miércoles, 18 de noviembre de 2015

RELATOS DE SVEVO. NARRATIVA TRAS LAS SENDAS FREUDIANAS



Vino generoso y otros relatos

Italo Svevo

Traducción de Luisa Juanatey y Francesca Peretto

Editorial Pasos Perdidos, Madrid, 2015, 158 páginas



   Italo Svevo es el heterónimo del comerciante judío italoalemán  nacido en Trieste, Aron Hector Schimitz, conocido sobre todo por su tercera novela, La conciencia de Zeno (1919), un texto que ofrece una prueba insoslayable de la influencia de Freud y de la corriente psicoanalítica en la narrativa del pasado siglo. Italo Svevo es así mismo conocido por su amistad con James Joyce y por el interés que la representación de la intimidad psíquica de los personajes en La conciencia de Zeno provocó en Eugenio Montale. Svevo, fallecido debido a un atropello automovilístico en 1928, fue así mismo traductor al italiano, junto al doctor Finzi, de la obra freudiana más conocida, La interpretación de los sueños.

   Pero la mayoría de las obsesiones freudiana (la identidad, el onirismo, la culpa, el complejo de Edipo…) están así mismo presentes en las obras menores de Svevo, especialmente en sus relatos, algunos de ellos recogidos en este volumen de Pasos Perdidos.

   En el relato que rotula el libro, “Vino generoso”, según Montale el más notable del escritor triestino, está muy presente el onirismo y la constatación de que el beber es un medio altamente pertinaz para explorar las dimensiones del inconsciente. El acontecimiento que narra Svevo, es la cena de la víspera de la boda de la sobrina de la mujer del protagonista, que se considera a sí mismo un viejo licencioso. La cena es para él un acontecimiento memorable y gozoso, porque el médico que atiende sus dolencias, le había dado permiso para comer y beber en esa noche como todos los demás. Y en efecto, come y bebe sin descanso para afirmar su libertad ante la censura o imposiciones médicas y familiares. El vino le altera y comienza a rebelarse: discusiones y reproches con los familiares más directos. Los resentimientos brotan de su interior y los verbaliza sin el freno de la censura, anulada por el vino, “la leche de los viejos” (página 16). Ya en su domicilio sigue atormentado por la ira y no es capaz de prender el sueño, víctima además de ardores y horribles pesadillas una vez dormido. Son las construcciones de los sueños que le atormentan, de las que se avergüenza y decide ocultar, si bien toma conciencia de la importancia de las prohibiciones médicas. Onirismo pues asociado al vino, un abridor de conciencias, tal como ya había escrito Svevo en La conciencia de Zeno. “El vino grita todo aquello que habíamos olvidado, pero que todavía permanece perceptible en nuestro corazón”.

   El segundo relato, “Una burla literaria”, el más extenso de la colactánea, es prácticamente una novela breve. Su `protagonista es un escritor frustrado, un patético aspirante al Olimpo de las letras, mas apenas había escrito un renglón (“…durante mucho tiempo el escritor  no tuvo otra cosa que pluma y papel -igual de blanco siempre- dispuesto sobre su mesa de trabajo”, página 36). Durante su juventud había publicado una novela, pero ahora, cuando se propone retomar la tarea, siente una saludable repugnancia. En el momento presente no es capaz de componer otra cosa que brevísimas fábulas sobre animales (moscas y gorriones, sobre todo) y sus relaciones con los seres humanos. Una tarea que le llena de felicidad, excepto en sus horas de sueño (“aquellos gritos y sonidos eran la sincera expresión en el sueño del espíritu torturado.”). De nuevo pues Svevo recurre a las teorías freudianas sobre los sueños, si bien dándoles la vuelta: la satisfacción del deseo, en este caso, mediante el dolor. Finalmente su ciega candidez es víctima de una cruel burla literario-editorial, cuyo final no revelo, pero sí puedo decir que es una versión triestina del burlador burlado o castigado y del premio a la inocencia en tiempos turbulentos.

   “Con alevosía”, el tercer relato, aborda el tema del egoísmo en los negocios, ajeno incluso a la muerte del amigo. Finalmente el cuarto relato “La madre” es una fábula protagonizada por animales: gallinas y polluelos, que incide en la necesidad del referente materno: tener una madre que te admire, que te arrope, que proporcione dulzura, función que nunca desempeñará una madrasta, al menos en el reino animal. Un relato que, desde la alegoría, incide en las relaciones del hijo con la madre y que ha sido interpretado como una referencia al complejo de Edipo.

   Cuentos con moraleja que confirman la opinión de Montale que consideraba a Svevo un autor moralista: todo lo que hacemos tiene repercusiones en el futuro. En las cuatro narraciones el lector percibe la profunda capacidad de análisis psicológico que muestra Svevo. Así como la calidad escritural de un autor ignorado durante décadas, pero que hoy está considerado como uno de los creadores de la moderna narrativa europea.



Francisco Martínez Bouzas



                                                       
Italo Svevo

Fragmentos



“Recordé que de joven, para conciliar pronto el sueño, me obligaba a mí mismo a pensar en una vieja feísima que me hacía olvidar todas las bellas visiones que me obsesionaban. En cambio ahora podía evocar sin peligro alguno la belleza que, a buen seguro, me ayudaría: he ahí la única ventaja de la vejez. Y pensé, llamándolas por su nombre, en diversas mujeres hermosas que fueron desde mi juventud, de una época en que las mujeres hermosas abundaban de modo increíble. Pero no vinieron. Tampoco ahora me fueron accesibles. Evoqué y evoqué hasta que, al cabo, de la noche surgió una única imagen hermosa, la de Anna: precisamente ella tal como era muchos años antes, aunque en su rostro, en su bello y lozano rostro, la expresión era dolorida y de reproche. Porque no venía a traerme la paz sino el remordimiento, eso era claro.

Y ya que estaba allí, razoné con ella. Yo la había abandonado y ella enseguida se había casado con otro, lo cual era perfectamente justo.”



…..



“Al principio, repitiendo su mismo error juvenil, escribió sobre animales que conocía poco. Las fábulas le resonaron con barritos y rugidos. A continuación se volvió más humano -si así puede decirse- y escribió sobre animales que creía conocer. La mosca entonces le obsequió abundantes fábulas, dando prueba de ser un animal más útil de lo que se piensa. En una fábula Mario admiraba la velocidad del díptero, un desperdicio de velocidad, ya que ni le hace falta para alcanzar su presa ni le sirve para garantizar su integridad. Aquí la moraleja la sacaba una tortuga. En otra ensalzaba a la mosca por dar buena cuenta de la porquería, que  a ella tanto le gusta. Una tercera fábula se asombraba de que la mosca, el animal más dotado en cuanto a ojos, vea tan imperfectamente. Por último, otra contaba del hombre que aplastó una mosca inoportuna y acto seguido la increpó: «Te he hecho un bien. Así ahora ya no eres una mosca». De este modo era fácil tener lista una fábula diaria con el café del desayuno. Hizo falta que llegase la guerra para enseñarle a Mario que la fábula podía pasar a ser una expresión de su espíritu, que así introducía la momiecilla en el mecanismo de la vida como un órgano suyo. Y así fue como ocurrió.”



…..



“Pronto el deseo de la madre infectó todo el corral; y se hizo más vivo, más perturbador, en la mente de los mayores. Cuántas veces una enfermedad infantil ataca a los adultos y para ellos se hace más peligrosa: así también las ideas, algunas veces. Creció desmesuradamente aquella imagen de la madre que había tomado forma en sus cabecitas caldeadas por la primavera y todo bien –como el buen tiempo y la abundancia- se llamó madre; y, cuando sufrían, polluelos y patitos y pavipollos eran auténticamente hermanos, pues suspiraban por la misma madre.”



(Italo Svevo, Vino generoso y otros relatos, páginas, 25, 38-39, 154)

3 comentarios:

  1. Parece ser que son narraciones muy interesantes y reflexivas, escritas con gran maestría, una suculenta invitación al lector a inmiscuirse en diferentes ámbitos que dan una enseñanza de vida. Lectura que hoy en día hace falta leer. Un abrazo, gracias por compartir el arte de tan bellísima reseña.

    ResponderEliminar
  2. Ya desde el nombre sufro una invocación de Italo Calvino y algún escritor húngaro. Por otro lado me interesa la forma y el contenido, según invitan los párrafos que nos regalas, amigo. Un abrazo agradecido.

    ResponderEliminar