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viernes, 18 de noviembre de 2016

AZUL, VIOLETA, ROJO: PALABRAS DE DOLOR Y DE VITALIDAD FEMENINA



Hormigas en el aire
Elena Barrio
Valparaíso Ediciones, Granada, 2015, 97 páginas

   Si hay un sello editor que apuesta sin vacilaciones por la nueva poesía escrita en español por esos poetas -mujeres y hombres-  que forman parte de lo que podríamos rotular como poetas de la generación de los 90, es sin duda la granadina Valparaíso Ediciones. En la colección “Valparaíso de Poesía”, dirigida por Javier Bozalongo, han debutado en solitario, entre otros, Mario Vega, Rocío Acebal; unos meses antes lo hacía Elena Barrio (Barcelona, 1990), una poeta en la que alienta, con inusitada profundidad, el brío y la respiración poética, las mágicas fuerzas propias de la poesía. Algo  quizás pequeño pero fuerte y hermoso (Michel Deguy). Yo mismo puedo dar testimonio del amor a los libros de Elena Barrio. Poesía y narrativa -también en la lengua de mi tierra- están presentes  a diario en la bitácora que marca el rumbo de su existencia.
   Elena Barrio debuta en solitario con este poemario rotulado con un título, Hormigas en el aire, que no deja de ser enigmático. Setenta y ocho poemas arraigados en su mayoría en la dimensión existencial, en los que explora lo que somos, lo que es ese “Ridicolissime héroe”, tal como definió Pascal al “sapiens/demens” bajado de los árboles, poseedor de una intensa emotividad, elevada hipercomplejidad: orden–desorden, brechas y aperturas, ambigüedades que dan lugar a esos “rincones oscuros del ser como la angustia, la soledad, el dolor, la muerte o la ansiedad”, tal como expresa la presentación editorial de la joven poeta barcelonesa. Mas también, eflorescencias, quizás fugitivas, pero rebosantes del talento de la especie: la luz y todas las sublimaciones nacidas del deseo: la rebelión, el amor, el sexo, el placer y la libertad, a la vez utopía necesaria y orden-desorden “anfilógicos” que desde las profundidades inconscientes emergen en la conciencia.
   Una cala sin concesiones, vertebrada por tres colores: azul, violeta y rojo. Una moldura y cauce referencial a través de los que la voz poética explora los insondables territorios del ser. No del ser metafísico, sino del ser existencial, del Dasein, esa entidad que somos cada uno de nosotros y está aquí en el mundo, como diría Heidegger. Poemas pues que se relacionan con la intimidad del yo enfrentado  a sí mismo, a todo lo que es, comenzando por su capacidad generadora de deseos, desmesuras, placeres y profundos estados psico afectivos. Pero también a lo que lo rodea.
   Tres colores pues le sirven de guía a la poeta para recuperar tres estadios de su vida. A través del azul regurgita  la voz poética las sustancias sólidas más pesadas, dolorosas y abisales de la existencia: la “ubris”, la loca desmesura que rasga las carnes, el “silbido que revienta los tímpanos”, “las lágrimas furiosas”, cuerpos sin toma de tierra, sin hojalata a la que agarrarse; esos lazos de madera que oprimen. Y la desesperación, la necesidad de llorar astillas porque ya no quedan lágrimas. Y la nada, dicha de mil maneras, con incontables recursos formales, transferencias de significado, sobre todo.
   Una radiografía del dolor, de los bajos fondos de la existencia, con la felicidad -o acaso solo gramos de ella- como imposible horizonte, hasta desvanecerse en la nada: ir hasta lo más profundo de la nada, no ser nada, alcanzarla una y otra vez. Especial relevancia tienen, entre otras razones por su reiteración, los poemas de la ansiedad. La ansiedad que se viste de “destellos negros” y otras metáforas y metonimias, incluso de negación de metáforas. La ansiedad que anuncia la crisis o es su consecuencia. Ansiedad no contenida, ligada a los antagonismos internos, al sufrimiento, a la débil estabilidad, al desencuentro amoroso y, en último término, pese a que la voz poética no lo verbalice de forma expresa, a la conciencia de la muerte. Y un yo, un cuerpo en ese centro de la nada.
   Otro color, el violeta, transcribe otro estado de ánimo; amalgama igualmente de dolor, del desasosiego y de las miserias del corazón. Rasgos de una animalidad, consciente sin embargo de sí misma. Una conciencia capaz de desdoblarse,  de observarse a sí misma y denotar los problemas, los aprietos, paradojas e incertidumbres de la vida. De nuevo se repiten los topoi de la primera parte: la corporalidad doliente, las desdichas del corazón incrustadas en los ojos; la muerte que no es bella, que nunca será digna, pero que juega con ventaja.
   Será preciso arribar a los poemas teñidos con la intensidad del rojo para poder degustar otra etapa más optimista de la propia identidad: la existencia cotidiana sin las obsesiones de la ansiedad, sin heridas existenciales, sin derrotas, cansancios y dolores. Con ventanas y puertas, quizás de mínimas dimensiones, abiertas a la positividad del vivir, al placer, a un contenido erotismo y al amor, aunque se pueda convertir en “sobras frías / de ayer”. Mas, al fin y al cabo, deseo de “ser oleaje contigo sin reparos ni reproches”.
   Poemas muy narrativos en su mayoría, ajenos a la épica, a la balada y a la égloga; no a la dramática interior. Con un buen uso de un aparato formal, mas sin palabras golosas, sin algaradas fáciles, sin horas bizarras de delirios. Ajenos también a los cánones métricos y rítmicos convencionales, lo que no quiere decir que carezcan de forma. Con desautomatización  de los topoi más socorridos, haciendo de ellos algo personal y novedoso. Y sobre todo, palabras de mujer; un libro femenino que profundiza en sensaciones aflictivas y en pesadillas. Sutilmente provocador, infinitamente alejado de la vie en rose, y muy cercano a la realidad del vivir cotidiano.

Francisco Martínez Bouzas

Elena Barrio


Selección de poemas de Hormigas en el aire

EL FILO DE LA VENTANA

“Yo era una mariposa
entre dos aguas firmes,
paralelas;
la lucha contra la nada
asfixiante, ordenada,
caótica,
se me llevaba la vida.

Entonces mi padre
abrió la ventana”
( página 17)

…..

ANSIEDAD II

“Tan cerca, tan lejos,
me atormentas, amor.
Entre alaridos
me cortas de cuajo
las alas…
me quedé postrada
en  la memoria.

La bañera succionaba
mis temblores,
pero la tierra,
me los devolvió como seísmos ,
sin un ápice de compasión:
«las sirenas regias
no viven en aguas turbias».
( pagina, 25)

…..

DEMONIOS DIVERSOS

“Me rendiré ante Morfeo
ajena a los depredadores,
los muy cabrones
tendrán más sueño que yo.

Y descansaré,
al fin, de los demonios,
habitantes de mis entrañas.

Morirán finalmente,
tras esta ardua batalla
sin química de por medio
bajo el peso de mi calma,
de mis pulmones henchidos.”
(página 34)

…..

LA MUERTE

“La muerte no es negra
la muerte no es
la muerte no
la muerte.

Ése diptongo le da fuerza
ímpetu, bandera,
jamás abandonará su hábitat
no se relajará en una vocal.

Tampoco es bella:
no creas las mentiras
del opio en boca
de poetas vegetarianos.

Nunca será digna.
la dignidad se va con el alma,
aquí queda la elegancia
de una hamburguesa de cerdo.

Y siempre juega con ventaja
escondida en nuestro orgullo,
nuestra incredulidad humana:
ella espera, paciente y sola.”
(página 57)

…..

CONTORSIONES NOCTURNAS

“Entre mis muslos
hay una bailarina
que te llama y
se toca en recuerdo
de lo que fuimos.

Contorsiona la pierna
la desea tras el cuello,
el aroma se dispara,
como las flores al amanecer,
llega a tus pupilas ardientes.

Contorsiona la mente
mi mente mis recuerdos
salados por un momento
me agrietan los labios
reclaman que tu saliva vuelva.

Entre mis muslos
hay una mujer sola
que no te conoce bien
pero te desea eternamente
bailando con los dedos.”
(página 79)

…..

VOCALES ERÓTICAS

“Voy buscando desesperada
un beso eléctrico
que me llene de calambres
eternos en unos segundos.

Criatura sin nombre
no reconozco las vocales eróticas
y te veo sin saber
de qué color es tu cuello.

Ayer reconocí en los tornos verdes
la forma de tus hombros
altos y lejanos
pero callé como una idiota.

Cruzamos una vez más
en ese laberinto de paralelas
la horizontalidad
siempre fue buena amiga.”
(página 86)

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