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miércoles, 16 de agosto de 2017

LAS INCURABLES HERIDAS DE UN INCESTO



Un amor imposible
Christine Angot
Traducción de Rosa Alapont
Editorial Anagrama, Barcelona, 2017, 229 páginas.

   Entre las numerosas novelas y obras teatrales de Christine Angot, hay dos que son un contexto indiscutible para entender cabalmente lo que la escritora francesa narra en Un amor imposible. La narración de la relación incestuosa a la que se vio forzada por su padre desde la adolescencia, y narrada, aunque desde ángulos distintos al de esta novela, en El incesto (1999) y Una semana de vacaciones (2012). Esas dos novelas, sin ser propiamente el prólogo de Un amor imposible, forman parte de una trama autoficcional en la que la autora perfila su propia biografía marcada  por el incesto a partir de sus años adolescentes. En esta novela, sin embargo, centra el relato en la relación entre su madre, Rachel Schwartz y su padre, Pierre Angot, una relación erguida bajo los postulados de la dominación masculina y la diferencia de clases sociales; así como en la relación entre la madre y la hija, marcada así mismo por los ojos cerrados de la madre ante los abusos  del padre con su hija.
   Ese contexto se retrotrae a finales de los años cincuenta: Pierre Angot pertenece a  la alta burguesía católica. Rachel Schwartz, en cambio, es una mujer soltera, judía y de clase baja. Pierre no le miente a Rachel: jamás se casará con ella, no la presentará a su familia, pero está dispuesto a tener un hijo con ella. La joven, profundamente enamorada, acepta esas vejatorias condiciones y pronto de esa relación nace Christine, que el padre no reconoce ni le da el apellido hasta que la adolescente alcanza los catorce años. Entonces Pierre, casado con una mujer rica, se acerca a la hija, la reconoce, la invita a pasar fines de semana con él. Y en esos encuentros la fuerza a mantener una relación sexual incestuosa.
   En Un amor imposible la escritora francesa incide de nuevo en el tema del incesto, mas bajo distintos ángulos: la relación entre Rachel y Pierre, sus padres, y entre madre e hija, como ya quedó señalado. Por consiguiente, en la trama novelesca basada en la realidad, la autora urde tres historias, la vida de tres personajes impulsados por pasiones tan ciegas como destructoras: la vida de Pierre Angot y Rachel Schwartz y la de Pierre y Christine, su hija. Una relación que esconde un secreto de una relación que la sociedad actual no admite: el incesto. La relación de los padres de Christine está marcada  por la diferencia de clases, diferencia que Pierre Angot verbaliza, sin complejos, con estas palabras: “Si fueras rica, seguramente me lo habría pensado” le dice a la cara a Rachel Schwartz. Por eso ella tendrá que enfrentarse sola al parto que se produce en los meses siguientes y a la inscripción de la hija.
   Sin embargo, el eje y núcleo central de la novela es la complicada y a la vez amorosa y tierna relación entre una madre soltera y una hija no reconocida por el padre durante su infancia y temprana adolescencia. El reencuentro se produce cuando Christine cumple los catorce años. Pierre, que ha formado otra familia, la reconoce finalmente y le da su apellido. Pasan fines de semana juntos y en esos encuentros se produce algo que la hija oculta a su madre y que le será revelado por el primer novio de Christine: la sodomización de la hija. Un secreto desgarrador que dejó a Rachel boquiabierta y enferma, y que hará imposible una relación normal entre la hija y la madre a la que culpabiliza por no haberse cuestionado nada, por no haber reflexionado sobre su propia responsabilidad. Será la capa de plomo que pende sobre sus cabezas, que transforma la relación madre-hija en otro amor imposible, a pesar de lo mucho que se quieren.
   La novela, especialmente en las páginas finales, explora y ahonda en la lógica de la dominación. En las categorías separadas e irreconciliables del que considera que, por naturaleza, le corresponde estar en lo más alto, en una relación frente a la que está destinada a permanecer en lo más bajo. El hecho de tener un hijo con esta paria judía hace más interesante y excitante para el dominador esa relación: “Voy a tener un hijo con ella, pero en lugar de auparla, la hundiré” (página 217). Mundos e identidades separadas. Un rechazo que llega al extremo de violar repetidamente a la hija porque la prohibición fundamental de que el ascendiente tenga relaciones sexuales con sus hijos, a él no le afectaba. Y eso era la distinción suprema. Así pues, también la vulneración de la norma forma parte del rechazo identitario, de la infravaloración definitiva.
   Otro tema que articula la novela de forma recurrente, si bien no con la intensidad del amor imposible entre el trío de protagonistas, es el de las esperas, las despedidas (“Siempre  era igual, una llegada, una partida.”, página 126). Un permanente adiós de Pierre Angot, disfrazado por una relación epistolar que en el fondo se transforma en las ligaduras con las que el burgués parisino somete a la judía Rachel de forma contumaz y de acuerdo con sus propios intereses. Esperas y despedidas perfectamente ilustradas en la imagen de la portada.
   La novela está marcada, como ya quedó señalado, por la irrupción sin cortapisas de la realidad en la ficción. La realidad, la propia biografía, es la materia prima que sustenta la ficción. La autora habla de su vida y de sus traumas solamente en términos literarios, no autobiográficos. Por lo mismo, resulta arriesgado dilucidar lo qué hay de verdad y lo qué hay de fabulación en la novela. “El espacio real y el espacio ficcional, aclara Christine Angot, están separados completamente, pero el segundo nos permite ver y oír al primero”. Apelación pues a la realidad que está ampliando en nuestros días el concepto de novela.
   El desgarro con el que escribe la narradora señala en buena medida la tonalidad de la novela, en especial cuando relata la relación de dominio y desprecio de su padre hacia su madre. Incluso emplea, sin eufemismos, el lenguaje con tintes patriarcales y falocráticos  del padre para verbalizar ese lenguaje de dominación sibilina, pero incuestionable. Novela erguida con una estructura sencilla y lineal, con rápidos avances en el tiempo y que se acelera en la segunda parte del relato.
   Escritura plana en el inicio de la novela. Estilo de prosa claro y conciso, sin apenas florituras que toma forma en el relato en primera persona de Christine, en las cartas del padre y en las que ella misma cruza con su madre. Por eso, Un amor imposible es un modelo paradigmático de la literatura epistolar.

Francisco Martínez Bouzas

                                                 
Christine Angot

Fragmentos

“Y si quisieras casarte, que lo entiendo, para una mujer es importante, no pondría objeciones.
-¿Con otro hombre, quieres decir?
-Ah, eso sí. Ya te lo he dicho, conmigo es imposible. Para nosotros no cambiaría nada. Nos veríamos tanto como quisieras.
-¿No estarías celoso?
-No.
Entonces se puso a darle cachetes en las putas de los senos, como distraído. Le dijo que se concentrara, y que gozase así. Ella hundió la cabeza en la almohada con los ojos cerrados. Después levantó la nuca, rígida. Lanzó un suspiro, la cabeza le pesó de nuevo. Permaneció tendida unos segundos. Acto seguido se sentó en la cama. Y le agarró el sexo con la mano.
-¿Has tenido muchos amantes?
-No. Sólo uno antes de ti. Pero tuve novio. Cuando era muy joven.”

…..

“Vino a vernos un día. Paseamos. Ella estaba contenta. Y triste en el momento de la partida. Toda partida era siempre la partida. La partida con P mayúscula. La de su padre en el andén de la estación de Châteauroux. Ella tiene cuatro años. Las puertas de los vagones todavía no se cierran automáticamente . Un viajero puede quedarse en el resquicio. Ella está en el andén. Mira la silueta en la puerta abierta. La mano se agita. El tren se pone en movimiento. Luego se aleja, con la silueta que desaparece. Y después nada más durante trece años. Entonces, otra vez la silueta en el mismo andén. Ella tenía diecisiete años. Él se apeó del tren, la tomó en sus brazos. Y soltó un sollozo al estrecharla.
-¿Quién es este hombre que solloza al abrazarme?
Por supuesto, sabía muy bien quién era.”

…..

“Ella estaba feliz de haberlo visto. Triste por verlo marchar. Siempre era igual, una llegada, una partida. No había nada estable. Nos quedamos plantadas detrás del coche que arrancaba, ella lloraba en silencio. Alargué la mano hacia ella. Y le apreté la muñeca.”

…..

“Se trataba de la negación automática. Cambio de punto de vista. En su caso, la prohibición fundamental ya no es la de relaciones  sexuales entre ascendientes y descendientes, sino la del matrimonio desigual. De ese modo siempre estarías tú por un lado y él por otro. Dado que eso era lo que había que preservar a toda costa, para ellos constituía la regla fundamental. Él en su mundo superior. Y tú en tu mundo inferior. Con el añadido, en tu caso, en ese mundo inferior, y con el fin de infravalorarte todavía un poco más, de hacerte caer en los más bajos fondos, pues eso, para rematar, tu hija violada por su padre, y tú la madre que no ve nada, la imbécil, la gilipollas, la idiota, incluso la cómplice, vete a saber. Aún bajas unos grados más en la escala de la respetabilidad, de hecho, ya no se puede llegar más abajo. No hay nada más debajo de eso. Estoy segura de que fue así, mamá.”

(Christine Angot, Un amor imposible, páginas 29, 75, 126, 221-222)

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Es impactante conocer la transcendencia en el ámbito emocional de tantas adolescentes o incluso menores, -niños y niñas-, que son víctimas del abuso sexual por parte de un pariente cercano, en este caso el padre. El acto aberrante que da el abuso sexual, es sin duda, algo que se carga por toda una vida, debido a las secuelas que deja a corto y largo plazo. Desgraciadamente es la cruda realidad que acontece a muchos hogares y que invita a la sociedad a meditar sobre la aceptación de la pornografía, la falta de valores que impulsan más a que se cometan este tipo de delitos.
    Una reseña excelente que me atrapó, por su contenido tan actual.
    Un abrazo Francisco y gracias por compartirnos tu arte crítico.

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  3. Ciertamente un tema interesante ...

    Saludos

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