originariamente. La argucia le sirvió para publicarlas. Con su tercer título empieza a ser tomado en serio. Y su carrera literaria se consolida definitivamente con su cuarta novela, El testamento francés (1995), con la que obtuvo los premios Goncourt y el Médicis. En el conjunto de su obra novelística Entre el cielo y la tierra no es una excepción. Makine fija su mirada en aquellos momentos que marcarán para siempre los destinos apátridas que se mecen entre dos tierras: Rusia y Francia.
   En las páginas de Entre el cielo y la tierra se esconde una intensa epopeya humana en la que se distinguen huellas biográficas del escritor y evoca el destino de los seres humanos que tienen una cierta idea de Francia. También los tormentos de un narrador que busca la reconciliación entre una Francia imposible de encontrar y una Rusia definitivamente perdida. El universo ficcional de la novela nos hace revivir los grandes temas de El testamento francés y Réquiem por el Este, completándose así la trilogía franco-rusa de Andreï Makine.
   De igual manera que en las obras citadas, el autor presenta la temática de la identidad en relación con la doble pertenencia geográfica y lingüística, desarrollada a través de una trama argumental de raíces imperecederas: la pasión amorosa contrariada por la historia.
   La trama argumental se cimienta en dos grandes personajes: Jacques Dorme y Alexandra y en un escritor que actúa como testamentario y es capaz de rescatar su idilio cincuenta años más tarde, porque todos los detalles de esa historia de amor (un día de lluvia, un baile, un color de ámbar que se rompe…) le hablan de su propia adolescencia cuando Jacques Dorme era su héroe en Francia, el país de sus sueños. La novela presenta así mismo la imposibilidad de explicar la guerra, todos los estremecedores fragmentos de la guerra. Será sin embargo la guerra la que permita que traben conocimiento lo amantes.
   La historia se inicia hacia la mitad de los años sesenta. Enfrontado a la dureza de un orfanato soviético, lleno de hijos de héroes muertos, un adolescente encuentra un cierto consuelo en la lectura de libros franceses y en la dulzura maternal de una vieja dama francesa de nombre cambiante (hoy Choura, antes Alexandra) que le relata la pasión que había sentido por un aviador francés llegado a Rusia para combatir en la batlla de Stalingrado en 1942. Allí conoce a una compatriota, Alexandra, una enfermera exiliada. Se aman durante unos días y acto seguido él  parte hacia el confín del mundo para pilotar aviones en la línea Alaska-Siberia, conocida entonces como Alsib. A través de la misma los imperialistas americanos  suministraron al aliado ruso más de ocho mil aviones. Jacques Dorme, mientras vuela, piensa en su Francia natal, piensa en la infinitud helada que se extiende bajo las alas de su avión, piensa en el amor (“esa especie de plegaria silenciosa que une a dos amantes separados por el espacio o por la muerte”). Y siente en su piel la frágil frontera que en la Rusia stalinista separa a un hombre de la muerte o de la más atroz condena. Al final Jacques Dorme se estrella contra la cima de los montes Cherski bajo el fulgor violeta de luz boreal que invade el cielo. Y allí permanecerá soldado a la montaña helada.
   Makine no solamente pretende contarnos un idilio amoroso, sino también la realidad escondida detrás de formas literarias. Y lo hace sirviéndose de personajes que parecen amputados, arrancados de su destino, de su tierra, de su amor, de su idioma y con el empleo de un lenguaje suntuoso, sutil, deslizante y muy sensual.

Francisco Martínez Bouzas




Andreï Makine

Fragmento

“A medida que transcurrían los minutos, el piloto se fundía poco a poco con el avión y las sacudidas del acero se acompasaban al latido de su corazón. Su cuerpo se disolvía en la vida mecánica hasta desaparecer en la cadencia del motor, que, a sus espaldas, dirigía las vibraciones. La mirada de Jacques Dorme se perdía en la luz grisácea del cielo. Ese día no saldría el sol. Luego volvía al puntillismo luminoso del cuadro de mandos. El hombre se  integraba en el movimiento de ese habitáculo volante y, al mismo tiempo, parecía ausente. En realidad, se encontraba en un más allá, lejos del cielo cenizo y de los montes Cherski, que ya extendían sus desiertos de hielo. Un  más allá con voz de mujer, fabricado de su silencios, de la calma de su casa, de un tiempo que sentía suyo desde siempre…”

(Andreï Makine, Entre el cielo y la tierra, páginas 162-163)

lunes, 10 de diciembre de 2012

LA BRUJERÍA SINIESTRA DE SHIRLEY JACKSON

Siempre hemos vivido en el castillo
Shirley Jackson
Traducción de Paula Kuffer
Posfacio de Joyce Carol Oates
Editorial Minúscula, Barcleona, 2012, 222 páginas.

  

   Shirley Jackson (San Francisco 1916 - Bennington 1965) publicó We have Always Lived in the Castle en 1962. Unos años antes, a finales de la década de los cincuenta, se había producido un cambio radical en los gustos lectores de la sociedad americana. Una ola de puritanismo arrasó con las novelas y relatos del movimiento Pulp, sobre todo con los “Shudder Pulp”, el subgénero de ficción de horror más explícitos incluso en sus portadas y con el Pulp picante o erótico (“Spicy Pulp”). No es pues de la “Pulp Fiction Americana” de donde bebe directamente Shirley Jackson para escribir esta y otras obras maestras de la literatura gótica siniestra y de suspense. Para buscar su inspiración habría que remontarse hasta el siglo XIX que vio florecer algunas de las mejores producciones de terror y fantasía. Muestras imperecederas como son las de Edgar Allan Poe, Robert Lois Steveson, Julio Verne, Bram Stoker o William Hope Hogson. En estos grandes escritores aprendió Shirley Jackson la sustancia medular de la literatura de terror, eso que un especialista como Lovecraft definió como “el sentido de lo morbosamente antinatural…que insinúa la sensación de una transgresión maligna de las leyes fijas de la naturaleza.”
   Shirley Jackson nunca practicó la brujería, por más que su marido afirmase lo contrario para promocionar una de sus novelas. Pero hace recaer tal maleficio sobre la mansión de los Blackwood, que encierra un secreto: el envenenamiento. Mary Katherine Blackwood  (Merricat), la protagonista principal de la novela se presenta de una forma tan clara como inquietante. Ella es una joven de dieciocho años que vive en una casa apartada del pueblo. Las únicas personas que le hacen compañía son Constance, su bella hermana mayor y su tío Julian, un anciano atado a su silla de ruedas y que una y otra vez reescribe sus memorias. Todo discurre plácidamente, entretenidas las dos hermanas en la buena cocina, la jardinería y el gato Jonas. Pero hay algo que altera esta aparente y apacible paz familiar: el resto de la familia había muerto envenenada en el comedor de la mansión seis años atrás. Envenenados con arsénico a excepción de Constance, Merricar y el tío Julian.
   Las sospechas recayeron sobre la hermana mayor que había preparado la comida ese día. Fue juzgada y absuelta por falta de pruebas. A Merricat la enviaron fuera durante el juicio. Concluido este, regresa a casa sin que nadie sospeche de ella, al contrario de los que hace el lector, aunque ella no oculte sus conocimientos y predilección por los venenos. A lo largo de la trama los lectores perciben, según pasan las páginas, la amenaza de la criminal Merricat, cuya fantasía está obsesionada con los rituales de poder y de venganza.
   Siempre hemos vivido en el castillo, sin ser narrativa Pulp, como ya se ha dicho -Shirley Jackson huye de la narración puramente física-, bascula entre el miedo y el suspense. Un suspense en el que el lector queda atrapado nada más leer el primer párrafo de la novela. Por eso la novela es una obra maestra de la literatura gótica de suspense. Tanto el entorno (casa señorial en el campo, una peculiar familia odiada por los vecinos) como el personaje de Merricat subyugan al lector que es incapaz de abandonar la trama de la historia que Shirley Jackson desarrolla con el ritmo adecuado  para hacernos caer en la tela de araña del suspense / terror. Y ello es así porque, en buena medida Shirley Jackson sabe trastocar hábilmente las convenciones del género y moverse por su relato con tal grado de ambigüedad, que a los ojos del lector, la auténtica maga de esta historia  no es otra que la autora de la misma. Porque en su relato gótico, malvado, siniestro y a la vez divertido, es el lector el que debe reconstruir, a partir de vagas alusiones de los personajes, el misterio del entramado novelesco.
   Novela inquietante, tejida a partir de ambigüedades y de la presencia inquietante de los siniestro, “algo que debiendo quedarse oculto se ha manifestado” en la definición que Freud toma de Shelling y que debería permanecer en la esfera de lo familiar, según piensa el creador del psicoanálisis: “Lo siniestro no sería nada nuevo, sino más bien algo que siempre fue familiar a la vida psíquica y que solo se tornó extraño mediante el proceso de represión”. ¡Cómo si Shirley Jackson hubiera tenido presente la afirmación del austriaco en la construcción de su trama!

Francisco Martínez Bouzas





Shirley Jackson

Fragmentos

“Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni lo perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Cosntance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto”

…..

“Me había preparado lo que iba a decir antes de sentarme en la mesa.
-La Amanita phalloides -empecé- contiene tres sustancias venenosas. Esta la amanitina, que actúa despacio y es la más potente. Esta la faloidina, que hace efecto al instante, y está la falosilina que disuelve los glóbulos rojos, aunque es la menos potente. Los primeros síntomas aparecen entre siete y doce horas después de ingerirla, y en algunos casos incluso al cabo de veinticuatro o cuarenta horas. Los síntomas comienzan con violentos dolores de estómago, sudor frío, vómitos…
-Óyeme bien -dijo Charles, soltando el pollo-. Basta ya.
Constance se estaba riendo.
-Oh, Merricat –exclamó, escapándosele la risa entre las palabras-, mira que eres tonta. Yo le enseñé -le explicó a Charles- que hay setas venenosas junto al arroyo y en los campos y le hice aprender cuáles eran mortales. Oh Merricat.
-La muerte llega entre cinco y diez días después de ingerirla- añadí yo.
-No me parece nada divertido- sentenció Charles.
-Tontuela- dijo Constance.”

(Shirley Jackson, Siempre hemos vivido en el castillo, páginas 9, 105)

domingo, 9 de diciembre de 2012

LAS FICCIONES BIOGRÁFICAS DE PIERRE MICHON

Señores y sirvientes
Pierre Michon
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia
Editorial Anagrama, Barcelona, 198 páginas
(LIBROS DE FONDO)

  

   No es infrecuente que los cuadros de los grandes pintores pueblen con toda justicia los sueños de los narradores. Y lo hacen con plena justicia porque las obras de ficción, debido a su naturaleza proteica, son el reino de la libertad, tanto en el contenido como en la forma. Y las grandes pinturas pueden sugerir la chispa de una historia que posteriormente los artistas de las palabras convierten en tramas narrativas. A partir de lejanas incursiones pictórico-imaginativas en el Museo Ermitage, realizadas durante una infancia puesta a salvo en el extranjero se ha escrito, por ejemplo, alguna novela en el sistema literario gallego. Los cuadros del inmenso retratista de la figura humana Eliá Efimovich Riépin encierran non solo un contenido histórico cristalizado en la creación plástica, sino algo más, que transciende al cuadro y se puede convertir en una llamarada para la ficción. Porque la ficción, en definitiva, no siempre es una mentira más o menos basada en la realidad, una simulación, sino una actitud -su origen resulta indiferente- dotada de rehechura, de forma expresiva.
   Esta es la primera consideración  que brota espontánea tras la lectura de Señores y sirvientes de Pierre Michon, un volumen que recoge los escritos inspirados en pinturas de un escritor que se sitúa hoy en los puestos de privilegio de las letras francesas. Pierre Michon (1945) es un autor tardío y de provincias que se dio a conocer con la publicación de Vidas minúsculas. Pero desde entonces Pierre Michon ha crecido como narrador y catorce obras -nueve de ellas traducidas al español- completan hasta el momento su corpus narrativo. P. Michon es el creador de un tipo de literatura en la que difícilmente se diferencian los géneros. Estilista de primer orden (auto)biógrafo de los minúsculo y de lo sutil. La lectura de sus textos nos embarca en un viaje insólito que no sabemos a dónde nos lleva pero que resulta fascinante.
   En Señores y sirvientes, una amalgama desde el punto de vista editorial de tres textos escritos en diferentes momentos, Michon, como ya hiciera en Vidas minúsculas empleas de nuevo personajes reales y datos biográficos para llenar de trama sus ficciones, creando así una atmósfera tejida con lo real o con lo acontecido y con lo irreal o imaginario.
   Cinco textos consagrados a otros tantos artistas: Francisco de Goya, Antoine Watteau, Piero della Francesca, Vicent Van Gogh y Claudio de Lorena. Narraciones en las que con una mezcla de espontaneidad y de fantasía, de datos históricos y de lirismo, el escritos nos acerca a la peripecia vital y creadora de esos artistas, con la ayuda, algunas veces, de un testigo periférico, como es el caso de Joseph Roulin al revivir las maravillas de la pintura de Van Gogh.
   Delante de nuestros ojos desfila el tiempo, la vida, la excelencia del genio creador y también su cotidianeidad. En estas ficciones biográficas Pierre Michon extrae del silencio de los pintores verdaderos prodigios. Así es capaz de transformar un retrato en una persona de hondura tan compleja que nos aproxima a la mentalidad de una época y a las ideas que transitaban por la mente del pintores. En los textos de Pierre Michon, como ha escrito el crítico francés Leonard Michaels, una pintura se convierte en el pintor de la misma y las palabras, en pintura. Pero, no lo olvidemos, este fino biógrafo de lo minúsculo y de lo sutil, jamás nos hace olvidar la amalgama de ficción y de realidad que puebla sus metáforas biográficas, pequeños y selectos prodigios de la escritura.

Francisco Martínez Bouzas


Pierre Michon


Fragmentos

“Conocimos a Francisco de Goya. Nuestras madres, o quizás nuestras abuelas, lo vieron llegar a Madrid. Lo vieron llamar a las puertas, a todas las puertas, arquear el lomo, no figurar en la lista de los galardonados de las academias, alabar a los que sí estaban en ellas, regresar dócilmente a su provincia para pintar otra aplicada mitología y presentársela una vez más a nuestros pintores de la Corte uno o dos  años después; y fracasar una vez más, volver a levar anclas, volver otra vez con Venus o con Moisés mal calibrados, pintados en pleno campo, transportados a lomo de asno; todo ello a los diecisiete, a los veinte, a los ventiléis años.”

…..


“Josefa, señora de Goya, de soltera Bayeu; Josefa con su breve y rala trenza enroscada encima de la cabeza, su pelo ni rubio ni pelirrojo y sus rasgos, igualmente indecisos, su sonrisa pálida y sus bondadosos ojos; Josefa, que le dio cuarenta años de su vida, hasta su muerte, la muerte de ella, y a quien hizo él la limosna de hacerle un único retrato pequeño, en cuarenta años, ese retrato que ella conservaba con devoción, que vi yo en su cuarto, que contemplaba sentada, con las manos juntas y su sonrisa tímida, igual que la retrató él, con las manos juntas y la sonrisa tímida, dando quizás gracias a Dios por aquel milagro, o disculpándose por su falta de modestia: la pintó una única vez, con los mismo colores y la misma mano con que pintaba a la reina y a los cardenales-duques, a los infantes y a sus juguetes; Josefa, a quien él llamaba Pepa, y que le era tan necesaria como la brocha grande…”

(Pierre Michon, Señores y sirvientes, páginas 69, 79-80)

jueves, 6 de diciembre de 2012

NOVEDADES DE EDICIONES DESTINO PARA FIN DE AÑO


   Ediciones Destino, uno de los buques insignia del Grupo  Planeta, titular de colecciones tan emblemáticas como “Áncora y Defín”, sigue afrontando la crisis a base de numerosos títulos que el sello barcelonés pone cada mes en la calle. Un conjunto amplio de publicaciones en las que se mezcla la  calidad literaria que demanda un lector selecto con otras obras de consumo masivo. Estimulante literatura con más puntos a favor que en contra. Una vez más ofrezco un avance de cuatro de sus últimas publicaciones, pertenecientes todas ellas a la colección de referencia. Es la impresión provisional, la primera ojeada, extraída en buena medida de los respectivos dossiers de prensa, que será completada en otros momentos con comentarios valorativos más críticos, más reposados, más personales.

ME HALLARÁ LA MUERTE de Juan Manuel de Prada. Regresa Juan Manuel de Prada, un escritor que, pese a su juventud, ha obtenido los más celebrados premios del sistema literario español (Premio Planeta, Premio Nacional de Narrativa, Premio Biblioteca Breve, entre otros). Me hallará la muerte  sumerge al lector en una historia épica, preñada de giros narrativos que  nos  mantienen en vilo a lo largo de las cerca de seiscientas páginas de que consta el volumen. La novela de Juan Manuel de Prada es muchas cosas a la vez: un viaje al Madrid peligroso y abracadabrante de los años cincuenta, los cercanos lindes entre  el héroe y el villano, entre la epopeya y la farsa. Con dos fechas fundamentales formando parte de su trama: Madrid 1942: dos jóvenes maleantes se compinchan para desplumar a incautos ricachones en los aledaños del Parque del Retiro. Tras uno de esos golpes, uno de los protagonistas, Antonio, se ve obligado a huir y se alista en la División Azul. Su destino será el infierno: carnicerías del frente, degradación, humillación y aniquilación del Gulag. Su supervivencia se convierte en una resistencia épica.
Madrid 1954: El buque Semíramis atraca en Barcelona con los españoles supervivientes del Gulag  soviético. Tras el regreso a Madrid, el protagonista repatriado empieza en el Madrid peligroso de los años cincuenta, una aventura de signo bien distinto: valiéndose de una nueva identidad  vivirá una vida de potentado, pero con las sombras del pasado peleando por aflorar entre un avispero de arribistas, corruptos de guante blanco que no dudan en apretar el gatillo o en contratar a quienes lo aprieten. Un  fresco del Madrid de los cincuenta hecho de inmoralidades, aberraciones, revestidas con la fachada de la respetabilidad que hacen pensar, en esta sección de novela negra,  que los códigos burgueses son mucho más canallescos y farisaicos que los códigos de maleantes y hampones. Novela pues de rabiosa actualidad. Un thriller de alta literatura perfectamente legible en nuestros días a los que, a pesar de la distancia temporal, parece que retrata.



EL JUEGO DE LAS TRES CARTAS  de Marco Malvaldi. El autor es una referente indiscutible del subgénero policial italiano. Científico de profesión que escribe en sus ratos libres. Con su trilogía del “Bar Lume” ha conseguido una gran acogida entre los libreros y lectores de toda Italia. En esta segunda entrega de la saga Pineta se centra en una guerra entre científicos. En ese pueblo toscano tiene lugar una convención de Química Macromolecular Y Biomacromolecular. Uno de los asistentes más prestigiosos  es el profesor japonés Asahara, que, tras sentirse enfermo fallece repentinamente. La precipitación de su muerte lleva al comisario Fusco a solicitar la autopsia que revela la sospecha de muchos. El veneno ha hechos sus efectos.
Y así empieza el enredo: se inicia una investigación colectiva entre café y café de media tarde con la participación de distintos sabuesos que revelan un asesinato entre químicos debido a celos profesionales y a la búsqueda del reconocimiento internacional.
En definitiva, un lectura amena, una novela policíaca a la italiana que amalgama comedia e intriga. Recomendable lectura para los amantes del género.



LA VIDA ES BREVE Y EL DESEO INFINITO de Patrick Lapeyre. Novela ganadora del Premio Fémina en la convocatoria del año 2010 y que en Francia se convirtió en best seller  durante más de cuarenta y cinco semanas. Una novela que relata una interminable historia de amor contemporáneo (los acercamientos, la seducción, las esperas, los sueños, las heridas causadas) y que renueva el triángulo amoroso.
Dos hombres enamorados de la misma mujer, la enigmática Nora que va de uno a otro: en parís con Luis Bleriot, traductor freelance de textos científicos, casado con Sabine, una ejecutiva que lo mantiene. En Londres con Murphy Blomdale, un financiero, un financiero americano frustrado.
Un día Luis Bleriot  recibe la llamada anhelada de Nora la mujer de la que sigue enamorado. Mientras en Londres Murphy Blomdale intenta descifrar el código de la caja fuerte que custodia el corazón de Nora. A pesar de la tardía llegada de Nora a la vida de Bleriot, dos años más tarde desde que se conocieron, ya no habrá vuelta atrás y ambos sufrirán los vaivenes de un amor que ocupa toda su vida y que los abocará a la tragedia.
Visión masculina y contemporánea del amor, como la señalado Les Inrockuptibles, con una pregunta en el aire: ¿cómo puede el amor causar tanto dolor?



EL ESCALADOR CONGELADO de Salvador Gutiérrez Solís. El autor, Salvador Gutiérrez Solís, es un narrador consolidado. Finalista de varios prestigiosos premios y autor de la serie el novelista malaleche. Sus novelas, confiesa, nacen de una imagen, de un recuerdo, de un sabor, de una canción, de un recorte de prensa, de una frase que puedo haber escuchado en cualquier lugar. Son el árbol genealógico de sus novelas.
La presente entrega narrativa nos muestra una instantánea en la vida de un grupo de personas asomadas a ese precipicio vital  que nos indica que ya no hay más camino, que es preciso arriesgarse si queremos alcanzar la meta soñada. Ellos y ellas son: Ana, obsesionada  por la soledad; Jesús que pretende transformar sus anhelos en realidad; Amadeo en espera del amor arrebatado; Luna que sueña con un hogar y una familia que certifiquen su identidad; Mario con la juventud como reto imposible; Susana que amparada en el Orfidal, espera un cambiose vida.
Un friso literario de historias cruzadas que se convierte a la vez en retrato generacional. Esa media docena de personajes sobreviven en los rigores de un frío invierno sevillano, corroídos interiormente por su particular crisis  existencial, con abismos que crecen día a día entre ellos, esperando cambios que no llegan, escondidos tras sus propias fantasías o convertidas en prostitutas de lujo y enamoradas perdidamente de hombres casados. Puzzle generacional de un grupo de seres congelados y en búsqueda de un destino de su particular Tierra Prometida que parece no existir.

Francisco Martínez Bouzas