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martes, 21 de junio de 2011

EL SEÑOR DE LOS COLORES


El Pájaro Arcoíris (Le mbind Mbi’j)
Ramón Caride
Ilustraciones de Agar García (Raga)
Traducción al zapoteco o distee de Pergentino de Loxicha
Editorial Almadía, Oaxaca, 2010, sin paginación.

Desde ese sueño de palomas que es la villa de Cambados según Álvaro Cunqueiro, y atravesando raudo la infinitud oceánica y el extenso país mexicano, el escritor gallego Ramón Caride recrea en esta pequeña joya bibliográfica, El Pájaro Arcoíris (Le Mbind Mbi’j) una leyenda rescatada de la tradición oral zapoteca-mixteca. El amor por las palabras, consubstancial a todas las tradiciones autóctonas primitivas y la destreza en su uso, propia del escritor gallego, crean nuevas realidades: el nacimiento de los colores, pero también el surgir de la ambición y la codicia, que hacen que la negrura y la obscuridad convivan con la luz y los colores.
La leyenda zapoteca-mixteca, recreada por Ramón Caride, nos retrotrae al tiempo de los orígenes, en el que los hombres vivían en la obscuridad de una tierra lóbrega y nadie, ni los pájaros ni la gente, tenían colores.
Pero en este mundo en el que los ojos solo veían sombras, una muchacha sueña que, tras la frontera del horizonte, existía un pájaro rebosante de color. El Pájaro Arcoíris. Y le relató el sueño a su amado, Cohiztli, al que pide que consiga siete plumas de ese pájaro para llenar de colores el mundo. Tras caminar muchos días y seguir por el
 agua la senda soñada, Cohiztli llegó a la tierra de la luz. Y allí estaba en efecto el Pájaro Arcoíris, vestido con el cromatismo de plumas deslumbrantes. Con las siete plumas que el pájaro le da -ni una más-, el feliz enamorado regresa y el mundo negro y lóbrego se viste de colores: el violeta que le da nombre a la flor así llamada… a los ocasos sobre el mar; el añil que tiñe el cielo estrellado y el mar profundo. Y así hasta los siete colores del arco iris, encarnados en cada pluma.
Ramón Caride
De este modo la perfección y la luz se extienden por toda la tierra. Hasta que la codicia hizo que Cohztli arrancara la octava pluma que era negra como el chapapote. En ese mismo instante, todo se torna negro de nuevo. Pero el fruto del amor que latía en el vientre de la muchacha, hizo que el Pájaro Arcoíris suspendiese parte de su enojo y, desde entonces, el mundo tiene una mitad luminosa y otra obscura, tiene día y tiene noche.
Esta exquisita fabulación llega a las manos del lector con el añadido de un plus editorial que nos permite gozar de unas extraordinarias ilustraciones de Raga (Agar García), que nos sumergen en ese mundo de colores y obscuridades. Un paratexto cromático que tiñe además cada página con el respectivo color encerrado en la pluma. Y sobre todo con una insólita versión bilingüe. El español convive, en las páginas de El Pájaro Arcoíris con la traducción al zapoteco o distee. La apuesta pues por la imaginación y por el mito, como realidades superiores, capaces de liberar al hombre del laberinto de su existencia, propias de las tradiciones primitivas, ofrecida en una lengua culta en la pluma de Ramón Caride y en convivencia con otra autóctona mesoamericana, que reducen lo mítico a lo cotidiano, convierten la edición de este pequeño relato no sólo en una rareza bibliográfica, sino también en una hermosa publicación rebosante de color y de sabiduría.
Ilustración de El Pájaro Arcoíris (Agar García)

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