sábado, 31 de mayo de 2014

VIOLACIONES: EL TEATRO DE LOS HORRORES



El silencio de los 12

Ismael Lorenzo

Editorial Create Space (Amazon), Charleston (USA), 2014, 172 páginas.



   La lectura de este libro que, en una nueva edición ampliada y revisada acaba de ver la luz, no dejará indiferente a ningún lector. Y a muchos otros nos confirmará en nuestra convicción de la condición depredadora del ser humano. Siempre se nos ha hablado de una antropología que solo ve el homo sapiens, ocultándosenos que bajo el emoliente y tranquilizador concepto de sapiens, se esconde en la especie humana la desmesura, la inestabilidad, el desorden, la violencia y en grado tal que con Edgar Morin, nos debemos sentir compelidos a ver al homo sapiens como homo demens,  como homo praedator. La verdad humana arrastra consigo el desorden, el error, la violencia, la compulsión, no por supuesto instintiva, a cometer atrocidades, que tienen en las violaciones una de sus más crudas, sangrantes y generalizadas manifestaciones. La violación, se nos dice por activa y pasiva, es un arma de guerra. Guerras donde el cuerpo de la mujer es un campo de beligerancia.

   Y este libro es un elenco y nómina de esa irrupción y manifestación de la ubris (desmesura) en forma de atrocidades violadoras en la especie de los homínidos con cerebro grande. Una relación absolutamente verídica porque la escuchamos en la voz de las víctimas. El escritor de origen cubano, Ismael Lorenzo, fundador y actual director de “Creatividad Internacional”, una red de literatura y cine muy popular, se confiesa únicamente coautor de este libro. Amanuense en su primera parte, “Líbano” que se la atribuye a una voz anónima, M.A. que traslada a la escritura, con inmenso poder descriptivo, gran valentía y fuerza expresiva, una historia aterradora, su propia historia de víctima de una violación por cuatro Marines americanos en una taberna libanesa, en diciembre de 1997. Sus palabras, transcritas por Ismael Lorenzo, nos permiten palpar su dolor de niña ultrajada, secuestrada, esclavizada durante un año y finalmente vendida a un burdel. Sus padres asesinados al intentar defenderla, dos abortos forzados con doce y trece años. Un relato escalofriante, capaz de helar la sangre. Un ser humano convertido en objeto. Y como imposible contrapunto, los sueños de esa niña, ahora convertida en mujer: sus ilusiones de un sexo consentido, placentero, impregnado,  sí, de erotismo con el hombre amado al que hubiera querido entregar su virginidad.

   El teatro de las depravaciones y horrores continúa en la segunda parte: “Una Historia Que No Tiene Fin”, de la autoría ya exclusiva de Ismael Lorenzo, aunque siguen siendo las víctimas las que hablan. Otros cuatro soldados estadounidenses jugando a los naipes y bebiendo whisky que por puro capricho deciden ir  a una casa iraquí, violar a una mujer y matar a la familia, protegidos además por un estatuto de inmunidad; la quinceañera violada repetidamente por su padrastro y posteriormente prostituida; jóvenes estudiantes de La Sorbona bárbaramente violadas por sus profesores; mujeres soldado americanas impunemente violadas en territorio pacífico por sus mandos o compañeros; el drama de una niña abusada sexualmente, víctima del chantaje a través de redes sociales: un perverso juego de corrupción que precipita a la niña en un verdadero infierno; la ingente cantidad de niñas y niños víctimas de abusos sexuales por parte de curas católicos; la mujer tunecina violada por varios policías e inculpada por ofender al pudor. La relación, la secuencia de casos a cada cual más escalofriante y aterrador, continúa en otras muchas historias de víctimas convertidas en culpables.

   Historias reales, relatos vivenciales que dan forma y contenido a un libro cruel, narrativa testimonial no apta para todos los lectores. Víctimas que confiaron en Ismael Lorenzo para exponer y hacer visibles sus historias, su dolor y el silencio con el que se encubre este tipo de delitos. Y el autor los transcribe con las palabras de las víctimas, sin eufemismos y con un lenguaje que muchas veces sonaría a pornografía si no reflejara una realidad cotidiana de crueles vejaciones. Una historia que no tiene fin como rotula el autor la segunda parte de su libro, porque el silencio fue, es y será siendo el mejor amigo de los violadores.

   Libros-denuncia como éste, a pesar de algunos errores de impresión y el lenguaje espontáneo y algunas veces incorrecto de las víctimas, son necesarios para que la impunidad deje de ser el refugio en el que se esconden los depredadores.



Francisco Martínez Bouzas




 
Ismael Lorenzo


Fragmentos



“A la taberna llegaron unos Marines americanos, sudados y prepotentes, llenos de sudor, mi padre estaba en el mostrador, le preguntaron por mujeres, que querían mujeres, mi padre les dijo que allí no había mujeres, pero sin querer en ese momento tosí, estaba donde mis padres me habían escondido, debajo del mostrador, me descubrieron allí, y apartando a mi padre de  un empujón, me sacaron afuera a la fuerza.

Eran cuatro soldados, uno negro y tres blancos. Me tocaban las trenzas y después los pechos pequeños, yo quería escapar y gritaba, pero me sujetaban fuerte. Mi padre salió del mostrador y quiso ayudarme, mi madre estaba adentro de la cocina y también salió, pero el soldado negro me puso en sus hombros y empezó a subir las escaleras, mis padres corrieron detrás de mi para ayudarme, pero les dieron un tiro a cada uno y cayeron al momento.

El soldado que subía conmigo me metió las manos entre mis piernas mientras subíamos, me dio mucha vergüenza, el gemía cuando me hacía eso (…) Entonces el soldado negro me colocó sobre la cama y me levantó mi falda, recuerdo que me sentí muy mal y quise escapar, pero los otros me sujetaron fuerte. Me quitó las bragas y me estuvo chupando mucho tiempo, yo gritaba porque me sentía mal de que me hicieran todo eso, ya que no sabía nada de sexo. Otro soldado me abrió la camisa y estuvo tocando y chupando mis pechos y algo que me resultó terrible fue cuando, teniendo la boca abierta de gritar y llorar, uno de ellos me metió su polla en la boca y la movía para arriba y para abajo (…) Me desnudaron completamente y el soldado negro me hincó su polla a lo bestia y me hizo mucho daño…”



…..



“Al terminar el profesor le abrió su blusa y se puso a chuparle los senos, mientras Ginette lloraba.

El profesor le ordenó que le hiciera una felación, pero Ginette le respondió que no podía. Entonces el profesor se encolerizó y le empezó a decir que era una puta y que iba a aprender a obedecer, y buscó una gruesa cuerda y arrastró a Ginette hacia la cama y le ató las manos a la cabecera de madera y las piernas en la parte de los pies de la cama. Luego le abrió la vagina con las manos y se puso a chuparla y después se desvistió y le hizo el amor dos veces salvajemente.

-Eres una puta, todas las mujeres son unas putas, yo sé como tratar a las putas como tú- le repetía sin cesar.

Entonces le tapó la boca con un trapo y le ha metido un bastón en su vagina varias veces, mientras repetía incesante «eres una puta», los gritos de Ginette acallados por el trapo en la boca.”



(Isamael Lorenzo El silencio de los 12, páginas 9-10, 71)

2 comentarios:

  1. Escalofriante, más no deja de ser una monstruosidad, lamentablemente este tipo de canalladas se viene dando en todo el mundo y las autoridades sin hacer nada y nosotros al igual que todos estamos sumidos en la total indiferencia. Y a eso llamo yo complicidad, es tiempo de hacer algo, por todos los niños del mundo que viven este tipo de abusos sexuales. Felicidades escritor por tener el valor civil de denunciar con sus letras estas aberraciones. Excelente reseña literaria. Dios le colme de bendiciones, mis saludos desde México, muchos éxitos. Gracias.

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  2. Cruel, brutal, trágico... pero hay escribirlo, exponerlo, gritarlo, aunque tal parece que el lado satánico de la humanidad es sordo e impasible ante horrores como los que describes.

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