domingo, 12 de enero de 2020

MUERTE Y HORROR EN IRAK


Los jardines del presidente
Muhsin Al-Ramli
Traducción del árabe de Nehad Bebars
Alianza Editorial, Madrid, 2019, 357 páginas.

    


   Escribe Muhsin Al-Ramli que si cada víctima tuviera un libro, todo Irak sería una enorme biblioteca imposible de catalogar. Muhsin Al-Ramli es el autor de Los jardines del presidente, una apuesta por la amistad en medio de la opresión, relatada en una epopeya de la vida en un territorio de guerra. Y todo lo que es escritor narra está basado en historias reales. La novela nos proporciona un relato épico de los múltiples avatares sangrientos que ha sufrido Irak desde 1980.
   El autor confiesa que inició la escritura del libro en 2006, tras recibir la noticia del asesinato de nueve de sus parientes. La gente de la aldea halló sus cabezas en cajas de plátanos, junto con sus documentos de identidad. A sus almas está dedicado este libro. Pero su propósito se amplía hasta transcribir lo que la gente común lleva sufriendo debido a la violenta tragedia de Irak en la época moderna. El hallazgo de las cabezas le motivó a escribir Los jardines del presidente, enmarcando la historia de tres amigos Abdullah, Tareq e Ibrahim, contextualizada en la tragedia de Irak.
   Estamos ante una narración intrahistórica llena de acontecimientos, fechas y personajes. Y entre ellos sobresale Tarek, Ibrahim Quisma y Abdullah Kafka. La novela relata sus vidas, y a través de ellas, percibimos gran parte de la historia de Irak. Tarek, de vida acomodada, maestro de escuela y al que siempre sonrió la vida.  Abdullah, “príncipe de los pesimistas”, al que llaman Kafka por su manera de pensar, que escribe los acontecimientos contemporáneos como historias antiguas,, relatos de pérdida y muerte.
   La novela está centrada en Ibrahim Quisma cuya conducta es una gentil resignación. Estéril a causa del gas venenoso en la guerra contra Irán, queda además cojo durante la invasión de Kuwait. Halla trabajo en los jardines del presidente. Allí, en espacios secretos dentro de Bagdag, rodeados de los palacios de Sadam Hussein, todo aparentemente es paradisiaco, pero los horrores acechan bajo la superficie.
   Ibrahim asciende socialmente y se siente avergonzado de su padre. Su pueblo natal donde “cada historia llega a todos los oídos”, es un escenario mágico y macondiano.
   En la novela existen diferentes subtramas. Por ejemplo el confinamiento doméstico, metáfora del encarcelamiento organizado por el estado. O la situación de Kuwait, ocupado por reclutas iraquíes saqueando la ciudad y quemando los pozos petrolíferos. También las representaciones, llenas de dureza de la carnicería en la carretera a Basora bombardeada por los norteamericanos. Así como la caída de Bagdad en el año 2003.
   La novela está construida a partir de historias reales. Realismo alucinatorio, mezclado con detalles simbólicos con cierto aire “tolstoyano”  en los enfoques sobre la interacción de los personajes, el río del tiempo “que fluye a través de ellos y sobre ellos”.
  

                                              
Muhsin Al Ramli
 
 La sombra de Sadam Huseim planea sobre las vivencias de todos los iraquíes. En la novela Al-Ramli jamás cita su nombre porque, piensa, todos los dictadores son intercambiables, pero describe su vida como gobernante déspota. La caída del dictador, sin embargo no supuso la liberación del país. La invasión americana acrecentó las desgracias, así como comportamientos vejatorios, tan bien descritos plásticamente por Fernando Botero. O los agravios contra las mujeres, tales como los crímenes de honor: una huérfana es violada por el hijo de sus  padres adoptivos. Y no es él el castigado, sino ella, asesinada para preservar su honor.
   Una novela, de gran calidad literaria, humana y política que, desde la ficción, asentada en la realidad, nos da una idea de lo acontecido en Irak en las últimas cuatro décadas.

Francisco Martínez Bouzas

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