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jueves, 5 de marzo de 2020

LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR


La leyenda del santo bebedor
Joseph Roth
Traducción y epílogo de Ibon Zubiau
Alianza Editorial, Madrid, 2020, 120 páginas.

    


   Alianza Editorial se suma, con la suya, a las  múltiples ediciones de este libro (Die Legende von heiligen Trinker) que han visto la luz, que traduce y para la que ha escrito el epílogo Ibon Zubiaur. Cuando el libro se editó por primera vez en 1949, Joseph Roth ya había fallecido, y llevaba una década prácticamente olvidado. Murió en una habitación de un viejo hospital parisino, exiliado, alcoholizado, y arruinado.
   La leyenda del santo bebedor, cuyo original fue escrito en 1939, fue el último manuscrito que el autor nos legó. Un personaje que se retrata en el relato hasta el punto de que antes de su fallecimiento, se describió a sí mismo, en una suerte de testamento vital como “maligno borracho y poco lúcido”. Causa, sin duda paradójica extrañeza que este hombre convirtiera al protagonista de esta historia, Andreas Kartak, un vagabundo proveniente de de Silesia, en el santo bebedor. Buena parte de la obra de Joseph Roth se perdió en el momento en que los nazis arrestan a la mujer que conservaba su archivo..
   La leyenda del santo bebedor es un relato autobiográfico de Roth. Albert de Lange, editor de Amsterdam, lo publicó póstumo. Toda la dispersa vida de Roth, especialmente sus últimos años,  ase contrae en París, donde actúa por última vez con lucidez. Y parece que en secreto fue fiel a su única y aparentemente inútil promesa.
   Solamente los grandes genios de la escritura son capaces de mantener su talento hasta el final. Josph Roth no fue una excepción, y en su postrer relato, nos regala una historia extraordinaria, en la que, en muy pocas páginas, fue capaz de atesorar y dar visibilidad a todo su genio. Es La leyenda del santo bebedor, su último que conecta con sus últimas experiencias como clochard  en París.
   La trama, situada probablemente en 1934, sigue los acontecimientos de un alcoholizado, Andreas Kartak. Reside bajo los puentes del Sena. Y había llegado a París proveniente de las regiones orientales del imperio austrohúngaro, donde había trabajado como minero y había matado al marido de su amante. Una tarde recibe doscientos  francos de un hombre que había decidido convertirse al cristianismo. Le ordena que  devuelva el dinero ofreciéndoselo a Santa Teresa de Lisieux  al concluir la misa. Andreas se empeña en restituir el dinero en múltiples ocasiones. Pero el destino parece mimarlo y es protagonista de una serie de milagros, en forma de dinero que le dan o encuentra. Ese dinero le ayuda aponer orden en su vida, habituarse a hábitos decorosos, a contactar con amigos de antaño y con la mujer amada, Karoline que había envejecido y con la que hace un viaje, se enfadan y pasan la noche juntos, pero, al amanecer, Andreas   la encuentra pálida, hinchada y con una respiración pesada. Es el sueño matutino de la mujer que envejece.
   Se viste y sale furtivamente. Compra una cartera usada, y dentro de la misma halla un billete de mil francos. Un antiguo compañero de escuela, ahora futbolista famoso, lo alberga y le viste desde la cabeza a los pies. Tiene aventuras con una bailarina del casino que le roba la mayor parte del dinero, pero él  no se ofende, porque “el placer  se paga”. Pero sigue pensando  que los milagros iban a continuar todavía más durante un cierto tiempo, y hace lo que hacen los pobres acostumbrados a la bebida. El domingo siguiente se acerca a la iglesia, y antes de poder devolver el dinero, se siente enfermo y muere en la sacristía, “porque los curas -piensa- algo entienden de morir y de la muerte.”
  

                                          
Joserph Roth (archivos)



 Uno de los principales temas de fondo de la novela es sin duda la incierta colocación social que Roth refleja en sus novelas y relatos. Andreas, al recibir la primea donación de dinero, quiere saber cómo la va a devolver porque él es un hombre de palabra y posee una cierta dignidad. Andreas Kartak se mueve en la zona insegura que media entre el bienestar y la aberración, participando, sin darse cuenta, en los ritos de la burguesía que  a la vez lo atrae y lo disgusta. Entre el autor y Andreas existe una cierta similitud: los dos provienen del imperio austrohúngaro conquistado por los nazis. Los dos consumidos por el abuso del alcohol. Y sin embargo, mágicamente atados a la vida y a sus inexplicables eventos. Llenos e esperanza y seguros de su propio valor, a pesar de la indiferencia de quien los mira.

Francisco Martínez Bouzas

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