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miércoles, 6 de marzo de 2013

UNA GRAN CRÓNICA DEL CONVULSO 68 NORTEAMERICANO


Miami y el sitio de Chicago
Norman Mailer
Traducción de Antonio G. Maldonado
Capitán Swing Libros, Madrid 2012, 278 páginas.


   Norman Mailer no solamente fue un gran escritor, ganador de dos premios Pulitzer (Los ejércitos de la noche, 1968, La canción del verdugo, 1980), sino también un comprometido activista antisistema y un periodista político con profundas raíces en la literatura. Como tal, nos transmitió la crónica de una época convulsa en todo el mundo, pero sobre todo en EE.UU: la del año 1968. Fue el año en que EE.UU se engolfa  en la guerra de Vietnam con grandes reveses  que marcaron el destino de aquella guerra neocolonial.
   El panorama en el interior del propio país no es menos sombrío: intento de asesinato de Andy Warhol, asesinatos de Robert Kennedy y Luther M. King, seguidos en las semanas siguientes de actos vandálicos en Memphis, Harlem, Brooklyn, Chicago, Detroit y Boston. Sin duda un año trágico marcado por signos infaustos y no por las utopías de los hippies y por el despertar de de la conciencia negra con derivas extremistas: el racismo de una parte de la sociedad americana sureña y la virulencia de los Black Power.
   Ese año Norman Mailer, militante de izquierdas, ya había digerido ese estado de cosas, participado en movilizaciones y protestas y narrado en su libro Los ejércitos de la noche la marcha sobre el Pentágono de 1967. También ese mismo año y en ese atribulado contexto se celebraron en Miami y Chicago las convenciones republicana y demócrata. La revista Harper’s encargó a Mailer que cubriera ambas convenciones. De ellas saldrían elegidos como candidatos Richard Nixon y Humbert Humphrey. Y una vez, Norman Mailer ejerce con su periodismo político de conciencia atribulada de América.
   Sus crónicas están contenidas en este libro y son en buena medida el reflejo del sentir de la sociedad civil norteamericana en uno de los períodos más críticos de su historia, tanto por la importancia política del resultado de las respectivas convenciones, como por la relevancia e impacto sociocultural que lo allí acontecido iba a tener en los años siguientes.
   Mailer escribió las crónicas de ambas convenciones con una predisposición muy diferente. Despreciaba al partido Republicano y nunca ocultó su fervor por los Demócratas. Sufrió lo indecible, como confesa en estas crónicas,  con la muerte de Robert Kennedy y admira el progresismo de Rockfeller en un partido cercano a la ultraderecha. Rechaza a Lyndon Johnson, se siente decepcionado con Humbert Humphrey (el candidato elegido, el candidato de la mafia), desprecia al tramposo Nixon, duda de la capacidad de los hippies para presentar una propuesta viable para un país a la deriva.
   Las crónicas de Norman Mailer describen los escenarios con una lenguaje rico: Miami, solaz de los Republicanos ricos y horteras; Chicago, una ciudad rebosante de mataderos, donde los demócratas se desangran sabiéndose perdedores y con un alcalde, dueño y señor de la ciudad que se encargó de azuzar a la policía contra los grupos antimilitaristas, hippies y los yippies, e incluso contra los mismos periodistas.
   Su crónica delinea un verdadero cuadro hiperrealista, pintado con el retrato del perfil de los protagonistas de ambas convenciones y con finos ramalazos de ironía ácida y sin concesiones, en un momento en el que la política es un implacable mercado conducido por gente no menos implacable.

Francisco Martínez Bouzas



Norman Mailer

Fragmentos

“El cronista, sin embargo, está obsesionado con él. Nunca ha escrito nada bueno sobre Nixon. Durante años había sido el objeto de sus comentarios más afilados, lo despreciaba sin remedio desde su discurso de Checkers en 1952  -alguien dispuesto a sembrar sentimentalismo en semejante ciénaga sería capaz de apretar cualquier botón para meterse a las masas en el bolsillo y en aquellos días se sufría gran temor a cualquier tipo de botón que pudiera hacer estallar una guerra atómica-. La aparición de Nixon en televisión provocó arcadas. Había un abismo entre el hombre que hablaba y el hombre que había tras el orador, lo que no dejaba de ser una muestra de la esquizofrenia del público americano, en caso de que no se percatara del abismo.”

…..

“Hemos presenciado hasta ahora una versión de la convención demócrata de 1968. Pero no se ha descrito el evento. La convención transcurrió durante cinco días seguidos de luchas en las calles y parques de Chicago, luchas entre algunos de los más fanáticos propietarios del poder y algunos de los jóvenes más nihilistas. Pero si hubiéramos empezado por una descripción de esta batalla excelsa, no habríamos podido transferir automáticamente el interés a la convención, puesto que todo lo que ocurría en el anfiteatro no era más que un reflejo de la guerra callejera.”

(Norman Mailer, Miami y el sitio de Chicago, páginas 54-55, 163)


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