lunes, 11 de mayo de 2015

"LA TRAMPA", UNA NOVELA PROFUNDAMENTE PERTURBADORA



La trampa
Emmanuel Bove
Traducción de Salvador Pernas Riaño
Editorial Pasos Perdidos, Madrid, 2015, 189 páginas

   La trampa es una novela escrita hace más de sesenta años y que sin embargo no ha perdido vigor ni actualidad, tanto por los temas de fondo y la trama argumental que la nutren, como por el tratamiento narrativo. La primera edición original de la novela (La piège) data del año 1945. Su autor, Emanuel Bove, pseudónimo de Emmanuel Bobonikoff (París, 1898) la escribió entre los años 1942, fecha de su autoexilio en Argel, disconforme con la ocupación nazi, y 1945, año en el que fallece en París. Emmanuel Bove, autor de una obra literaria notable en títulos -también de novelitas populares que firmaba con pseudónimos y ajenas según sus mismas palabras al oficio de escritor-, fue descubierto por Colette que quedó hipnotizada por la sequedad de la prosa con la que escribió su primera obra, Mis amigos. Sin embargo, caería en el olvido por la singularidad de sus textos y por ser un escritor puro, ajeno a cualquier causa que no fuese la literatura, hasta que la traducción de sus obras al alemán por Peter Handke le redescubriría de nuevo. Años más tarde será aplaudido por Sacha Guitry, Reiner Maria Rilke, Max Jacob, Samuel Beckett o Roland Barthes. En la actualidad está considerado como uno de los grandes escritores franceses del pasado siglo.
   Como en El proceso, la novela de Kafka, con la que tantas similitudes tiene La trampa, el protagonista Joseph Bridet, además de su trágica odisea personal, es un símbolo de una absurda tragedia, una víctima del poder burocrático y totalitario. En efecto, si uno de los significados del adjetivo “kafkiano” expresa la situación que se produce cuando alguien es arrastrado de forma incomprensible por algún mecanismo administrativo o policíaco, la historia de Josph Bridet que nos relata Emmanuel Bove, puede considerarse plenamente inmersa en esas enigmáticas coordenadas kafkianas.
   La acción de La trampa transcurre en la Francia de 1940. La Francia ocupada la parte norte y bajo administración alemana y “liberada” la parte sur y administrada por el régimen colaboracionista de Vichy. El protagonista, Joseph Bridet, al que le repugna el régimen el régimen colaboracionista, viaja a Vichy con la intención de conseguir, con la ayuda de antiguos amigos y conocidos, un salvoconducto que le permita establecerse en el extranjero, fingiendo querer ser útil al nuevo Estado Francés, pero con la secreta intención de unirse en Inglaterra al movimiento de la France libre del general De Gaulle. En Vichy se hace pasar infructuosamente por petainista, pero los contactos con sus antiguos correligionarios no dan el fruto apetecido y el tránsito por oficinas de funcionarios burócratas a los que se ve obligado a visitar, le van sumergiendo paulatinamente en la tupida telaraña de una inexorable trampa que se va cerrando sobre él de una forma inflexible. A diferencia del Josep K.  de El Proceso, será absuelto por un tribunal francés, pero la suya será únicamente una absolución aparente, no la absolución real que está en manos de las autoridades alemanas que ordenan su conducción  a un campo de internamiento. El trágico desenlace, en cuyo recorrido el lector sigue perplejo al protagonista perdido en el laberinto del engranaje de una conspiración, no desmerece del de Josep K. vestido de negro y degollado en una plaza de la ciudad.
   Emmanuel Bove nos ofrece una novela desasosegante, íntimamente perturbadora, no obstante los breves brillos de esperanza que parecen surgir a medida que avanzan las páginas. E. Bove no solo se adentra en una de las etapas más
Emmanuel Bove
obscuras y vergonzosas del país vecino, en la que reina el egoísmo, el miedo y la traición; y la brutalidad de la derrota invade en todas partes las mentes de la gente, sino que nos presenta el mundo de la justicia como algo vago y nebuloso. En esas circunstancias, el autor se sirve de un hombre corriente, comido por las dudas, el miedo y las contradicciones para hacer todavía más visibles los férreos tentáculos de la trampa en un país ocupado por los nazis y por un régimen policial a cuyo control es imposible escapar.
   Una novela alejada de todo artificio u ornamentación formal. Emmanuel Bove únicamente se permite algunas pausas narrativas para recrear, con estilo preciso, los espacios en los que se desarrolla la narración. Pero su relato lineal está sobre todo centrado en los personajes y en el desarrollo de la acción que nos hace llegar a través de un estilo realista, atravesado a veces por rasgos de humor negro y patético; con una gran piedad, sin embargo por las víctimas, aunque se encuentren en las antípodas del heroísmo. Una novela pues que es mucho más que el relato de la pesadilla de un enfrentamiento con una ininteligible burocracia, sino el desencadenamiento de una tragedia que no dejará al lector impasible.

Francisco Martínez Bouzas

                                             
Pelotón alemán preparándose para fusilar por la espalda a resistentes franceses
Fragmentos

“Al pasar ante una ventana herméticamente cerrada, Bridet escuchó una radio y se detuvo. ¡Era Londres o Vichy?
-¿Vienes?-dijo Yolande
-Es Londres -replicó Bridet
-A esta hora, Londres se ha terminado.
-No. Es la hora de los mensajes personales.
Se escuchaba distintamente:
«El tándem de Roger está arreglado»
«Las quimeras son unas locas»
«Albertine no está vacunada. Repetimos: Albertine no está vacunada»
«Los gatos de Luxemburgo siguen maullando»
Yolande se acercó a él.
-No tiene el menor interés. ¿Vienes?
Pero Bridet continuó inmóvil. Le resultaba tan grotesco escuchar esos mensajes. Eran el indicio, el único indicio en mitad de tanta miseria, de que algo estaba pasando, de que todavía quedaban hombres capaces de burlar la presencia de los alemanes, de conspirar contra la ocupación. Y esperaba confusamente que, por no sabía qué conjunción de circunstancias, uno de aquellos mensajes fuera para él y que, de pronto escucharía algo como: «El marido de Yolande es esperado en Londres. Repetimos. El marido de Yolande es esperado en Londres.”

…..

“Bridet se acostó. Todos sus compañeros estaban ya en el cuarto. Era la hora en la que solían jugar a las cartas, aunque esa noche no hacían otra cosa que hablar. A Bridet le hubiera gustado estar solo, no tener que ver a nadie. Todavía no creía que fueran a tomar rehenes, pero tampoco había creído que fuera a estallar la guerra del 39. Cruzó las manos detrás de la nuca. Por desgracia, no se pueden cerrar los oídos como se cierran los ojos.
No soportaba seguir oyendo lo que llevaba oyendo todo el día. En los momentos trágicos de la vida nada hay más agobiante que la zozobra de los que nos rodean. Hemos logrado, a fuerza de voluntad, apartar de nuestros pensamientos todo lo que puede aumentar nuestro temor y, entonces, nos encontramos rodeados de personas incapaces de hacer el mismo esfuerzo. No podía continuar escuchando un minuto más. Se levantó y fue a aislarse en la parte de atrás del barracón. Media hora más tarde, cuando estaba de vuelta. Se encontró con Baumé. «No me voy», le dijo devolviéndole la carta. Estaba pálido. Sus manos temblaban ligeramente. Acababan de anunciar que su partida quedaba aplazada.”

(Emmanuel Bove, La trampa, páginas 53-54, 175-176)

2 comentarios:

  1. Una gran novela, inquietante en verdad, según puedo ver en los párrafos que nos brindas, amigo. Gracias por el regalo. Abrazos.

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