Páginas

lunes, 19 de marzo de 2018

EL AMOR EN UN MATRIMONIO DE CONVENIENCIA


Luz brillante

Kaori Ekuni

Traducción de Juan Francisco González Sánchez

Editorial Funambulista, Madrid, 2017, 228 páginas



    


   Luz brillante es un libro mítico en Japón. Publicado hace más de un cuarto de siglo, galardonado con importantes premios, llevado al cine y adaptado a series televisivas, convirtió a Kaori Ekuni (Tokio, 1964) en uno de los escritores nipones más conocidos. La historia que jarra Kaori Ekuni se desarrolla en los inicios de los años 90, época en la que también está ambientada la novela, pero los motivos que narra la ficción, un matrimonio de conveniencia entre un gay y una mujer alcohólica y con un cierto desequilibrio emocional, siguen vigentes en el seno de una sociedad tan tradicional como la japonesa, que presiona a los jóvenes, sobre todo para que aseguren la continuidad del linaje familiar, y que aparezcan así ante el anfiteatro social como una pareja normal.

   Los dos principales protagonistas, Mutsuki, médico y gay, y Shoko, inestable y alcohólica, están dispuestos a plegarse a esa presión social renunciando a sus principios, y contraen un matrimonio de conveniencia.

   Mutsuki y Shoko llevan apenas diez días casados. Debido a una cierta inestabilidad emocional, el médico le había recomendado a Shoko contraer matrimonio. Le hace caso y asiste a varias entrevistas matrimoniales con potenciales maridos. Se casará con Mutsuki, un médico gay incapaz de acostarse con una mujer, y al que conoce en una cita concertada. Un beso de vez en cuando era a lo más que llegaba con Shoko.

   A partir de aquí, lo que hace la autora es relatar una osada historia de amor. Digo osada porque toda historia amorosa, en el fondo, es una temeridad. El hecho de que un joven gay y una chica víctima de desequilibrios emocionales acaben desarrollando un fuerte sentimiento mutuo,  es poco creíble, pero, si acontece, no deja de ser un golpe de fortuna.

   Los protagonistas que ya en la primera cita concertada no se engañaron entre sí, lucharán para que su unión, libremente pactada, florezca en sentimientos ciertamente amorosos, acomodándose al mismo tiempo a ciertos cánones de la sociedad tradicional, mas sin dejar de ser ellos mismo. No duermen en el mismo lecho, pero Mutsuki es un marido disciplinado y dedicado a su esposa y hogar -él hace todas las tareas domésticas - solamente le pide a Shoko que le caliente las sábanas pasándoles la plancha-. Pero su corazón y su cuerpo pertenecen a Kon, el chico gay al que ama. Shoko es inestable, frágil, pero muy generosa hasta el punto de sentir una increíble simpatía por el amante de su marido; fomenta su relación y llega a planear una inseminación artificial a partir de una mezcla de esperma de su marido y de Kon, su amante. Si eso fuese posible, el hijo que ella pariría, pertenecería a os tres.

   Mutsuki, por su parte, consciente de que no le puede proporcionar a su esposa el sexo que supone que desea, no solo la incita a que se eche un novio, sino que organiza un encuentro con el anterior pretendiente que tuvo su esposa. Sea como fuere, y a pesar de algún reproche, la relación entre esta pareja tan atípica funciona muy bien, y ambos protagonistas viven una entrega amorosa absoluta. A pesar de no haber tenido nunca relaciones sexuales, sus cuerpos se reconocen.

   Una metáfora, “abrazar el agua”, le sirve a la autora para relatar la experiencia vital de los protagonistas, especialmente de Shoko. No es una aflicción por la ausencia de sexo, sino que alude a ciertos complejos y a la asfixia que provocan en la protagonista femenina. En el desenlace, lo que la narradora pretende resaltar es cómo ciertas vidas improvisadas, al borde del fracaso, se mantienen en pie gracias a los sentimientos amorosos.

   Una novela a la vez intimista y de crítica social de la presión que los demás, en este caso la familia de la esposa, ejercen sobre los jóvenes en Japón. La autora emplea el recurso de voces narrativas en primera persona, la de la esposa y el esposo, que se van alternando hasta el final de la novela. Logra así una narración a dos voces que permite que el lector conozca la historia desde dos perspectivas distintas. En definitiva, una novela breve que no ha perdido actualidad. Pienso que  no solo en Japón, sino en  otros países, muchos homosexuales piensan que es una inmoralidad que gente gay se case con alguien del sexo opuesto. Novela, por consiguiente, muy recomendable para aquellos y aquellas que no pueden separar de su mente la idea de que la homosexualidad es indisoluble de la perversión.









Kaori Ekuni


Fragmentos



“Sentí un leve temblor y me asusté. Estaba absolutamente segura de estar haciéndome la dormida; de no estar realmente dormida.

Las manos de Mutsuki se deslizaron bajo mi cuerpo y, sin apenas darle tiempo a cogerme en brazos, apreté mi rostro contra su pecho. Me tranquilicé al sentir el calor de su pecho y los latidos de su corazón, de la misma manera que se tranquilizaría un niño. A pesar de no haber hecho nunca el amor con él, nuestros cuerpos se reconocían y compenetraban con toda normalidad.”



…..



“-¿Una cuestión de gusto personal? No doy crédito a lo que acabo de oír. Es el colmo -bramó mi suegro-. Un marica, eso es lo que es. Un marica. ¿Qué derecho tiene a casarse con mi hija? Por otro lado, la inestabilidad de mi hija no es más que algo pasajero. En Europa o en Norteamérica es incluso normal que los gatos vayan al psicólogo.

Yo ya no sabía dónde meterme. Shoko, impertérrita, sorbía su infusión. A pesar de su impasibilidad, no me cabía duda de que ella también habría dado lo que fuera por no encontrarse allí en ese momento.

-Sin embargo… -no pude menos que intervenir-. Sin embargo, nosotros estamos a gusto así.

-Sí, sí -afirmó Shoko, asintiendo categóricamente con la cabeza.

De nuevo cayó un manto de silencio sobre todos los presentes, hasta que mi suegro volvió a tomar la palabra. Su voz había recuperado la compostura.”



…..



“Mi suplicio no era no poder consumar el matrimonio, sino que Mutsuki  se tomara la vida con tanta calma. Por fin, comprendí que abrazar el agua no era una metáfora de la aflicción provocada por la ausencia de sexo. Abrazar el agua aludía a lo acomplejados que dicha ausencia nos hacía sentir, y a la asfixia que aquello nos provocaba.

A la mañana siguiente llamé a mi madre para posponer la cita con la excusa de que Mutsuki debía terminar de escribir un informe médico de suma importancia.

Cuatro días después, Mutsuki se presentó por la noche en casa con el labio partido. Mostraba u moretón junto a la boca y un corte en el labio inferior. Por lo visto, Kon lo había golpeado.”



(Kaori Ekuni, Luz brillante, páginas 133, 183, 204)

3 comentarios:

  1. Sin dudas un tema difícil de exponer pero que por lo visto la escritora ha sabido llevar muy bien.
    Los fragmentos dan prueba de la ternura que emana del relato. No es fácil escalar una línea social aún muy discutida y poco comprendida como lo es la de los personajes principales. Lo que se observa además muy logrado es el mensaje que deja del amor en una situación tan compleja como la que sufren los protagonistas.
    Parece ser una novela muy acorde con la realidad de nuestros días.
    Un saludo afectuoso.

    ResponderEliminar
  2. Los prejuicios de una sociedad, siempre serán difíciles de erradicar, aún en el siglo que vivimos, se siguen enfrentando muchos gays a represiones y tabúes. Un placer leerte Francisco, gracias por compartirme tu enorme talento. Un abrazo.

    ResponderEliminar