martes, 24 de mayo de 2016

"LA PASIÓN DE MADEMOISELLE S.": ALTO VOLTAJE ERÓTICO



La pasión de Mademoiselle S.
Anónimo
Traducción de Isabel González-Gallarza
Edición y prólogo de Jean-Yves Berthault
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2016, 244 páginas

   Se nos dice (Le Parisien) que La pasión de Mademoiselle S. es el texto erótico más apasionado jamás escrito. Reivindica su hallazgo el diplomático francés Jean-Yves Berthault, autor así mismo de la edición y del prólogo. Berthaut confiesa que,  ayudando un día a una amiga a vaciar su casa, encontró un viejo estuche de piel repleto de cartas escritas a mano y con la misma caligrafía. Una correspondencia amorosa “con un lenguaje más que atrevido…de una increíble audacia erótica” fechadas entre 1928 y 1930. Son las cartas de Simone a su amante Charles, un hombre casado, más joven que ella. Misivas desprovistas de fecha en su mayoría. Lo que  Berthault  ofrece en esta edición es, según afirma, solamente una parte de la correspondencia, pero conforma, en su opinión, una novela epistolar escrita con una audacia y obscenidad que se va acrecentando a medida que pasan los meses, y sin que su presunta autora hubiera podido inspirarse en la literatura más atrevida de la época. Genet no había publicado nada en esa época, Gide había dado a la imprenta Corydon en 1924 y Si le grain ne meurt (1926), pero en ninguno de estos dos libros traspasaba la frontera de sus obsesiones homosexuales. Otros libros como Les Chansons de Bilitis, no se servían de un lenguaje que para la época resultaba grosero.
   Las cartas, publicadas en orden cronológico, muestran la pasión celosa y desenfrenada de Simone. Es ella la que expresa sus deseos, sus fantasías, la que toma el timón de una singular exploración corporal, sobre todo sexual, exigiendo, pidiendo más y más, mientras Charles es el elemento pasivo: se deja hacer. No son cartas de amor o erotismo intransitivo porque sabemos por comentarios que hace Simone, que sus cartas tuvieron respuesta, pero en el “tesoro” epistolar encontrado no figura ninguna.
   A medida que pasa el tiempo, el erotismo con el que se inicia la relación, se convierte en lujuria desenfrenada, y el lenguaje roza o entra de lleno en el terreno de la pornografía. Y es aquí donde, una vez más, surge el interrogante sobre cómo diferenciar la pornografía del erotismo. Las diferencias son muy sutiles y relativas. Dependen de las líneas argumentales, de los estereotipos éticos, sociales, psicológicos, estéticos, feministas, machistas…, pero en cualquier caso siempre son subjetivos. La Real Academia Española adopta como criterio diferenciador la obscenidad: “El carácter obsceno de las obras literarias o artísticas”. Pornografía sería pues la sexualidad pervertida. Un concepto que no se libera del relativismo cultural como demostró Pierre Klossowski cotejando ciertas prácticas sexuales (la entrega sexual de la esposa a otro hombre por parte de su marido), merecedoras de distinta valoración en función de que los practicantes sean franceses o esquimales. Tienen cabida además otras muchas consideraciones, como las propuestas sociológicas que definen el erotismo como la pornografía de las clases dominantes, mientras que la pornografía sería una actividad de menor categoría, vinculada a la clase dominada. Mas en lo que no hay dudas es que, tanto el erotismo como la pornografía son manifestaciones de la sexualidad, una actividad reprimida por la tradición intelectual judeo-cristiana.
   Las cartas de Simone, especialmente a medida que avanza el tiempo, van más allá de la sexualidad pervertida, de la lascivia, de la obscenidad. Incluso surgen los celos, porque ella es libre, pero su amante Charles está casado, es más joven que ella y los encuentros no se producen con la frecuencia que Simone desearía. La relación, al menos en el testimonio epistolar, duró  dos años. Él dejo de ir al encuentro de ella. Lo que ocurrió o provocó la ruptura quedó guardado bajo el sello del enigma. Pero la amante, la lujuriosa Simone que ofrece un testimonio epistolar de la relación, sin eufemismos, sin disfrazar detalles, quedó emocionalmente desvalida.
   La pasión de Mademoiselle S. no es exactamente literatura sino una muestra de narrativa epistolar que pone al descubierto  experiencias vitales, la ebriedad de los cuerpos. Además, con el avance del tiempo, se evapora la lírica frescura inicial y el erotismo se transforma en una erotomanía incontrolada, en la obsesión enfermiza de una mujer víctima de los celos. Libro de protagonismo femenino. Es una mujer la que toma iniciativas, la dueña de los cuerpos y de los deseos, la que rompe los tabúes sexuales y afronta las consecuencias.
Jean-Yves Berthault
   
 Pese a no ser una obra de grandes valores literarios, sorprende el estilo en el que estas cartas están redactadas, no solo por su audacia que recrea fantasías que incluso hoy podrían ser consideradas obscenas, episodios de sadomasoquismo por ejemplo, que Simone rememora. Sorprende la modernidad del lenguaje que emplea esta mujer parisina de la clase alta en los años veinte del siglo pasado. Por eso mismo no faltan analistas que ponen en duda el origen de las cartas, llegando a insinuar que Jean-Yves Berthault es el autor de la correspondencia. El artífico del manuscrito encontrado que ha dado origen  a tantas novelas y relatos, y una frase que el editor incluye en el prólogo (“uno de mis mejores amigos (…) me dijo: «¡Vamos, reconócelo, las has escrito tú mismo! Esto no puede haberlo escrito una mujer en 1928!»”), incitan a la desconfianza, acrecentada además por lo que estas misivas tienen de documento de la época, ya que la correspondencia de la misteriosa Simone habla de feminismo, de la liberación de la mujer, de lesbianismo, de homosexualidad y de todas las filias imaginables.

Francisco Martínez Bouzas

Postal erótica editada en 1915, trece años antes de las cartas de Simone

Fragmentos

“Querido, quisiera verte alguna noche de la semana que viene si es posible, pues anhelo tanto tus caricias que se me haría largo esperar hasta el sábado.
Quiero volver a disfrutar de esos minutos apasionados de nuestro último encuentro…El recuerdo de esas caricias me turba extrañamente, y quiero revivir en tus brazos las sensaciones tan maravillosas que sabes darme. Amado mío, quiero que me ames con todo el ardor de tu deseo, quiero que me hagas gozar apasionadamente con tus abrazos perversos. Amado querido, dime que, como yo, quieres vivir otra vez esas caricias, dime que eres feliz entre mis brazos, muy feliz, y que me amas.”

…..

“Yo también quiero entre nosotros caricias inauditas. Quiero que saquemos el máximo placer de nuestros cuerpos para que nunca podamos olvidarnos. Sí, querido, en nuestra penúltima cita me di cuenta de que deseabas ese abrazo nuevo y te dije lo turbada que me sentí cuando, con tanta suavidad, tanta ternura, deslizabas tu polla cálida y dura entre mis labios húmedos. Era infinitamente delicioso sentir cómo me follabas el coño. Has sabido despertar en mí el deseo de ese abrazo que había excluido voluntariamente de nuestras relaciones por muchos motivos. En nuestro próximo encuentro, así es como deberás tomarme, si así lo quieres, pero para atenuar la banalidad de una posesión así, ya sabes lo que espero de ti. Me encularás con ese miembro infatigable.”

…..

“Charles, mi pequeña Lotte, estoy muy triste, pues creo que soy la única que atesora tan maravilloso pasado. ¿De verdad ya no me deseas, mi culo ya no te tienta con la piel satinada de sus nalgas, y ha perdido también mi boca el poder portentoso que antes te la ponía dura entre sus labios? Pero anoche mismo, ¿por qué la sentí tan hermosa y tan dura bajo mi lengua si ya no has de metérmela nunca en el culo ni en el coño? Ah, tesoro, tesoro, ¿es posible que te hayas vuelto tan indiferente? Yo te deseo tanto todavía…Sufro, querido, y no quieres entenderlo.”

…..

“Sí, Charles, se acerca la hora en que al fin podrás conocer los últimos goces. Será primero aquí, en mi casa, si así lo quieres, el preludio de esa orgía. El vasto lecho recibirá tres cuerpos, tres desnudeces en la luz tamizada en la que adivinarás muslos, brazos, cabezas, un montón de carne rosa y cálida, y en la noche se elevarán quejidos de voluptuosidad. Verás a tu amante, a tu zorrón, chuparle como loca el culo a su joven amiga de piel morena. Tomará entre sus labios ese botoncito misterioso que crece con su beso, mientras sus dedos ágiles recorrerán el cuerpo que se estremece. Mírala gozar con los besos de su amante, esa joven virgen…Mira cómo se estremece su vientre, mira cómo se hinchan sus pechos…Gime, grita bajo la caricia hábil que la lleva al éxtasis…Ya no puedes más, la apartas violentamente y ahora te toca a ti chupar a tu amante. Tu polla dura está llena de leche, tienta mi boca…Vamos, ven, quiero que tú también alcances el éxtasis con mi beso.”

(Anónimo, La pasión de Mademoiselle S. páginas 13, 63, 202, 209)

2 comentarios:

  1. Un léxico nada peculiar en una mujer de esa época, en estas misivas eróticas que nos presenta este libro que creo efectivamente no tienen la menor mesura, pero que para la época actual en que vivimos, es el pan de cada día en otros medios no sólo en unas cartas íntimas, que están llenas de pasión amor y lujuria. Un gusto leerte Francisco, es una reseña muy interesante, te dejo un abrazo.

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