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domingo, 6 de octubre de 2013

"CAPITAL": TODOS VIVEN EN LA CRISIS, TODOS DESHUMANIZADOS



Capital

John Lanchester

Traducción de Antonio-Prometeo Moya

Editorial Anagrama, Barcelona, 2013, 597 páginas





   Anagrama nos brinda la posibilidad de leer en español la que ha sido celebrada como la gran novela del Londres del siglo XXI, del Londres de la crisis, aunque el tejido narrativo de John Lanchester todavía nos sitúa en 2007, antes de que la interminable tormenta de la crisis se precipitara sobre el mundo occidental, pero ya con sus primeros signos, negros nubarrones, acechando en un cercano horizonte.

   Con la premonición de ese gran temporal inicia John Lanchester (Hamburgo, 1962) su novela más ambiciosa. Una pieza literaria que, en palabras de Colm Tóibín, procede de la gran tradición de las novelas llenas de noticias de aquí y ahora, en las que las complejidades del momento presente son observadas con inteligencia y gusto y brillantemente  dramatizadas. Para poner en escena tal drama, John Lanchester se sirve de una calle ficticia, Pepys Road: arquitectura victoriana, a remolque de la prosperidad británica, y ahora habitada por gente rica, “desde un punto de vista global e incluso local” (página 13). Personal financiero sobre todo, ganadores y perdedores.

   Uno de estos “afortunados” habitantes de Pepys Road es Roger Yount, un banquero que espera que su bonificación anual alcance un modesto millón de libras. Tanto él como los demás personajes de esta novela monumental mantienen los ojos cerrados ante la tormenta que, en forma de crack, se avecina. Pero John Lanchester fue capaz de radiografiar  esa opulenta sociedad londinense momentos antes de la crisis y por su radiografía circula una verdadera fauna humana: grandes ejecutivos de cuello blanco, banqueros, médicos, abogados, futbolistas en ciernes, emigrantes llegados de todas las latitudes. También de España, niñeras españolas. Todos con la urgencia de obviar la realidad de la tormenta que se avecina.

   Es el “London Dream”, un retrato de los claroscuros de la gran metrópoli, del Londres contemporáneo que incita al autor a compararlo con un Londres victoriano que él intenta captar ficcionalmente como hoy lo haría Dickens, aunque quizás con una diferencia: en la actualidad no solo son los negocios los que bailan al son del dinero; también lo hacen el arte y el futbol. Incluso el anonimato se puede mercantilizar y convertir en bien de consumo. Porque se trata de ganar dinero como sea y de gastarlo compulsivamente antes de que se haga realidad una misteriosa amenaza que los moradores de Pepys Road descubren en sus buzones: “Queremos lo que usted tiene”.

   El friso de este Londres multirracial, opulento y bajo la tiranía del hipercapitalismo, con no pequeñas dosis de racismo, ocupa un corto espacio de tiempo: diciembre de 2007 a noviembre de 2008, fecha del estallido de la crisis bancaria. Un marco temporal suficiente, no obstante, para que se entrecrucen los personajes principales: Roger Yount, el banquero de la prima millonaria, deseoso de tener no solo dos coche, sino dos mujeres, pero que se queda sin trabajo; su esposa Arabella, paradigma de la frivolidad consumista; Ahmed, un tendero pakistaní, padre de dos hijos: vago y fundamentalista uno, laborioso y demócrata el otro; la anciana Petunia que ignora que  un escondrijo de sus casa oculta medio millón de libras; Zbigniew, un albañil polaco; Smity, un artista vanguardista, nieto de Petunia; un directivo de un equipo de futbol; Freddy Kamo, una joven promesa futbolística, el Messi del Senegal. Ellos son los representantes, los estereotipos  de la sociedad londinense del siglo XXI. Todos viven la crisis y ciertos fenómenos inquietantes como la anónima amenaza que encuentran en sus buzones.

   Novela coral y poliédrica. De gran calado, en cuyo subgénero Lanchester es un consumado maestro como ya demostró en El puerto de los aromas. Erguida con una arquitectura compuesta por subtramas paralelas, suturadas entre si, y por personajes secundarios que transitan por las viviendas de Pepys Road y nos permiten visualizar los esplendores y decadencias, la avaricia, los prejuicios raciales. Sin embargo Lanchester no denuncia explícitamente. Simplemente describe determinadas situaciones con la seguridad de que el lector captará fácilmente la “denuncia implícita”.

   Lanchester describe con mano maestra los distintos ambientes representados en la novela por los personajes principales, todos ellos marionetas de un espectáculo deshumanizador en el que lo único que importa es el dinero. Un estilo que amalgama estructuras y formas narrativas del siglo XIX con técnicas modernas y sutiles toques de humor viste a esta novela realista, que desde la ficción ayudará al lector a comprender la génesis de la crisis económica, social y humana que nos atenaza.



Francisco Martínez Bouzas








John Lanchester



Fragmentos



“El propietario de Pepys Road 51, la casa que quedaba enfrente de la de Petunia, trabajaba en la City de Londres. Roger Yount estaba en aquel momento en sus despacho del banco, el Pinker Lloyd, haciendo sumas. Quería saber si su bonificación de aquel año llegaba al millón de libras.

Con cuarenta años, Roger era un hombre al que todo en la vida le había ido como una seda. Medía casi uno noventa, suficiente para no sentir la necesidad de disimular su estatura encorvándose, de modo que incluso aquello le iba bien, como si la gravedad, en el momento de crecer, hubiera ejercido menos efecto sobre él que sobre la gente del montón. La satisfacción resultante parecía, pues, muy justificada y la sentía con tan poca necesidad de subrayar su buena suerte respecto de los demás que era como una especie de amuleto. Ayudaba que Roger fuese discretamente guapo, y que tuviera buenos modales. Había ido a un buen colegio (Harrow) y a una buena universidad (Durham), tenía un buen trabajo (en la City) y había llegado en el momento oportuno (después del Big  Bang y antes de que la City se encaprichase de los vendedores matemáticamente dotados y/o callejeros.”



…..



“En el número 51 de Pepys Road, Arabella Yount, que en cierta ocasión leyó un libro que decía que las mujeres eran superiores a los hombres a la hora de hacer varias cosas a la vez, estaba haciendo cuatro al mismo tiempo: ponía estantes en el cuartito que le gustaba llamar despensa; vigilaba a sus dos preciosos niños, Joshua y Conrad; compraba ropa por Internet y hacía planes para darle a sus marido un susto morrocotudo.

Para completar dos tareas había subcontratado a otros. Los estantes los estaba poniendo su polaco, Bogdan el albañil, al que había empezado a recurrir por habérselo recomendado una amiga y al que ahora trataba como si fuera empleado suyo. Bogdan trabajaba el doble de un obrero británico, era el doble de fiable y le costaba la mitad. Algo parecido podía decirse de Pilar, la niñera española que cuidaba de los dos niños, Conrad y Joshua. Arabella había contactado con Pilar a través de una agencia. Tenía un título en puericultura (en realidad una licenciatura) y permiso de conducir todavía vigente, sabía cocinar, no se quejaba por hacer las faenas domésticas de Arabella y se llevaba divinamente con María la de la limpieza…”



…..



“Roger detestaba aquellas postales asquerosas que había recibido, las que traían el mensaje de «Queremos Lo que Usted Tiene»; se habían metido en la cabeza y empezaba a fastidiarle. Se  sentía vigilado, observado con aviesa intención. Se sentía víctima de envidias, pero no a la manera cómoda y tranquilizadora que le gustaba a él. Que hubiera personas que desearan su nivel de riqueza material era una idea frente a la cual podía sentirse y suspirar, como si estuviera delante del fuego de la chimenea. Pero no se trataba de esto. Aquello era más bien como si hubiese alguien espiándolo en secreto y deseándole algún mal.”



(John Lanchester, Capital, páginas 23, 50, 291)

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