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martes, 25 de diciembre de 2012

LA LENGUA DEL TERCER REICH, UN AULLIDO DE LOBOS


LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo.
Victor Klemperer
Traducción de Adam Kovacsics
Editorial Minúscula, Barcelona, 2012, 410 páginas.

  


   No es un best seller en el sentido literal del término y sin embargo este libro de Victor Klemperer ha llegado hace unas semanas a la quinta reimpresión desde que Editorial Minúscula lo editara por primera vez en español en el año 2001. Un libro que entra de lleno en los nubarrones del nazismo analizando, en una brillante crítica su lenguaje totalitario, el lenguaje LTI (Lingua Tertii Imperii), la lengua del Tercer Reich. Pero este libro excepcional encierra una intrahistoria sobre su propia creación y supervivencia más interesante para nosotros que el éxtasis místico con el que la población alemana luchó a ultranza, mató a millones de personas o hizo oídos sordos a su masacre y, en definitiva, se dejó embaucar por una retórica literaria e ideológicamente pobre, aunque no carente de potencia sobre todo en el terreno de las emociones.
   Y la intrahistoria de estos apuntes de un filólogo nos retrotrae en primer lugar a la figura de su autor, Victor Klemperer. Hijo de un rabino, filólogo e historiador de la literatura alemana y francesa, por motivos raciales se vio apartado de su cátedra de la Universidad de Dresde. Rehusó sin embargo elegir la vía del exilio y, casado con una mujer “aria”, soportó en condiciones de extrema precariedad casi todo el tiempo de duración del Tercer Reich. Victor Klemperer, gracias a ese matrimonio se salvó de la deportación pero fue obligado a trabajar como obrero en una fábrica durante la guerra. Privado de la posibilidad de consultar la biblioteca, se puso a hacer lo que las circunstancias le permitían: observar, anotar y escuchar. “Cómo charlaban los trabajadores en la fábrica y cómo hablaban las bestias de la Gestapo y cómo nos expresábamos en nuestro jardín zoológico lleno de jaulas de judíos”.
   Compuso así la obra de su vida: un análisis filológico pormenorizado del lenguaje de los nazis. Tanto el autor como el libro sobrevivieron a la guerra y en 1947  V. Klemperer publica una parte de esos diarios en los que había anotado rasgos y características de esa lengua infernal, empleada virulentamente por el Tercer Reich. El resto, así como su biografía, aparecerán en 1955, treinta y cinco años después de su muerte.
   Victor Klemperer contradice la frase te Talleyrand según la cual el lenguaje sirve para ocultar los pensamientos. En su opinión, el lenguaje saca a la luz aquello que una persona oculta de una forma deliberada y aquello que inconscientemente lleva dentro. Él lo experimentó analizando la filología del lenguaje del Tercer Reich desde que el 8 de julio de 1932 vio la película El ángel azul. En el desfile que en esa película se muestra, pudo observar  el tambor mayor y en ese objeto sitúa su encuentro estremecedor con el nacionalsocialismo: “Allí vi por primera vez el fanatismo en su forma específicamente nacionalsocialista; desde esa figura muda vino a mi encuentro por primera vez el lenguaje del Tercer Reich” (página 35)..
   En contraposición a trabajos más académicos y especializados sobre el tema, los apuntes de Klemperer reflejan con gran viveza e intensidad la forma en la que la propaganda del nacionalsocialismo modificó el idioma alemán para inculcar en el pueblo ideas nacionalsocialistas. Treinta y seis capítulos que muestran un idioma alemán encrespado, manipulado y convertido en una neoloengua con extrañas construcciones de palabras creadas con la intención de imprimir un aspecto científico a los discursos de los jerarcas nazis y que el autor va desgranando en notas, comentarios, anécdotas que muestran un material ideológicamente muy pobre pero del que la retórica y la teatralidad nazi hizo un arma muy potente en el terreno de las emociones. De hecho este lenguaje del partido se transformó, tras la toma del poder en 1933, en el lenguaje del pueblo, tanto en el ámbito público como en el privado.
   Éxitos retóricos tendentes a liquidar la individualidad (“Tú no eres nada, tu pueblo lo es todo”). Teutonización de todos los nombres de calleas y rótulos para evitar simbólicamente la mezcla racial. Elevación a símbolos de letras como la K, la grafía del Imperio victorioso.
   Un lenguaje, en definitiva, vacío de contenido intelectual y rebosante de emociones y de fanatismo. Lenguaje perverso impregnado de connotaciones racistas, de fanatismo, de la mística de la sangre, de expresiones superlativas (“la maldición del superlativo”). El lenguaje como arma, como poder que se convierte, como ya señaló George Steiner, en la muerte del lenguaje, ya que en esos obscuros momentos de la historia el lenguaje pierde su función comunicativa y se transforma únicamente en retórica y pura jerga, en aullido de lobos, capaz de aplastar a todos con su poder maléfico, como aplastó al amigo de Kafka, Ernest Weiss, que se suicidó a las pocas horas de la  entrada de los nazis en París. De su novela póstuma, El testigo oculto son estas palabras que retratan a la perfección la fisonomía de este lenguaje infernal: “Él hablaba y yo sucumbía. Con su palabra nos aplastaba a todos, a los inteligentes y a los tontos, a los hombres y a las mujeres, a viejos y a jóvenes.”

Francisco Martínez Bouzas




Victor Klemperer

Fragmentos

CARACTERÍSTICA BÁSICA: LA POBREZA

“La LTI es pobre de solemnidad. Su pobreza es fundamental; es como si hubiese prestado voto de pobreza.
Mi lucha, la biblia del nacionalsocialismo, se publicó por vez primera en 1925, y desde entonces su lenguaje quedó básicamente fijado, en el sentido literal de la pobreza. Mediante la «la toma del poder» por el Partido en 1933, pasó de lenguaje de grupo a lenguaje del pueblo, es decir, se apoderó de todos los ámbitos públicos y privados: de la política, de la jurisprudencia, de la economía, del arte, de la ciencia, de la escuela, del deporte, de la familia, de los jardines de infancia y de las habitaciones de los niños. (Un lenguaje de un grupo siempre abarcará sólo los ámbitos a los que se refiere su cohesión, no la vida entera.) Por supuesto, la LTI se apoderó también, y con particular ahínco, del ejercito; de hecho existe cierta reciprocidad entre el lenguaje militar y la LTI…”

…..

“Hablo de una recaída cómica; pues, como el nacionalsocialismo se basaba en el fanatismo y practicaba la educación para el fanatismo por todos los medios disponibles, «fanático» fue durante la era del Tercer Reich un adjetivo que manifestaba reconocimiento en términos superlativos. Significaba la exacerbación de conceptos tales como «valiente», «entregado», «constante», o, para ser más preciso, una concentración gloriosa de todas estas virtudes, y hasta el más mínimo matiz peyorativo desapareció del uso habitual de esta palabra por parte de la LTI. En los días festivos, en el cumpleaños de Hitler, por ejemplo, o en la celebración de la toma del poder, no había artículo periodístico, ni felicitación, ni proclama dirigida a una unidad militar o a alguna organización, que no incluyera un «juramento fanático» o una «profesión fanática de fe», que no demostrara una «fe fanática» en la duración eterna del imperio hitleriano. ¡Y más aún durante la guerra, sobre todo cuando las derrotas no podían ocultarse! Cuanto más sombría se mostraba la situación, tanto más se manifestaba la «fe fanática en la victoria final», en el Führer, en el pueblo o en el fanatismo del pueblo como virtud alemana fundamental.”

(Victor  Klemperer, LTI, La lengua del Tercer Reich, páginas 37, 93)

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