jueves, 5 de octubre de 2017

UNA VOZ LITERARIA PARA CONTAR LA REPRESIÓN ESTALINISTA

Un día en la vida de Iván Denísovich
Aleksandr Solzhenitsyn
Tusquets Editores, Barcelona, 224 páginas
(Libros de fondo)

   

   Hay dos líneas narrativas en la literatura soviética del pasado siglo XX que tuvieron una vida difícil a partir de la revolución y durante el régimen estalinista sobre todo. Una de ellas fue la del humor satírico sobre la vida del pueblo ruso. En la otra línea, mucho más radical, se encuentran los escritos de los disidentes políticos propiamente tales. El caso más notorio es el de Aleksandr Isáyvich Solzhnistsyn (1918-2008). Profesor de física, participó en la Segunda Guerra Mundial y, no obstante sus condecoraciones, fue condenado, por criticar a Stalin y por promover actividades antisoviéticas, a once años en los campos de trabajo forzados y otros de destierro, hasta 1957, año en el que se le permite retornar  a la enseñanza. Desde entonces luchó contra la represión estalinista y se convirtió en el más destacado disidente de la Uninón Soviética. En 1962, tras una larga espera de tres años  y con la autorización personal de Nikita Kruschev, aparece publicado en la revista Novy Mir Odin den Ivana Denísovich, un novela breve (póvest)  inicialmente titulada por el autor SCH-854, placa de identificación del protagonista en el Gulag
   Un día en la vida de Iván Denísovich es una novela tremendamente verosímil que surge de la experiencia personal del autor. Su publicación causó una gran impresión al describir, de forma sencilla y tangible la desesperante, cotidianidad de un tiempo y de un lugar en los que la brutalidad estaba a la orden del día. Solzhnitsyn publicó posteriomente relatos breves y novelas de formato largo como La casa de la Matriona  (1963), Por el bien de la causa (1964), Pabellón del cáncer (1968), Agosto de 1914 (1971), o ensayos reportajes como Archipiélago Gulag (1973). En 1970 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, se exilió de la Unión Soviética y adoptó la ciudadanía norteamericana y desde Estados Unidos incitó a su nuevo país a atacar al de su origen.
   La novela narra pormenorizadamente  un  día “casi feliz” del protagonista Iván Denísovich Shúkhov, un zenk (interno en un campo penal). Una jornada desde el toque de diana al de la retreta, inmerso en la misma rutina de los tres mil seiscientos cincuenta días de su condena. Ese día da comienzo a las cinco de la madrugada y concluye a las diez de la noche, tras incontables registros de los prisioneros, bajo el frío siberiano: menos de 27º C marca el termómetro esa mañana, mas solamente cuando baja hasta los 41º C bajo cero no los enviaban a trabajar. Enfrentamiento con enfermedades, al trabajo, al cansancio, al hambre,  las absurdas normas del campo. Iván es astuto, tiene experiencia, sabe cómo moverse, no desconoce el margen que posee un interno para que el día transcurra sin ninguna sombra, casi feliz. Tiene claro, así mismo, los límites que jamás osará traspasar: la deslealtad, la corrupción, la mendicidad.
   El gran mérito de la novela de Aleksandr Solzhenitsyn consiste sobre todo en su capacidad de haber dotado de entidad literaria las espantosas condiciones de vida y las vejaciones que describirá más tarde en Archipiélago Gulag. El escritor ruso fue capaz de inmortalizar, en forma de novela, el drama de la represión estalinista sobre millones de seres humanos. Una perennidad que el lector puede extender a todas las formas de represión y de opresión de la dignidad humana en campos de castigo, arma preferida de las dictaduras de todos los tiempos e incluso de gobiernos de ciertos estados que alardean de ser democráticos.
   
                                          
Aleksadr Solzhenitsyn
                                       

   El autor buscó verosimilitud y para ello emplea un narrador omnisciente en tercera persona que describe la jornada del protagonista huyendo de valoraciones. Sin embargo, los distintos personajes cuyos diálogos son reproducidos, dan fe de las absurdas y crueles condiciones en las que se vive en el campo. Así pues, Solzhenitsyn es fiel a las propuestas del realismo socialista de brindar una imagen fiel de la realidad. De ahí que, coherente con ese compromiso personal, la novela revela sin valorarlos, como ya señalé, aspectos estremecedores del sistema de represión con los disidentes. Un estilo directo, coloquial, vivo y próximo al lector que de inmediato siente empatía por lo que está leyendo, y una estructura lineal permiten que esta obra haya logrado una gran difusión, convirtiéndose incluso en un  bestseller. Un verdadero “pedestal” como acostumbraba decir el propio narrador.


Francisco Martínez Bouzas

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