viernes, 20 de marzo de 2015

"AZUL COBALTO": LA VIDA DE UN PEQUEÑO DIOS



 
Azul cobalto
Historia posible del marqués de Sargadelos
Alfredo Conde
Edhasa, Barcelona, 507 páginas
(LIBROS DE FONDO)

   Azul cobalto. Historia posible del marqués de Sargadelos, representa un paso importante en el proceso constructivo de la novela histórica gallega. Un relato ficcional relacionado con ambientes, hechos y personajes históricos. Mas Azul cobalto en poco se parece a  las obras de Walter Scott, quizás el paradigma autorial del relato histórico, sino a otro tipo de narraciones de características diferentes. Azul cobalto es más bien una biografía novelada, la fabulación, partiendo de ciertos datos, de la vida de un hombre extraordinario en la Galicia del último tercio del siglo XVIII y de los primeros años del XIX, Antonio Raymundo Ybáñez, marqués de Sargadelos.
   Alfredo Conde, en efecto, recrea la historia verídica del marqués de Sargadelos, y adivina fabulosamente aquello que la historia no cuenta. Mas la suya es una invención de hechos y acontecimientos posibles. Por eso mismo resulta muy apropiado el subtítulo del libro: Historia posible del marqués de Sargadelos. No es poco, a pesar de lo que el autor manifiesta, lo que sabemos sobre la vida de este personaje, una de las figuras humanas más interesantes que actuaron en Galicia en las fechas señaladas. No obstante, seguramente es mucho más lo que ignoramos de la figura del marqués de Sargadelos, un corredor de fondo en unos momentos en los que Galicia se halla en la vorágine ciclónica, en ese ombligo plácido alrededor del que giran los vientos y el embravecido mar, y con el que el autor se identifica hasta el punto de maldecir en el desenlace del libro la memoria de cuantos posaron sus manos en el cuerpo estremecido y doliente y de cuentos, en loca carnicería, despedazaron y esparcieron  sus restos por la villa de Ribadeo.
  La novela parte del relato de la primera huelga revolucionaria -contrarrevolucionaria sería un término más apropiado- que afectó a la industria española. Estamos en los primeros días de mayo de 1798. El protagonista huye de los reaccionarios, dejando en el pazo de Sargadelos a su silente esposa, aquella mujer que le había dado diez hijos y a la que amara únicamente  a través del agujero que lucen sus camisones en el lugar apropiado. Solamente lleva consigo el cuadro en que Goya lo había inmortalizado, y no por un banal  capricho, sino porque el autor precisa del retrato en azul cobalto, pintado por el maestro de Fuentedotos, para buscar en él al personaje. O mejor dicho, para que este déspota ilustrado, no al estilo francés sino al gallego, señor de los altos hornos siderúrgicos y de la fábrica de loza, se contemple y se busque a si mismo. La asonada contrarrevolucionaria precipita a este pequeño dios, a este verdadero demiurgo, en manos de la recordación. Y esa evocación consume buena parte de la novela.
   De esta manera, el relato de Alfredo Conde se convierte en la invención de la propia personalidad del protagonista desde sus cuarenta y ocho años, amalgamando intensas retrospecciones con el relato lineal de sus últimos años de vida del marqués. Invención, pues, de una vida desde la niñez, recordando el caldo que hierve en la casa de su primo Josef Lombardero, que hierve en el pote de la lareira desde que el mundo es mundo. Los aprendizajes fundamentales, entre ellos aquel de que siempre existe algo oculto o que cualquier sueño es posible. Rehacer por lo tanto una vida desde la derrota y la melancolía de este ser que era al mismo tiempo muchas cosas: fisiócrata unas veces, de la escuela de Adam Smith otras, afrancesado en ocasiones, católico a muerte, otras empresario eficaz, que vive y trabaja bajo el sino de crear riqueza sea como fuere y bajo cualquier circunstancia.
  
Alfredo Conde
La vida de este pequeño dios, cruel y poderoso, que otea el mundo desde la crisálida de la razón, es una sucesión de amplias madrigueras por las que camina hacia la luz, ya sea de la Ilustración, ya de cualquier otro origen acorde con la condición humana. Y en el medio de tanta invención, Alfredo Conde  dota al personaje de una vida erótico-amatoria paralela a la de su sacramental monotonía con la madre de sus hijos. Surge así la figura de Lucinda, la moza aldeana de cuerpo de almasí fresco, mas también templado, que le ofrece al autor la ocasión para escribir páginas rebosantes de lirismo y de conmoción sensorial.
   Un final trágico pero que se ajusta fielmente a la realidad de los hechos y un desenlace estremecido, mérito de la pluma del  escritor, le ponen enramo a esta hermosa biografía novelada en la que Alfredo Conde reproduce virtudes y defectos de obras anteriores.
                                                  
Estatua moderna de Antonio Raymundo Ybáñez en la actual fábrica de cerámica de Sargadelos

En Azul cobalto se hallan presentes los rasgos generales de la escritura de Alfredo Conde. Una estructura editorial binaria que sirve para diferenciar la recuperación de los recuerdos con relación al relato objetivo de la realidad, y en este caso sin anunciar el cambio de tiempos mediante el empleo de ningún artificio sintáctico, sino por medio del fundido de planos. Una ruptura pues de la cronología sucesiva del relato para retomar y evocar acontecimientos anteriores, que los especialistas encuadraría dentro de las analépsis mixtas homodiegéticas. Largos períodos  excesivamente ramificados, al ladote otros muy breves con los que suelen iniciarse o concluir los capítulos. Un tiempo narrativo muy dilatado; páginas cimentadas en un reseñable rigor documental. Y también en una exuberancia de cavilaciones y en un excesivo detallismo descriptivo, que hacen de esta biografía novela un libro leíble por su hermosura y solidez, pero que nada perdería si el autor hubiera aligerado muchas disquisiciones, genealogías y anécdotas varias de personajes secundarios. En resumen, y no obstante las consideraciones precedentes, una sólida amalgama de realidad y de mundos ficcionales que nos trasmite la singladura vital de este pequeño dios poderoso.

Francisco Martínez Bouzas

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