martes, 8 de diciembre de 2015

"CARTAS DE UNA NOVICIA": MATAR EL AMOR TRAS LOS CERROJOS DE UN CONVENTO



Cartas de una novicia

(Historia de una curruca)

Giovanni Verga

Traducción de Elda Gómez Palmeiro

Postfacio de Javier Ruiz Martín

Editorial Funambulusta, Madrid, 2015, 165 páginas



   Giovanni Verga, el autor de Cartas de una novicia, es el escritor más significativo de la corriente literaria verista, una tendencia surgida en Italia en el último cuarto del siglo XIX, y que recibe la influencia del naturalismo francés, especialmente a través de Balzac. Giovanni Verga, como buen verista, retrata, en su literatura, una serie de personajes y situaciones extraídas especialmente de las clases bajas, de los “vencidos de la vida”. En su literatura apuesta por lo que él llamó “el ideal de la ostra”, es decir, la tendencia a reproducir el acerbo costumbrista tradicional, la resignación ante la dureza de la existencia, anclada en una sociedad arcaica, cerrada, expresando, sin embargo, sentimientos simples y los valores típicos de las sociedades tradicionales (rígida concepción de la jerarquía familiar, un sentimiento arcaico del honor).Y sin creer, al contrario de los naturalistas franceses, en la fuerza salvadora del progreso. El verismo de Verga es pues una visión sumamente pesimista que actúa como caldo de cultivo de sus novelas (Nedda, Tigre real y en el ciclo Los vencidos). También alimenta su Storia de una capinera, la novela que le dio a conocer en 1871 y que ahora Editorial Funambulista nos permite leer en español, bajo el rótulo de Cartas de una novicia (Historia de una curruca), cuya tonalidad se halla perfectamente reflejada en unas palabras del prefacio de la primera edición, escritas por Francesco Dall’Ongaro: “páginas de una vida de dolor y abnegación reproducidas en vivo por el narrador”.

   La protagonista de la novela es María, hija de un modesto empleado y huérfana de madre. A la edad de siete años es recluida en un convento de Catania. La pobreza la había destinado a ser monja de clausura. A causa de una epidemia de cólera que azotó en 1854 la ciudad siciliana, María es enviada a la casa de campo de su padre, en Monte Ilice. Allí vive con la familia desde el 3 de septiembre de 1854 hasta el 7 de enero del año siguiente. Todo lo que de ella conocemos nos lo proporcionan las cartas que escribe a Marianna, una amiga del convento. Le habla de su familia y especialmente de la madrastra a la que le cuesta mucho llamar madre. Y sobre todo, del maravilloso paisaje del Monte Ilice, que representa todo lo contrario al ambiente del convento de clausura, con sus paredes grises y viejas. Disfruta con el amor de la familia y con la amistad y afecto de unos vecinos, con cuyo hijo mayor es forzada  a bailar y que terminarán profundamente enamorados, lo cual hace que María se sienta pecadora. Pero incluso así, ama su pecado.

   No obstante su situación pronto toca a su fin, y vuelve ingresar en el convento para ser esposa solamente de Dios. El aislamiento de la clausura no le proporciona serenidad. Su mente retorna constantemente a  los días gozosos de Monte Ilice, y sobre todo al joven del que se había enamorado; pensamientos y sentimientos que no desaparecen por mucho que mortifique su cuerpo. Profesa los votos y se convierte en monja, lo que no la tranquiliza. A través de una monja lega sigue escribiendo cartas a su amiga que en nada envidian a las misivas de amor de Sóror Marinaa Alcoforado, supuesta autora de las Cartas de amor de la monja portuguesa. Teme enloquecer y que la encierren en la celda de los locos donde lleva recluida desde hace quince años sor Agata. Le aterra la pavorosa tradición del convento que impide que la celda de los locos permanezca vacía.

   Un envoltorio con un pequeño crucifijo, un mechón de pelo, unos pétalos de rosa y unas cuartillas enviado a  Mariana por la monja lega, pone fin a una historia rebosante de las alegrías de la vida y de la fuerza del amor, aniquiladas por los cerrojos y las celosías de un convento.

   El relato respeta la estructura lógico-cronológica de los hechos, sin analépesis ni retrospecciones. Los personajes principales están bien caracterizados, especialmente a través de su comportamiento y por las breves observaciones de María, carentes de maldad, incluso cuando se encuentra con las absurdas y celosas prohibiciones de la madrastra. Es importante la relación que, en la novela, se establece con  la naturaleza circundante: el paisaje “solar” de Monte Ilice o el gris sombrío de la clausura. Por  eso mismo, los lugares y los espacios juegan un papel prácticamente protagónico en el relato de Giovanni Verga. Y, aunque no abundan, cobran así mismo relevancia  las veladas críticas a la sociedad y a las instituciones religiosas de la época; así como a las situaciones materiales, la pobreza especialmente, que determinan el destino de las personas, “los vencidos de la vida”.



Francisco Martínez Bouzas

                                                     
Giovanni Verga



Fragmentos



“Ya sabes que fui encerrada en el convento cuando no tenía todavía siete años, cuando mi pobre madre me dejó sola…Me dijeron que me darían otra familia, otras madres que me querrían…Es cierto; sin embargo, el amor que le tengo a mi padre me hace comprender que habría sido muy distinto el afecto de mi pobre madre.

¡No puedes imaginarte lo que experimento dentro de mí cuando mi querido papá me da los buenos días y me abraza! ¡Nadie nos abrazaba nunca allí, tú lo sabes, Marianna!... la regla lo prohíbe…Y, sin embargo, no me parece que sea nada malo sentirse tan amadas…

Mi madrastra es una mujer excelente porque no se ocupa más que de Giuditta y de Gigi, y me deja correr por las viñas a mis anchas. ¡Dios mío! Si me prohibiese saltar por los campos como se lo prohíbe a sus hijos con el pretexto de evitar una caída o una insolación, sería muy infeliz, ¿no es verdad? Aunque, probablemente, es más buena e indulgente conmigo porque sabe que no podré disfrutar de todas estas diversiones durante mucho tiempo y que, después, volveré a estar encerrada entre cuatro paredes.”



…..



“¡Lo amo! ¡Es una horrible palabra! ¡Es un pecado! ¡Es un delito! Pero es inútil disimulármelo a mí misma. El pecado es más fuerte que yo. He intentado huir, pero me ha aferrado, me tiene inmovilizada contra el suelo, me hunde la cara en el fango. Todo mi ser está lleno de ese hombre: mi cabeza, mi corazón, mi sangre; lo tengo ante mis ojos en este momento en que te escribo, en los sueños, en el rezo. No puedo pensar en otra cosa; siento que cada instante su nombre me viene a los labios, que cada palabra que digo se transforma en su nombre; cuando lo escucho, soy feliz; cuando me mira, tiemblo; querría estar cerca de él en todo momento, pero lo rehúyo; querría morir por él. Todo lo que siento por ese hombre es nuevo, es extraño, es espantoso…es más ardiente que el amor que le tengo a mi padre. ¡Es más fuerte que lo que siento por mi Dios…! Esto es lo que en el mundo llaman «amor»…Ya lo he conocido, lo veo… ¡Es horrible…! Es el castigo de Dios, la perdición, la blasfemia… ¡Estoy perdida! ¡Marianna, ruega por mí!”



…..



“Tengo miedo de esa pobre sor Agata, que está encerrada desde hace quince años en la celda de los locos. ¿Te acuerdas de aquel rostro descarnado, pálido y espantoso, de aquellos ojos estúpidos y feroces, de aquellas manos huesudas con las uñas largas, de aquellos brazos desnudos, de aquellos cabellos canosos? Ella da vueltas sin tregua en el breve espacio de su cuartucho. Se agarra a las barras de hierro y se soma a la reja como una bestia feroz, semidesnuda, gritando, gruñendo…¿Te acuerdas también de la pavorosa tradición  del convento, esa que dice que aquella celda no debe permanecer nunca vacía, y que a la muerte de una pobre loca ha de haber siempre otra desgraciada que encerrar allí? ¡Marianna! Tengo miedo de que yo deba suceder a sor Agata cuando Dios le haga la caridad de llamarla ante Sí.”



(Giovanni Verga Cartas de una novicia, páginas 14-15, 54-55, 128)

3 comentarios:

  1. Tu reseña me lleva a pensar que hablas de una novela cuyo tema parece ser bastante duro con un contenido más duro aún de digerir.
    Parece, es cierto, una queja, una protesta del autor contra todas esas imposiciones culturales en la sociedad, de las que no se han librado todavía algunas poblaciones del mundo y de las que tienen mucha responsabilidad las religiones más importantes que existen.
    Muy bueno tu trabajo que siempre nos guía por una mejor lectura y muy buenos los fragmentos que permiten saborear por anticipado una buena obra literaria.
    Gracias y saludos.

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  2. Una novela de costumbres arcaicas es lo que alcanzo a discernir,donde no se consigue libertar el corazón, ante el yugo de una sociedad que a veces mutila el alma. Un abrazo con mi siempre admiración y cariño, gracias por dejarme aprender contigo.

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