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miércoles, 30 de julio de 2014

EL FÚTBOL Y SU PODER NARRATIVO



 
Manual de fútbol
Un libro fuera de juego
Juan Tallón
Prólogo de Manuel Jabois
Edhasa, Barcelona, 2014, 127 páginas.

   A pesar de sus cinco libros ya publicados, Juan Tallón (Vilardevós, 1975) sigue siendo un escritor sin pose ni carrera -no le gusta tomarse en serio, confiesa-, pero está dotado de un fino oído, un mejor olfato y mucha mejor mano para el desenmascaramiento social. Todo teñido con gracia y humor, no sé si específicamente gallegos pero sí universales. Juan Tallón publica en gallego y en español. Los tres libros editados en gallego, la lengua original en la que suele escribir, son novelas serias e incluso trágicas. Socarronas, escritas en un tono ácido pero muy divertidas la dos publicadas en español. Lo último que le han editado va de fútbol. Algo que no es para el autor un deporte -del que dice no saber nada-, sino un relato, una ficción. Si bien no sabe si el fútbol es cultura. Hablará con Kant para averiguarlo. Mas el autor, sin entender muy bien lo que ha hecho al escribir Manual de fútbol, lo define con palabras mayores: una metafísica de la portería, áreas, penalti, vestimenta, banquillo…En otras palabras, el futbol es para el autor un buen instrumento para hablar de forma muy solazada de anécdotas futboleras, de lo divino y de lo humano, de cosas que nada tiene que ver con el fútbol. Si no lo hace de instintos caníbales es porque la edición del libro es anterior a los Mundiales 2014.
   Por supuesto que Juan Tallón es de los que baja del pedestal para hablar de fútbol, aunque insiste en su idea de que el fútbol es un relato, una narración, lo que le proporciona gran capacidad metafórica, genera narraciones homéricas e incluso, como acabo de apuntar, una metafísica de la portería.
   Y así cuenta Juan Tallón el fútbol: como relato sobre la actividad humana que genera este deporte y sus componentes. El balón, en primer lugar, que,  a pesar de poder ser cualquier cosa, no se debe tutear, porque en casos extremos hasta en demonio se puede convertir. Por eso mismo es preciso patearlo lo más lejos posible. Otras veces demanda un trato más serio: es don balón, como el presidente de Estados Unidos. Y casi a la par que el balón, la portería que puede representar múltiples cosas o incluso amores: un santuario, el sofá preferido, aunque a veces se venga abajo, la patria secreta, el bar, la cama, un buen lugar para morrear con tu chavala, leer una revista o pensar en la abuela cuando el área es un solaz  como una tranquila tarde de playa. El área es donde se mata y se muere; a veces se transfigura en Troya, Ítaca, Arcadia o en algo más cotidiano: en una casa de putas. El corner, la esquina del campo donde pueden llover todo tipo de objetos, hasta la cabeza de un cerdo; pensado especialmente para el drama e incluso para limpiarse los mocos.
   El relato del fútbol le da cobijo así a algunos goles como cuchillos, a pasar frío en verano, sudar en invierno, silencios solemnes, banquillos que son cárceles o cementerios, sexo en los vestuarios de Maracaná, al gol, tan importante como la poesía  (yo diría: mucho más) para algunos entrenadores, patadas sonadas, lo más fuerte que se pueda si el delantero es negro ya que no se le ven los hematomas. Penaltis que son agonías, miedos y esperanzas. Unos, con épica, otros sin ella. Las tarjetas que son los revólveres de los árbitros, monosílabos que lo dicen todo. El fuera de juego, una especie de muerte agazapada, una trampa, a veces artística, incluso un concepto filosófico. Finalmente el resultado que demanda una larga cocción, sus trámites y puede ser que no sea un fin en sí mismo, como afirmaba Guardiola, si bien estoy seguro de que pocos se abonan a sus palabras. Y el postfútbol : la crónica escrita por periodistas que a veces acaban destituidos por los presidentes.
    Juan Tallón se va de la lengua y confiesa que cuando habla de fútbol, casi nunca acostumbra hablar de fútbol y que, en todo caso, para entender las incoherencias que lo hacen apasionante es posible que sea preciso enfrascarse en Berkeley, Hume, Kant, Locke y Descartes. Casi como en la Selectividad! Porque el fútbol tiene más que ver con la vida que con el deporte. Y para definir la vida no hay nada mejor que las metáforas. Por eso Manual de fútbol es un libro metafórico hasta la médula. Posiblemente Juan Tallón no sabe jugar al futbol, nunca lo fichó el Atlético de Madrid, pero es indudable  que sabe hilvanar una perfecta narración del fútbol desde la plataforma de su historia y de los cientos de anécdotas que lo habitan y lo construyen como mito.
   No renuncia el autor a la intertextualidad, una marca distintiva de su escritura. Dialoga con el cine y con multitud de escritores, sin canivalizarlos ocultamente, trayéndolos a cuento porque, valga o no la redundancia, a cuento vienen. Desde Howard Hawks o William Faulkner, los primero, hasta Marilyn Monroe como Rose Loomis en Niágara y Harold  Brodkey,  que son los últimos.
   Libro casi siempre desenfadado, iconoclasta, rompedor de lo divino y de los humano (“Cuando eres hijo hay una norma sagrada: obedece a la séptima. Antes es ser un mal hijo”, páginas 100-101). Mas es ese desenfado lo que precisamente convierte a esta breve pieza narrativa en un libro distinto, fuera de juego, como reza su subtítulo. Y al fútbol, en algo traído por los extraterrestres, tal como escribe Manuel Jabois en un prólogo tan divertido como el  texto que le sigue.

Francisco Martínez Bouzas
          


Juan Tallón

Fragmentos

“Cuando conviertes la portería en tu oficina, te sometes a los riesgos de toda la clase trabajadora: la pereza y el cansancio. Ahí está la historia de Carlos El Loco Fenoy, mítico portero del Newell’s Old Boys (Argentina). Durante sus entrenamientos más desganados, se limitaba a clasificar los balones que le lanzaban los compañeros en dos grandes grupos: parables e imparables. No se movía, sólo clasificaba: «parable», «fuera», «palo», «imparable»…Si alguien le reprochaba algo, ponía cara de intelectual y decía: «Hoy, teoría».
La portería, en cierto sentido, también es una patria secreta, como la infancia o el bar o la cama. Tal vez por esa razón, en algún momento de sus vidas la custodiaron individuos como Dalí, Julio Iglesias. Incluso Nabokov. ¡Nabokov, señores y señoras! «Me apasionaba jugar de portero» -confesaba.”

…..

“Hace algunos años, para que no molestase a la redacción, el jefe de deportes de mi experiódico me envió a entrevistar a un jugador del Ourense F. C. No recuerdo bien su nombre. Era algo de Acuña. Nos fumamos un paquete de tabaco a medias y bebimos seis cervezas, y cuando le pregunté en qué parte del campo se desenvolvía mejor, respondió que «en el banquillo». Me recordó a Jorge Edwards, cuando decía que su mejor novela era una que no había escrito todavía. Acaricié la ironía de Acuña como si fuese un jarrón de bronce y la usé para titular a cuatro columnas la entrevista. Esa noche me fui  a la cama desasosegado, pensando en los futbolistas y en los banquillos. Y un poquito en la muerte. Porque el banquillos va en general de eso, de morir, y al acabar, pegarte una ducha y salir para casa, confiando en que haya algo en la nevera para cenar.”

…..

“El fútbol es para contar. No es un deporte, contra las evidencias, sino un relato. Jugarlo a secas, como si fuese un altercado de once tipos contra once tipos, limitados por el tiempo y el espacio, resulta del todo vulgar y efímero. La belleza se escribe. Ahí, en la crónica de lo que sucedió en el campo aquel día, cuando llovía como si hiciese sol, y la tristeza de los espectadores adquiría tintes de felicidad, es donde el fútbol se vuelve una leyenda, el asunto más importante que te traes entre manos en toda la semana. Y para eso se necesitan periodistas, hombres y mujeres que lo fían todo a describir lo que ven con sus ojos a base de sustantivos y verbos, muchos verbos. Nada de esto quita para que, en la primera fila del palco, las directivas se vuelvan a menudo hacia la zona de los medios de comunicación, y entre dientes susurren para sí, con gran desprecio: «La prensa». Lo susurran con esa mezcla de asco, repugnancia y miedo que los Cusamano emplean para describir en voz baja a sus vecinos los Soprano: «La mafia». En realidad, muchos directivos piensan como los Cusamano: la prensa es una organización malhechora, formada por esa clase de tipejos dispuestos a decir que el equipo jugo mal…”

(Juan Tallón, Manual de fútbol, páginas 27, 53, 123)

2 comentarios:

  1. Un gran relato sobre la actividad humana que genera este deporte ... ¿el opio del pueblo del siglo XXI?

    Saludos

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  2. Me parece muy divertido. Si lo veo por ahí me lo llevo.

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