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sábado, 30 de junio de 2012

"EL LIBRO DE DANIEL", HORROR VACIO "EN UN TIEMPO DE ANGUSTIA"


El libro de Daniel
E. L. Doctorow
Traducción de Carlos Milla e Isabel Ferrer
Miscelánea Editores (Roca Editorial del Libro), Barcelona, 2009, 383 páginas.


Algunos de los críticos más reputados, entre los que cabe citar a Frederic Jameson o Edward Said, han dicho que Ewdard Lawrence Doctorow (Nueva York, 1931) es un de los pocos y auténticos escritores de izquierdas que existen en nuestro tiempo, si bien las implicaciones políticas de sus narraciones nunca son obvias, claras y contundentes. El libro de Daniel no es una excepción, porque Doctorow es capaz de casar su ideario político (“pensar en términos de lo que es justo e injusto”) con algo que es consustancial  con el mundo de la ficción: la ambigüedad, amago para eludir una literatura panfletaria.  En lo que no cabe ninguna duda es que Doctorow es un de los grandes escritores del siglo XX en lengua inglesa y que en EE.UU lo consideran un patrimonio nacional. Ganador de todos los premios y eterno candidato al Nobel igual que Philip Roth, Thomas Pynchon o Cormac McCarthy. Él ha sabido reflejar en su prosa, quizás como nadie, la cara oculta de Norteamérica y, bajo esa perspectiva, sus novelas son un sustituto de la memoria colectiva de una nación no carente de mitos a pesar de ser un país ahistórico. Doctorow aborda esos mitos y como efecto colateral los devuelve al terreno de la historia.
El libro de Daniel (1971) figura en el canon occidental de Harold Bloom y, como muchas de las otras obras de Doctorow, es una recreación literaria de personajes y de acontecimientos históricos. La novela, en efecto está basada en las figuras de Ethel y Julius Rosenberg, condenados a cadena capital por traición (acusados de espionaje) y ejecutados en 1953. Los Isaacson son sus alter ego en la novela, recreación literaria del libro Atom Spy Trials. Ambos formaban parte  de la “Young Communist League”. El origen del juicio que terminó con la condena a muerte, se sitúa en la filtración de secretos nucleares a los rusos en plena guerra fría. Mas el juicio a que ambos fueron sometidos, distó de ser justo. Se buscaba a toda costa chivos expiatorios en un momento en que el ambiente anti-comunista y el miedo, generado por el “Mccarthismo” y la guerra fría, a un inminente  enfrentamiento con la Unión Soviética hacía furor en los EE. UU.
Paul Isaacson, un pequeño comunista de barrio y reparador de radios, fue capaz, según la acusación, de dibujar complejos y elaborados planos nucleares, reducirlos hasta el punto de poder acomodarlos a la lámina de una radiografía dental y hacérselos llegar a los soviéticos. Los historiadores actuales, sin embargo, en su gran mayoría, están convencidos de que estas acusaciones fueron falsas, pero en su día el Departamento de Justicia hizo que tomase fuerza la imagen de Paul como jefe de espías. Una cita textual, apócrifa por supuesto de Max Krieger, nos permite conocer el punto de vista de Doctorow: “La historia recoge con vergüenza la persecución y la infame condena a muerte en los Estados Unidos de América de dos ciudadanos estadounidenses, marido y mujer, padres de dos niños pequeños, que a lo sumo eran culpables de cruzar la calle imprudentemente por sus ideas izquierdistas sostenidas con orgullo”.
Sin embargo, la figura central de la novela no son los Rosenberg/Isaacson, sino su hijo Daniel Lewin (apellidos del padre  adoptivo). Desde su infancia, su carrera cursada con una beca y su matrimonio con una mujer que lo ama profundamente y la redacción de sus tesis de final de carrera, recuperamos todos sus recuerdos y sobre todo los fundamentales: la vigilancia de FBI a su padre, la detención de sus progenitores, el juicio, el alejamiento y la traición de los amigos, la visita a sus padres en el corredor de la muerte y la crueldad de la ejecución en la silla eléctrica.
Ethel y Julius Rosenberg
Doctorow escribió esta novela en 1971 y en ella se muestra como una adelantado del fragmentarismo  vanguardista. Su narración es discontinua, se dejan sentir varias voces (abuelas inmigrantes, negros que viven en sótanos, comunistas hippies, policías, jueces, fiscales, judíos ortodoxos…). Una prosa envolvente, pero en esta novela cortada, desquiciada, seca, a veces brutal, violando la gramática, rompiendo párrafos, enlazando múltiples oraciones subordinadas sin detener la progresión narrativa para profundizar en esta herida abierta y todavía no cerrada, en un país donde la culpabilidad o la inocencia se situaban y se siguen situando en horizontes utópicos.

Francisco Martínez Bouzas



E. L. Doctorow


Fragmentos

“Descuartizamiento. Esta particular forma de ejecución era la preferida del gobierno monárquico inglés para todos excepto el círculo aristocrático más cercano, al que se concedía la dignidad de la simple decapitación. Para todos los demás, el método era el siguiente: el transgresor era ahorcado y descolgado antes de morir. Entonces lo castraban y destripaban, y echaban sus entrañas al fuego ante sus ojos. Si el verdugo era misericordioso, extraía el corazón del cuerpo, pero en cualquier caso se llevaba a cabo el último acto del ritual, cortar el cuerpo en cuatro partes, y los cuartos se arrojaban después a los perros. La traición era el delito habitual para este castigo, establecida su definición por los tribunales del rey y a conveniencia del rey”

…..

“Cuando fue vista por última vez, vestía su abrigo negro con el dobladillo suelto y su casquete negro. Cuando mi madre fue vista por última vez, lucía su minúsculo reloj en la muñeca, una muñeca delgada y bonita con su prominente hueso y unas preciosas venas finas y azules. Dejó atrás una casa limpia, y en la nevera un bocadillo de mantequilla de cacahuete y una manzana para la comida. Por la tarde, me tomé la leche y las galletas. Y ella no volvió”

…..


“Tampoco la muerte es lo que parece. Cuando la clase dominante impone la muerte a quienes teme, descubre que la propia muerte pude vivir. Es una paradoja. Ma Ludlow vive. Joe Hill vive. Crispus Attucks vive. Incluso Leo Frank, ¿por qué me viene  a la cabeza Frank colgado de su árbol en Georgia, balanceándose? Pero vale, incluso Frank. Los dos italianos hablan y se mueven y sonríen y levantan el puño en la mente de la historia. Soy su camarada, es a mi a quien hablan, es a mi a quien Sacco dirige su declaración.
Sócrates fue juzgado. Lo declararon culpable. Lo obligaron a beber cicuta. Mediante esta acción, sus acusadores lo elevaron a la vida eterna y se relegaron a la muerte real y a la total oscuridad de los perseguidores de todas partes”

…..

“Pocos minutos después de retirar el cuerpo de mi padre en una camilla, y fregar el suelo, y camuflar el olor orgánico de su muerte con el aroma amoniacal del detergente, condujeron a mi madre a la cámara. Llevaba el vestido gris y amorfo de la cárcel y unas zapatillas de toalla. Sabía que mi padre estaba muerto. En su rostro se dibujaba una sonrisa irónica, estudiadamente serena. Dirigió una mirada tranquila a cada uno de los testigos hasta que apartaron la vista. Algunos, al ver que su mirada se acercaba a ellos, sencillamente la eludieron. De pronto mi madre posó los ojos en el rabino de la cárcel. Era el mismo cuyas atenciones había rechazado durante las últimas cuarenta y ocho horas.
-No lo quiero aquí- dijo (…)
Poniéndose de espaldas a la silla, mi madre rechazó con desdén toda ayuda. Abrazó a la celadora que la había custodiado durante su solitaria estancia  de dos años en el corredor de la muerte de mujeres. Habían entablado una estrecha amistad. La celadora  lloró y salió corriendo de la cámara. Mi madre, todavía con su peculiar sonrisa, se sentó en la silla eléctrica y observó el proceso de sujeción de correas como un pasajero en un avión preparándose para el viaje. Cuando le pusieron la capucha, tenía los ojos abiertos. Cuando accionaron el interruptor, inició la misma danza, enarcándose, zumbando y chisporroteando. Desconectaron la corriente. El médico se acercó al cuerpo desplomado y auscultó el latido con su estetoscopio. Manifestó su consternación. El verdugo salió de su nicho e intercambiaron unas palabras. El alcaide estaba muy nervioso. Los tres periodistas conversaron en susurros apremiantes. El verdugo regresó detrás del muro y volvió a recibir la indicación, y volvió a activar la corriente. Después dijo que la primera «dosis» no había bastado para matar a mi madre, Rochelle Isaacson”

(E.L. Doctorow, El libro de Daniel, páginas 53, 168, 327, 377- 78)

lunes, 25 de junio de 2012

"LAS AMANTES", ENTRE EL AMOR Y EL DESENCANTO

Las amantes
Elfriede Jelinek
Traducción de Susana Cañuelo y Jordi Jané
El Aleph Editores, Barcelona, 185 páginas.
(LIBROS DE FONDO)


Quizás Elfriede Jelinek (Mürzzuschalag, 1946) no es la mejor escritora alemana de su generación. Si comparamos su obra con la Sebald o Peter Handke, se entiende que en su momento surgiera la polémica sobre una excelencia artística que en su momento la hizo merecedora del Nobel, con la protesta airada y la abrupta renuncia de uno de los miembros de la Academia Sueca, disconforme con la distinción.
Elfriede Jelinek pasa por ser para la crítica una feminista radical, pero ella confiesa no sentirse a disgusto con esta etiqueta, afirmando que  solamente reivindica poner en evidencia los mecanismos de dominación masculina a los que está sometida la mujer. No obstante sus reivindicaciones nunca las ejerce de forma panfletaria, sino a través de la escritura, una escritura que no suele mostrar ninguna cara amable. Pero al mismo tiempo da la vuelta a los tópicos feministas más socorridos, sin renunciar por ello a la diferencia y a la desigualdad.
En coincidencia temporal con la entrega del Nobel (año 2004), que por cierto no recogió en persona aludiendo como razón  justificante “fobia social”, se tradujeron al español varios libros de esta escritora austriaca, poco conocida entre nosotros. De la mano de la editorial barcelonesa El Aleph nos llegaron Deseo, La pianista y Las amantes.
Si tenemos en cuenta el año de su edición original (1975), Las amantes es una vieja novela. No obstante debe de ser considerada una narración actual porque las estructuras sociales solamente cambiaron en mínimos detalles y las mujeres siguen contando todavía hoy con muchas menos posibilidades que los hombres. Quizás suene grotesco pero en Austria sólo existía  pocos meses antes de la concesión del Nobel a E. Jelinek, una profesora universitaria de ginecología.
Elfriede Jelinek es por antonomasia la escritora de la marginación. Ella misma considera que la marginación, generalmente forzada, es el lugar del escritor. A pesar de todo, no ahorra andanadas verbales, ni en sus obras ni en sus declaraciones, para denunciar la injusticia, la opresión y el sometimiento sexual de la mujer al hombre. Y escribe con la autoridad que le da el hecho de estar del  lado de los oprimidos. Unas líneas introductorias sirven de hilo conductor ideológico a Las amantes: “Si alguien tiene un destino, se trata de un hombre, si alguien consigue un destino, se trata de una mujer”. Tal es, en efecto la realidad cotidiana de la mujer en occidente: no tener destino, carecer de historia. Solamente lo tienen los hombres; las mujeres carecen de una trayectoria propia e independiente. Están rehuidas en el presente, en la rutina de su trabajo y en la renuncia. Ni siquiera existen mayúsculas en sus vidas. La misma sexualidad es dominio masculino. Para las mujeres queda el mundo de los sentimientos, pero están privadas de deseos, ya que el deseo es libertad y, como tal, un privilegio masculino. Así pues, al ser el hombre el que le confiere verdadera identidad a la mujer, será en el matrimonio donde esta encuentre su auténtica existencia. Y las que queden al margen del matrimonio, tendrán una vida insuficiente. Es uno de los grandes paradigmas de la ideología patriarcal, contra el que arremete la escritora.
Por consiguiente las historias de las protagonistas de Las amantes, no son dulces fábulas de amor, sino de insatisfacciones. Retratos de verdaderos infiernos domésticos donde quedan anuladas y destruidas miles de mujeres anónimas, con la complicidad de otras mujeres. La peor forma de machismo.

Francisco Martínez Bouzas




Elfriede Jelinek


Fragmentos

un día brigitte decidió que tan sólo quería ser más mujer, enteramente mujer para un tipo que se llama heinz.
cree que a partir de entonces sus defectos parecerán agradables y sus cualidades estarán más escondidas.
pero heinz no encuentra nada agradable en brigitte, y sus defectos no le parecen sino repulsivos.
brigitte ahora se cuida también para heinz, puesto que cuando se es mujer, no puede una salirse del camino, hay que cuidarse. brigitte desea que algún día el futuro se lo agradezca con un aspecto juvenil, pero tal vez brigitte no tenga futuro alguno, el futuro depende exclusivamente de heinz”

…..
 
“existe en el lugar un odio general que cada vez se extiende más, que todo lo contagia, que no se detiene ante nadie, las mujeres no encuentran nada en común entre ellas, sólo antagonismos, aquellas que gracias a su atractivo físico han conseguido algo mejor, quieren conservarlo o ocultárselo a las otras; las otras se lo quieren arrebatar o algo mejor aún, existe odio y menosprecio.
para ello, la primera piedra se coloca ya en la escuela, que paula tenga la ocurrencia de comparar el amor con flores, brotes, hierbas y hierbas aromáticas es una consecuencia de su paso por la escuela.
que paula relacione el amor con la sensualidad es una consecuencia de las revistas que le gusta leer. Paula ha oído la palabra sexualidad, pero no la ha entendido del todo.
a  nadie le gusta reconocer que el amor sólo tiene que ver con el trabajo. paula sabe cómo cambiar los pañales a un bebé y cómo Darlene comer, incluso con los ojos cerrados. pero paula no sabe cómo  evitar un embarazo”

(Elfriede Jelinek, Las amantes, paginas 11, 33)

miércoles, 20 de junio de 2012

"EL LADRÓN", UNA MUESTRA TURBADORA DEL EXPRESIONISMO LITERARIO ALEMÁN

El ladrón
Georg Heym
Traducción de Eduardo Knörr Argote
Amaranto Editores, Madrid, 147 páginas
(LIBROS DE FONDO)



La obra literaria de Georg Heym es un anticipo de las catástrofes de la primera Guerra mundial, servido con imágenes estremecedoras y violentas. Un anticipo así mismo de la alineación que  se alimenta en el seno de la civilización moderna. Georg Heym fue un notable representante del expresionismo más temprano. Nacido en Silesia en 1887 en el seno de una familia de terratenientes y funcionarios públicos, desde su adolescencia manifestó un comportamiento hostil frente al convencionalismo y al conformismo de la sociedad Guillermina. En 1900 se traslada con su familia a Berlín al ser nombrado su padre fiscal del Tribunal Militar Imperial. Allí reemprende los estudios, pero fue expulsado del instituto debido a su pobre rendimiento. Sin embargo, para contentar a su progenitor, consigue terminar la carrera de derecho en 1911 y obtiene el título de abogado. Es destinado a un juzgado de primera instancia pero a los once días solicita una excedencia y se matricula en el Seminario de Lenguas Orientales de la Universidad de Berlín, con la intención de convertirse en “drogomán”. Simultáneamente su padre había solicitado su ingreso en calidad de alférez en un regimiento de artillería de campaña, pero fallece en enero de 1912 a la edad de veinte y cuatro años, ahogado en el río Havel mientras patinaba acompañado por un amigo, el también poeta Ernst Balcke.
Heym se inicia en la escritura a muy corta edad. Escribe sus primeros poemas a los doce años echando mano de un estilo naturalista. Más tarde, sin embargo, su escritura deriva hacia imágenes visionarias y apocalípticas en las que recrea un universo demencial regido por el caos, la angustia y la violencia psicopática. Mientras preparaba la edición de lo que él consideraba cinco novelas cortas, fallece, patinando sobre el hielo, como he señalado. A pesar de la oposición de su padre, aparecen publicadas finalmente en 1913 bajo el epígrafe de uno de los relatos, Der Dieb (El ladrón). Desde hace unos años, tenemos la ocasión de leerlos, traducidos por primera vez al español y coeditados por Amaranto y Sipiente.
Tanto El ladrón como la mayor parte de los relatos de Georg  Heym son muestras singulares del expresionismo literario alemán. También en el campo literario se guían los expresionistas por el principio general del movimiento estético de que es la expresión la que define a la forma y, por consiguiente, las manifestaciones artísticas pertenecen al ámbito de la subjetividad. Defensores a ultranza de la función social del arte, los expresionistas reaccionaron contra el positivismo burgués y contra la alineación que presidía las relaciones humanas debido a la creciente industrialización que experimentó la sociedad alemana entre los años diez y veinte del pasado siglo. Evidencia al mismo tiempo el expresionismo la crisis de valores morales e intelectuales de la Europa de preguerra, crisis puesta de manifiesto de forma muy clara ya en 1916 en estas palabras de Hermann Bahr: “Jamás existió una época más turbada por la desesperación, por el horror de la muerte. El arte grita en las tinieblas, pide socorro e invoca el espíritu”. La etiqueta “expresionismo” fue aplicada en su origen a las artes plásticas y utilizada por primera vez por el pintor Julien  Auguste Herve para definir el estilo de Matisse, Cézanne y Van Gogh. En ese ámbito de las artes pláticas, hay que destacar la importancia de los grupos Die Brücke, deudor de las aportaciones de Van Gogh, Munch y James Ensor, y Der Blau Reiter, en el que, entre otros participaron Kandinsky, Paul Klee y Georg Gras.
Hallamos el sello del expresionismo literario así mismo en la exaltación de lo subjetivo e irracional a través del empleo de un lenguaje deformado, agresivo, que rechaza el estatismo descriptivo y se apoya en la exploración de la visión interior, marcas todas de la escritura de Georg Heym. El gran narrador expresionista alemán fue sin duda Alfred Döblin (Berlin Alexander-platz, 1929 ). En el campo de la lírica destaca la aparición de una poesía metafísica, no referencial, que llega a los lectores alemanes de la mano de Hölderlin y Novalis teñida de nihilismo y de un pesimismo apocalíptico en relación con los avances de la ciencia.
Incitado por los poetas presimbolistas, sobre todo por Rimbaud y Baudelaire, Heym refleja en efecto en su prosa el nuevo estilo, opuesto al realismo y al naturalismo, y en el que la realidad queda dislocada y llega hasta nosotros por medio de visiones personales llevadas a la escritura con una fuerza extraordinaria. Y para eso, nada mejor que utilizar como protagonistas a  personajes enfermos, locos, alucinados o a seres en situaciones existenciales extremas. Nos sumergen, pues, los relatos de Heym  en un mundo extraño, infestado de enfermedad o locura. Con su fijación por el horror, intenta hacer aflorar toda la inquietud y todo el desconcierto, recluidos en el substrato de la sociedad y que es preciso hacer explotar como un grano de pus para que supure toda su podredumbre.
En el relato que le da título a la colección, el protagonista, un individuo solitario, se considera elegido por Dios para extirpar el mal del mundo. En sus alucinaciones, la divinidad le revela que la mujer es la raíz de todos los males, el mal primigenio que hace inútil la obra redentora de Cristo. Su demencia le lleva a la conclusión de que la Mona Lisa de Leonardo encarna a la mujer por antonomasia. Por consiguiente, debe perecer y el mismo será el ejecutor del plan. En “El loco” relata las acometidas visionarias de un enfermo mental que sale del manicomio poseído por la obsesión de vengarse de su mujer. Su furia delirante le empuja a asesinar a mujeres y a  niños. Ciertos acontecimientos de la Revolución Francesa inspiran otro de los relatos, impregnado de fuerza, “El cinco de octubre”: el pueblo hambriento marcha sobre Versalles en busca de pan: “La palabra pain penetró con toda su blancura y su pringue en el cerebro del populacho y permaneció allí como una piedra de sal, gigantesca, hinchada, crujiente, lista para recibir el primer tajo”. Se consuma así una revolución que revienta  como un inmenso río que todo lo arrastra: “naves divinas gobernadas por los espíritus de la libertad”.
En la misma línea, si bien alimentándose en manantiales imaginativos  del propio autor, los restantes relatos de este verdadero artesano del horror. En “La disección” un muerto sueña mientras le practican la autopsia. En “Jonathan” es un enfermo desahuciado el que delira por la fiebre. “El barco” no muestra el ambiente fantasmagórico que se cierne sobre los vivos con la muerte a sus talones. La obra corta de Georg Heym tiene sin embargo suficiente espacio para que el arte grite en las tinieblas, pida socorro e invoque al espíritu.

Francisco Martínez Bouzas




Fragmentos

“Pero el muerto dormía. Pacientemente se dejaba zarandear y que le mesaran los cabellos. El muerto dormía.
Y mientras los golpes de martillo retumbaban en su cabeza, en ella se desperezaba un sueño, un resto de amor, como una antorcha que ilumina el interior de su noche (…)
La sangre negra del muerto fluyó por la podredumbre azul de la frente. Se evaporó bajo el intenso calor formando un tremenda nube, y la descomposición de la muerte reptó sobre la frente con sus garras multicolores.
La piel comenzó a resquebrajarse, el vientre se tornó blanco como el de una anguila bajo los ávidos dedos de los médicos, que embutían los brazos hasta el codo en la carne húmeda (…)
La descomposición distendió la boca del muerto: parecía sonreír. Soñó con unas radiantes estrellas y con una tarde fragante de verano. Sus labios expirantes temblaron como tiemblan ante un fugaz beso (…)
Y el cadáver temblaba de dicha sobre su mesa blanca de muerto, mientras las manos de los médicos le reventaban con trépanos de hierro los huesos de las sienes”

…..

“Ocultó el libro, se levantó y pasó otra vez por todas las salas: todo estaba vacío.
Regresó, volvió a colocarse tras el sillón e hizo acopio de todas sus fuerzas.
¿Vencería o sería destrozado?
No obstante, estaba tranquilo, ya no tenía miedo, por mucho que ella se abalanzara sobre él y lo destrozara. Se inclinó de nuevo ante Dios frente a la ventana superior, le encomendó su alma y avanzó con lentitud reclamando en voz alta a cada paso que el cielo le enviara su auxilio.
Se acercó al cuadro. Nadie se movía. Miró a su alrededor. Entonces, en la obscuridad del crepúsculo pareció que en un rincón se balanceaba una gigantesca sombra informe.
Aún no se atrevía a tocarla, pero estaba cara a cara y la contempló. Hundió su mirada en los ojos de ella para entablar la última batalla. Y ella respondió. El infierno había aceptado el desafío.
Allí estaban frente a frente, el loco y la mujer, una tormenta desgarrada y un silencio eterno”.

(Georg Heym, El ladrón, paginas 58-6, 127-128)

martes, 19 de junio de 2012

"ENTRA EN MI VIDA": EL DESPERTAR DE LOS DEMONIOS DEL PASADO

Entra en mi vida
Clara Sánchez
Ediciones Destino, Colección Áncora  y Delfín, Barcelona, 2012, 475 páginas.


Clara Sánchez (Guadalajara, 1955), es una de las narradoras españolas más populares, más leídas, hasta el punto de que sus novelas, no exentas de calidad, se han convertido en verdadero bestsellers. Premio Alfaguara de novela en el año 2000 con Últimas noticias del paraíso; así mismo hace dos años obtuvo el Premio Nadal por Lo que esconde tu nombre, un gran éxito de ventas tanto en España como en otros países, especialmente en Italia, con medio millón de ejemplares vendidos. Llega ahora a sus lectores incondicionales con Entra en mi vida, con la personal sensación de la narradora de “haberla escrito lo mejor posible, ser sincera, darlo todo y dar rienda suelta a todos los sentimientos que me ha generado”.
Se ha afirmado, y Entra en mi vida, lo confirma sin ningún género de dudas, que el tiempo narrativo de Clara Sánchez es el presente. En efecto la escritora se siente cómoda acercándoles  a los lectores la realidad que observa, ya sea la “esclavitud” de los trabajadores de los edificios de oficinas acristaladas, el dorado retiro de algunos criminales exterminadores nazis en las costas españolas o el caso de los niños españoles robados en la democracia, tematizado en este amplio texto narrativo, cercano a las 500 páginas. Mas, todo ello acompañado por una aguda reflexión sobre el amor o sobre las monstruosidades que muchas veces, sin saberlo, colonizan nuestro propio interior. Por eso mismo Entra en mi vida, siendo como es una novela sobre el presente, surgida al impulso de las noticias periodísticas, no es, sin embargo, una novela periodística ni un reportaje sobre los niños robados, “sino sobre los sentimientos que esos sucesos han removido en mi”.
La novela narra en efecto la historia de una niña robada en los años ochenta. La naturaleza ficcional del relato hace que la narración de Clara Sánchez no se base en un caso real concreto, sino en uno inventado, aunque con fundamentos en absoluto alejados de la realidad. Saber quién es la niña de una foto supone el arranque narrativo de Entra en mi vida. Verónica, una preadolescente de diez años descubre un día la foto de una niña escondida en una vieja cartera en el armario de sus padres. Es el gran secreto que le hace inquirirse a diario ¿quién es esa niña? ¿por qué su madre vive en una constante angustia que la aleja de la felicidad?  Pero, una vez fallecida la madre, Verónica se verá obligada a afrontar esos secretos y las múltiples mentiras o disimulos en los que ha vivido. En la otra “acera” narrativa está Laura, la otra voz con la que la autora alterna la narración. En ella se concentra todo el dolor de la familia que cree haber perdido a su hija y el perpetuo recelo de la familia que acogió en su momento a la niña robada. Ellas son los personajes en los que, como goznes, gira la acción narrativa. Ellas se ven obligadas a afrontar una vida llena de interrogantes y de secretos familiares.
Clara Sánchez huye, como ya quedó señalado, tanto de la crónica periodística como de la novela detectivesca,  a pesar del alto contenido de intriga de búsqueda, no entre malhechores, sino entre “personajes con uniformes de bondad”. Y proyecta su relato sobre los aspectos psicológicos que constituyen los entramados familiares en los que llega un día en los que se despiertan los viejos demonios dormidos o acallados en el pasado.
En capítulos muy cortos y con una arquitectura binaria (alternancia de los capítulos dedicados a Verónica y a Laura y a sus entornos familiares), la novela avanza narrada con una prosa natural, fluida e incluso a veces dura, que nada tiene que ver con esa escritura ñoña y empalagosa, en la que cierta crítica suele encasillar a la escritora, incluso “sin haberme leído”, como confiesa de forma inconformista la autora.

Francisco Martínez Bouzas




Clara Sánchez


Fragmentos

“En el último estante del armario de mis padres había una cartera de piel de cocodrilo envuelta en una manta que nunca se usaba. Para cogerla tenía que traer la escalera de aluminio desde el tendedero y subirme  a lo más alto. Pero antes debía buscar la llavecita con la que se abría la cartera entre los pendientes, pulseras y anillos del joyero de mi madre.
Nunca le había dado importancia. Hasta mi hermano Ángel, de ocho años, sabía lo de la cartera, y si no nos sentíamos tentados de hurgar allí era porque dentro no había nada de interés (…)
Así que estábamos solo mis padre y yo cuando, con la cartera abierta sobre la mesa le llamaron por teléfono y salió a hablar al jardín con el inalámbrico. Empezó diciendo que por ese dinero ni siquiera metía la llave de contacto. Yo me quedé dentro aburrida (…) A mi me dio por desplegar la cartera del todo, y descubrí que tenía cuatro partes y no tres como había creído hasta ese momento. Quería comprobar lo larga que era y fue entonces cuando vi asomando por una ranura el pico de lo que parecía una fotografía. La saqué con cuidado con la punta de los dedos, como si quemara, y la miré y remiré sin saber qué pensar.
Estaba viendo una niña como yo, mayor que yo. Yo tenía casi diez años y la otra tendría doce. Era tirando a rubia, con melena a la altura de las orejas y flequillo, y la cara redonda pinchada con un cuello largo y delgado, que le daba un aire de superioridad. ¿Quién era esa niña? Por qué estaba en el lugar donde se guardaba lo importante? Llevaba un peto vaquero con una camiseta por dentro y chanclas, y tenía un balón en las manos”

…..

“Laura se negó a conocer a sor Rebeca, la monja comadrona que la vendió a Greta y Lilí y que tenía una relación con la directora de su colegio, sor Esperanza, como si todas las personas de su vida estuvieran unidas por una tela de araña, en que unos vendieran y otros compararan. Dijo que no quería almacenar más imágenes horribles, que no quería saber cómo era esa mujer, que estaba harta de ser el centro de una historia tan cruel. Yo podía hacer lo que quisiera porque también éramos víctimas de esa gente, pero ella de momento arrojaba la toalla”

(Clara Sánchez, Entra en mi vida, páginas 11-13, 470-471)

jueves, 14 de junio de 2012

PHILIP ROTH, PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS, EN SEIX BARRAL


El pasado día 6  de junio, Philip Roth fue designado como Premio Príncipe de Asturias 2012 de la Letras. Una excelente noticia, sin duda, para los amantes de la narrativa de calidad. Porque Philip Roth (Newark, 1933), conocido sobre todo por su “trilogía americana” (1990), compuesta por las novelas Pastoral americana (1997), con la que obtuvo el Pulitzer, Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000), es uno de los grandes narradores vivos norteamericanos a la par de Thomas Pynchon, Cormac McCarthy, Don  DeLillo y Doctorow.
Un escritor que refleja los problemas de asimilación e identidad de los judíos en EE. UU y explora la naturaleza de la pulsión  sexual y la autocomprensión, temas que nos hace llegar a través de sus armas favoritas: el monólogo interior y un humor sutil. En España fue sin diuda la traducción de  El mal de Portnoy (1969), la novela que le proporcionó la fama.
Varias casas editoras españolas han traducido al que seguramente es el autor más premiado de su generación. Una de las que más se han destacado en versionar  al narrador americano es la barcelonesa Seix Barral. Como tributo a Philip Roth y a sus traductores españoles, ofrezco hoy esta visión panorámica de los textos narrativos traducidos y editados por Seix Barral, basándome sobre todo en las respectivas presentaciones editoriales. De forma más reposada emitiré en su momento mi juicio valorativo de algunas de las obras de este escritor, grande entre los grandes
Francisco Martínez Bouzas


El engaño

"Con el amante la vida cotidiana retrocede", escribe Philip Roth, y exhibiendo su habilidad como genial observador de la pasión humana, presenta en Engaño el mundo claustrofóbico de las relaciones adúlteras con una franqueza sin parangón en la ficción norteamericana.
En el centro de Engaño se encuentran dos adúlteros en su escondite. Él es un escritor americano de mediana edad, llamado Philip y que vive en Londres. Ella es una elocuente, inteligente y bien educada mujer inglesa atrapada en un matrimonio humillante al que, con sólo treinta y tantos años, ya casi se ha resignado.
El ritmo de la novela está sostenido en conversaciones, principalmente las que mantiene la pareja antes y después de hacer el amor. Este diálogo –ácido, rico, lúdico, inquisitivo– es prácticamente todo lo que hay en este libro, y todo lo que es necesario que haya.
«Esta veloz, elegante e inquietante novela… se sitúa en la cima de la ficción contemporánea», The New York Times Book Review; «Una obra increíblemente buena… Un logro impresionante... Roth ha inventado el discurso más puro, las cadencias más convincentes de la novelística norteamericana», Hudson Review.


Los hechos

Los hechos es la autobiografía nada convencional de un escritor que ha remodelado nuestra idea de la narrativa; una obra que convence por su franqueza y por su capacidad de invención, pero que también resulta muy aleccionadora, sobre todo por la manera en que ilustra la relación entre la vida y el arte.
Philip Roth se concentra en cinco episodios de su vida: su tranquila niñez en los años treinta y cuarenta; su preparación para la vida norteamericana en un college en los años cincuenta; su enredo pasional, cuando era un joven ambicioso, con la persona más irascible que conoció en su vida («la chica de mis sueños», la llama él); su choque frontal, como escritor en ciernes, con la comunidad judía, que tomó a grave ofensa su libro Goodbye, Columbus; y su descubrimiento, durante los excesos de los años sesenta, de una veta de su talento que no había explotado antes y que lo llevó a escribir El mal de Portnoy. El libro concluye de un modo sorprendente –al más puro estilo de Roth–, con un sostenido ataque del novelista a sus propias dotes de biógrafo.
«Un excelente recuento de los orígenes narrativos de Roth… Philip Roth sigue siendo el más vigoroso y auténtico de los escritores norteamericanos», Phyllis Rose, Newsday; «Los hechos es el vivaz e interesante relato de la vida de un novelista», Thomas R. Edwards, New York Review of Books.


El mal de Portnoy

En sus sesiones de psicoanálisis, Alexander Portnoy confiesa que la obsesión por el sexo ha dominado su vida. Portnoy,Mal de [llamado así por Alexander Portnoy (1933- )].Trastorno en que los impulsos altruistas y morales se experimentan con mucha intensidad, pero se hallan en perpetua guerra con el deseo sexual más extremado y, en ocasiones, perverso. Al respecto dice Spielvogel: «Abundan los actos de exhibicionismo, voyeurismo, fetichismo y autoerotismo, así como el coito oral; no obstante, y como consecuencia de la “moral” del paciente, ni la fantasía ni el acto resultan en una auténtica gratificación sexual, sino en otro tipo de sentimientos, que se imponen a todos los demás: la vergüenza y el temor al castigo, sobre todo en forma de castración»
(Spielvogel,O., «El pene confuso», Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, vol.XXIV,p.909). Spielvogel considera que estos síntomas pueden remontarse a los vínculos que hayan prevalecido en la relación madre-hijo.
«Un monólogo histéricamente divertido, que aporta un nuevo prototipo a la literatura norteamericana», The Spectator; «Una novela desternillante, escabrosamente divertida y profundamente conmovedora», Financial Times; «El libro más increíblemente divertido sobre sexo escrito hasta la fecha», The Guardian.


Goodbye, Columbus

Inédito hasta hoy en castellano, Goodbye, Columbus es el primer libro de Philip Roth. La novela corta de la que toma el título narra el idilio veraniego de dos jóvenes universitarios. Neil Klugman procede de la parte pobre de Newark, y la preciosa Brenda Patimkin, de la zona residencial. Tal vez por eso, en su apasionada aventura intervienen decisivamente la noción de clase y la desconfianza. Completan este volumen cinco relatos cuyo tono va de lo iconoclasta a lo asombrosamente tierno, y que arrojan luz sobre el conflicto entre padres e hijos, y amigos y vecinos de la diáspora judía norteamericana.
Goodbye, Columbus obtuvo el National Book Award y proporcionó instantáneamente a Philip Roth una reputación de escritor explosivo en el ingenio, despiadado en la percepción y, al mismo tiempo, con un don especial para comprender a sus personajes, incluso a los que más se engañan a sí mismos.
«A diferencia de quienes llegamos a este mundo ciegos y desnudos y llorando, el señor Roth ha nacido ya con uñas, con pelo, con dientes, y hablando a la perfección. Posee talento, posee ingenio, está lleno de fuerza y se desempeña como un virtuoso», Saul Bellow; «Un texto superior, asombrosa, incandescentemente vivo», The New Yorker; «Una obra maestra», Newsweek.


La contravida

La contravida nos habla de seres humanos que llevan a la práctica sus sueños de huida y renovación, llegando algunos a arriesgar la vida por cambiar su destino, irreversible en apariencia. Se hallen donde se hallen, los personajes de esta novela están permanentemente sometidos a la tentación de una existencia alternativa que puede trastrocar su destino.
Quien ilumina estas vidas en transición y nos guía por estas evocadoras páginas es la mente del novelista Nathan Zuckerman. Su inteligencia, escéptica y envolvente, calcula el precio que ha de pagar todo el que desee modificar su suerte y dar nueva forma a la historia, sea en una clínica odontológica de los alrededores de Nueva Jersey, en un pueblo tradicional de Gloucestershire, en una iglesia del West End londinense, o en un diminuto asentamiento judío de Cisjordania.
«En ningún otro escritor se da este aspecto exterior de desenfado coloquial, incluso de desmelenamiento, combinado con una carga tan densa de inteligencia reflexiva… Roth nunca ha escrito con más cuidado, ni, en algunos pasajes, con más amor», John Updike, The New Yorker. «Roth es un genio de lo cómico… Este libro —maravillosamente incisivo, inquietamente tenso— es electrizante», Martin Amis, The Atlantic.


Zuckerman encadenado

En un sólo volumen las tres primeras novelas protagonizadas por Nathan Zuckerman —La visita al maestro, Zuckerman desencadenado y La lección de anatomía— y el epílogo La orgía de Praga. Enriquecedoras y asombrosamente diversas, pero intrínsecamente relacionadas, constituyen una de las obras más originales de Philip Roth, una in­vestigación tan divertida como sublime sobre las insospechadas y demoledoras consecuencias del arte.
La visita al maestro comienza en 1956, cuando un joven aspirante a escritor visita a su maestro en Nueva Inglaterra y se enamora de una mujer que cree identificar con la mismísima Ana Frank. Zuckerman desencadenado es una divertida parodia sobre los riesgos de la fama. A finales de los sesenta, Zuckerman sufre el desprecio de sus amigos, discute con su familia y se enfrenta con un seguidor enloquecido… todo a raíz del éxito de su primera novela. La lección de anatomía cuenta la hilarante y aterradora historia de Zuckerman cuando, a sus cuarenta años, ya consagrado como escritor, atraviesa una fuerte crisis de creatividad que se manifiesta en una constante punzada de dolor físico que sólo el vodka, la marihuana y los calmantes pueden atenuar. En La orgía de Praga viajamos con él a la Praga ocupada por los soviéticos en busca del manuscrito inédito de un misterioso escritor judío. Esta breve y desternillante obra maestra recoge sus notas de un viaje marcado por kafkianas aventuras clandestinas en el totalitarismo comunista de mediados de los setenta.
«No hay nadie más divertido y más apasionadamente serio que Philip Roth», Time; «El mejor Roth», New York Times Book Review; «Es un maestro vivo», Harold Bloom, New York Review of Books; «Es el narrador más poderoso de la literatura norteamericana», Antonio Muñoz Molina.


Patrimonio. Una historia verdadera

Herman Roth es un viudo de ochenta y seis años, un agente de seguros jubilado, conocido antaño por su genio, fortaleza y encanto, que lucha por su vida contra un tumor cerebral. En un portentoso acto de honestidad y sensibilidad, Philip Roth crea el que sin duda alguna es su mayor personaje: su padre, y lo hace en el marco de un relato impecable sobre la compleja relación que mantuvieron, sobre la muerte y el temor que inspira, y sobre la absoluta vulnerabilidad a la que el amor nos condena a todos.
Lleno de amor, ansiedad y terror, Philip Roth acompaña a su padre en cada temible paso de esta ingente experiencia, y, mientras lo hace, revela la tenacidad de superviviente que ha caracterizado el largo, testarudo compromiso de su padre con la vida. Patrimonio. Una historia verdadera es el libro más impactante de cuantos haya escrito jamás Philip Roth.
Galardonado con el Nationald Book Critics Circle Award, e inédito en nuestro país hasta la fecha, éste es uno de esos espléndidos libros capaces de transformar radicalmente a quien lo lee. «Semejante narración es un prodigio de ingenio literario y vigor… Es el arte triunfal de lo literal… la pragmática gloria, el genio impredecible de los dones narrativos de Philip Roth.» The New York Times Book Review

El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras

Philip Roth explora con grandes figuras de la literatura la importancia de la religión, de la política y de la historia en el trabajo del escritor, trazando además el enigmático sendero por el que la situación vital incide en el arte fuertemente individualizado de cada uno. Las preguntas de Roth se dirigen a las condiciones originales que estimulan el impulso narrativo, y se plantean a escritores que sintonizan tanto con las sutilezas de la literatura como con la influencia de la sociedad en que viven.
Roth discute con Primo Levi sobre el inquebrantable núcleo de la racionalidad que ayudó al escritor y químico italiano a sobrevivir al siniestro laboratorio de Auschwitz; analiza con Milan Kundera el cruce entre política y sexualidad que le convirtió en el escritor más subversivo de Checoslovaquia y explora con Edna O’Brien las circunstancias que han obligado a generaciones de escritores irlandeses a exiliarse. El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras incluye también dos lúcidos retratos del escritor Bernard Malamud y el pintor Philip Guston, que vivieron poseídos por la vocación artística, y una valoración magistral de la obra de Saul Bellow.
«Roth se las arregla para sacar de sus interlocutores las convicciones que alimentan sus obras y las vulnerabilidades que los hace humanos… Una muestra más de la claridad de su proyecto y su singular inteligencia» The New York Times Book Review. El oficio… recoge y da forma a una cuestión de necesaria actualidad: la interacción entre la imaginación y la situación histórica del escritor. Un simposio literario del más alto nivel, presidido por uno de los escritores más relevantes de la literatura contemporánea mundial.

martes, 12 de junio de 2012

EROTISMO PARA NUTRIR LOS CARDIOGRAMAS DEL ALMA

Mariposas nocturnas
Nelson Jiménez Vivero
Editorial Revista Entre Líneas, Miami (EE.UU), 2012, 99 páginas.



Médico, graduado de escritor, realizador de programas de radio en Cuba y Venezuela cantautor, columnista de varios periódicos, profesor universitario, narrador en formato breve y sobre todo poeta, poeta cubano residente en la diáspora cubana en Miami, donde actualmente dirige la emisora Punto y Seguido Radio. Así se autodefine Nelson Jiménez Vivero, y así lo defino también yo, sobre todo para los lectores de esta orilla del Océano, que tanto nos separa y que nos priva de la policromía, de todos los colores, olores y sabores de la poesía centroamericana, de la poesía caribeña.
Seis poemarios y una Coda tienen holgada cabida en esta hermosa edición de la Editora Revista Entre Líneas. “La Espera”, “El Hallazgo, “La Pareja”, “La Distancia”, “La Ruptura”, “La Historia”  y esa “Coda” que le pone el ramo a esta pulcra y bella publicación. Casi cien poemas que ven luz en este año favorito de agoreros, que no son productos de la imaginación -confiesa el escritor-, sino recuperación, a través de senderos líricos, siempre más cortos, siempre más enigmáticos, de historias de amor que jamás debieron terminar.
Como las mariposas nocturnas, esclavas de la luz, amigas de la luna, hoy rompen la obscuridad de la noche y retoman la claridad y la alegría de la existencia. Y en noche de luna llena, me dejo embrujar, en efecto por este singular yo poético instalado en el espacio vital de la soledad, un topos que destruye el tiempo, el espacio y recupera, la memoria, recobra sobre todo las huellas del amor.
Escritura nocturna quizás la de Nelson Jiménez, una agenda noctívaga donde el yo poético se propone registrar, en abigarrada diversidad, los sentimientos, los pensamientos, los recuerdos que poblaron sus noches o quizás sus amaneceres. Convencido de que esta es la chispa que enciende el fuego lírico de Nelson Jiménez, recorro sus versos, el registro periódico de su intimidad, de un yo que escribe no solo para si mismo -aunque también es esta escritura autorreferencial-, sino sobre todo para ese “tú” destinatario de estos poemas que destilan océanos de amor. Y en el recorrido me embrujan, efímeros e irrecuperables, los secretos camuflajes, las encubiertas complicidades. Los “tus” íntimos que transitan estos versos, reales pero opacados y que, sin embargo, siguen nutriendo los cardiogramas todos del alma. Y por ello mismo, ahora retornan como imágenes copiosas, como memoria, sí como memoria subjetiva –memoria de la memoria, como proclamó Agustín de Hipona-, preservadora de promesas y de resistencias.
Dejándonos perder en estos territorios de enigmática belleza, explotan emociones y sentimientos y nuestro ser es sacudido por esa gran verdad y milagro del mundo que es la poesía. Es por ello que regresamos compulsivamente a estas Mariposas nocturnas, atraídos por la luz de la llama de las velas. Y como ellas en sus vuelos, los poemas de Nelson Jiménez utilizan mecanismos de navegación, ahora que viven no solo en sus archivos digitales, sino también en nuestras lecturas. Serán los puntos cardinales, la estrella polar  del erotismo, un finísimo erotismo, que se nutre en historias de pasión, esa pasión que, como árbol frondoso, se refugia en el “bosque oxigenante”, que brota a media noche y mantiene su frondosidad en este “astro perpetuo” que apenas somos capaces de descubrir.
Poemas extremadamente sensoriales, esculpidos con igual maestría en la prosa poética, en el verso clásico y en el verso libre, sin puertas ni fronteras. Versos tallados en la limpieza y en el brillo de materiales nobles y con la belleza de un tamaño enorme. Observaciones epigramáticas, algún fragmento meta-escriturario, torrentes de materia autobiográfica pueblan la poesía e Nelson Jiménez. He aquí pues la substancia de estas Mariposas nocturnas que se completan con los Poemas del Inestar, recogidos en un CD con el aderezo de música incidental. Quizás su autor es pequeño y diminuto. Lo ignoro. Inmensos, sin embargo, los ojos y el espinazo de sus versos.

Francisco Martínez Bouzas



Nelson Jiménez Vivero

Poemas de Mariposas Nocturnas


MEJOR ARRÁNCAME EL TIEMPO

“Mejor arráncame el tiempo
que tengo ocupado en pesarte,
y los brazos con que te escribo
y  los sueños y los plazos.

Arráncame todo cuanto quiero darte,
hasta saciarme de esta necesidad enfermiza
de alcanzar la entrega.
Arráncame el olvido”
.
…..


MIENTRAS DORMÍA

“Anoche, mientras dormía
despertaste en mi tu sueño
y me sentí tan pequeño
que en tu bolsillo cabía.
Me sorprendió la osadía
de aquella noble figura
que buscaba una ranura
para escapar hacia el viento,
y me quedé sin aliento
entre el sueño y la locura”

…..

TU NOMBRE

“El vacío,
lleva tu nombre.
La calle, la red, la búsqueda, la crueldad
también llevan tu nombre sobre el lomo,
como un caga amarga,
lengua de mis inocencias.
Cuánto no quisiera borrar las letras,
saber que no existes, desarmarte.
Te inventé, me creí, no eres culpable,
solo yo en la locura podía concebirte,
tú nada más que pusiste el rostro,
cada rasgo implantado escapó de ti
y va quedando eso que maneja un auto
de casa en casa rebuscando su índole paralela,
eso que en tierra crece a montones,
lo que veo en cada esquina de estas ciudades
donde el amor no pudo emigrar porque era un lastre
para todos los barcos”

(Nelson Jiménez Vivero, Mariposas nocturnas,, páginas 13, 27, 69)