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jueves, 1 de septiembre de 2016

"TIEMPOS DE SAL": HISTORIAS DE ESCLAVAS Y DE AMARGA SAL



Tiempos de sal

Lola Fernández Estévez

Editnovel, Barcelona, 2016, 284 páginas



   Una autora novel  debuta en los territorios, muchas veces poco agradecidos, de la escritura ficcional. Me refiero a la cordobesa de nacimiento, pero residente en Cataluña, Lola Fernández Estevez, cuya vocación de escritora la tiene muy clara desde sus años adolescentes, si bien hasta el año 2010 hubo de posponer sus propósitos. No obstante, había llegado la hora, una hora que le exigió renunciar prácticamente a todo, a sus negocios y actividades. Ahora nos sorprende gratamente con Tiempos de sal, novela ganadora del Premio Editnovel. Un título acertado y muy sugerente rotula una historia en la que confluyen diversos hilos narrativos, todos ellos, excepto el desenlace, ásperos y amargos como la sal.

   Una narradora homodiegética nos cuenta, desde dentro de la diégesis y como principal protagonista, una odisea construida de dolores, calvarios, frustraciones, esclavitud. También de sorpresas y sobresaltos y algún momento de sonrisas y felicidad.

   La novela pone en evidencia el dominio del hombre sobre la mujer. Lo constata Judith, la protagonista principal, que es testigo de que, en todas las historias que se desarrollan a su alrededor, siempre había una mujer víctima de los abusos de un hombre. Y ella es la primera víctima, porque su ilusión de empezar una nueva vida en España y trabajar durante el período de un año para pagar la deuda contraída con la agencia ecuatoriana que la había convencido de que le habían encontrado un trabajo en España, se ve frustrada nada más pisar tierra, al ser secuestrada por una mafia de trata de mujeres y forzada a ejercer la prostitución. Comienza así una historia de esclavas que estará presente, como tema subyacente, en buena parte de la novela; y que la autora desarrolla con realismo, sin disimular los hechos y los atropellos de una terrible explotación. El mes en el que la protagonista se vio forzada  a ejercer la prostitución es el cruel paradigma del esclavismo de nuestros días, debido  al afán insaciable y ancestral de ciertos hombres de someter a los más débiles. Y los más débiles son primordialmente las mujeres. Lo fueron históricamente y lo siguen siendo en el presente de nuestros días.

   La protagonista conseguirá escapar de sus depredadores y refugiarse en una mansión-castillo habitada por una señora ciertamente peculiar. Sin embargo, los proxenetas darán con ella y con una amiga a la que había conseguido rescatar y la perseguirán; y el mismo hecho de haber ejercido la prostitución, aunque había sido en contra de su voluntad, acabará actuando en el subconsciente de la protagonista como una impronta difícil de borrar. Una marca maldita que estará presente en gran parte de la novela. Sin embargo, tras un intento de violación, esa mujer especial que la había confundido con una asistente que una agencia le iba a enviar, cambia su actitud hacia ella. Y sobre todo se desahoga contándole su vida. Son los años de sal de Isabel, la moradora del castillo, encerrada por el padre, junto con su madre, durante cinco años, en un cuarto de tortura por oponerse a su voluntad y ser madre de una niña. Una tortura que visibiliza a través de una personalidad desequilibrada. Es la sal negra que alimenta su parte vital que se niega a emerger. Tiene un pie en el presente y otro en el punzante pasado.

   La autora hace transitar con naturalidad y coherencia la historia de prostitución a la de la lucha contra los proxenetas y al buceo en el pasado de la dueña del castillo, que convierten al  relato en una verdadera novela de aventuras y en una trama detectivesca, una historia de amor y en un descubrimiento intensamente gratificante para los personajes que participan en la novela desde el lado de los “buenos”. Porque, en la novela, aunque sin maniqueísmos, hay buenos y malos.

   El desenlace de la trama que no spoilearé -esa es la obligación del crítico-, es tan inesperado que se convierte en inverosímil: se produce lo que el lector difícilmente puede sospechar y que mantiene en vilo su atención a lo largo de un relato que la autora sabe graduar con acierto, dosificando a medida que avanza  aquellos datos que considera necesarios para la coherencia de la historia y para mantener expectante la atención lectora. Pero lo inconcebible e inverosímil de un desenlace no debe desvirtuar una historia de búsquedas dramáticas, investigación policial y detectivesca, porque en la ficción - he aquí su magia- todo es posible.

   Con ese final imprevisto se acaban los tiempos de sal, de dolor, de tortura y frustración. Una novela de esclavitudes, con buenas dosis de intriga y misterio, dominada por la fuerza de la principal protagonista que es capaz de soportar y sobrevivir a la esclavitud y opresiones a las que la someten  sus depredadores.

   En el haber de la novela registro, sobre todo, la acuidad con la que Lola Fernández Estévez hace encajar las diversas piezas de un puzzle  complejo. Una estructura narrativa compuesta, como he dicho, de diversos aportes diegéticos y que la autora amalgama con coherencia. Es destacable así mismo la destreza de la escritora a la hora de lograr una perfecta integración de un abanico de personajes y de sus acciones que se orquestan en una organización superior dotada de solidez. También reseñable el equilibrio que existe entre los dramas internos de los personajes y la acción, abundante pero bien dosificada mediante un ritmo cuidado y la coherente adecuación de los elementos narrativos que evitan que existan contradicciones en una trama compleja, que formula además con radicalidad algunas de los grandes interrogantes sobre la enredada y oscura naturaleza humana. Con dominio de una adecuada plasticidad a la hora de acompañar a la trama con buenas descripciones, tanto de los espacios y ambientes como de los fenómenos atmosféricos. Y a los personajes delineados no solo por sus acciones, sino también por una penetración sagaz en su psicología.

   Un estilo de prosa ágil y correcto en el que abundan elementos metafóricos especialmente en la primera parte. Muchos, quizás excesivos, y algunos de ellos sin demasiado o con forzado fundamento objetivo que provocan  la impresión de una cierta artificialidad en la escritura. No deslucen, sin embargo, este plausible debut de Lola Fernández Estévez en la escritura de ficción, con una historia de esclavas y de amarga sal.



Francisco Martínez Bouzas

                                                    
Lola Fernández Estévez



Fragmentos



“Recuerdo el caso de una compañera que no regresó a dormir. Madrugada, tras madrugada, la cama  vacía nos recordaba que todavía podía ser peor. El miedo y alivio de no haber sido elegida para una desgracia mayor tenía más fuerza para borrarla de nuestra memoria que el transcurso del tiempo. Otra de las chicas, Sara, una de las más jóvenes y rebeldes, destinada a trabajos especiales como decían ellos, regresó una noche con los ojos emborronados de máscara de pestañas y sangre en la boca. Cuando se desnudó le vi moratones y quemaduras de cigarro por todo el cuerpo, eso, y el labio partido, dejaban pocas dudas sobre a qué menesteres había sido sometida. Sin embargo,  a pesar de sus diecisiete años y el aspecto de niña delicada, se introdujo en la cama enroscada como un ovillo sin emitir una queja. Desde esa noche, la niña frágil ganó mi respeto y el de las demás, a juzgar por el silencio, igual al que se produce ante las catástrofes, que llenó la habitación.”



…..



“-También hay prostitución masculina -lo decía con cautela, temeroso, debido a la contundencia y seriedad con la que yo hablaba-

-Si descuentas la demanda gay es un tanto por ciento muy bajo, aquí los explotados somos las mujeres y los niños. El dato y el hecho es que la mujer no prostituye sino que es prostituida, ni mata, sino que es asesinada, ni maltrata, sino que es maltratada. Si no existiera esa demanda por parte de los hombres no habría mafias que se dedicaran a secuestrar a jóvenes, vender niñas o iniciar a chicas sin recursos en la droga para anularles la personalidad, enajenarlas y hacerlas suyas.

-Así que los culpables somos los hombres.

-Los que utilizan la prostitución y su condición de machito, sí. Sin ellos el mundo sería un poco mejor para las mujeres. No somos ovejas o vacas, han sido muchos los siglos de sometimiento. Nadie debería condicionar a nadie por el sexo.”



…..



“Sobre la cama, sentada, mi protectora miraba con ojos perdidos a algún lugar del país «Del Vacío», donde seguramente, las gentes vivían en cuevas de sal.. La ventana, vencida de luz, contenía apurada unos rayos de sol que intentaban colarse por sus ranuras. Seguía vestida con el albornoz del desayuno y en la parte superior  del escote, sobre las puntillas del encaje del camisón, sobresalían diminutos montículos de sal. Dudé que en aquella figura petrificada en forma de silla habitara la mujer enérgica de fortaleza indiscutible que había sobrevivido al libre albedrío de un psicópata llamado Joan Aristany.”



(Lola Fernández Estévez, Tiempos de sal, paginas 3-4, 199-200, 214)

3 comentarios:

  1. La esclavitud no se ha abolido, desgraciadamente sigue su camino por todos los rincones de la tierra y de muchas formas es ejercida, ya sea por, el tráfico de personas, en este caso la prostitución que no es una actividad en la que solo las mujeres se vean forzadas a tener sexo sin su aprobación, sino que actualmente también los varones e incluso niños, lo sufren. La venta de servicios sexuales a cambio de dinero, desgraciadamente está vinculada a la mafia, es la escoria de nuestros tiempos. La novela perfila este enfoque de lucha continua de tantas mujeres que son apresadas por seres sin escrúpulos, para ser manipuladas con el único propósito de un poder desmedido, ese poder psicópata e indignante de ciertos hombres y mujeres, que son la peste de este mundo y donde nada vale más, que un cuerpo canjeado por billetes. La demencia no tiene límites. Ésta novela no me la pierdo, creo que estar al tanto de lo que ocurre, nos llevará siempre a luchar con la mejor arma. Gracias, tu reseña como siempre, espectacular. Un abrazo Francisco.

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  2. La esclavitud no se ha abolido, desgraciadamente sigue su camino por todos los rincones de la tierra y de muchas formas es ejercida, ya sea por, el tráfico de personas, en este caso la prostitución que no es una actividad en la que solo las mujeres se vean forzadas a tener sexo sin su aprobación, sino que actualmente también los varones e incluso niños, lo sufren. La venta de servicios sexuales a cambio de dinero, desgraciadamente está vinculada a la mafia, es la escoria de nuestros tiempos. La novela perfila este enfoque de lucha continua de tantas mujeres que son apresadas por seres sin escrúpulos, para ser manipuladas con el único propósito de un poder desmedido, ese poder psicópata e indignante de ciertos hombres y mujeres, que son la peste de este mundo y donde nada vale más, que un cuerpo canjeado por billetes. La demencia no tiene límites. Ésta novela no me la pierdo, creo que estar al tanto de lo que ocurre, nos llevará siempre a luchar con la mejor arma. Gracias, tu reseña como siempre, espectacular. Un abrazo Francisco.

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