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miércoles, 20 de mayo de 2015

LA TRAGEDIA DE LA NIÑA PRODIGIO DE ZAGREB



Ruta Tannenbaum

Miljenko Jergovic

Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tíhomir Pištelek

Ediciones Siruela, Madrid, 2014, 318 páginas



   Lea Deutsch fue una niña prodigio nacida en Zagreb. Cantaba, bailaba y actuaba de tal modo que llegó a ser estrella del Teatro Nacional de Croacia, siendo conocida como la Shirley Temple croata. Pero con la ocupación de Croacia por los nazis, además de ver truncados sus sueños y aspiraciones, únicamente por su condición de judía,  fue deportada en 1943 al campo de Auschwitz. No llegó a ser internada porque falleció  en el tren de la muerte, antes de llegar a su destino. Miljenko Jergovic, creó su alter ego, o mejor dicho, una recreación libre de Lea, en Ruta Tannenbaum. En la novela rotulada con el mismo nombre recrea ficcionalmente la historia de Lea Deutsch. De este modo, sin alterar la verdadera identidad de la niña prodigio croata, le rinde homenaje, desgranando de forma realista, y a veces con cínica crueldad, la historia de su personaje, más anti heroína que heroína, situándola en un tiempo histórico marcado por el ascenso de Hitler al poder, con personajes inspirados en seres humanos reales, casi todos hipócritas y egoístas, lo que pone de manifiesto que las víctimas del nazismo no fueron solamente personas de pulcra rectitud, seres maravillosos, de comportamiento heroico. El exterminio nazi no hacía distinciones y muchas de sus víctimas fueron personas con comportamientos detestables e incluso infames. Entre ellas, la propia protagonista de la novela, una niña engreída e insolente. Sin embargo, nada de eso exime de una condena rotunda a los responsables del Holocausto, pero también a todos aquellos, ciudadanos croatas incluidos, que rechazaron la memoria de Lea Deutsch y silenciaron su figura.

   En la transmutación de Lea Deutsch en la historia de Ruta Tannenbaum, el autor recrea no pocas similitudes de lo que se conoce de la niña prodigio croata. Las dos viven en la misma calle; las madres de ambas comparten el mismo nombre; las dos se revelaron muy pronto como niñas prodigio y también compartieron el mismo fatídico final. Jergovic  añade algo más: basándose en ese buceador que es la ficción, ahonda en la personalidad no solo de Ruta y de sus familiares, sino también en la de de sus vecinos judíos o católicos, masacrados igualmente por el nazismo o por los miembros de la Ustacha.

   Con el propósito de no idealizar sin más a las víctimas, Miljenko Jergovic narra la historia y sobre todo el destino de dos familias de Zagreb, una judía y la otra católica, que habitan en el mismo edificio. Son seres reales, con virtudes y defectos que viven en un Zagreb con gran inestabilidad política y que culmina con la llegada al poder del nacionalismo racista de los ustachi, marionetas de Hitler. La novela nos traslada la vida de Ruta Tannenbaum, antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Pero para poder entender la existencia de Ruta, Jergovic reproduce también la de sus padres, la de su abuelo, todos ellos judíos, y la de sus vecinos, un matrimonio católico, y la de otros muchos personajes que viven o malviven al compás de la historia de su país. Ruta se convierte muy pronto en la actriz infantil más aplaudida por el público de Zagreb, pero su carrera será corta, porque bajo el régimen de los ustachi será señalizada con la estrella amarilla de David y deportada junto con toda su familia, por mucho que el padre se esfuerce en ocultar su verdadero origen judío. Como ya he señalado, Ruta no solo se distingue por su talento para la música y las tablas, sino también por su carácter impertinente, presuntuosa y creída de sí mismo.

  
Imagen real de Lea Deutsch
Todo ello hace de Ruta Tannenbaum una novela coral: no solo se nos narra la tragedia de Ruta, sino también la de sus padres, abuelo, vecinos y la de una amplia gama de personajes que nos permiten percibir la verdadera radiografía de la sociedad croata de aquellos años, una sociedad donde la religión, la nacionalidad o la posición social determina lo que eres como ser humano. No omite el autor las responsabilidades colectivas: la de los fascistas croatas y también la de los ciudadanos corrientes que, con su silencio colaboraron indirectamente a la macabra suerte de Lea Deutsch, representada en la ficción por su alter ego.

   Narrada en tercera persona, con una prosa densa y muy elaborada, prosa contundente, no exenta del mordiente del sarcasmo y de la ironía, para relatar la cruda realidad del trágico abismo al que fueron precipitadas personas normales o dotadas de gran talento artístico, pero sobrepasadas por las aciagas circunstancias que hacen que explote la cobardía, la hipocresía, que suele anidar en lo más profundo de los seres humanos y que, como en la novela de Jorgovic, aflora al compás de las oscilaciones de la historia.



Francisco Martínez Bouzas



                                                 
Miljenko Jergovic

Fragmentos



“Solo al cabo de medio año, a finales de mayo de 1936, Ruta Tannenbaum vio por primera vez su nombre en un cartel de teatro. Pero no escrito abajo del todo, con letras diminutas y las consabidas erratas, sino justo al lado de la gran Biserka Herm, a cuya La dama de las camelias no la habían dejado entrar el otoño pasado, y por encima del nombre de Branko Mikoci, nuestro famoso director. El nombre de Ruta figuraba escrito, igual que el de Biserka Herm, con gruesas letras rojas como la sangre y el de Mikoci ere diminuto y amarillo, como si en cualquier momento fuera a borrarse por completo.

¡Oh, qué feliz se puso Ruta cuando de la noche a la mañana empapelaron toda la ciudad con los carteles! Y en vísperas de la segunda función reconoció al joven moralista que le había impedido entrar a ver La dama de las camelias y que por aquel entonces no quería hablar con ella, sino que todo lo que tenía que decirles se lo dijo a la tía Amalija. Como si Ruta fuera imbécil, retrasada mental, como si fuera el pequeño Saša Papo y se le cayera la baba.”



…..



“-Oh, mein lieber Führer. -La formidable Betty Bloomberg tropezaba delante de Hitler y el Führer se llevaba la mano al pecho. Alrededor corrían sus pajes, alguien trajo agua y azúcar en una bandeja de plata, pero el Führer hizo un gesto con la mano y no podía apartar la vista de los grandes ojos de Betty, los más grandes y los más oscuros que jamás había mirado, y en los que se podía ahogar como en un helado lago alpino. El jefe del gran Reich alemán sentía que se hundía y ahogaba y que el universo no tardaría en volverse tan angosto que apenas podría respirar una vez más.

Mientras caía y trataba de encontrar la caída mejor y más convincente que salvaría al mundo, y cubierta de barro y sangrando pronunciaba su única frase, Ruta Tannenbaum no podía saber que ya nadie se asomaba a las ventanas del patio y que se habían bajado todas las persianas y cerrado con llave todos los portales.

Dos hombres con fusiles, apoyados en el Mercedes, estaban esperando que Ruta los viera.”



(Miljenko Jergovic, Ruta Tannenbaum, páginas 139, 315-316)

2 comentarios:

  1. Gracias, amigo, conozco al autor ahora mismo por medio de tu detallado bosquejo. Tampoco recordaba haber oído de la niña. Es una suerte que estés acá. Un abrazo.

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