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lunes, 11 de abril de 2016

ENTRE EL FOLLETÍN Y LA CRÓNICA SENTIMENTAL



Las ingratas
Novela sentimental
Guadalupe Henestrosa
Clarín-Aguilar, Buenos Aires, 238 páginas
(Libros de fondo)

   Argentina fue un país inmigratorio desde mediados del siglo XIX, y lo siguió siendo durante buena parte del siglo XX. Lo proclama la misma Constitución argentina de 1853: “El Gobierno Federal fomentará la emigración europea y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar la industria e introducir las ciencias y las artes”. Desde entonces la temática de la inmigración alimenta un buen porcentaje de la narrativa argentina, y las novelas “inmigratorias” suelen obtener éxito en el irónico país donde la “única salida es Ezeiza”.
   Las ingratas de Guadalupe Henestrosa (Buenos Aires, 1958) es deudora de esa corriente. Su trama desarrolla desde la ficción las vicisitudes que afrontaron seis mujeres españolas que llegan a Buenos Aires a principios del siglo XX, movidas por la ilusión de darle cauce a sus sueños: construir una nueva vida. En la capital porteña regentarán una pensión que llevaba por nombre “Las Ingratas” que le da título a la novela.
   En la escritura de ficción, la inmigración puede aparecer como fenómeno macro-social o, como acontece en la novela de Guadalupe Henestrosa, en su versión micro y sentimental. Novela pues la escritora porteña las emociones y sentimientos de un grupo de mujeres inmigrantes españolas que llegan a Buenos Aires con lo puesto, en los albores del pasado siglo, y se adentra ficcionalmente en los amores y desamores de cinco hermanas, una sobrina y una pensión, en los secretos familiares, en las cuentas pendientes, en las pequeñas traiciones y actos heroicos cotidianos. Una pensión pues y cinco hermanas  que llegan al Plata, tejen la trama de Las ingratas, un homenaje que la autora rinde al valor y a la fuerza de sus abuelas, ambas inmigrantes españolas llegadas a Argentina en esos años y prácticamente con lo puesto.
   La novela que se hizo merecedora del Premio Clarín de Novela, uno de los de mayor prestigio en las letras hispanas, pasa por alto los acontecimientos políticos y sociales que se registraron en Argentina a comienzos del pasado siglo. Centra toda su atención en los incidentes y accidentes de cada una de estas mujeres. Será la crónica, sobre todo sentimental de sus vidas, desde su desembarco en el puerto bonaerense. Y esa crónica dará lugar a una agradable galería de personajes.
   Formalmente Las ingratas, se desenvuelve  a través de una narración clara y contundente, con excelentes descripciones de espacios y tiempos, y una gran espontaneidad, color y frescura. Quizás con una estructura de folletín, de novela romántica o literatura femenina. Podríamos decir, no obstante, que la prosa de la escritora argentina es ajena a la escritura folletinesca: maneja con soltura la lengua, cruza géneros y amalgama con habilidad las sobreabundancias del folletín con una prosa austera, sin ornatos formales innecesarios cuando no los requiere el desenvolvimiento de la historia. Por eso mismo, en la escritura de Guadalupe Henestrosa, lo sentimental no es sinónimo de melodrama lacrimógeno, sino patente de la identidad argentina. No obstante, como folletín Las ingratas está escrita con sus propias reglas, ajenas al pacto de verosimilitud. Por eso mismo, los personajes de la novela representan arquetipos clásicos, el prototipo de mujeres inmigrantes, fuertes, pragmáticas que se lanzan a la aventura transoceánica y deberán salir adelante como puedan o les es dado, ejerciendo incluso la prostitución, aunque sin ninguna trauma, como si se ejerciera un arte.
   En definitiva, una novela fresca, entretenida, que roza las fronteras del costumbrismo, con estructura de folletín que, en este caso, solamente es una etiqueta, no sinónimo de mala literatura.

Francisco Martínez Bouzas


Guadalupe Henestrosa

Fragmentos

“Petra llegó con una mano atrás, otra adelante, cuatro hermanas y una hija sin padre. Recién empezaba el siglo y, mirando desde cubierta, el horizonte era todo cielo, como si el barco todavía siguiera perdido en el mar y no hubieran pasado esos días de travesía, lentos e inciertos. Pero el viaje había terminado y ahora el buque descansaba en las orillas de un río ancho y barroso, del otro lado del Atlántico y al sur del mundo.
Las seis mujeres pusieron pie en un muelle pegajoso y sucio. Trataron de adivinar una ciudad detrás de la cortina de niebla de la madrugada, pero sólo lograron desilusionarse con unos galpones de chapa y una calle borrosa por la que iban desapareciendo sus compañeros de viaje como sombras furtivas. Otros, más afortunados, festejaban el encuentro con sus parientes.
Del río soplaba una ventolina que revolvía el hedor del puerto con el de las cloacas. Disimulando una sonrisa, Milagros miró a sus hermanas.”

…..

“Encarna no podía estar sola. Necesitaba la respiración, la presencia, la certeza de que otro ser humano acompañaba su alma, demasiado tibia para afrontar sola el vacío de cada hora. Siempre había sido así, desde chiquita. De más grande, cuando se bañaba, ya fuera en el baño del fondo o en su pieza, de pie dentro de un fuentón, dejaba la puerta abierta. No era exhibicionismo: la desnudez y el frío le agudizaban la sensación de soledad y no podía con su corazón entre las cuatro paredes.
Cuando por ese entonces Petra la veía en cueros en medio de la sala o desparramada en un sillón en el patio, con la falda levantada y los calzones brillando al sol, le venía  a la mente la mirada lasciva de Moncho. Al fin y al cabo, había detectado la índole de Encarna antes que nadie: era una mujer para amar encarnizadamente.
-Claro, el muy bestia ni siquiera pidió permiso -barruntaba
Pero Encarna no se acordaba del ataque de Moncho: los asuntos de la carne nunca la había asustado”.

…..

“La verdadera historia, la que nunca nadie conocería a fondo era obviamente bien diferente de la contada en sus trono del patio. No bien abandonó la pensión esa nochecita de primavera, Milagros aceptó su destino de puta itinerante con la tranquilidad de quien tiene una misión en la vida. Su arte era enloquecer a los hombres, que se había acentuado con la ceguera, fue depurándose en su paso por los sucesivos pueblos de campaña, cada vez más lejos de la Capital, cada vez más cerca de la frontera del desierto. Aunque le hubiera bastado tenderse sobre el colchón para conformar a esa jauría de hombres desesperados y solos, hastiados del horizonte plano y del viento incansable, con cada uno de ellos desplegó con perseverancia de artista un sutil juego de seducción, contorsiones de gata sabia y suaves manos de intuición febril. (…)
Cada vez más clientes se agolpaban en los hoteles donde ella se alojaba, ansiosos de quemar la quincena entre sus piernas. Para ella esta respuesta ardorosa y multitudinaria era la confirmación de que sus poderes seguían allí, sobre su piel, en la punta de los dedos o de a lengua. Y aunque las razones para haberse hecho puta no tenían que ver con Pedro, cada noche que su hombre volvía a su cama con ganas y dispuesto a beberse su aliento significaba un fuerte incentivo para seguir. Él era un trofeo especial, otras mujeres lo querían, pero él seguía firme, en celo junto a su rastro, como un lazarillo sexual, dueño de su cuerpo, sí, pero esclavo de su deseo.”

(Guadalupe Henestrosa, Las ingratas, páginas 9, 47-48, 177-178)

4 comentarios:

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  2. Los puntos de establecimiento favoritos para inmigrar, ya sea por guerra o por problemas económicos son los países del primer mundo, que suponen grandes oportunidades de trabajo y por consecuencia, mejores pronósticos económicos y de seguridad, desgraciadamente son tantos los que inmigran a un país que esas oportunidades se reducen a polvo, a terminar en trabajos esclavizantes y bochornosos donde la moralidad se pierde ante la fuerza de sobrevivir. Es difícil para ellos encontrar la mejor opción, cuando la pobreza sobrepasa el alma, dejando atrás familia y seguridad emocional, a cambio de un futuro que a veces, es peor del que enfrentan. Gracias por tu hermosa e ilustradora reseña que siempre nos da la más brillante luz para la lectura, un abrazo.

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  3. Tal vez no sea la técnica de la escritora la que más me gusta, parece bastante despejada de todo recurso, aunque el tema es conductor de presente y pasado, ya que se sigue dando en la actualidad, en el mundo entero, y sin las esperanzas que albergaban los bolsillos y el alma de cada uno de los que llegaban a América en busca de una vida mejor.Hoy vemos el maltrato y la agonía que sufren aquellos que lo siguen intentando. Como nieta de inmigrantes españoles es éste un asunto que me toca de cerca y me duele cuando todavía escucho que Argentina es un país de raíces europeas por eso hay voces que se levantan en burdas acusaciones, sin tener en cuenta que esa mezcla de razas, de sangre, enriquece el pensamiento y la tierra en que habitamos.
    Una reseña muy buena la tuya, como siempre clara y concisa.
    Un saludo justamente hoy, en que festejamos el Día de las Américas.

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