Viajes y
mesianismo en el Renacimiento peninsular
Isabel Soler
Acantilado, Barcelona, 2015, 351 páginas
Isabel Soler (Barcelona, 1964), profesora de
literatura y cultura portuguesas en la Universidad de Barcelona, es una de las
más importantes investigadoras y conocedoras no solo de la historia, sino
también de la intrahistoria, de las motivaciones, intereses, sueños de aquellos
individuos de los siglos XV, XVI y XVII que, desde la Península Ibérica, y
especialmente desde Portugal, en auténticas marejadas de demencia, se
precipitaron por las sendas marítimas o por los caminos pedestres en búsqueda
errante de nuevas rutas oceánicas, de regiones remotas con pueblos perdidos y
culturas desconocidas. Quizás la razón última de esas “marejadas de demencia”
resida en la condición viajera constitutiva de la esencia humana, como ya anoté
en el comentario del libro de Isabel Soler, Derrota
de Vasco de Gama. El primer viaje marítimo a la India (2011). En efecto,
junto con la irrupción de la sabiduría y el desorden, penetra en aquellos
primates de cerebro grande otra ubris
no menos intensa: la necesidad de abrir horizontes, de viajar y de conquistar
el mundo. El desarrollo del pensamiento empírico-lógico, el despliegue de
múltiples aptitudes intelectuales para la invención, la organización y la
creación, y con igual o superior empuje, la capacidad imaginativa hizo concebir
a nuestros antepasados, a los viajantes
y marinos renacentistas temerarias quimeras expansivas, conquistadoras o
simplemente exploradoras. Todo ello lo ha analizado Isabel Soler en obras como
la arriba citada, en El nudo y la esfera (2003)
y en Los mares náufragos (2004).
En este marco general se inscribe ahora este
valioso ensayo, El sueño del rey. Viajes
y mesianismo en el Renacimiento peninsular. Un análisis, a la vez hábil y
profundo de las motivaciones visibles y de aquellas más ocultas de los viajes
oceánicos de las naves portuguesas y españolas de a finales del siglo XV y XVI.
Viajes en los que aparecen con derecho propio Cristóbal Colón, Vasco de Gama y
Fernando de Magallanes, que revolucionaron las bases del mundo antiguo y
crearon las del mundo moderno, y en cuyos relatos se produce un “forzados
machihembrado entre la imaginación y la verosimilitud” (página 10). Porque la
autora lo tiene muy claro en los componentes de esa sutura: al saber le es
imprescindible la imaginación. Un binomio, pues, que, según Isabel Soler, es
indispensable para comprender cabalmente aquellas fiebres viajeras, cuyos
grandes personajes fueron el rey dom Manuel I de Portugal, Cristóbal Colón,
Vasco de Gama y Fernando de Magallanes. Todos ellos, “actores trágicos”,
marcados por la fatalidad y por la fuerza de lo invencible que les empujaron a
emprender viajes reales, pero espoleados por la imaginación.
Isabel Soler ofrece en este ensayo, no una
fría relación de hecho y de viajes, sino una lectura histórica de los mismos.
Es decir, pretende descubrir el significado de esas singladuras, o con palabras
de la autora en “Éxodo” final, hacer inteligible los motivos que llevaron a las naves a desplegar sus velas, las
necesidades ideológicas, las místicas, el radical juego de poder político,
económico y espiritual que las circunstancias históricas obligaron a desarrollar.
Considero que la autora titula con acierto su
libro con el rótulo El sueño del rey,
porque estos viajes parten del sueño mesiánico del rey dom Manuel I de
Portugal, que no fue otro que la dramatización del poder del rey y, a través de
él, del poder de Dios. Los corifeos/héroes de ese sueño fueron los tres
navegantes ya mencionado. A este sueño del rey dedica la autora el primer
capítulo del libro. Se inicia con el acceso a la corona portuguesa dom Manuel
I, el Venturoso, el Afortunado, el Escogido. Don Manuel I que reinará bajo la
divisa de la esphera armilar, será el
testigo, tras la muerte de Fernando el Católico, del designio profético y del
mesianismo dirigido hacia Oriente que inclinará los viajes oceánicos de sus
súbditos.
El ensayo de Isabel Soler pretende así mismo
explicar lo que significaba Oriente en la mentalidad renacentista y para las
naves que surcaron los océanos: un antiguo
y lejano anhelo, un problema y una utopía, una “otredad” imaginaria y
antitética, una entelequia esencialista que el providencialismo y el mesianismo
se encargarán de alimentar. Será la corona portuguesa la que intente construir
un nuevo puente entre Oriente y Occidente. “Puente sobre aguas turbulentas”, el
segundo capítulo de la publicación analiza ese importante papel, centrándose
especialmente en la estrategia y en la obsesión manuelinas en el Mediterráneo y
especialmente en el lejano Oriente, alimentadas por los viajes de Vasco de Gama
y Pedro Álvares Cabral, que significaban una verdadera ampliación del mudo.
La autora presta así mismo atención a la
obra de los cartógrafos portugueses. Y a los enfrentamientos entre las dos
monarquías peninsulares con vistas a fijar los límites geográficos de sus áreas
de influencia. Finalmente, la última secuencia del libro analiza la
circunnavegación del globo por Fernando de Magallanes, una traición a la corona
portuguesa, “poco heroica, pero sí transcendentemente política”, fruto del
despecho por un injusto maltrato. El apátrida portugués, adelantado y capitán
general de la Armada para el descubrimiento de las especerías, hará frente con
mano dura a los capitanes españoles traidores, y finalmente capitaneará una
expedición que sin recorrer mares reservados a los portugueses por el Tratado
de Tordesillas, no solo garantizó el acceso a las especies, sino que, tras la
arribada de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1522,
resquebrajará la vieja imagen de los fines del mundo y afianzará la idea de la
redondez de la tierra.
El libro de Isabel Soler es una crónica
fascinante, ampliamente documentada y sin embargo escrita con un estilo claro e
inteligible, que aquilata y depura no pocos mitos, al poner de manifiesto los
afanes y motivos reales de aquellos desmesurados viajes oceánicos en busca no
solo de cristianos, sino de especias y nuevos horizontes para el comercio.
Ampliaron, es verdad, la imago mundi,
pero para ello se conquistaron a la fuerza territorios, se traicionó, se
torturó y se mató. Verdades y realidades siempre en conflicto desde su
polifónica realidad, como reconoce la autora en este excelente y modélico libro
de literatura de viajes.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Desde
la ladera del castillo de Lisboa, un eremita franciscano propagaba la Joaquinita e inminente llegada de una
Nueva Era que invertiría el orden social y purificaría la Iglesia. Parece que
se acercó al Mestre de Avis para pedirle que, en vez de huir a Inglaterra,
resistiera al invasor castellano, porque la victoria estaba asegurada. De la
batalla de Aljubarrota ese 14 de agosto de 1385 nacía la dinastía de los Avis,
pero el providencialismo portugués, así como la propia realeza lusa, arrancan
de mucho más lejos, y ambos parecen verdaderamente incuestionables porque
emanan directamente de la voluntad de Dios. Así lo entendía el cronista Duarte
Galvão, secretario personal del rey dom Manuel y esmerado
ideólogo de su imagen imperial en el prólogo de la Crónica de
dom Afonso Henriques, donde la
predestinación del rey quedaba justificada y enlazada a otra más amplia y
superior, la predestinación del propio Portugal…”
…..
“Se
dio prisa el rey Manuel I de Portugal, tras el regreso de Vasco de Gama con la
noticia de su llegada a la India, en anunciar a las cortes europeas, y sobre
todo a la castellana, cuáles eran a partir
de ahora sus posesiones en el mundo. Lo hizo incluso antes de que el propio
Vasco de Gama amarrara su nave en el muelle de Lisboa, porque el 26 de julio de
1499 informaba a su primo Maximiliano, «augusto
emperador de los Romanos de las dimensiones de su imperio…”
…..
“Aunque
en 1522 la hubieran circunnavegado, ni siquiera los dieciocho supervivientes de
la nave Victoria eran capaces de entender las dimensiones de la redondez de la
Tierra, porque la habían navegado a ciegas a pesar de encontrase entre ellos
Andrés de San Martín, uno de los mayores cosmógrafos de la época. Lo que quizá
no parece tan difícil de entender es esa dicotomía entre el deseo y la realidad
-o entre la verdad y lo real-, aunque la explique el cronista don João de Barros muchos años después, en la Década III, publicada en 1563, aludiendo a algo transcendentalmente
concreto: el descubrimiento de las Molucas en 1512 por aquel que podría considerarse
el instigador de la traición de Magallanes, su gran amigo Francisco Serrão. Y, a su vez, Barros no perdió la oportunidad de mezclar
ese hallazgo con el sueño, esta vez de los propios moluqueños, encarnado en la creencia
profética de la llegada de «unos hombres de
hierro de muy remotas partes del mundo».”
(Isabel Soler, El sueño del rey, páginas 60, 167, 300)
Bien visto...
ResponderEliminarMe encantó tu reseña, la verdad escrita revelando tabúes de lo que ocurrió en aquél entonces con sus crueldades hacia el progreso. Gracias por compartir, siempre atenta a tu palabra, saludos y abrazos.
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