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viernes, 9 de marzo de 2012

ALEKSANDAR TISMA, ÁDÁM BODOR, OTROS NARRADORES EUROPEOS


A las que amamos / La visita del arzobispo
Aleksandar Tisma / Ádám Bodor
Acantilado, Barcelona, 141 / 129 páginas.
(LIBROS DE FONDO)



El  19 de mayo de 2005 el gobierno polaco le hacía entrega de la Medalla de Méritos Culturales a Jaume Vallcorba, editor de Quaderns Crema y  Acantilado, premiando así su trayectoria como difusor  a través de los libros de la cultura polaca. En efecto, esta pequeña editorial nos recuerda todos los días, con su catálogo cada vez más extenso, que hay otros sistemas literarios europeos además de los conocidos. Y que Europa se construye también con libros traducidos. Desde la caída del muro de Berlín, la literatura de los países centroeuropeos y balcánicos, antes apenas conocidas, está siendo traducida a las distintas lenguas peninsulares de forma diligente y sistemática. De Polonia, la República Checa, Hungría, Eslovaquia y otros países balcánicos sigue pues aflorando un manantial de importantes escritores.
De la literatura checa nos quedamos por desgracia sin conocer la obra delirante de Jakub Deml, uno de los creadores de la prosa en esa lengua centroeuropea y autor de Luz olvidada, una obra autobiográfica discursiva  y a la vez hilarante. También la del vanguardista Ladislav Klima. Es sin embargo sobradamente conocido el disidente Ivan Klima, autor entre otras piezas de Amor y basura, un fiel retrato de sus angustias y experiencias amorosas y laborales como basurero de Praga. Narradores checos actuales traducidos al español son Egon Erwin Kisch, Michal Viewegh, Miroslaw Holub e Iva Pekárkova. Así mismo, de épocas recientes son las obras de Jaroslav Seifert en poesía o la de Milan Kundera en narrativa.
El Nobel otorgado en el año 2002 a Imré Kertész sirvió para recordarnos que existen otros narradores húngaros como Sándor Márai, Péter Estherhazy o Péter Nádas. Y a este terceto magiar hemos de añadir el nombre de Ádám Bodor, del que  Acantilado tradujo al español su última novela, La visita del arzobispo. Polonia es sin duda, aunque sin desmerecer a Hungría, la mayor potencia literaria de los últimos miembros de la Unión Europea. Sus dos premios Nobel cosechados en los últimos lustros  (Ceslaw Milozs en 1980 y Wislawa Szymborska, en 1996) no son la única confirmación. La poesía polaca ha traducido a autores de tanta relevancia como Herbert Zbigniew, Konstanty Puzyna o Adam Zagajewski. De la prosa polaca contemporánea que puede llegar al lector en español, merecen especial mención Andrzej Stasiuk, Jerzy Pilch, Gustaaw Herling- Grudzínski y Stefan Chwin, cuya obra El doctor Hanemann aparece también en el catálogo de  Acantilado.
 La narrativa serbia tuvo durante el pasado siglo en  Ivo Andric su más conocido representante. Hoy en día, la sombra de Danilo Kis  recorre la narrativa serbia más reciente. En su influencia bebe Aleksandar Tisma, autor de A las que amamos, editada así mismo por la editorial catalana.
Aleksandar Tisma (1924-2003) es autor del ciclo Ramas entrelazadas, que el escritor considera su Pentateuco sobre el Holocausto, formado por varias novelas entre las que destacamos El libro de Blam y El Kapo. La serie es una larga y valiente inmersión en el corazón de las tinieblas. Una amarga e inolvidable lección. La escritura de Aleksandar Tisma nace de la vivencia del drama del sobreviviente, en la misma órbita de Kertész y Primo Levi: “Todos los que sobrevivimos a la segunda Guerra Mundial, somos cómplices y culpables de la muerte de los demás”. Tisma creó en Novi Sad un lugar para la literatura europea comparable al Trieste de Svevo o a Danzica de Gunther Grass. Nacido como Danilo Kis en Vojvodina, la región étnicamente más mestiza de la ex Yugoslavia, halla en su propia biografía y en la diversidad los motivos de fondo de su obra literaria. Inmenso escritor empeñado en temas nada simples como el fascismo, el poder, el holocausto, el universo del lager, el nacionalismo. Las novelas de Tisma son sobre todo obras de gran valor literario que se imponen por su fuerza evocativa, sin desertar del deber de describir de forma amplia y profunda aquella zona gris de la sociedad humana en la que parece posible la aniquilación de sus miembros.
También en Novi Sad transcurre la acción de A las que amamos, un retrato realista y despiadado de la prostitución en un país que sufre los estragos de la guerra. Son ellas, las mujeres, las grandes protagonistas de la narración. Mujeres empujadas por la miseria a vender lo único que poseen: sus cuerpos y los deseos que provocan en los hombres. La novela está construida suturando, en un cuadro surrealista y esperpéntico, fotogramas sueltos, especialmente crueles, que nos van mostrando una atroz película sobre el mundo de la prostitución, sus interioridades y rutinas, exenta de cualquier pretensión moralizante.
Ádám Bodor nació en Rumanía pero forma parte del millón y medio de húngaros que quedaron atrapados dentro de las fronteras rumanas como consecuencia del Tratado de Trianon. Hungría fue obligada a ceder al país vecino la región montañesa de Transilvania, donde se yergue la Cordillera de los Cárpatos, lugar en el que se desarrolla la acción de La visita del arzobispo, la segunda novela del escritor que ya hiciera su presentación para el público de lengua española con El distrito de Sinistra. En esas montañas se sitúa la localidad de Bogdanski Dolina y el centro de Internamiento de Izolda, donde se encierra a los enfermos de pulmón y a otros indeseables. En Bogdanski Dolina el crepúsculo vespertino dura horas y horas porque la basura, omnipresente, posee luz propia y brilla después de la puesta del sol. En la localidad ya no imperan los temibles cazadores de montaña, sino una jerarquía eclesiástica que avasalla a una población que aguarda, en una inútil espera, la llegada anunciada del arzobispo. Se hace preciso, por consiguiente, aislar a los enfermos para evitar que le contagien algún morbo maligno. Y los días transcurren uniformes tanto en invierno como en verano. Novela cruel en la que en un breve texto el autor es capaz de recrear una atmósfera asfixiante. Literatura de extrema simplicidad, en estado puro, para retratar la opresión.

Francisco Martínez Bouzas

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