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miércoles, 11 de marzo de 2020

LA MEMORIA ES UNA ELECCIÓN


En la Tierra somos fugazmente grandiosos

Ocean Vuong

Traducción de Jesús Zulaika

Editorial Anagrama, Barcelona, 2020, 263 páginas.



   



    Esta es la primera novela de Ocean Vuong (Ciudad de Ho Chi Minh, 1988), cuya experiencia vital a pesar de su juventud, es en sí mismo una historia que parece fabricada por la ficción. Autor de varios poemarios, galardonados con distintos premios en Estados Unidos, y profesor actualmente en Massachusetts, tras pasar un año en un campo de refugiados en Filipinas y emigrar en 1990 a Norteamérica. Anagrama traduce este libro veraz y muy hermoso, sobre todo muy humano, inspirado en las vivencias íntimas del autor, llenas algunas de gran crudeza y otras de sutil hermosura.

   Una vez más, estamos ante una novela de autoficción, una tendencia literaria que cada vez se consolida más en los sistemas literarios. La voz narrativa en la novela es Perro Pequeño, alter ego del autor, un nombre con el que  le bautizó su abuela porque en el pueblo donde ella creció, al niño más pequeño y débil, como era su caso, le ponían un nombre despreciable. Perro Pequeño fue el nombre más tierno que hallaron. Perro Pequeño le escribe a su madre porque un día estuvo dentro de ella. Pero es a la vez mamá y monstruo.

   La voz narrativa reconstruye, en una carta a la madre, la historia de la familia, marcada por la guerra de Vietnam y por la emigración a los Estados Unidos. En el país americano, Perro Pequeño y su madre se establecen en Connecticut, donde ella gana el sustento haciendo manicuras y pedicuras. Pero la madre es víctima de un estrés postraumático que se manifiesta en violentos estallidos de ira contra el hijo, que se alternan con gestos de gran ternura. Con ellos habita la abuela Lan que tuvo la desgracia de vivir el drama de la guerra en primera persona. Había huido de un matrimonio contraído con un hombre mucho más anciano, y se había visto obligada a vender su cuerpo a los soldados norteamericanos para poder mantenerse.

   Según va creciendo, Perro Pequeño se hace intérprete del imposible  diálogo entre las generaciones de su propia familia, sirviendo de lazo de unión entre dos mujeres que no hablan inglés, y les cuesta integrarse en la cultura americana. Pero en su tarea de responsabilizarse de los demás, Perro Pequeño aprende a conocerse a sí mismo; experimenta la difícil relación con sus coetáneos que le miran con suspicacia dada su diversidad, hasta que descubre el amor, un amor homosexual por un joven americano, Trevor. En la Tierra somos fugazmente felices es una novela de formación, que, a través de la relación entre hijo y madre, habla de la construcción de la identidad, de la diferencia  y de cómo aprendemos a ser poseídos por los sentimientos.

   Esta es una fría y escueta sinopsis de un libro muy humano y muy bello. En lo que sigue, resalto algunos de esos rasgos.

   Perro Pequeño le escribe a su madre  para hacerle saber sus vivencias íntimas quizás demasiado tarde porque se le ha hecho imposible aprender a leer a lo largo de su corto periplo vital. Y lo hace, en primer lugar, para liberarse. Liberarse de la propia madre, de la primera vez en la que le pegó con cuatro años.  De la abuela que viajaba en espíritu dentro de sus historias, que llega a Saigón con sus hijos y, al no hallar ningún empleo, acabó ejerciendo de de trabajadora sexual para los soldados rasos norteamericanos de permiso. Con aguerrido orgullo no lo o culta: Hice lo que cualquier madre habría hecho: encontrar un modo de comer. Se casa con Paul, que no era uno de sus clientes. El protagonista es consciente de que carece de nexos con Estados Unidos, porque el marido de la abuela -estadounidense-  no es el padre de la hija de la abuela. A los catorce años, consigue su primer trabajo en un campo de tabaco, y al mismo tiempo  deja aflorar su homosexualidad, en una relación con Trevor. Una relación que narra con detalle el autor y que da lugar a páginas de alto contenido erótico. Por último regresa junto a a la madre, y le dice que viene con las manos vacías, pero viene para hallar una razón para quedarse.

    

                                             
Ocean  Vuong


La novela, una carta de amor lacerado, es en buena medida una descripción de la diáspora de los vietnamitas refugiados en Estados Unidos: sus trabajos, su difícil integración. Escrita  con una tonalidad intimista y con imágenes que dejarán una huella profunda en el lector. Perro Pequeño conserva los recuerdos, a pesar de que son fugaces, pero la memoria es una elección, como un día le dice su madre.



Francisco Martínez Bouzas

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