Nelson Jiménez Vivero
Publicaciones Entre Líneas, Miami (EE.UU), 2015, 114
páginas.
No, no ha sido la muerte el destino fatal e inexorable
de esas mariposas de la noche que adquirieron vida editorial en el año 2012 en la
editora Revista Entre Líneas. En un poemario rotulado con el título Mariposas noturnas, que quizás suena a antítesis. Antítesis en todo
caso más vital que literaria. Un poemario ganador del certamen literario en español
“Carmeluisa Pinto 2012”. Porque la fortuna y la calidad de los poemas eróticos de
Nelson Jiménez Vivero han hecho que su colactánea de poemas eróticos y / o de amor
cobren vida en una nueva edición en Publicaciones Entre Líneas, en cuyo pórtico
el poeta ha querido honrarme con la reproducción de una buena parte de mi comentario
crítico publicado en esta bitácora el 12 de junio de 2012 y que ahora me parece
oportuno volver a reproducir con leves variantes.
Médico, graduado de escritor, realizador de
programas de radio en Cuba y Venezuela, cantautor, columnista de varios
periódicos, profesor universitario, narrador en formato breve y sobre todo
poeta, poeta cubano residente en la diáspora cubana en Miami, donde actualmente
dirige la emisora Punto y Seguido Radio. Así se autodefine Nelson Jiménez
Vivero, y así lo defino también yo, sobre todo para los lectores de esta orilla
del Océano, que tanto nos separa y que nos priva de la policromía, de todos los
colores, olores y sabores de la poesía centroamericana, de la poesía caribeña.
Seis poemarios y una Coda tienen holgada
cabida en esta hermosa edición de la Publicaciones Entre Líneas. “La Espera”,
“El Hallazgo, “La Pareja”, “La Distancia”, “La Ruptura”, “La Historia” y esa “Coda” que le pone el ramo a esta pulcra
y bella publicación. Casi cien poemas que ven luz en este año favorito de
agoreros, que no son productos de la imaginación -confiesa el escritor-, sino
recuperación, a través de senderos líricos, siempre más cortos, siempre más
enigmáticos, de historias de amor que jamás debieron terminar.
Como las mariposas nocturnas, esclavas de la
luz, amigas de la luna, hoy rompen la obscuridad de la noche y retoman la claridad
y la alegría de la existencia. Y en noche de luna llena, me dejo embrujar, en
efecto por este singular yo poético instalado en el espacio vital de la
soledad, un topos que destruye el
tiempo, el espacio y recupera, la memoria, recobra sobre todo las huellas del
amor.
Escritura nocturna quizás la de Nelson
Jiménez, una agenda noctívaga donde el yo poético se propone registrar, en
abigarrada diversidad, los sentimientos, los pensamientos, los recuerdos que
poblaron sus noches o quizás sus amaneceres. Convencido de que esta es la
chispa que enciende el fuego lírico de Nelson Jiménez, recorro sus versos, el
registro periódico de su intimidad, de un yo que escribe no solo para si mismo
-aunque también es esta escritura autorreferencial-, sino sobre todo para ese “tú”
destinatario de estos poemas que destilan océanos de amor. Y en el recorrido me
embrujan, efímeros e irrecuperables, los secretos camuflajes, las encubiertas
complicidades. Los “tus” íntimos que transitan estos versos, reales pero
opacados y que, sin embargo, siguen nutriendo los cardiogramas todos del alma.
Y por ello mismo, ahora retornan como imágenes copiosas, como memoria, sí como
memoria subjetiva -memoria de la memoria, como proclamó Agustín de Hipona-,
preservadora de promesas y de resistencias.
Dejándonos perder en estos territorios de
enigmática belleza, explotan emociones y sentimientos y nuestro ser es sacudido
por esa gran verdad y milagro del mundo que es la poesía. Es por ello que
regresamos compulsivamente a estas Mariposas
nocturnas, atraídos por la luz de la llama de las velas. Y como ellas en
sus vuelos, los poemas de Nelson Jiménez utilizan mecanismos de navegación, ahora
que viven no solo en sus archivos digitales, sino también en nuestras lecturas.
Serán los puntos cardinales, la estrella polar
del erotismo, un finísimo erotismo, que se nutre en historias de pasión,
esa pasión que, como árbol frondoso, se refugia en el “bosque oxigenante”, que
brota a media noche y mantiene su frondosidad en este “astro perpetuo” que
apenas somos capaces de descubrir.
Poemas extremadamente sensoriales, esculpidos
con igual maestría en la prosa poética, en el verso clásico y en el verso
libre, sin puertas ni fronteras. Versos tallados en la limpieza y en el brillo
de materiales nobles y con la belleza de un tamaño enorme. Observaciones
epigramáticas, algún fragmento meta-escriturario, torrentes de materia
autobiográfica pueblan la poesía e Nelson Jiménez. He aquí pues la substancia
de estas Mariposas nocturnas que se
completaban en la primera edición con los
Poemas del Inestar, recogidos en un CD con el aderezo de música incidental.
Quizás su autor es pequeño y diminuto. Lo ignoro. Inmensos, sin embargo, los ojos
y el espinazo de sus versos.
Francisco
Martínez Bouzas
Nelson Jiménez Vivero |
Poemas de Mariposas Nocturnas
MEJOR ARRÁNCAME EL TIEMPO
“Mejor arráncame el tiempo
que tengo ocupado en pesarte,
y los brazos con que te escribo
y
los sueños y los plazos.
Arráncame todo cuanto quiero darte,
hasta saciarme de esta necesidad
enfermiza
de alcanzar la entrega.
Arráncame el olvido.”
…..
MIENTRAS DORMÍA
“Anoche, mientras dormía
despertaste en mi tu sueño
y me sentí tan pequeño
que en tu bolsillo cabía.
Me sorprendió la osadía
de aquella noble figura
que buscaba una ranura
para escapar hacia el viento,
y me quedé sin aliento
entre el sueño y la locura.”
…..
TU NOMBRE
“El vacío,
lleva tu nombre.
La calle, la red, la búsqueda, la
crueldad
también llevan tu nombre sobre el lomo,
como un caga amarga,
lengua de mis inocencias.
Cuánto no quisiera borrar las letras,
saber que no existes, desarmarte.
Te inventé, me creí, no eres culpable,
solo yo en la locura podía concebirte,
tú nada más que pusiste el rostro,
cada rasgo implantado escapó de ti
y va quedando eso que maneja un auto
de casa en casa rebuscando su índole
paralela,
eso que en tierra crece a montones,
lo que veo en cada esquina de estas
ciudades
donde el amor no pudo emigrar porque era
un lastre
para todos los barcos.”
(Nelson Jiménez Vivero, Mariposas nocturnas, páginas 18, 34, 80)
Tengo la suerte de conocer a Nelson personalmente, de compartir en ocasiones con él. Conozco esta obra suya, que me parece tremendamente humana, de gran profundidad poética, conmovedora. Muchas gracias por atraerlo, amigo. Abrazos.
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