Miljenko Jergovic
Traducción de Luisa Fernanda
Garrido y Tíhomir Pištelek
Ediciones Siruela, Madrid, 2014,
318 páginas
Lea Deutsch fue una niña prodigio nacida en
Zagreb. Cantaba, bailaba y actuaba de tal modo que llegó a ser estrella del
Teatro Nacional de Croacia, siendo conocida como la Shirley Temple croata. Pero
con la ocupación de Croacia por los nazis, además de ver truncados sus sueños y
aspiraciones, únicamente por su condición de judía, fue deportada en 1943 al campo de Auschwitz.
No llegó a ser internada porque falleció
en el tren de la muerte, antes de llegar a su destino. Miljenko
Jergovic, creó su alter ego, o mejor dicho, una recreación libre de Lea, en
Ruta Tannenbaum. En la novela rotulada con el mismo nombre recrea
ficcionalmente la historia de Lea Deutsch. De este modo, sin alterar la
verdadera identidad de la niña prodigio croata, le rinde homenaje, desgranando
de forma realista, y a veces con cínica crueldad, la historia de su personaje,
más anti heroína que heroína, situándola en un tiempo histórico marcado por el
ascenso de Hitler al poder, con personajes inspirados en seres humanos reales,
casi todos hipócritas y egoístas, lo que pone de manifiesto que las víctimas
del nazismo no fueron solamente personas de pulcra rectitud, seres
maravillosos, de comportamiento heroico. El exterminio nazi no hacía
distinciones y muchas de sus víctimas fueron personas con comportamientos
detestables e incluso infames. Entre ellas, la propia protagonista de la
novela, una niña engreída e insolente. Sin embargo, nada de eso exime de una
condena rotunda a los responsables del Holocausto, pero también a todos
aquellos, ciudadanos croatas incluidos, que rechazaron la memoria de Lea
Deutsch y silenciaron su figura.
En la transmutación de Lea Deutsch en la
historia de Ruta Tannenbaum, el autor recrea no pocas similitudes de lo que se
conoce de la niña prodigio croata. Las dos viven en la misma calle; las madres
de ambas comparten el mismo nombre; las dos se revelaron muy pronto como niñas
prodigio y también compartieron el mismo fatídico final. Jergovic añade algo más: basándose en ese buceador que
es la ficción, ahonda en la personalidad no solo de Ruta y de sus familiares,
sino también en la de de sus vecinos judíos o católicos, masacrados igualmente
por el nazismo o por los miembros de la Ustacha.
Con el propósito de no idealizar sin más a
las víctimas, Miljenko Jergovic narra la historia y sobre todo el destino de
dos familias de Zagreb, una judía y la otra católica, que habitan en el mismo
edificio. Son seres reales, con virtudes y defectos que viven en un Zagreb con
gran inestabilidad política y que culmina con la llegada al poder del
nacionalismo racista de los ustachi,
marionetas de Hitler. La novela nos traslada la vida de Ruta Tannenbaum, antes
y durante la Segunda Guerra Mundial. Pero para poder entender la existencia de
Ruta, Jergovic reproduce también la de sus padres, la de su abuelo, todos ellos
judíos, y la de sus vecinos, un matrimonio católico, y la de otros muchos
personajes que viven o malviven al compás de la historia de su país. Ruta se
convierte muy pronto en la actriz infantil más aplaudida por el público de
Zagreb, pero su carrera será corta, porque bajo el régimen de los ustachi será señalizada con la estrella
amarilla de David y deportada junto con toda su familia, por mucho que el padre
se esfuerce en ocultar su verdadero origen judío. Como ya he señalado, Ruta no
solo se distingue por su talento para la música y las tablas, sino también por
su carácter impertinente, presuntuosa y creída de sí mismo.
Imagen real de Lea Deutsch |
Narrada en tercera persona, con una prosa
densa y muy elaborada, prosa contundente, no exenta del mordiente del sarcasmo
y de la ironía, para relatar la cruda realidad del trágico abismo al que fueron
precipitadas personas normales o dotadas de gran talento artístico, pero
sobrepasadas por las aciagas circunstancias que hacen que explote la cobardía,
la hipocresía, que suele anidar en lo más profundo de los seres humanos y que,
como en la novela de Jorgovic, aflora al compás de las oscilaciones de la
historia.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Solo
al cabo de medio año, a finales de mayo de 1936, Ruta Tannenbaum vio por
primera vez su nombre en un cartel de teatro. Pero no escrito abajo del todo,
con letras diminutas y las consabidas erratas, sino justo al lado de la gran
Biserka Herm, a cuya
La dama de las camelias no la habían
dejado entrar el otoño pasado, y por encima del nombre de Branko Mikoci,
nuestro famoso director. El nombre de Ruta figuraba escrito, igual que el de
Biserka Herm, con gruesas letras rojas como la sangre y el de Mikoci ere
diminuto y amarillo, como si en cualquier momento fuera a borrarse por
completo.
¡Oh,
qué feliz se puso Ruta cuando de la noche a la mañana empapelaron toda la
ciudad con los carteles! Y en vísperas de la segunda función reconoció al joven
moralista que le había impedido entrar a ver La dama de las camelias y que por aquel entonces no quería hablar
con ella, sino que todo lo que tenía que decirles se lo dijo a la tía Amalija.
Como si Ruta fuera imbécil, retrasada mental, como si fuera el pequeño Saša
Papo y se le cayera la baba.”
…..
“-Oh,
mein lieber Führer. -La formidable Betty Bloomberg tropezaba delante de Hitler
y el Führer se llevaba la mano al pecho. Alrededor corrían sus pajes, alguien
trajo agua y azúcar en una bandeja de plata, pero el Führer hizo un gesto con
la mano y no podía apartar la vista de los grandes ojos de Betty, los más
grandes y los más oscuros que jamás había mirado, y en los que se podía ahogar
como en un helado lago alpino. El jefe del gran Reich alemán sentía que se
hundía y ahogaba y que el universo no tardaría en volverse tan angosto que
apenas podría respirar una vez más.
Mientras
caía y trataba de encontrar la caída mejor y más convincente que salvaría al
mundo, y cubierta de barro y sangrando pronunciaba su única frase, Ruta
Tannenbaum no podía saber que ya nadie se asomaba a las ventanas del patio y
que se habían bajado todas las persianas y cerrado con llave todos los
portales.
Dos
hombres con fusiles, apoyados en el Mercedes, estaban esperando que Ruta los
viera.”
(Miljenko Jergovic, Ruta Tannenbaum, páginas 139, 315-316)
Gracias, amigo, conozco al autor ahora mismo por medio de tu detallado bosquejo. Tampoco recordaba haber oído de la niña. Es una suerte que estés acá. Un abrazo.
ResponderEliminarRealmente interesante.
ResponderEliminarSaludos