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miércoles, 1 de junio de 2022

NADA ES POESÍA SI NO SE ROMPE

estos ojos que ven

Gema Estudillo

Asociación Cultural Garvm, Cádiz-Huelva, 2022, 85 páginas.

 

   

  
No es la primera vez que me acerco a los poemas de Gema Estudillo, profesora y filóloga que trabaja compaginando su labor docente con la creación, la crítica, la traducción literaria y la edición. Codirige revistas de poesía y nos deleita con recitales de poesía propia o ajena en revistas del género, sin excluir las redes sociales. Autora de una plaqueta Estudio de la materia y de un poemario, Complementos circunstanciales. Practica pues sobre todo el arte de la palabra convertida en belleza y en el gran misterio del mundo, como escribió un poeta de mi tierra.

   Ahora nos agasaja con este poemario estos ojos que ven, en el que la poeta describe lo que sucede o lo que captamos en nuestro interior. A veces con poemas muy breves de apenas dos o tres versos, y avanza con lentitud y con ritmo entrecortado, pero sobre todo siendo capaz de transmitirnos vivencias personales que cada uno de los lectores las puede convertir en universales.

   El libro en sí, en su mayor parte, puede ser leído como un largo poema, aunque Gema Estudillo lo trocea en poemas que tienen sentido si lo leemos de forma independiente. Acierta Lola Andrés en un prólogo tan largo como profundo al diferenciar en el poemario dos partes. Una primera que ocupa la mayor parte del libro, de tonalidad elegíaca  en la que la poeta se centra en la enfermedad y en la muerte del padre. Todo dicho con confidencia y delicadeza, pero con inmenso desconsuelo. Pero la vida sigue y ahí están los hijos, realidad y también metáfora de que la existencia que perdura, no  merma definitivamente; continúa de forma durable. Todo escrito sin algaradas lacrimógenas ni estridencias. Únicamente con la cautela del dolor ante el duelo. Y con los hijos, los deberes rutinarios, la cotidianidad del trabajo.

   Como final del libro un largo poema, terreno indiviso, dedicado a la chilena Sabka Goldberd, con la que conversa y recupera aquellos lugares, aquellas ciudades en el que las piedras doradas le traen a la memoria los judíos deportados o gaseados por los nazis. Poemas rebosantes de fuerza vital y de gran potencia.

   Los poemas de Gema Estudillo evocan el sentimiento, a la vez universal y personal, de la pérdida de sus antecedentes: la muerte como insalvable anémona adherida al tiempo (página 30), la cicatriz, la herida sobre el pecho y la necesidad de llorar por el padre muerto, “una carcasa desprovista de aliento” (página 24). Y ante esa grieta, esa pérdida. Necesita el silencio, el hueco de la obscuridad que la cobija (página 29). Pero a su lado yacen esos jóvenes -sus hijos- de sonrisa ancha, de labios sonrosados, embrocados en la vida, avarientos de belleza… para recordarnos nuestra propia herrumbre.

   Además del sentimiento de la pérdida, por el poemario circulan otros temas: la envidia de los veranos con mujeres con hombros descubiertos, mientras el yo poético, ella, se rebusca, se palpa y se pregunta cómo será la sombra “tras la que te encontré”; la zambullida en la mañana fría y solitaria…

   Pero estos ojos que ven es sobre todo un poemario de duelo, duelo contenido, “herida que canta” (página 69). Un libro que es mucho más que lo dicho en estas líneas, pero en el que el diálogo con el padre muerto, centraliza la mayoría de los poemas. Un poemario que refleja dolor, pero también contemporaneidad y que demanda un lector atento para desentrañar el fuego-dolor que todo lo consume.

   Poesía alejada de lo volcánico. La poeta sabe contener la aflicción y convertirla en calma furiosa. No hay desenfreno ni desmesuras, pocos operadores poéticos formales, pero sí, gritos que nos interpelan. La poeta alienta con acierto la respiración lírica, por dolorosa que sea. Ese es su cometido: no inducirnos a gozar sensorialmente, sino a pensar.

 Francisco Martínez Bouzas


 

Gema Estudillo



Selección de poemas de estos ojos que ven


“una carcasa desprovista de aliento.

un agujero en el que dormita la sangre.

un hato de piel que guarda los huesos.

si no hubo paz hoy la tienes.

si no hubo descanso hoy es eterno.

ni beso helado ni sombra de luz,

nada que se le parezca excepto no sentir.

cerrar  los ojos y no sentir.

exactamente eso.

apagarse contra la sombra.

difuminarse a contraluz.

la nada absoluta.

el no-cuerpo..

ni rostro, ni voz, ni olvido

habitando la memoria

y pronto también nadie para recordarlo”

 

…..

 

“tu cuerpo, enredado en los hilos de la noche,

habitará por siempre

la sombra de mis días.

 

…..

 

“comienza a ser un sueño que se difumina

a lo lejos en la hoguera fría de la nieve

comienza a ser un sueño y me cuesta discernir

lo cierto de lo improbable,

encontrar argumentos de los que a veces

dudo para no amarte,

contruir una vida sobre frágiles cimientos

en la que ya no estás.

me resisto y busco, olvidadas en los cajones

migajas de otro tiempo contigo que me expliquen

-como en un libro de instrucciones-

qué hacer para erigir una vida,

 aunque sea también incierta en algún lugar”

 

…..

 

“a través del guante tu mano consuela,

ase, calienta

ahuyenta la sombra de

este pájaro

 

(Gema Estudillo, estos ojos que ven, páginas 24, 40, 55, 63)

 

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