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martes, 26 de noviembre de 2013

"HACER EL AMOR" Y "ELOGIO DEL FETICHISMO", NOVEDADES DE EDITORIAL SIBERIA



Logo de Editorial Siberia

   Editorial Siberia es un pequeño sello editorial independiente que, a pesar de la crisis, nace con la intención de descubrir y proveernos de buena literatura, tanto de narrativa traducida, como de aquella escrita directamente en español, como es el caso de Lista de desaparecidos de Andrés Barba y Pablo Angulo, recientemente comentada en este cuaderno de crítica y noticias literarias.

   Es la forma que tiene Iria Rebolo, la editora de Siberia y todas aquellas personas que con ella colaboran, de luchar contra el libro único. Hoy me hago eco de dos novedades que, en su día, fueron éxitos literarios en la narrativa francesa. Descubrimos pues los libros de Siberia para desvelar la naturaleza no de ese territorio real solitario, sino para descubrir un lugar imaginario donde tiene cabida la literatura.

   Traigo pues a este blog noticia de dos novedades de Siberia editadas este año. Es la impresión provisional, la primera ojeada, extraída sobre todo de la presentación editorial y en el caso de Elogio del fetichismo del prólogo de Vicente Molina Foix. En otros momentos volveré sobre estos libros con reseñas más reposadas y valorativas.



Hacer el amor


Jean-Philippe Toussaint

Traducción de David Martín Copé

Editorial Siberia, Barcelona, 2013, 120 páginas.



   El autor Jean-PhilippeToussaint (Bruselas, 1957) es un escritor belga que compagina su profesión con la de cineasta. Es autor de ocho novelas y varios relatos, todo ello publicado en la prestigiosa editorial francesa Les Éditions de Minuit, que se caracterizan por un estilo minimalista y en las que los personajes y las cosas no tienen más significado que el suyo propio. Ha obtenido el Prix Victor Rossel en 1997, el Prix Médicis en 2005 y el Prix Décembre en 2009. Sus novelas han sido traducidas a más de veinte idiomas entre los que se encuentran el castellano, el gallego y el catalán. Además de escritor, Jean-Philippe Toussaint es director y guionista de cine y fotógrafo (Fuente: Wikipedia). La verdad sobre Marie es posiblemente su novela más conocida.

   Hacer el amor es la historia de una ruptura amorosa. Protagonizan la novela una pareja que asiste confundida a la desintegración de su relación  sentimental y hacen el amor por última vez, como si fueran unos completos desconocidos. La trama se desarrolla en la ciudad de  Tokio, un escenario del final de su amor casi irreal. Habitaciones de hotel, neones, calles nevadas, seísmos de baja intensidad… y una misteriosa botella de ácido clorhídrico acompaña acompañan al protagonista hacia el final presentido, el desamor.





Elogio del fetichismo


Pierre Bourgeade

Traducción de David Cauquil

Prólogo de Vicente Molina Foix

Editorial Siberia, Barcelona, 2013, 224 páginas.



   Pierre Bourgeade (Morlanne, 1927) fue un escritor francesa fallecido en el año 2009. Autor de una amplísima obra en todo los géneros literarios. Fotógrafo y realizador de cine así mismo. Autor iconoclasta y provocador, pivotó su obra sobre temas como el erotismo, el sexo, la soledad. Autor así mismo de múltiples novelas negras. Numerosos premios y distinciones acompañaron su carrera literaria.

   Elogio del fetichismo bascula entre la narrativa y el ensayo. La obra es una celebración del erotismo en todas sus posibles e infinitas formas. Bourgeade, observador fetichista y de mirada rigurosa y casi clínica, nos lleva en un recorrido literario, desprovisto de juicios morales, a través de las múltiples piezas que componen el rompecabezas del deseo. Amar la parte por el todo. El lector se convierte en voyeur involuntario de relatos, confesiones, poemas y una singular antología de textos de autores como Sade, Rimbaud, Montaigne, Baudelaire o Georges Bataille.

   De la obra de Bourgeade escribe el prologuista: “Siendo escritor además de adepto, suponemos una variada gama de fijaciones en lo más rebuscadamente obsceno, Bourgeade tiene a dejar de lado el flujo ensaístico y dar paso al narrador. El libro está compuesto en muchas de sus páginas de relatos verídicos o narraciones orales que él pone por escrito con gracia sicalíptica. Es muy ocurrente en el capítulo VII la lectura necrófila de La colonia penitenciaria de Kafka, con el excurso propio sobre el número de agujeros penetrables en un cuerpo de mujer: siete, dice Bougeade, aunque si se cuentan los ojos son nueve (…) Este libro de resonancias tan satánicas también está escrito para gente como yo y como usted, que tampoco pertenece  a la cultura del mal autoinfligido y la esclavitud voluntaria” (páginas 11-12)



Francisco Martínez Bouzas

lunes, 25 de noviembre de 2013

"EL USO DEL HOMBRE", UNA INMERSIÓN EN EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS



El uso el hombre
Aleksadar Tisma
Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek
Acantilado, Barcelona, 2013, 336 páginas.

   La literatura serbia tuvo durante el pasado siglo en Ivo Andric a su más reconocido representante. En nuestros días, la pluma de Danilo Kis recorre la narrativa serbia más reciente. En su influencia bebe Aleksandar Tisma (Novi Sad, Voivodina, 1924-2003), autor del ciclo “Ramas entrelazadas”, que el escritor consideró como su Pentateuco sobre el Holocausto, una valiente y conmovedora inmersión en el corazón de las tinieblas. Cinco novelas de las que Acantilado ha publicado tres: El Kapo (2004), El libro de Blam (2006), El uso del hombre (2013) y a las que hay que sumar Escuela de impiedad (versión en serbio, 1978) y Lealtad y traición (1983, así mismo en la versión original).
   Aleksadar Tisma creo en Novi Sad un lugar para la literatura europea comparable al Trieste de Svevo o a Danzica de Gunther Grass. Nacido como Danilo Kis en Voivodina, halla en su propia biografía los motivos de fondo de su obra literaria. Escritor inmenso y comprometido, empeñado en temas nada simples como el poder, el fascismo, el Holocausto, los nacionalismos excluyentes, el universo maligno del lager, el drama del sobreviviente que le hace gritar: “Todos los que sobrevivimos a la Segunda Guerra Mundial somos cómplices y culpables de la muerte de los demás”.
   Mas las novelas de Tisma, además de piezas testimoniales, son obras de gran calidad literaria que se imponen por su fuerza evocativa, sin desertar el escritor del deber de escrutar y describir de forma amplia y profunda aquella zona gris o negra de la sociedad humana en la que la aniquilación de sus miembros no solo es posible, sino que parece un hecho intranscendente.
   El uso del hombre es un ejemplo perfecto de lo que acabo de escribir, un fiel reflejo del totalitarismo, capaz de convertir la realidad humana en un mero accidente irrelevante, como se desprende del título de la novela, “donde se escribe la gramática del poder” como ha definido a la novela Rafael Narbona. El texto de A. Tisma gira alrededor  de la ocupación nazi de la antigua Yugoslavia y refleja el indescriptible dolor desatado por el nazismo y el poder dictatorial estalinista al finalizar la Guerra.
   La novela se desarrolla en Novi Sad. La ciudad danubiana está habitada por un conjunto étnico heterogéneo: serbios, húngaros, suabos de habla alemana, judíos, capaces sin embargo de vivir en armonía. Pero la llegada de los “Nuevos Tiempos” del régimen colaboracionista del almirante Miklós Horthy siembra en la pacífica población el terror y la muerte. Primero fue el terror nazi, posteriormente para los sobrevivientes, algo parecido en los campos de internamiento comunistas. El uso del hombre es un inmenso friso del drama en el que el lector se encuentra con múltiples historias cruzadas, todas ellas atenazadas por el espanto nazi. Entre el mosaico de personajes, cobran especial relieve Anna Drentvensek, profesora particular de alemán que, por sus orígenes, representa el país de los grandes genios en las letras y en la música, pero también el expansionismo alemán. Anna escribe un diario, reproducido en la parte final del libro, que abarca desde mayo de 1935 hasta primeros de noviembre de 1940. Ella actuará como hilo aglutinador del relato. Alumnos suyos son Vera Kroner y Skredoje Lazukic. Hija de un comerciante judío la primera, casado con una prostituta alemana que acepta el matrimonio con un judío para escapar de la miseria. Lazukic lo es de un abogado serbio que profesa un nacionalismo extremado. Deportados a Auschwitz, Vera, muy atractiva y sensual, se ve obligada a prostituirse y eso la salva del exterminio, pero crea en su interior una incurable ruptura psicológica que afecta a su futuro afectivo: la necesidad de debatirse entre dos polos, elegir entre la ética o la supervivencia.
   La novela narra así mismo la Shoah de los judíos, recreada con un realismo escalofriante. La deportación en vagones de ganado, las inhumanos y caprichosas selecciones, las cámaras de gas, los crematorios.
   En definitiva, el uso del hombre, como reza el título, como si fuera un insubstancial y vulgar juguete; con el sexo que empapa buena parte de la novela, como elemento de dominación, como ya había hecho Tisma en la novela A las que amamos. El sexo humillante, medio de supervivencia (el amor pagado) o arma de guerra que se repite invariablemente en todas las contiendas.
   Escritura minuciosa que se deleita en los detalles, retrato realista de aquella inmensa degradación humana, del horror concentrado de forma apocalíptica  en Novi Sad. Estremecedora metáfora del siglo XX.

Francisco Martínez Bouzas



 
Aleksandar Tisma



Fragmentos

“Muertes naturales y violentas. La muerte por asfixia de Sara Kroner, de soltera Davidson, en la cámara de gas de Auschwitz camuflada de baño. Su bamboleo sin el sostén de la mano de Vera, en medio de un griterío cuyo sentido se le escapa, la impotencia de sus dedos para hacer pasar el botón por el ojal del vestido, por lo que se lo arranca una mano ajena, igual que acto seguido le arranca la ropa interior, hasta dejarla en cueros, sólo con la piel arrugada y flácida. Su vergüenza, su lamento que busca protección, que busca a su hijo, que ha quedado en alguna parte, a Vera que ha quedado atrás, su oración que no es más que un murmullo absurdo, porque ya no se agarra a nada, porque no tiene nada salvo un pedazo de jabón que le han puesto en la mano, que es un engaño, se da cuenta cuando los rostros que la rodean se vuelven verdes, los ojos salen de las órbitas, y a ella misma la tos  le sacude el pecho y la boca se le retuerce en vano buscando aire puro, que tampoco queda ya, una bocanada de aire puro.”

…..

“En la sinagoga nos retuvieron tres días, del 25 al 28 de abril. El cuarto día, al alba nos despertaron y nos ordenaron que preparáramos nuestras cosas para el viaje, pero que no hiciéramos ruido, porque la ciudad todavía dormía. Todos nos dedicamos a recoger el equipaje desparramado y luego, custodiados, salimos a la calle. Allí nos hicieron formar y nos llevaron por medio de la calzada hacia la estación. Todavía estaba oscuro. Al que lloraba lo hacían callar, a los que no lograban dominarse los silenciaban a golpes de culata. Un poco más allá de la estación, en una vía secundaria, nos esperaba un tren: una larga fila de vagones de carga con las puertas abiertas y centinelas alrededor. Nos ordenaron subir. Los vagones se llenaron rápidamente y los soldados, siempre desde fuera, empujaban a culatazos a la gente para que trepara y se apretujara. Por fin, estuvimos todos dentro, nos encerraron y echaron el cerrojo a la puerta. Estábamos hacinados, en penumbra; reinó entonces el griterío y la confusión. Unos pedían ayuda, porque tenían contusiones, otros clamaban pidiendo aire, los niños chillaban y las madres intentaban tranquilizarlos.”

…..

“Los soldados alemanes solían entrar en las tabernas de dos en dos, con un aire bastante rígido, como si esto no fuera para ellos un lugar de diversión, sino de obligación, desde el umbral saludaban a un punto indefinido del espacio, se sentaban en una mesa vacía del rincón, se quitaban las gorras y las colocaban ordenadamente en el perchero, pedían cerveza y bebían conversando un buen rato antes de llamar a la chica a su mesa y llegar  aun acuerdo, más con gestos que con palabras, las cuales, por regla general, ella no comprendía. Uno solía salir con la mujer mientras el otro se quedaba guardando la mesa, y luego intercambiaban los papeles. Realizaban esa consumición carnal con una ostensiva rapidez y era evidente que con mucha premeditación: no se entusiasmaban, no se emborrachaban, sino que, una vez satisfechos ambos, continuaban bebiendo lo que habían pedido e intercambiaban sus experiencias con miradas cómplices.”

(Aleksandar Tisma, El uso del hombre, páginas 129, 226, 247)

sábado, 23 de noviembre de 2013

"LA NOVELA PERDIDA DE BORGES": PROPUESTA METALITERARIA DE NOVELA FRACTAL



 
La novela perdida de Borges
Pablo Paniagua
Ediciones Nowtilus, Madrid, 2013, 238 páginas.

   
    Esta novela, si le hacemos caso a la presentación editorial, es un “prodigioso ejemplo de novela fractal”. El fractal (“fractus”, fraccionado) es una conquista de la ciencia moderna o posmoderna, esa ciencia que surge  como ruptura frente  a  la arquitectura racionalista. Trasladada esa infinita dirección al campo literario, el mismo Pablo Paniagua la define así: “aquella que multiplica lo signos lingüísticos dentro de un orden sintáctico, como si se tratara de un juego de espejos que busca en su repetición, en ese juego, una dinámica dentro de lo infinito, de lo laberíntico o lo circular”. 
   Pocos escritores poseen el bagaje de Pablo Paniagua para afrontar el reto de escribir una novela fractal. Porque este madrileño, trasterrado a Guanajuato (México), escribe sobre todo literatura experimental, convencido como está de que es preciso abrir nuevos caminos. Artista conceptual, emplea la palabra como material de trabajo. Iconoclasta, antisistema, periférico, utiliza con frecuencia la literatura para subvertir. Y en esta novela, Pablo Paniagua asume la apuesta de narrar el mundo con las mismas herramientas con las que lo hace la ciencia y, como en su día, ya lo hicieron Cortázar (“Continuidad de los parques”), Borges (“El Jardín de senderos que se bifurcan”) o Georges Perec (“El aumento”).
   Pero en La novela perdida de Borges, además de múltiples detalles fractales, también hay una trama y sobre todo una desmitificación de Borges. La trama deriva su desarrollo de las respuestas a un interrogante: Jorge Luis Borges nunca escribió una novela en formato largo. ¿Cuál fue el motivo? ¿Qué razones psicológicas originaron tal hecho?  John Lehninger, un discutido y polémico historiador canadiense, expulsado de México por haber declarado que la imaginación y la creatividad de Juan Rulfo eran muy limitadas, se dispone  a responder a esa pregunta en una conferencia que imparte en Madrid, en la que revela que Borges era, en efecto, incapaz de componer un texto literario extenso, inepto “para extender el tiempo narrativo” (página 23), a la vez que se regodea con la adicción de Borges a utilizar palabras aparatosas, como el adjetivo “inextricable”, con el que el historiador canadiense titula su conferencia (“El inextricable Borges”).
   Intenta probar la primera hipótesis haciendo referencia a un inconcluso manuscrito de 69 páginas que ha podido cotejar, y que Borges fue incapaz de finalizar debido a la sumisión a una madre dominante y a su falta de virilidad que lo convertía en Georgie. Entre el público que le abuchea -otros le aplauden-, hay un joven que le asesina al grito de “¡Viva Borges!”. Asisten  a la conferencia y son testigos del asesinato dos estudiantes de Literatura, el madrileño Jorge Luis, que se empecina en llamarse Witold Borges y la mexicana Aurora Yazbeck. La chica, en buena medida por sus atributos físicos, convence a Jorge Luis para trasladarse a México e ir tras las pistas del manuscrito de Borges. Y en efecto se trasladan al país azteca,  a la ciudad de Guanajuato, donde serán testigos y se verán inmersos en una historia repleta de peripecias: dudas, recelos, sexo, chantaje, traición.
   La novela concluye con un apéndice ensayístico (“¿Qué es la literatura fractal?”) en el que Pablo Paniagua muestra de manera práctica las características más significativas de la literatura fractal (Desdoblamiento, Visión caleidoscópica, Dinámica circular, Dinámica cíclica, Dinámica laberíntica, Dinámica en la repetición, Dinámica en la mutación, Juego de espejos, Dinámica concéntrica, Proceso invertido). Muchas de esas marcas de una lógica fractal aplicada a la literatura cobran vida en La novela perdida de Borges. Desdoblamiento, duplicidad o triplicidad de voces: el Borges argentino y el joven estudiante madrileño, Jorge Luis Borges que, a su vez, se irá transformando en Witold Borges. Pero es, sobre todo, en el capítulo 22 (páginas 83-86) donde el autor nos ofrece un amplio muestrario de la multiplicación de elementos que constituyen la dinámica fractal que fecunda la novela, multiplicación asentada en la repetición, en una autgeneración de formas, del número 69, tal como en el año 1985 concibió la geometría fractal Benoit Mandelbrot. Son 69 capítulos los que tiene la novela, como las páginas del manuscrito perdido de Borges. El 69 es el número de la habitación en el hotel de la secretaria del conferenciante canadiense; el corazón de Aurora late a 69 pulsaciones por minuto y son 69 así mismo los años que tenía Borges cuando en el año 69 se tomó una fotografía en París; 69 es el número que representa el yin y el yang; Witold Gombrowicz, el contrario y a la vez complementario de Borges, falleció en el año  1969…en fin, el 69 es la postura en la que por primera vez el Borges madrileño hace el amor con Aurora.
   Escrita en primera persona, con desdoblamiento de voces, que en realidad son la misma voz, más la de un ensayista, La novela perdida de Borges desmitifica desde la audacia e irreverencia la obra y la figura del escritor argentino. Pero en la novela, mezcla de géneros y profundamente metaliteraria, coexisten otros planos narrativos que pueden ser del agrado de aquellos lectores que huyen de los experimentalismos literarios: componentes eróticos, tramas policíacas, misterio, breves textos ensayísticos…pueden ser así mismo un buen reclamo para acercarse a esta novela.

Francisco Martínez Bouzas

 
 
Pablo Paniagua


Fragmentos

“Me llamó Jorge Luis Borges  y soy todos los Jorge Luis Borges, tanto el famoso poeta y creador de opúsculos metafísicos, como el joven estudiante de literatura y aprendiz de escritor, y también narrador de una parte temporal de este libro, que acaba de presenciar, en compañía de la preciosa Aurora, la impecable disertación de John Lehninger. El primer Borges, al final, supo de mi existencia cuando el segundo aún ni la sospecha, pues yo soy el generador de esa conciencia que se multiplica en todos los instantes de sus vidas, un flujo fractal como reflejo repetido de una misma idea, de una imagen con nombre y apellido: para un hombre que fue joven y para un joven que será hombre, como el yin  y el yang que mutuan siendo opuestos para encontrase, para intercambiar sus papeles, en un juego sin fin. Ésa es la ventaja de saberse conciencia, de ser, de poder transitar por el espacio y el tiempo sin un cuerpo físico, como un  alma que entrapara gobernar la materia, un pensamiento, traspasando ese simple estado para escrutar el acontecer y situarse por encima del mismo pensamiento, para convertirse en conciencia reinspiración: el pensamiento que sabe sobre su propio pensamiento, sobre su razón de ser.”

…..

“Según parece, ya Jorge Luis sospecha de mi existencia y no sabe si obro por cuenta propia o es una parte desconocida de su ser: la voz del escritor. Ambas cosas, diría yo. Es la parte creativa que está por encima de la conciencia y sus pensamientos, son otros instantes y sus circunstancias u otras circunstancias con sus instantes. Ya está naciendo el Jorge Luis Borges que luchará contra el otro Jorge Luis Borges para marcar la diferencia. ¡Qué divertido juego! Yo luchando a través de otro conmigo mismo, pues yo soy, como ya dije, los dos Jorge Luis Borges. ¡Eso es lo que hago para subsistir y superar lo que fui!”

…..

“Después de la comida, Aurora me llevó a una habitación y dijo nada más entrar:
-Ésta es la habitación de Marta.
No sabía para qué subíamos o por qué me quiso mostrar la habitación de su hermana, ni qué cosa importante tendría que decir, pues sólo se limitó a mirar con ojos libidinosos y a empujarme sobre la cama, a reclinarse sobre mi cintura, desabrochar el cinturón, los pantalones, y buscar mi pene para meterlo dentro de su boca, con un succionar lento de arriba para abajo. Yo estaba en la gloria, en el mismo paraíso, sabiendo que mi parte más íntima y querida estaba dentro de la boca de la mujer soñada. Ella chupaba como una verdadera profesional, mientras yo la observaba complacido. Luego, cesó en su tarea y nos besamos. Alargué una mano para empezar a quitarle la camiseta; ella se echó para atrás, supuse que para hacerlo por si misma y enseñarme por primera vez sus pechos, pero nada de eso pasó y tan sólo se limitó a decir:
-Si quieres que continúe, tienes que hacerlo primero con mi hermana.”

(Pablo Paniagua, La novela perdida de Borges, páginas 27, 81, 131)

lunes, 18 de noviembre de 2013

"MÚSICA DE CÁMARA": Y DE PRONTO LA NOCHE...



Música de cámara
Rosa Regás
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2013, 317 páginas


  Un concierto de voces plurales, con un absoluto dominio de la primera persona, nos sumerge en la esencia vívida y profunda de esta Música de cámara, una lúcida narración  con la que Rosa Regás demuestra que el que tuvo retuvo, y hace gala de sus dotes de gran escritora de ficción. Escribe, en efecto, Rosa Regás (Barcelona, 1933) una novela que huele a siempre, que demuestra que la literatura, la buena literatura, es, como en su día dijo Susan Sontag, un buen modo de resistir a la triunfante ruina de la cultura porque cumple el requisito de la necesidad. Es decir, cuando encierra una historia que hay que contar y lo hace la autora de esa manera, con esa precisión de lenguaje, esa cadencia, intensidad y madurez.
   Esa historia es la de la niña Arcadia, hija de republicanos exiliados en Francia que regresa a su Barcelona natal. Con doce años, pocos recuerdos, una educación libertaria y una viola, su amparo para sobrevivir en un ambiente hostil, dominado por el fascismo y el nacional-catolicismo, la religión que esclavizó este país. En esta ciudad, triste y vieja a finales de los cuarenta, un día de forma azarosa irrumpe en su vida un estudiante de Derecho, Javier, y paulatinamente surgen entre ellos los misterios de la atracción de las afinidades electivas. Pero la familia de Javier, rica y poderosa, está en la orilla opuesta, tanto política como ideológicamente. A  Arcadia que sigue fiel a sus ideas, aunque disimulándolas, no le importa. Y un día de abril se casan, ella vestida de blanco y según los dictámenes y caprichos de la familia de Javier. Pronto, sin embargo y a pesar de los esfuerzos de su marido, se da cuenta de que se había enamorado del Régimen, de un fascista en potencia, de que viven mundos distintos. Mas su voluntad de descubrir y gozar es intensa y desconcertante. Pero poco a poco el personaje de Arcadia se convierte en un grito, muchas veces silencioso, otras con palabras explícitas contra aquella atmósfera de rancio catolicismo de la alta burguesía barcelonesa, aliada del Régimen dictatorial y bajo el control ideológico de las sotanas y el agua bendita.
   Rosa Regás describe con mano maestra este ambiente de los años cincuenta en los círculos de la alta burguesía catalana: el estraperlo de los ricos en la Barcelona fascista, la corrupción generalizada, sus grandes y fraudulentas operaciones inmobiliarias, la ociosidad de las esposas que evitan el aburrimiento a base de cotilleos, el machismo generalizado, el sometimiento de la mujer que se entendía como una artículo de fe, el influyente poder de unos curas que insisten ante los recién casados que es el marido el depositario de la autoridad en la familia y les inculcan que la sexualidad, incluso dentro del matrimonio, no tiene más razón de ser que la de engendrar hijos, que les imponen prácticas de control, formas de sometimiento a la voluntad de una Iglesia despótica, tirana, que vela por la decencia dentro y fuera del matrimonio.
   Pero más allá de este retrato de los ambientes burgueses  y eclesiásticos, la gran virtud de esta novela reside en el hecho de haber sabido plantear su autora con gran acuidad la inmensa contradicción  que tiene lugar entre una joven agnóstica y educada en ideas libertarias y antifascistas y su novio / marido, un hombre proveniente de una familia que comulga con los ideales de los sediciosos vencedores en la Guerra. Y sin embargo se aman. Una poderosa historia de amor que no impedirá la creciente soledad de la protagonista femenina. Hasta que se produce la explosión, el chantaje, la desaparición y el reencuentro veinticuatro años después, en el 84. Y en una noche más fructífera para los protagonistas que toda una década, le piden cuentas al fraude de la Transición, al sin sentido de una ley de punto final que impedirá para siempre juzgar y castigar a los culpables. Un final abierto, que a nivel afectivo y personal de los protagonistas se puede intuir como un prólogo, cierra esta excelente novela, Premio Biblioteca Breve 2013.
   Desde una perspectiva técnica y formal, Música de cámara es un verdadero modelo de cómo construir una estructura narrativa apoyada en el difícil empleo de la primera persona de varios personajes con ideologías y visiones del mundo diferentes e incluso antitéticas, que nos permiten tener un enfoque plural y contrapuesto de la realidad y adentrarnos en todos los recovecos de esta compleja historia de amor. Rosa Regás perfila además con gran acierto no solo el personaje femenino protagonista central, sino también las restantes voces que prestan su visión testimonial de aquellos años ambiguos y turbulentos. Voces en primera persona como la de la tía Inés, un personaje memorable, una adelantada para su tiempo que, desde su humildad, defiende el derecho de la mujer a hacer de su cuerpo lo que quiera. Algún monólogo interior, saltos el tiempo y el relato de secuencias amenas y timoratas, aunque propias de aquellos años de moral pacata, como las “caídas” de los amantes en el sexo frenético, la consiguiente  conciencia de pecado y la necesidad de confesarse, cada vez en una iglesia distinta -les avergonzaba que el cura los reconociera- para volver a “pecar” al día siguiente.
   Finalmente, el dominio de ese oficio de narrar que la autora ha ido forjando a lo largo de los años y que se pone de manifiesto en todo lo dicho, pero sobre todo en la “extraordinaria recreación de la atmósfera de la posguerra y del mundo de los represaliados” como señaló el Jurado del Premio Biblioteca Breve.

Francisco Martínez Bouzas

 
Rosa Regás

Fragmentos

“Era cierto, queríamos casarnos, debíamos hacerlo, no podíamos seguir así, tenía razón Javier. En los primeros tiempo y durante muchos días habíamos vivido en la constante  zozobra  de que tía Inés entrara en casa y nos sorprendiera desnudos o medio desnudos, arrimados a una pared o tumbados en el suelo; ni los oídos oían ni los ojos veían otra cosa que nuestros propios cuerpos hechos un revoltijo en una inmitigable búsqueda de más placer, de más unión como si la experiencia de tantos días no nos hubiera demostrado que ni tía Inés entraría sin dar señales de que iba a hacerlo ni nosotros nos iríamos sin haber conseguido un hito en cada nueva embestida. Lo sabíamos pero lo que más nos conmocionaba, nos excitaba y nos hacía buscar nuevas caricias y precipitar otros engarces era la posibilidad de que algún día olvidara que podría encontrarnos desnudos y ciegos.”

…..

“Aun así manteníamos -mantenía él porque el peso de la culpabilidad que habían intentado inculcarme en el colegio no había hecho mella en mí más que como un leve barniz superficial y transitorio- la duda entre volcarnos a lo prohibido y olvidar lo profundamente deseado. Sólo cuando ya nuestras manos y nuestros cuerpos habían acabado de su largo recorrido adentrándose en el del  otro paso  a paso, día a día, Javier decía que había que ir a confesarse. Una decisión que nos llevó a la iglesia más cercana y a arrodillarnos en el confesionario para acabar uno tras otro diciendo lo mismo. Al día siguiente volvíamos a pecar con el mismo ardor y salíamos después a la calle enlazados bajo la mirada siempre reprobadora de la portera para ir en busca de una iglesia distinta porque nos avergonzaba que el cura nos reconociera y volvíamos a confesar los mismos pecados que el día anterior -de los que ya nos habíamos arrepentido y habíamos hecho el firme propósito de no repetir-, los mismos que estábamos seguros volveríamos a cometer mañana y pasado y al otro cada vez con más ganas y con menos resistencia.”

…..

“Estaba horrorizado y escandalizado, repitió, él, el sacerdote que velaba por nuestra decencia, por el testimonio que debíamos dar ante la sociedad y el mundo, él que nos ayudaba poniéndonos reglas de pureza -«deberes» los había llamado yo riendo- : jamás ir  a unos baños públicos, jamás llevar las chicas bañadores sin falda, jamás usar el matrimonio en las semanas de adviento y cuaresma, jamás tener relaciones de amistad con personas adúlteras, jamás olvidar que el único sentido de la unión matrimonial es la procreación…Sí, lo recordaba bien, el mosén era una gran defensor de la pureza, sobre todo en las chicas, oí que decía, las chicas, que han de purificarse constantemente. Y era cierto, las que habían sido madres tenían que ir a la parroquia antes de que transcurrieran cuarenta días para purificarse del parto, como había hecho la Virgen, no porque le hiciera falta a ella, que no era impura en absoluto, sino para darnos ejemplo…”

(Rosa Regás, Música de cámara, páginas 95, 111, 177-178)

domingo, 17 de noviembre de 2013

SOBREVIVIR EN MEDIO DE LA DEGRADACIÓN HUMANA



El bosque es grande y profundo

Manuel Darriba

Caballo de Troya, Barcelona 2013, 154 páginas





   En los últimos años, y cada vez con mayor frecuencia, se está produciendo un fenómeno normalizador entre la literatura publicada en castellano y la que lo hace en las restantes lenguas peninsulares. No pocos autores que escriben normalmente en las lenguas periféricas, editan al mismo tiempo en castellano, en versiones propias o mediante alguna traducción. Un caso sin duda prototípico es el de Manuel Darriba que el pasado septiembre vio publicada en español y gallego su novela breve El bosque es grande y profundo / O bosque é grande e profundo, en edición respectivamente de Caballo de Troya y Ediciones Xerais.

   El autor, Manuel Darriba (Sarria, Lugo, 1973) es un claro exponente de la narrativa más innovadora  que en estos momentos se está escribiendo en Galicia. Narrador, poeta, periodista y guionista es autor de una obra narrativa no esclava de las urgencias y cuyo último eslabón es esta novela de límites, de interrogantes cruciales para el devenir de nuestra especie, cuya condición está sujeta, quizás como pocas veces a lo largo de la historia, al  más pavoroso sitio y degradación. Caballo de Troya, sello de Random House Mondadori, una editorial “para entrar o salir de la ciudad sitiada” pone a disposición de los lectores que leen en lengua cervantina, esta pequeña novela en cuanto a su extensión. Preñada, sin embargo, de sentido profundo y originalidad.

   Es sin duda afortunada la definición que de la novela se hizo en la edición gallega: “Novela de límites, de cuestiones definitivas, de la mano de un autor que concibe la literatura como laboratorio de experimentación artística y discurso indagatorio en el bosque de lo real”. Presto especial atención a las dos últimas líneas porque me recuerdan el intento de caracterización de su propia narrativa que Manuel Darriba hacía hace  doce años. “Como decía Stendahl, la literatura es poner el espejo a la orilla del camino. Los temas más recurrentes en mi obra son la idea de soledad, la incomunicación, el azar…” Estas palabras servían para precisar muchas de las características de la novela del autor Velada do billarista (año 2000) y delimitan no pocos aspectos, sobre todo técnicos, de su más reciente aportación en el campo narrativo: El bosque es grande y profundo. De nuevo una novela de relatos, incrustada de lleno en los mundos utópicos y apocalípticos, tan frecuentados, sobre todo la literatura apocalíptica, en los últimos tiempos.

   El género apocalíptico, tanto el bíblico que ese extendió durante cuatro siglos (dos antes y dos después de Cristo), como el de la actual narrativa es un fenómeno literario propio de las épocas de crisis, en las que se mira al futuro, ya que tanto el presente como el pasado solamente ofrecen desengaño y desconfianza. He aquí pues la relación entre utopía y apocalipsis. Pero como el lector no ignora, al lado de las utopías positivas, existen las negativas, las distopías o antiutopías, adelantamientos  de la historia haciendo hincapié en los aspectos negativos, derivados de catástrofes o puntos débiles del tiempo presente. Las sociedades distópicas son escenarios donde se desenvuelve la historia más negativa. Y en estos escenarios se situarían todas las tramas apocalípticas, o dicho con mayor precisión, las postapocalípticas.

   En la infinitud de la utopía y en las tramas postapocalípticas se inserta esta novela de dos relatos, un epílogo y un postfacio de Manuel Darriba. La primera  parte o el primer relato nos acerca a  misterioso viajero que viene de la ciudad huyendo de la noche y de la guerra. Se interna en el bosque y el relato sigue su caminar azaroso en este espacio sin nombre  que semeja de otros tiempos históricos. Allí viven seres humanos con oficios y relaciones personales que parecen extraídas de épocas pretéritas. En vez del  hogar que busca el viajero, halla seres deshumanizados, ambientes desolados, un mundo frío, obscuro, batido por el viento y que le llega a parecer un baile de esqueletos cuando luce la luna. El viajero en sus huída-internamiento divisa cabañas entre la bruma y el hambre, gente que vive de oficios de otras épocas, hombres  mujeres que viven en comunas que brotan en la copa de los árboles. Parias. Y sobre todo una repugnante deshumanización: “El hombre y la mujer son planetas en órbitas alejadas” (página 44). Su nomadismo por este bosque frío, grande y profundo, con aldeas y gentes sin nombre, enzarzadas en rapiñas y luchas, semeja un western postapocalíptico, mas de cada encuentro con sus  extraños moradores extrae el viajero algún nuevo aprendizaje o experiencia.

   La narración del segundo relato acerca al lector a la Ciudad. Y en la misma observará otra forma de supervivencia, esta vez ciertamente apocalíptica. Refugiada en un sótano desvencijado, una niña en compañía de su profesora de música y de unos inquietantes vecinos, sobrevive al horror de la guerra. Buscar agua o hallar comida se convierte en una verdadera y arriesgada odisea. Fuera, un paisaje dantesco: bombardeos de aviones, calles llenas de cráteres, casas y coches calcinados, árboles arrancados, hambre y nada que llevarse a la boca. La supervivencia es el único objetivo.

   Dos historias brutales, próximas en algunos momentos a situaciones kafkianas, repletas de profundas cargas simbólicas. El referente más inmediato de la novela de Manuel Darriba es sin duda Cormac McCarthy en novelas como The Road. No obstante, los dos relatos de Manuel Darriba son mucho más concisos, lacónicos, desnudos de cualquier adorno, lo que le permite manejar con precisión los elementos narrativos. Párrafos cortos, tajantes, oraciones con ritmo rápido debido a la supresión de nexos y adornos. Manuel Darriba, como ya señalé, pone el espejo a la orilla del camino y observa, reflejando aspectos, acciones y diálogos de sus personajes con una extrema economía de recursos lingüísticos. Da la impresión de que al autor solamente le interesa reproducir estos dos ambientes hostiles y de esta manera surge nítida la relación del ser humano con el medio, por más desolado que sea, con el desamparo y la devastación por él mismo provocadas.

   Así pues una fértil utilización de la técnica objetivista, del recurso al minimalismo y a veces a diálogos absurdos que convierten a esta novela breve de relatos en una de las obras más originales e innovadoras de la literatura en castellano y gallego de los últimos tiempos.



Francisco Martínez Bouzas





Manuel Darriba


Fragmento



“El viajero trae los zapatos destrozados; los cortes entre los dedos supuran un líquido amarillo. Delante se agrupan los cazadores, olisqueando el aire. La niebla empezó a despejar; deja al descubierto la corteza de los abedules

-No parece de por aquí- dice un cazador, mirando los pies heridos.

-No soy de aquí- admite el viajero.

-¿ Por qué quieres entrar en el bosque?- pregunta otro, con gesto de mando.

El viajero se encoge de hombros.

-Atrás no queda nada- murmura.

-Es un chico de la Ciudad- gruñe un tercero –Otro más que atraviesa la Garganta.

-Sí- asiente el viajero, bajando la cabeza.

Los cazadores intercambian miradas. El aire del bosque está fresco; trae olores ácidos. El viajero ensancha el pecho y el aire entra como una zarpa. Mete la mano en el morral para extraer los paquetes arrugados. Las cabezas de los cazadores se mueven a la vez; un oleaje de manos ahoga el tabaco.

El viajero esquiva el grupo y entra en el bosque caminando entre abedules que huelen a niebla.”



(Manuel Darriba, El bosque es grande y profundo, páginas 9-10)

lunes, 11 de noviembre de 2013

"CITA EN FISTERRA": RECORRIDO POR UNA GEOGRAFÍA SENTIMENTAL




Cita en Fisterra

Luís Rei Nuñez

Traducción: Equipo Pulp

Pulp Books (sello de Rinoceronte Editora), Cangas do Morrazo  (Pontevedra), 2013, 213 páginas.



   Una vez más  este sello de Rinoceronte Editora que es Pulp Books, traduce y pone a disposición de lectoras y lectores de la lengua de Cervantes la traducción de una obra importante y singular de la narrativa gallega de los últimos años: Cita en Fisterra de Luís Rei Núñez (A Coruña, 1958). Editada en gallego en octubre de 2011, en el día de hoy, 11 de noviembre, se pone a la venta la edición en castellano en las librerías españolas.

   Luís Rei, periodista de de profesión, autor de poemarios y de monografías, sobresale sobre todo como narrador, un autor de ficción ya con una amplia y rica obra narrativa. En su producción ficcional destaco Expediente Artieda (Premio Xerais de Novela en el año 2000), O señor Lugrís en a negra sombra (2007, Premio de la Crítica Española), Monte Louro (2009, Premio Blanco Amor) y la muy reciente colectánea de relatos, Días que non foron (2013).

   Luís Rei es un narrador que frecuenta y domina una pluriforme variedad genérica, aunque la mayoría de sus obras de ficción cementan su estructura en la literatura autorreferencial , y en esos dominios ha sabido elegir buenas historias, recurriendo sobre todo a los manantiales de la memoria. Es además la suya una narrativa poblada de personajes profundamente caracterizados, con recreaciones muy verosímiles de tiempos y espacios, dotadas de gran habilidad resolutiva a la hora de abordar las grandes cuestiones que desde siempre inquietaron al ser humano.

   Sin embargo, este libro es la excepción. Una singularidad convertida en un libro misceláneo, crónica viajera vivida y experimentada por un yo, que no es otro que el del propio escritor. Literatura pues autorrefencial, que lleva al caminante a una tierra mítica, al menos para los gallegos: A Costa da Morte, el País del Confín.

   Debido a la escasez de viajes con marchamo literario por Fisterra o A Costa da Morte (do Sol), como prefiere designarla Luís Rei Núñez, nació el desafío reincidente de este viajero, nativo de esas geografías, en el que, a imitación de otros transeúntes por tierras alpujarreñas, empordanesas  o patagónicas, pretende repetir experiencias gozosamente epifánicas, siguiendo el consejo de Bernardo Soares, el heterónimo de Pessoa: “Para viajar basta vivir”.

   En siete jornadas completas de observación, admiración y denuncias, un narrador autodiegético sale al aire y nos sumerge a nosotros lectores en las rutas, caminos y senderos del “Condado  do Solpor”. Luís Rei une así su voz a esa tendencia, cada vez más frecuentada en la literatura, a la que, tras la senda de Spires, podemos designar a la vez como narrativa  autorreferencial y narrativa-reportaje. En efecto, Cita en Fisterra, sin ser propiamente una novela, tampoco es una guía de viajes. Es un texto narrativo misceláneo que comparte características de las crónicas de viajes, vividas, experimentadas y a veces soñadas. Un espejo con múltiples reflejos emocionales que le abre la puerta a la literatura en estado híbrido en una atrevida mixtura de géneros.

   Un recorrido en siete jornadas por la geografía sentimental de A Costa da Morte, desde la primera parada en Muros hasta la última en Caión, haciendo confluir  la observación con  la fantasía, en una composición de crónica viajera con historia, símbolo, poesía, fotografía, ficción e información. Diluyendo, pues, fronteras genéricas y con un narrador que asume dos funciones en este viaje. Será cronista fiel de lo que los caminos le van entregando, y artesano que se acoge en las trampas de la ficción.

   En su tránsito por “lugares y tribus” bullen delante del lector no solo los paisajes de gozo y celebración telúrica, sino también las denuncias contra las fechorías, contra el feísmo, contra los desastres y estragos, tanto en escenarios urbanos como rurales. Y así mismo, los fundamentos de la memoria de las gentes de estas geografías, en harmoniosa y gozosa amalgama con episodios ficcionados, retratos, conversaciones con amigos o personajes admirados vivos o muertos, sin ignorar a los desconocidos que las propias jornadas viajeras vayan haciendo aparecer.

   En resultado es esta Cita en Fisterra, un libro posiblemente menor en la bibliografía del autor, pero ejemplo paradigmático de la narrativa autorreferencial, de la combinación de crónica viajera y episodios ficcionales. Y trazado con los fulgurares  de una escritura muy plástica que combina los frugales hechizos de una prosa viajera amasada con la memoria literaria.



Francisco Martínez Bouzas






 
Luís Rei Núñez (Foto: Patricia Santos)

 
Fragmentos



“La surada impone su ley de agua y en esta última aparición se mantuvo vigente durante media docena de días. Fue un cerco en general desconsiderado, a veces incluso ensañado, con lluvias torrenciales y aparato eléctrico. Hasta que el aire acabó rolando y lo que entonces vino a instalarse entre nosotros fue la llovizna. Ocurrió ayer a la hora en que al sol le llega su turno, y persistió solamente mientras no le dio la gana de aparecer al nordeste, ese viento que pasa la bayeta por nuestro cielo.

Esta vez debutó hace nada, en la alta madrugada. Mi sueño de pajarito se vio interrumpido entonces por el zumbido en la fronda de las acacias de Australia que rodean la casa. Son árboles traídos de allá, tan lejos, por la misma orden a la que debemos la importación de los eucaliptos (con Fran Rosendo salvado como principal promotor y, en gran medida, para aprovechamientos medicinales. Estos ejemplares de australias de aquí son hijos y nietos de los que antes de la actual pandemia de los eucaliptales plantó mi bisabuelo, Domingos Romaní…Papá Domingos.”



…..



“La hermosura recibió el indulto en la punta y santuario de A Barca.

Zona Cero durante la pesadilla del Prestige, el poderío de su enigma propició un antiquísimo culto  a las piedras, cristianizado a partir del siglo XIV. Data de entonces una primera capilla sobre la que en 1719 se alzó el templo actual. Costearon las obras los condes de Maceda, señores de As Terras de Cereixo, que quisieron ser traídos aquí para el descanso eterno. Tienen la compañía de las imágenes del retablo mayor, obra del maestro  compostelano Miguel de Romay, y de las maquetas de barcos que componen toda una flota de exvotos. Sin embargo, la grandeza le viene a A Barca de su enclave, frente al mar infinito, sobre rocas de larga estela mítica.”



(Luís Rei Núñez, Cita en Fisterra, páginas 9, 101)

miércoles, 6 de noviembre de 2013

"LISTA DE DESAPARECIDOS": DOS LENGUAJES PARA RETRATAR LO ORDINARIO



Lista de desaparecidos

Andrés Barba

Pablo Angulo

Epílogo de Enrique Vila-Matas

Editorial Siberia, Barcelona, 2013, 117 páginas.



   
    El que fuera finalista en el año 2001 del Premio Herralde de Novela con La hermana de Katia, Andrés Barba (Madrid, 1975) es sin duda uno de los escritores más interesantes de su generación, uno de esos literatos capaces de abrir nuevos derroteros para la escritura. Así lo acredita la acogida del público, de críticos y escritores como Mario Vargas Llosa o Rafael Chirbes, para quien Barba se ha vuelto un escritor imprescindible. Creador de personajes sumidos en un patetismo turbulento, se ha atrevido con algunos de los problemas de nuestro tiempo más existenciales y espinosos como el desorden y el deterioro que produce el Alzheimer, la reconstrucción de la vejez, la decadencia y la muerte. O el tema de la pedofilia. Sus incursiones en el campo ensayístico son así mismo interesantes y de palpable actualidad, como lo demuestra su ensayo La ceremonia del porno (Premio Anagrama de Ensayo).

   En la publicación que comento, Lista de desaparecidos, publicada al alimón con el pintor y escultor Pablo Angulo, Andrés Barba se instala en otro formato: en el del relato breve y nos ofrece la recompensa inmediata: una colección de historias minúsculas, pero de gran calado y hondura existencial, tan incisivas y descarnadas como la de las tramas de sus novelas. Una colectánea de escenas y esbozos que tienen su correlato pictórico en los retratos de Pablo Angulo que en blanco y negro es capaz de captar la tonalidad y la hondura del instante narrado o la expresión interior del personaje descrito.

   Retrato sentimental de una ciudad, cuyo referente geográfico posiblemente es Madrid, con sus anónimos habitantes, entre los que predominan los personajes femeninos, aunque tampoco está ausente el protagonismo masculino, y en algunos casos, el animal. Una lista de desaparecidos en el sentido más literal, porque Andrés Barba creó en el taller de su escritorio los personajes y Pablo Angulo buscó en sus taller de dibujante a esos personajes, a esos desaparecidos, que plasmó en un retrato robot.

   Doce rótulos (Habitación, Vagón, Colegio, Oficina, Plaza, Frutería, Peluquería, Gimnasio, Restaurante, Taquilla, Bar y de nuevo Habitación) suturan estos microrrelatos, teñidos de un nostálgico sentimentalismo, que nos permiten asomarnos al mundo interior de cuarenta personas anónimas. Detrás de esos retratos descritos y dibujados y que son con los que cada día nos cruzamos en la calle, laten historias profundamente humanas, muchas de ellas preñadas de desasosiego, y en las que el amor actúa, como casi siempre, de tema de fondo e hilo conductor.

   El resultado es efectivamente una novela colectiva de personajes, como confiesa el propio escritor. Personajes inmovilizados en una instantánea captada por la pluma y el lápiz  y que nos introducen, sobre todo, en sus dimensiones internas. El recorrido sentimental por esa innominada ciudad da comienzo en una habitación y concluye en otra. Dos reductos íntimos. El resto de los espacios podrían entenderse como el itinerario de ese viaje por áreas públicas, aunque la idea de aislamiento impone su ley también en los espacios públicos. Personajes muy comunes, urbanitas que viven aislados y cuyo bosquejo pictórico los dota de carne. Carne, sin embargo, poco literaria, porque, si de algo huyeron escritor y dibujante, fue de darle cabida en esta publicación a aquella gente no prescindible, no “desaparecible”.

   Literatura intimista con un deje de melancolía, escrita con minúsculas pinceladas, pero dotadas de gran fuerza y aderezada con originales y brillantes metáforas; con un claro protagonismo narrativo de la segunda persona, en la que dos lenguajes -la escritura y el dibujo- interactúan entre sí. Un breve epílogo de Enrique Vila-Matas, escrito con la misma tonalidad que el resto del libro, cierra esta publicación.



Francisco Martínez Bouzas



 
Andrés Barba y Pablo Angulo


Fragmentos



“Venía, se acercaba, se esfumaba, de pronto estaba ahí otra vez, le mirabas, te parecía alguien frágil y al segundo no, como si te separara de él una pared más fina que el hueso de un pájaro, le acompañabas casi hasta su parada, se iba otra vez y estaba de nuevo al día siguiente con los ojos abiertos sobre el paisaje: no le podías empezar a querer y tampoco le podías empezar a odiar, estar con él en aquel vagón te parecía estar constantemente al borde de lo posible, descendiendo, nada de lo que sabías del amor te ayudaba.”



…..



“No era muy distinto el amor de los perros, pero siempre te pareció que tenía algo de repugnante (tal vez por lo humano): se olían, se ladraban, giraban uno en torno al otro, el macho trataba de montarla sin éxito y daba tres golpes sordos al vacío que sonaban como tres palmadas sin gracia en un escenario, tras una función penosa. Tu perra siempre aguardaba inmóvil y luego abría unas fauces llenas de dientes, como si bostezara. Parecía una perra distinta entonces, una perra personificada como una damita aburrida de una novela decimonónica que hubiese estado haciendo, y con toda naturalidad, un acto aberrante. Luego se recomponía, ladraba un poco al incauto, casi por compromiso, y se volvía hacia ti como si preguntara «¿Qué, volvemos?».



…..



“Tu amor se ha marchado y ya no sabes cómo estar con él, ni si transcurrirá lenta o rápida esta tarde en el gimnasio, ni quién te mirará desnuda cuando llegues a casa. No eres tú la que grita, es el mundo el que retumba al compás de la música. Tratas en vano de comparar la vida con cosas sencillas: unos zapatos, una casa de comidas donde todos piden lo que desean y nadie lo obtiene, un avión averiado en el que viajan noventa y cuatro personas que se creen dignas de ser amadas. Y todo es un poco cierto y un poco mentira: que tú hayas sido feliz, que le eches de menos, que después de cuatro años apenas puedas decir nada de él con seguridad, que se parezca a Dios en ciertas cosas.”



(Andrés Barba, Pablo Angulo, Lista de desaparecidos, páginas 26, 56, 82)