Páginas

jueves, 10 de septiembre de 2015

MICHEL HOUELLEBECQ: EL PLACER DE LA SUMISIÓN



Sumisión

Michel Houellebecq

Traducción de Joan Rimabau

Editorial Anagrama, Barcelona, 2015, 281 páginas



   La publicación en Francia, a principios de este año, de Soumission, la última novela de Michel Houellebecq, se convirtió en un asunto de estado. Son palabras del primer ministro francés. Una fábula política por el momento, política ficción enmarcada en el trasfondo  de un Occidente cristiano todavía más decadente de lo que es hoy; y con los musulmanes haciéndose con el poder en el país vecino. Otros datos paraliterarios: Michel Houellebecq, a raíz de los atentados contra Charlie Hebdo, cometidos curiosamente el mismo día en el que se publicaba la novela, soporta la servidumbre de escolta oficial. No obstante, sobre Houellebecq no ha recaído ninguna fatwa condenatoria, aunque en alguna de sus novelas (Plataforma) aparece el tema del terrorismo islámico y alguno de sus protagonistas pronuncian palabras no injuriosas contra Mahoma, pero sí contra sus seguidores. Es cierto que no se puede juzgar a un escritor por las palabras que ponga en boca de sus personajes, pero en el año 2001 Houellebecq dejó claro sus convicciones al respecto: “la religión más idiota del mundo es el islam”, “cuando lees el Corán  se te cae el alma  a los pies”. Con todo es muy improbable que por su última novela Houllebecq sufra ninguna caza de brujas por parte de los musulmanes, porque el protagonista central de Sumisión, François, declara finalmente haber hallado en el islam  la coherencia y las soluciones que, en su opinión, han desaparecido de Occidente: el orden perdido, la sumisión de la mujer al hombre y de este a Dios.

   La gran idea subyacente en el macrotexto de Houllebecq es la convinción de la disolución progresiva del alma masculina, inmersa en la sociedad liberal occidental del mayo del 68: el hombre, liberado de todo yugo (religión, familia) se halla libre sí, pero para estar solo, fatalmente infeliz. A tenor de esta propuesta narrativa, cabe preguntarse si su autor habrá hallado en esta novela la superación de esa sociedad liberal heredera del mayo del 68. ¿O Sumisión, como fábula política de un mundo machista y sexista gobernado por el islam en la Francia de 2022, no es más que un disfrazado Caballo de Troya para defender todo lo contrario? Caben todas las interpretaciones y probablemente cada lector tendrá la suya.

   No resulta fácil encuadrar en una breve sinopsis la trama argumental de una novela estructuralmente  sencilla y lineal, pero con una gran carga argumental y sobre todo temática. Novela de anticipación social y política ficción por ahora, que se inicia con un narrador, François, un indiscutible arquetipo houllebecquiano, en sus primeros años como profesor en París III-Sorbona. Se había doctorado con una tesis sobre Joris-Karl Huysmans, un autor decadente del siglo XIX que expresó un profundo pesimismo por la vida moderna. Huysmans acompaña al protagonista en todo el relato. Ejerce la docencia sin tener vocación para ello. Menudea los ligues con las alumnas, pero no le duran más de un curso académico. Hasta que sobreviene lo inesperado: año 2022, elecciones presidenciales en Francia. Un partido islamista moderado, Hermandad Musulmana, alcanza la segunda vuelta y su líder, Mohammed Ben Abbes, es elegido presidente con el apoyo de socialista y de la derecha frente a Marine Le Pen, candidata del ultraderechista FN. La Hermandad Musulmana, pese a instaurar la sharia  y convertir a Francia en un estado confesionalmente islámico, se muestra tolerante y hasta generosa con las religiones del Libro, pero los judíos comienzan a exiliarse a Israel. Para el nuevo gobierno islamista, lo esencial es la demografía y la educación, porque, según la lógica darwinista, la subpoblación que cuenta con el mejor índice de reproducción y logra transmitir sus valores, será la que terminará triunfando. Su gran referente es el Imperio Romano que pretende reconstruir trasladando hacia el sur el centro de gravedad de la Unión Europea, a la que se sumarán Marruecos, Turquía, Túnez, Argelia y más tarde, Egipto. Pero la apuesta de Ben Abbes es mucho más radical en el terreno de los valores y de la educación. Apuesta por el patriarcado, por devolver toda su dignidad a la familia, el lugar natural de la mujer es el hogar con el cuidado de los hijos, impone que todos los docentes de los centros públicos deberán convertirse al islam, las mujeres habrán de ser decorosas en el vestir (pantalones, velo, blusas largas). El nuevo rector de de la Universidad Islámica de París-Sorbona, financiada por las petromonarquías, es el musulmán Robert Rediger que ha tomado como segunda esposa para la cama a una joven de quince años; su primera mujer de cuarenta se encargará de la cocina.

   La nueva situación altera de forma radical la vida de François, el protagonista: es despedido de la docencia, aunque con una generosa jubilación, muy lejana, sin embargo del nuevo salario de los profesores convertidos al islam. Finalmente, nostálgico del orden perdido y para darse una segunda oportunidad, alejada de su propio solipsismo misántropo, de su hastío creciente y global, sigue los consejos de Rediger y da el paso. Clase de nuevo con bellas alumnas, tímidas, sumisas, con velo, y, como macho dominante y ornado con el alto valor erótico que para las mujeres posee un profesor universitario, con derecho a tres esposas que ni siquiera se verá obligado a elegir él. En el islam para eso están las casamenteras.

   Sumisión es una novela que pronostica grandes mutaciones anticipándose al futuro. Houllebecq ha ofrecido con frecuencia este tipo de pronósticos. En 1995 manifestaba en una entrevista que, teniendo en cuenta el sistema económico vigente y sobre todo los presupuestos filosóficos, es evidente que el ser humano se precipitaba hacia una catástrofe a corto plazo, con el triunfo absoluto de la vegetación, como también auguraba en su anterior novela, El mapa y el territorio. ¿Resulta pues creíble esta fabulación de una Europa musulmana a muy corto plazo, encarnación perfeccionada del nuevo humanismo reunificador, basado en el valor apaciguador tradicional de la sharia con perfumes exóticos; con la revitalización del patriarcado, de la vida mental masculina, hoy desaparecida, y de la familia? ¿O es solamente la fantasía erótico-lúdica de un escritor, “príncipe de los provocadores”, aficionado a epatar  y fascinado por el ruido mediático, que lo empujan hasta la exageración, justamente para llamar la atención y transmitirle al lector todo lo contrario de lo que dicen los renglones de sus páginas? La novela sobrenada en un mar de ambigüedades, buscadas a propósito por el propio escritor: esa zona de no confort en la que la gente no sabe que pensar.

   Y en Sumisión se enaltece el placer de la sumisión. En la sumisión se alcanza la cumbre de la felicidad humana. La absoluta sumisión de la mujer al varón, tal como la describen las fantasías de Historia de O, escrita por cierto en el palacete donde vive el rector Rediger. No es la primera vez que Houellebecq ha estado en el centro de la controversia por su misoginia reaccionaria. El retorno de la mujer al hogar, con “beneficiosos” efectos colaterales, como la caída libre del paro por la salida masiva de las mujeres del mercado laboral, forma parte de ese escenario dibujado en la novela, de esa nostalgia houellebecquina del retorno de la voz masculina que sería factible con el regreso al patriarcado, y con ello, la salvación de Europa. Pero en la Europa de la igualdad de derechos entre géneros difícilmente podrá jamás considerarse un elogio del sexo femenino lo que François describe como paradigma femenino: “Las mujeres musulmanas eran abnegadas y sumisas, de eso podía estar seguro, así las educaban, y en el fondo eso basta para dar placer”. (página 278).

  
"Soumission",  primera edición francesa, 7 de enero de 2015
Al margen, sin embargo de los muchos asuntos polémicos de esa ficción política poco creíble, es preciso reconocer que la novela no solo se centra en la Francia gobernada por los islamistas y en las posibles mutaciones sociales quizás en curso. El relato de Houellebecq es una penetrante cala en la vida de un personaje al que progresivamente se le va quitando todo. Esa es la estructura constructiva de la novela. En su “adicción” a Huysmans; en su ejercicio  docente como profesor mediocre; en sus ligues con las alumnas; en su amor “sexual” con Myriam, la chica judía que lo dejará solo; en la nula relación afectiva con sus padres; los servicios sexuales de las escorts; la relación con sus cuerpo, a veces fuente de placer, otras de sufrimiento; sus necesidades de una mujer en su vida (la solución clásica que aporta a la vida cierto perfume de exotismo, página 196). Sus aproximaciones al suicidio; su estancia en la abadía de Ligugé, empapándose del silencio meditativo; la perdida de la Virgen de Rocamadour (la segunda mujer que le deja solo); el hecho de sentirse deseable por el nuevo rector de París-Sorbona; su conversión al islam, convencido por los argumentos del rector Rediger y por las nuevas oportunidades conyugales que se le ofrecen, un inesperado futuro. Todo ello es suficiente para leer con interés una propuesta narrativa solvente, que nunca resulta aburrida, con independencia de la credibilidad de la política ficción que encierra y del mundo machista-sexista que el personaje de Houellebecq expone sin ningún reparo.



Francisco Martínez Bouzas



                                                       
Michel Houellebecq

Fragmentos



“Para resumir su tesis, la trascendencia es una ventaja selectiva: las parejas que se reconocen en una de las tres religiones del Libro, las que mantienen sus valores patriarcales, tienen más hijos que las parejas ateas o agnósticas; las mujeres tienen menos educación, y el hedonismo y el individualismo tienen menor peso. Además, la trascendencia es en buena medida un carácter genéticamente transmisible y las conversiones o el rechazo de los valores familiares sólo tienen una importancia marginal: en la inmensa mayoría de los casos, las personas permanecen fieles al sistema metafísico en el que han sido educadas. El humanismo ateo, sobre el que reposa el «vivir juntos» laico está por lo tanto condenado a corto plazo, pues el porcentaje de la población monoteísta está destinado a aumentar rápidamente y tal es el caso en particular de la población musulmana, sin tener siquiera en cuenta la inmigración, lo que acentuará aún más el fenómeno. Para los identitarios europeos está claro que, tarde o temprano, estallará necesariamente una guerra civil entre los musulmanes y el resto de la población.”



…..



“La tienda Secret Stories, por el contrario, que vendía lencería de marca  aprecios rebajados, no tenía que preocuparse por nada: el éxito de tiendas análogas en las galerías comerciales de Riad, Abu Dabi era irrebatible, ni Chantal Thomass ni La Perla tenían nada que temer del advenimiento de un régimen islámico. Vestidas de día con impenetrables burkas negros, las ricas saudíes se transformaban de noche en aves del paraíso, se emperifollaban con corpiños, sujetadores calados y tangas engalanados con puntillas multicolores y pedrería; exactamente a la inversa que las occidentales, elegantes y sensuales durante el día porque estaba en juego su status social y que se marchitaban de noche al volver a sus casas, abdicando agotadas de cualquier perspectiva de seducción, vistiéndose con ropa informal y holgada.”



…..



“-Es la sumisión -dijo con voz queda Rediger-. La idea asombrosa y simple, jamás expresada hasta entonces con esa fuerza, de que la cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta. Es una idea que no me atrevería a exponer ante mis correligionarios, que quizá la juzgarían blasfema, pero para mí hay una relación entre la absoluta sumisión de la mujer al hombre, tal como la describe Historia de O, y la sumisión del hombre a Dios, tal como la entiende el islam. Mire -prosiguió-, el islam acepta el mundo, y lo acepta en sus integridad, acepta el mundo tal cual, para hablar como Nietzsche. El punto de vista del budismo es que el mundo es dukkha: inadecuación, sufrimiento. El cristianismo por su parte manifiesta serias reservas: ¿acaso no se califica a Satán de «príncipe del mundo»? Para el islam, en cambio, la creación divina es perfecta, es una obra maestra absoluta. ¿Qué es en el fondo el Corán sino un inmenso poema místico de alabanza? De alabanza al Creador y de sumisión a sus leyes.”



…..



“Era también nietzscheana su hostilidad sarcástica e hiriente respecto al cristianismo, que reposaba únicamente según él en la personalidad decadente, marginal de Jesús. El fundador del cristianismo había disfrutado de la compañía de mujeres y eso se notaba, escribía. «Si el islam desprecia el cristianismo», citaba, retomando al autor de El anticristo, «tiene mil razones para ello; el islam se basa en «hombres»…La idea de la divinidad de Cristo, proseguía Rediger, era el error fundamental que ineluctablemente conducía al humanismo y a los «derechos del hombre». Eso también ya lo había dicho, y en términos más duros, al igual que sin duda se habría adherido a la idea de que el islam tenía la misión de purificar el mundo desembarazándolo de la doctrina deletérea de la encarnación.”



(Michel Houellebecq Sumisión, páginas 66, 88, 245, 256)

8 comentarios:

  1. Este libro tengo que leerlo. Sólo espero que la realidad no supere a la ficción y la novela no sea una obra premonitoria, es mejor que permanezca en el ámbito de la fantasía, por el bien de las mujeres.

    Saludos!

    http://losantojosdeclara.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  2. Clara: yo también espero que no, al menos en corto plazo que Europa no esté gobernada por ningún partido islamista, por muy moderado que sea. Que restaure el patriarcado, la poligamia y que enaltezca la sumisión (de la mujer al hombre) como un increible placer. Houllebecq es un provocador nato y posiblemente lo que pretende es advertirnos de que eso puede ocurrir. Ahora bien, en el año 2022 esa política ficción es imposible, creo yo, que tome cuerpo en ningún país europeo, ni siquiera en el Al Ándalus que reivindican los salazistas, el Estado Islámico y Al Qaeda entre ellos. Gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, para mi manera de pensar, creo que sería dar un salto gigante de cangrejo, regresaríamos a la era de las cavernas, después de todo lo que a la mujer le ha costado tomar un papel importante ante la sociedad.
    Yo respeto la manera de pensar de cada religión y país, pero no quiere decir que la comparta y la verdad me asusta, ya que soy mujer, espero que como comentó Clara, sólo sea fantasía y no rebase la idiosincrasia de cada país en una realidad que lamentaremos. La ley mosaica, presenta a la mujer como un ser dependiente del hombre, la musulmana es muy parecida, aquí entran los derechos humanos, todos somos iguales en cuanto a la humanidad corresponde, pero muchas mujeres han sido sometidas en muchos aspectos y aún sufren de la abstinencia de muchos colores, las batallas que la mujer ha enfrentado ante el machismo, la violación de derechos, la censura sobre todo de carácter, nos ha llevado no solo a la prehistoria, si no a un fetichismo masculino excesivo y muy difícil de remediar. Ahora que sería bueno leer el punto de vista del autor, que parece nos alerta hacia un mundo en decadencia trascendental.
    Te felicito por tu reseña, es muy completa y logras abrir el apetito de saber más sobre este libro llamado Sumisión, con el que no quisiera enfrentarme en la realidad. Gracias Francisco, abrazos de luz.

    ResponderEliminar
  4. Curiosa anticipación al futuro....


    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Gracias una vez más Araceli por tu inteligente lectura. Yo también espero que jamás regresemos a las cavernas del patriarcado y de la la asoluta sumisión de la mujer al varón. Pero a los musulmanes no vale replicarles con los derechos humanos porque si algo rechazan es precisamente eso. Si te fijas en el cuarto fragmento que reproduzco, verás que el islam considera a Jesús de Nazaret un gran profesta pero nunca un dios (ellos son monoteistas en el sentido más estricto. En el cristianismo es muy dificil de conciliar el dogma de la Trinidad con el monoteismo). Pero lo que más les repugna es que ese Jesus divinizado se haya encarnado y con ello haya puesto las bases de los derechis del hombre. Cito, aunque no literalmente una parte de ese texto: "La idea de la divinidad de Cristo era el error fundamental que ineluctablemente conducía al humanismo y alos derechos del hombre". En mi opinión losderechos del hombre no deben anclarse en ningún credo religioso. Brotan de la dignidad humana, al margen de cualquier creencia religiosa. Y eso derechos sí que consagran la plena igualdad de hombres y mujeres. Ese es el humanismo que debe de estar como base de nuestra cultura y civilización y que los venimos escuchando desde los albores de la Revolución franecesa

    ResponderEliminar
  6. Creo que has sabido sintetizar muy bien la diversidad de temas que plantea esta novela, muchos de los cuales me pasaron desaprcibidos en mi apresurada lectura. Sin duda este autor da para mucho, y lo consigue con un estilo como dices muy directo: es capaz de dejar un poso muy grande a pesar de su estilo tan sencillo, a veces diría que casi "documental". A pesar de lo mucho que se comenta sobre su presunta islamofobia, este es un libro que nos interroga sobretodo a nosotros y nuestros supuesto valores. A conseguido ser un autor fundamental hoy en día, incluso aunque pueda no gustar, cosa que no está al alcance de todos.
    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  7. Leyendo toda tu reseña, iba sonriendo al acercarme al final, y me encuentro con el mismo pensamiento que me provocaba la sonrisa de la que hablo, cuando leo, que la novela se presta a todo menos al aburrimiento. Justamente venía imaginando al personaje al que se le va quitando todo, como dices y pensaba que la leería sólo por el hecho de tantos temas y subtemas que por lo visto se dan y llevan al lector a una discusión casi seguro, porque se plantea desde ambigüedades. Me inclino a pensar que un tema tan discutido y discutible muestra la provocación como estrategia para su lectura.
    Confieso que al principio de tu reseña imaginé una obra muy inteligente desde el punto de vista de atracción, captación de lectores, casi una seducción literaria para tener que llegar al libro. Pero seguro que la terminaría de muy malhumor, porque me doy cuenta que no es la primera vez en la historia de la literatura que algún escritor se adelanta a los hechos. Lo importante en ese caso es que quien lo escribe sea para alertar y desde la buena intención de prevenirnos, tal como Orwell, Huxley y tantos otros. Lo que no me parece adivinar en este autor, habiendo leído su historia personal.
    Aunque ¿Quién puede saber lo que realmente se propone un autor, en nuestros días, en un mundo tan veleidoso, inconstante, vanidoso y sobre todo tan mentiroso?
    Queda claro que es una novela que se presta a la discusión de muchos temas. La leería, a pesar de saber ya, que voy al encuentro de una sensación de inquietud y/o de enojo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Fascinante, amigo. Es como la crónica de un futuro anunciado. No creo que pueda llegar a ese futuro, por mi edad, y desearía que no llegara nunca, que la razón se imponga. Un abrazo y gracias.

    ResponderEliminar