jueves, 3 de diciembre de 2015

"EL REY DEL JUEGO": CARCAJADA, HUMOR SALVAJE Y ALGO MÁS



El Rey del Juego

Juan Francisco Ferré

Editorial Anagrama, Barcelona, 2015, 276 páginas



   Juan Francisco Ferré (Málaga, 1962), es un escritor que, si algo ha demostrado, es que la literatura no solamente no está en crisis, sino que no cesa de innovar. Como botón de muestra, sus dos novelas Providence (2009) y Karnaval (2012),  a las que se une ahora con igual prestancia El Rey del Juego, editada recientemente por Anagrama. Una narrativa cimentada en el humor y en la causticidad y que, en formato híbrido, abre nuevas sendas más allá del realismo y de ciertos vanguardismos carentes de sustancia.. El resultado, una novela política ambientada en un tiempo muy cercano, 2014, pautado por la abdicación del anterior rey Juan Carlos y el ridículo de la selección de futbol en su intento de revalidar su título dc campeona del mundo. Pero sobre todo, una novela que dice algo sobre la realidad, enmarcada en múltiples enfoques paródicos y festoneada por una comicidad, a la vez lúdica, crítica y con todos los adjetivos que seamos capaces de añadir.

   Son ilustrativas dos páginas paratextuales situadas en el pórtico de la novela en las que se vierten controvertidas opiniones -citas inventadas- sobre El Rey del Juego, de las que entresaco solamente tres: “…una teoría de España disfrazada de videojuego novelesco” (Iñaki Ezquerra); “No hay una sola idea inteligente en toda la novela” (Pablo Iglesias); “El Rey del Juego es una novela que no me gustaría escribir por nada del mundo” (Juan Goytisolo). A todos, o a una buena parte de los lectores de El Rey del Juego, la novela nos toca las narices, o quizás las pelotas como al presunto Arcadi Espada. En efecto, Juan Francisco Ferré no tiene ningún reparo en ofrecer un retrato -teoría según algunos- de la “querida España”, que es mucho más que un puro disparate. Una novela desconcertante, extremada, verraca (nada que ver con lo que esta palabra significa en Colombia), aquelarre narrativo que nada tiene que envidiar a las visiones esperpénticas de Valle Inclán. Porque su apuesta e itinerario, a la hora de cocinar esta novela, han sido “entrar por el otro lado del espejo y encontrarse con un país deformado, con seres monstruosos, deformes, con criaturas fantásticas”.

   Entre el humor cáustico sin mesura y la bufonada, Juan Francisco Ferré enfrenta al lector con un periplo disparatado, en el que el protagonista y narrador, Axel Bocanegra, un novelista cuarentón, se queda dormido viendo porno en la tela, después de haberse bebido media botella de Jack Daniels. Dos supuestos fans de su literatura, gamberros cuánticos los dos, le convencen de que les acompañe al Bar de Bringas para discutir de futbol o de lo que se tercie. Y de allí a las Ruinas del Reino, un hiperactivo nido de okupas. Le confinan en una habitación con una pareja de monstruos de circo: un viejo de cabellara canosa y una enana con orejas de soplillo. Y a partir de aquí, una catarata de anécdotas, de diálogos de besugos, de sexo y violencia, de atentados o pseudo atentados en el que aparece muerto el nuevo rey de España o su doble, un encuentro con Cristina Pedroche o su clon (dice llamarse Marta Sánchez), en corta minifalda y sin bragas, de historias relativamente autónomas, introducidas en la novela no con calzador, pero poco menos… Son los colores con los que el autor dibuja un país monstruoso.

   Novela cuya tonalidad va más allá del humor ligero y divertido y se ancla en la causticidad con la que se nos cuenta una aventura kafkiana que tiene que ver con la “épica zafia de la Transición”, contada como un videojuego o un comic, y con aditivos que están a su altura: referencias cinematográficas, acervas y solapadas críticas contra ciertos programas televisivos, el género de la telerrealidad entre ellos. Y en el trasfondo y tras la cortina del disparate y lo deformante, una tematización sobre el enmascaramiento y la pluralidad de identidades. Y una forma de hablar de España que no quiere ser casposa ni paleta, pero mucho menos una ensoñación idílica.



Francisco Martínez Bouzas

                                                       
Juan Francisco Ferré

Fragmentos



“Esto último es lo que más duele del lote, digan lo que digan las mustias matronas de Móstoles. El psicodrama patriarcal no es el cibersexo al alcance de un clic pajillero ni las eyaculaciones virtuales con las proletarias del porno. La enfermedad incurable es la vida. Año tras año. La matemática de la juventud. El calendario del declive programado. La fecha de caducidad del deseo. Lo que es bueno para el whisky de malta conservado en barricas de roble centenario es muy malo para el hombre que lo bebe todas las noches para consolarse. Y no digamos para la mujer abstemia.”



…..



“La cama es una tentación a mi alcance, calculo que en ella cabría una orgía acrobática de ocho cuerpos infatigables sin excesiva merma de espacio. Me tiro sobre ella para probar la flexibilidad del colchón, una de mis fijaciones, y para intentar aclarar mis ideas. No hay mucho que procesar en una mente que ha elegido la amnesia como estado ideal de vida y no tardo en ponerme en pie de nuevo. Soy reacio a la posición horizontal excepto si una buena cama lo justifica.

Voy al coqueto salón de la suite. Una mesa baja con un montón de revistas de chismorreo apiladas unas sobre otras. Las portadas son deprimentes. Mujeres o novias de futbolistas, cantantes sin voz, cantamañanas de la radio episcopal, ídolos de la chusma, presentadoras de televisión en busca de mejora salarial, futbolistas mastuerzos, algún político codicioso, empresarios corruptos, modelos anoréxicas, etc. El lote de la infamia nacional al completo por un precio irrisorio.”



…..



“Saciado con creces el primer apetito, Amaro G. volvía a monologar sobre sus obsesiones preferidas, mientras recibía por debajo de la mesa, como percibí pronto, las gratificaciones manuales de Ildi, un prodigio de discreción y tiento.

-¡No, no, no y no! Mira que te lo tengo dicho, mi querida Ildikó. Como me gusta más es con la izquierda. La derecha es torpe y siempre se precipita. Es inevitable.

Mirándome sonriente , en el ápice de su relación climática con la visitante húngara sentada a su izquierda, Amaro me guiñó el ojo derecho con picardía. Tenía la cara sudorosa y roja, a tono con el birrete cardenalicio que portaba sobre la cabeza como un atributo sacramental, y temí que pudiera darle un síncope. Parecía exhausto. Y no me extraña.”



(Juan Francisco Ferré, El Rey del Juego, páginas 43, 108, 193-194)

3 comentarios:

  1. Preciosa reseña, gracias, una manera pícara de tomar el tema político de España, aquí lo interesante parece ser, es el enmascaramiento de personajes importantes que se aborda como si fuera un juego, tratando de dar a conocer, algo de la realidad. Muchas felicidades por tu trabajo, que siempre es ilustrativo y educativo. Te mando un abrazo con cariño. Gracias.

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  2. La verdad es que al leer el segundo fragmento de la novela, no sé si habla de tu país, Francisco, o del mío.
    Tu crítica me fue llevando al pensamiento ambiguo pero me doy cuenta que de eso se trata en la narración. En realidad no puedo opinar sobre España, primero tengo que ver "...la viga en mi propio país", que a veces se parece tanto al tuyo.
    Me quedé muy interesada en el estilo que marca Ferré, parece una tendencia muy actual, la oración corta y certera como un arma disparada, en este caso el arma es el humor y/o el enmascaramiento para contar una realidad dentro de otra.
    Tu crítica como siempre nos plantea nuevos caminos de lectura.

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