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lunes, 29 de agosto de 2022

ESCOMBRERAS DE LA INFANCIA

Escenas de cine mudo

Julio Llamazares

Edición, Introducción y Notas de Carmen Valcárcel

Ediciones Cátedra, Madrid, 2022, 249 páginas.

 

    

 

 

   Mantiene Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) que un buen libro es aquel que es capaz de producir calambres, conmover y perdurar en la mente del lector. Y sin ninguna duda obras suyas como Las lágrimas de San Lorenzo, Luna de lobos o La lluvia amarilla logran esos objetivos, porque en primera instancia son libros sobre todo íntimos. Historias que fundamentalmente transmiten recuerdos, nostalgias, saudade.

    Escenas de cine mundo, aunque en menor medida, transita por las mismas coordenadas. Este libro de secuencias o relatos, toma como referencia un álbum de fotografías, y recupera la infancia -“las escombreras de la infancia”, en palabras del autor- en Olleros, una remota aldea minera del norte de León. El lector se encontrará por lo tanto con un conjunto de cuadros, como si se tratara de un montaje cinematográfico, que pretender reflejar la realidad, la vida de Olleros que podemos revivir en el reino de nuestra imaginación. La infancia del narrador se sutura con el paisaje, los pozos, las bocaminas y las diversiones que coexistían en ese pueblo minero: el cine y el baile.

    Esta novela de relatos se publicó por primera vez en 1994. Más tarde el autor las reeditó, revisada y corregida, y es el texto del que se sirve esta edición de Cátedra, precedida de un amplio estudio introductorio de Carmen Valcárcel.

   La narrativa de Llamazares está construida en gran medida de evocaciones intimistas que muchas veces se confunden con referencias biográficas. En ellas reina por igual la fugacidad y la permanencia. En definitiva, el fluir del ser, tanto si el autor habla de Vegamián, el pueblo donde nació, hoy anegado por el pantano del Porma, como en Olleros. El paisaje es memoria, escribe el autor. Pero sobre todo los relatos de Escenas de cine mudo recuperan las escenas de aprendizaje y formación en Olleros, un pueblo de la cuenca minera de Sabero. Aquí pasó el autor su infancia.  A la aldea y comarca habían arribado múltiples buscadores de fortuna en las minas de carbón. Una comarca minera hoy casi deshabitada, “un Chernóbil paisajístico, patrimonial, social y emotivo” en palabras del autor.

   Compartiendo la mayoría de los rasgos inherentes a la narrativa del autor, tales como la reivindicación del mundo natural, la certera mirada del paisaje, la presencia de la nieve como símbolo de lo efímero, y por consiguiente de la muerte, el paso del tiempo, la soledad, Escenas de cine mudo surge de la contemplación, como ya señalé, de treinta fotografías que Julio encuentra a la muerte de su madre. Con su visión toma forma su niñez en el pueblo de Olleros en los años de la posguerra española. El autor les da voz y movimiento hasta convertirlas en la película de su vida en los años de transición de la infancia a la juventud.

    

                                          

                                            Julio LLamazares

 

    Escenas de cine mudo, aparentemente un texto narrativo muy sencillo, es sin duda uno de los más arriesgados de Julio Llamazares, debido, sobre todo,  a la ausencia de la linealidad narrativa. Estamos pues ante un texto híbrido entre lo autobiográfico y lo novelesco.

   Textos que brotan de la contemplación de las instantáneas fotográficas, y componen una contenida elegía dedicada  a la madre muerta -esa mujer ya es nieve, como reza la dedicatoria-. Llamazares narra los recuerdos que le suscitan las treinta fotografías con la pulcritud de estilo presente en todas sus obras: desnudez de cualquier floritura, muy cerca del minimalismo literario, como anota la editora y prologuista, a cuya autoría se debe buena parte de los aquí escrito.

 

Francisco Martínez Bouzas


 

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