miércoles, 28 de agosto de 2013

LA FALSA LIBERACIÓN FEMENINA EN LOS AÑOS DE LA TRANSICIÓN



Daniela Astor y la caja negra
Marta Sanz
Editorial Anagrama, Barcelona, 2013, 267 páginas.


   Marta Sanz que cuenta en su haber con un amplio bagaje tanto teórico -es doctora en Filología- como empírico (novelista con una ya amplia trayectoria, antóloga de la poesía española contemporánea, autora de varios poemarios- se zambulle en esta su última novela, con vocación realista, aunque no exenta de experimentalismo, en los años de la Transición española -la trama de la novela se sitúa en el años 1978- a través de la historia de una mujer, Catalina H. Griñán, que, a los cincuenta, vuelve la vista atrás. Y por medio de su crónica personal y de los inventados documentales que, encerrados en la caja negra, reconstruyen los grandes tabúes de aquellos años (el sexo, el destape, el desnudo femenino, el fantaterror…) y los modelos dominantes de aquella época, así como la nueva imagen que la mujer está adquiriendo frente a la sociedad patriarcal capitalista, aunque sea entregando su cuerpo erotizado, ajustándose a las pautas y cánones de la belleza dominante. Porque en la sociedad democrática española, nacida de la Transición política, la liberación de la mujer no se realiza como sujeto autónomo y, cuando lo hace, se le criminaliza, sino haciendo  suyas los falsos clichés de una liberalización del cuerpo según las pautas consumistas masculinas.
   Por todo lo dicho Daniela Astor y la caja negra puede ser leída como un preciso ajuste de cuentas con aquella España de la Transición, una época en la que la dominación masculina permitió el destape y sin embargo mantuvo en vigor leyes que criminalizaban y mandaban a la cárcel a las mujeres que decidían sobre sus cuerpos. Una verdadera deconstrucción pues de la Transición, analizada desde el puntote vista del papel otorgado a la mujer entonces y en los últimos cincuenta años. Pues si algo es esta novela, es un retrato de la feminidad en las últimas cinco décadas, construido inicialmente a partir de cierto imaginario colectivo, fabricado por ciertas películas y revistas de los años 70 que perpetuaron los valores de una moral machista que, entre otras cosas, nos transmitió una representación obscena y salvaje del aborto.
   Marta Sanz teje su novela alrededor  de una protagonista absoluta, Catalina, H. Griñán que a los cincuenta años, contados a través de la niña que ella era en 1978, vuelve la vista atrás y nos hace saber como, a la caída del sol, ella y Angélica Bagur, su mejor amiga, se encierran en la sala de juegos, su particular leonera, y se convierten en Daniela Astor y en Gloria Adriano, porque no quieren ser como sus madres, sino gozar de una personalidad poderosa, extraída de los modelos de artistas del espectáculo a las que admiran. La novela va descubriendo los recuerdos de Catalina / Daniela guardados en su caja negra junto a un falso guión de un documental de su autoría que recupera el mundo del espectáculo de aquellos años, cuyos modelos femeninos son las estrellas del destape, los mitos eróticos del momento, que seguramente hoy son vistos como un chirrido estético y una comercialización del cuerpo femenino, pero que explican lo que eran aquellas preadolescentes de doce años que construyeron su identidad con retazos de imágenes del cine o de la televisión.
   Hasta que en la familia de la protagonista ocurre algo que queda registrado para siempre en la caja negra,  da un giro imprevisto a la novela y marca a Catalina para el resto de sus días. Y actúa así mismo como una espoleta para que la autora introduzca en el tejido narrativo los recortes de los avances sociales que se quieren implantar hoy en día, incluido el derecho al aborto. La madre de la protagonista sufre las condenas del severo código penal y social de la época. Mas Catalina se niega a convertir la historia de de su madre (el juicio por el aborto, la prisión, las habladurías…) en un silencio, porque el silencio es un modo de borrar las cosas. Y en la novela se aborda, y así lo asume la protagonista, el tema del  aborto como un derecho a decidir sobre su propio cuerpo que tiene cada mujer, sobrando todas las otras razones.
   Daniela Astor y la caja negra es un buen discurso narrativo sobre la historia, a la vez del adulto y del niño, que todos llevamos dentro. La autora deja numerosas constancias de esos dos puntos de vista narrativos que se entremezclan y se nutren entre si y que la autora hilvana  hábilmente mediante una escritura coherente y muy perspicaz. Como también es coherente la técnica del contrapunteado de la voz en primera persona por un lado, que narra la infancia y consolidación de la personalidad de la protagonista, y por otro, el falso guión documental que refleja aquellos años, rodado por la protagonista ya adulta y que Marta Sanz aprovecha para reflejar la época como en otras de sus novelas, y para poner de relieve una evidencia psico-social de primera magnitud: somos frutos de los relatos y de las experiencias que nos vieron crecer. Por eso las dos niñas construyen su propia personalidad a partir del imaginario formado por noticias e imágenes de personas famosas del mundo del espectáculo de aquellos años. El cine del destape y sus personajes más emblemáticos constituyeron el entorno de las dos niñas y empaparon por consiguiente su crecimiento adolescente.

Francisco Martínez Bouzas



Marta Sanz


Fragmentos

“Ésta es una historia sobre el adulto que llevan dentro todos los niños. Vuelvo la vista atrás y tengo doce años. Soy una niña que ya tiene dentro de si a la mujer de cincuenta que será, aunque es muy posible que entonces fuese más vieja que ahora. Los viejos guardan dentro de la tripa al niño que fueron, es más, lo ponen a menudo encima de la mesa porque, a cierta edad, uno sólo se acuerda de su niñez, del calor del escote de su madre, de su perfume a leche hervida o a rositas tempranas. Yo, a mis doce años, tengo dentro de mi a la señora de casi cincuenta que soy ahora o, más exactamente, a otra mujer que ya no conozco pero que, a los doce años, me susurraba  al oído lo que debía hacer.”

…..

“Revivo lo sonidos que se escapan a través de las puertas que no cierran bien del todo y de los tabiques de papel de los pisos modernos. Como el nuestro. No es buena la calidad de los materiales. Con esas pinceladas tengo de sobra para hablar con autoridad. Para estar a la altura. Sé por qué mi madre se queda embarazada, pero no conozco las razones que le han llevado a decidir que no quiere otro hijo. Tampoco estoy segura de querer escuchar lo que mi madre tenga que decir. Me acosan los juegos detrás de la puerta, la suciedad que presiento, mi desprecio hacia Sonia Griñán por sus ridículas ganas de aprender, por su burda manera de coger un cigarrillo, por esa entonación que me avergüenza delante de la gente.”

…..

“A mis casi cincuenta años, no me puedo permitir un relato nebuloso de la niñez. Ésta es una historia sobre el adulto que todos los niños llevamos dentro y también sobre la niña que se ha quedado dentro de mi. Mi voz es la de Bette Davis, con tirabuzones, mientras canta, vestida de organdí blanco, un estribillo pícaro: una vieja que finge ser una niña o una niña embalsamada. Aún me sueño masticando cristales que no acaban nunca de salirme de la boca.”

…..

“En el juicio preguntaron a mi madre si lo médicos la habían obligado a practicarse un aborto. Ella miró a los jueces con extrañeza:
-¿Obligarme?
-Sí. ¿La forzaron?, ¿la obligaron a matar al hijo que llevaba en sus entrañas?, ¿la ataron?, ¿le dieron de beber algo que usted no quería?, ¿la drogaron?
-Estas personas se portaron muy bien conmigo. En todo momento.
Mi madre con estas palabras aseguró su condena. El defensor no pudo esgrimir que Sonia Griñán fue obligada a abortar por unos sádicos que la engañaron. Tampoco pudo aplicar la atenuante de que mi madre abortó por defender el honor de sus esposo, porque quedó demostrado que la acusada no había cometido adulterio. Ella repitió una de sus ideas fijas:
-No soy una enferma.
Después, mi madre, Inés Marco, incluso las amigas de Inés corrieron un tupido velo sobre lo que pasó en aquella dignísima sala. Porque todo fue insultante y vejatorio. Incluso el texto de una sentencia risible que hoy vuelve a dar escalofríos.”

(Marta Sanz, Daniela Astor y la caja negra, páginas 21, 129, 173, 241)

sábado, 17 de agosto de 2013

LA EMERGENTE NARRATIVA IBEROAMERICANA



Emergencias
Doce cuentos iberoamericanos
Varios autores
Edición y prólogo de Jorge Carrión
Epílogo de Juan Villoro
Editorial Candaya, Les Gunyoles-Avinyonet del Penedés, Barcelona, 2013, 239 páginas.


   En el año 1965 el editor gallego argentino Francisco Porrúa tuvo la primera noticia de Gabriel García Márquez por boca del escritor chileno estadounidense Luis Harss, autor del libro Los nuestros, una obra que presentaba relatos de diez narradores que consideraba representativos de la nueva literatura latinoamericana. El contacto con aquel libro le permitió a Francisco Porrúa enterarse de la obra de Gabriel García Márquez y contactar con el escritor colombiano. Dos años más tarde, la Editorial Sudamericana, cuyo director literario era Porrúa, editaba por primera vez Cien años de soledad. Así pues, en el inicio de la trayectoria literaria de García Márquez hubo un cuento.
   Este libro que hoy comento y que reúne doce relatos de otros tantos escritores iberoamericanos, es posible que también le abra la senda o sea el inicio de la trayectoria literaria de algún gran escritor que, a su manera, siga los derroteros de Gabo. Por medio de esta publicación doce escritores comienzan a significar algo para los lectores. Y lo hacen mediante el género que tienen más a mano. En talleres de creación literaria, escuelas de escritura o facultades universitarias han velado sus primeras armas y en esta publicación colectiva recogen los resultados. Emergen, se hacen visibles mediante variadas estrategias narrativas, todas ellas ancladas en el minúsculo arenal que es la brevedad. Relatos variados que tocan múltiples temas y emplean distintas estrategias narrativas, tal como lo hizo la literatura de siempre y lo reitera la de nuestro tiempo. Emergencias es pues un libro plural en todos los aspectos: sus autores proceden de diversos países iberoamericanos y sus temas, estrategias y estilos son igualmente dispares.
   La engañosa brevedad de estos cuentos representa, sin embargo, modos muy personales de crear. Gimnasios naturales, como hacer notar Jorge Carrión, editor y prologuista de Emergencias.  A través de ellos, en efecto, Antonio Galimany (Rosario, Argentina, 1987), Mónica Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 1988), Ramón Bueno Tizón (Lima, 1973), Mariana Font (Montevideo, 1977), Carlos Gómez Pérez (Barcelona, 1969), Tomás Sánchez Bellocchio (Buenos Aires, 1981), Jari Malta (Montevideo, 1985), Eduardo  Ruiz Sosa (Culiacán, México, 1983), Carolina Bruck (La Plata, Argentina), Yannick García (Amposta, España, 1979), Wilmar Cabrera (Palmira, Colombia, 1970) y Alex Oliva (Barcelona, 1974) nos ofrecen una muestra de su hacer literario.
   Muestras que  moldean relatos muy narrativos todos ellos, pero narraciones de la cotidianidad.  No narran avatares y sucesos excepcionales, sino el acontecer diario de personajes muy variopintos. Líneas pues de la vida cotidiana con nulos o escasos momentos de suspenses, con excepción del relato que cierra la antología,”Nuestra casa” de Alex Oliva. En él el autor nos permite acompañar a una pareja que con entusiasmos explora su nueva casa. Son los primeros vecinos de una nueva promoción. Pero muy pronto aparecen problemas en la edificación hasta que la situación, entre la soledad y la desolación, la quiebra o el silencio de la promotora, se hace insostenible.
   Tematización pues de historias muy variadas en las que, sin embargo, podemos ver ciertos rasgos comunes, reflejo de un mundo en crisis, con espacios de precariedad e incertidumbres; roturas de pareja y de familias, extrañeza y alejamiento frente a las instituciones tradicionales (familia, matrimonio, estado); presencia agobiante  de seres desamparados. Apertura y variedad de estímulos y referentes, entre ellos la intertextualidad, especialmente con Vila-Matas, con Roberto Bolaño, Ricardo Piglia o incluso con Diderot.
   Un sustancioso epílogo de Juan Villoro sobre los talleres de escritura de los años setenta y, en concreto, sobre su experiencia en el de Augusto Monterroso y sus enseñanzas sobre la elaboración del cuento, recopiladas en un decálogo, pone el ramo y clausura esta muestra plural -y yo apostaría que representativa-  de  la emergente narrativa iberoamericana ofrecida en formato breve.

Francisco Martínez Bouzas


 
Jorge Carrión

Fragmentos

“En la segunda fotografía, María Ozawa nos mira desde la lejanía de sus inmenso poder, el rostro inclinado hacia la derecha. Una mano hunde sus dedos entre su cabello negro, desordenado intencionalmente. La otra mano cae sobre su muslo interior, junto a su bajo vientre, ahí donde el Monte de Venus da María Ozawa se enciende como una mata salvaje y lúbrica. No es el enterizo ajustado de malla que trae puesto lo que perturba y conmueve al espectador. Tampoco la turgencia de sus pechos, medianos y preciosos. Lo que sobrecoge es la naturaleza agreste de su vello pubiano, de una oscuridad arcana, intimidante pero magnética al mismo tiempo. Como una flor carnívora, hermosa y espeluznante. O como una tarántula, posada entre las piernas de una hafu.”
(Ramón Bueno Tizón, “María Ozawa”, páginas 50-51)

…..

“Vuelve andando a su bloque. Pasea por el patio trufado de excrementos de animales. En el antiguo césped comunitario crecen hierbas que le llegan ala rodilla, al lado de zonas en las que la tierra ha quedado al descubierto. La piscina está medio vacía. Dentro solo un metro de residuo oscuro cubierto de hojas muertas entre las que se adivina el cadáver de un ave bastante grande. Se sienta en el suelo. El nudo en la garganta le causa un dolor nada metafórico, atroz, de laringe aplastada. Vuelve a tantear el papel que lleva en el pantalón. Lo saca. Lo desdobla con cuidado. Lo mira por enésima vez: un dibujo a lápiz, a medio hacer y tachado. Lo vuelve a doblar con extrema precaución. Con los ojos cerrados besa ligeramente el papel antes de guardarlo de nuevo en el bolsillo.
Se le ocurre que, si estuviese quieto el tiempo suficiente, las hierbas lo irían rodeando, consumiéndole poco a poco.”
(Alex Oliva, “Nuestra casa”, página 219)

martes, 13 de agosto de 2013

LA LITERATURA, EXORCISMO CONTRA EL DOLOR



La ridícula idea de no volver a verte

Rosa Montero

Editorial Seix Barral, Barcelona, 2013, 233 páginas.



   Este libro publicado en marzo de este año, sin ser un best seller al uso ni literatura de consumo, ha llegado en tres meses a la novena edición. Rosa Montero lo escribió suturando biografía y ficción y utilizando a Marie Curie como paradigma o arquetipo de referencia en el que apoyarse para reflexionar sobre ciertos temas vividos en carne propia.

   Rosa Montero, en efecto, relata la vida de Marie Curie antes y después del duelo por la muerte de su esposo Pierre. Y relata igualmente su propia experiencia vital al lado de su marido, Pablo Lizcano, también antes y después de su fallecimiento, intentado hallar sentido a esas vivencias. Por eso este libro se convierte en un acto de creación. No debe extrañarnos pues esa frase que produce escalofríos colocada en el frontispicio del libro: “Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos” (página 9). Casi al final de la publicación la autora recuerda los resultados de un estudio, según el cual los separados y los divorciados están más deprimidos que los viudos. Porque a los primeros les falta una narración convincente, un relato consolador que le de sentido a sus vidas.

   Este relato es el que Rosa Montero nos ofrece en este híbrido artefacto literario. Nos relata en efecto, sin sentimentalismos, pero con la justa dimensión de dramatismo que encierran los hechos, el truco más antiguo de la humanidad frente al dolor y al horror: transmutar a través de la literatura el sufrimiento en belleza porque -y tiene toda la razón la escritora- la literatura es un escudo poderoso frente al mal y al dolor, un poderoso exorcismo frente a la desolación  que produce la ausencia definitiva de un ser amado. Su propio dolor por la muerte de quien fue su pareja, como he dicho, amalgamado con el de la mujer Marie Curie, que no pudo despedirse de Pierre, su esposo, contarle lo que fueron el uno para el otro; y por eso escribe un diario en forma de carta, reproducido al final de este libro.

   Un libro que, no obstante, brota del sufrimiento y pivota sobre la vida de Manya Sklodowska, la física y química polaca nacionalizada francesa, que descubre el radio junto a su marido Pierre y fue la primera mujer en múltiples frentes: en recibir dos Premios Nobel, en licenciarse y doctorarse en Ciencias en Francia, la primera en tener una cátedra en la Sorbona. Una mujer que no lo tuvo fácil en ningún momento de su vida: su crecimiento en un ambiente pobre y políticamente enrarecido; su lucha contra el miedo y la oposición del mundo masculino a la visibilidad y ascensión social de la mujer; su descubrimiento del radio en un ruinoso hangar; sus despreocupada exposición a las radiaciones que le llevarán a la tumba, el fatal fallecimiento de Pierre; su ausencia que no le cabe en la cabeza; su enamoramiento a los cuarenta y dos años de Paul Langevin que le supuso un verdadero linchamiento por parte de la puritana sociedad parisina y que obscureció su segundo Nobel (año 1912). Una mujer de sobrehumana voluntad, capaz de hacer milagros, con un gran compromiso humanista, pasional y también con pequeñas mezquindades, muy dura, sobre todo contra sí misma, siempre tan triste y con un cuerpo sometido voluntariamente a una brutal radiactividad durante tantos años.

   Un libro con un acontecimiento medular: el fallecimiento de Pierre Curie que desencadena el relato de la vida de su esposa, antes y después del fatídico accidente y que le permite a la autora narrar en paralelo su propio duelo, que no es, sin embargo, un túnel cerrado a la vida, como tampoco lo fue el de Marie Curie.

   No es este libro incalificable un impúdico tráfico con el dolor, sino un intento de hallar un sentido al mal y a la congoja. Y para Rosa Montero ese sentido se encuentra en la narración. De ahí nació este torbellino de palabras, escritas con un tono confesional, que nos hablan de tú a tú, con una gran fuerza poética capaz de conmocionarnos, como cuando la autora relata que Marie Curie guardaba coágulos de sangre y trozos de los sesos de sus esposo para besarlos. Y también de horrorizarnos al hacernos ver el pavoroso desprecio para su salud con que Marie manejaba el radio.

Hashtags, fotografías que interactúan con el texto escrito, completan un libro híbrido, ambiguo y pantanoso, de lo que la misma autora es consciente: la fusión entre la realidad biográfica y la ficción. Por eso también a este libro cabe aplicarle la receta de Álvaro Pombo: la invención creativa, la ficción, como marcador semántico que es, introducido en una biografía, anula la exactitud de la realidad biográfica, por mucho que la escritora nos diga que todos los datos del libro sobre Marie y Pierre están documentados, que no hay una sola invención en lo factual. Pero ese marcador semántico no es un frívolo adorno: expresa bellamente y de forma optimista la realidad biográfica. Es la acción embellecedora y catártica de la literatura.



Francisco Martínez Bouzas







Rosa Montero

Fragmentos





“Eso es lo que hizo Marie Curie cuando le trajeron el cadáver de Pierre: encerrarse en el mutismo, en el silencio, en una aparente, pétrea frialdad. Llevaban once años casados y tenían dos hijas, la menor de catorce meses. Pierre había salido esa mañana como siempre camino del trabajo; tuvo una comida con colegas y, al volver al laboratorio, resbaló y cayó delante de un pesado carro de transporte de mercancías. Los caballos lo sortearon, pero una rueda trasera le reventó el cráneo. Falleció en el acto.

 

 Entro en el salón. Me dicen: « Ha muerto.» ¿Acaso pude una comprender tales palabras? Pierre ha muerto, él, a quien sin embargo había visto marcharse por la mañana, él, a quien esperaba estrechar entre mis brazos, esa tarde, ya solo lo volveré a ver muerto y se acabó, para siempre. (Diario)



Siempre, nunca, palabras absolutas que no podemos comprender, siendo como son pequeñas criaturas atrapadas en nuestro tiempo. ¿No jugaste, en la niñez, a intentar imaginar la eternidad? ¿La infinitud  desplegándose delante de ti como una cinta azul mareante e interminable? Eso es lo primero que te golpea en un duelo: la incapacidad de pensarlo y admitirlo. Simplemente la idea no te cabe en la cabeza. ¿Pero cómo es posible que no esté? Esa persona que tanto espacio ocupaba en el mundo, ¿dónde se ha metido? El cerebro no puede comprender que haya desaparecido para siempre. ¿Y qué demonios es siempre? Es un concepto inhumano. Quiero decir que está fuera de nuestra posibilidad de entendimiento. Pero cómo, ¿no voy a verlo más. ¿Ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni dentro de un año? Es una realidad inconcebible que la mente rechaza: no verlo nunca más es un mal chiste, una idea ridícula.”



…..



“Hay gente que, en su pena, se construye una especie de nido en el duelo y se queda a vivir ahí dentro para siempre. Permanecen en ese lugar común, repiten el destino de vacaciones, visitan ritualmente los antiguos lugares compartidos, mantienen las mismas costumbres en memoria del muerto. Yo no creo que sea bueno, o quizá sí, quién sabe, quién soy yo para decir cómo debe uno tratar de superar una pérdida; pero, en cualquier caso, no es mi elección. Me cambié de domicilio tras la muerte de Pablo (Marie también se mudó de casa cuando enviudó) y el mundo tiene varios rincones que es posible que yo no vuelva a visitar: Estambul, Alaska, Islandia, ciertas zonas de Asturias o estas hermosísimas iglesias de madera.”



(Rosa Montero, La ridícula idea de no volver a verte, páginas 24-25, 88-89)

domingo, 11 de agosto de 2013

"LOS LÍQUIDOS ÍNTIMOS", LA POESÍA RADICAL, VOLCÁNICA Y LIBERADORA DE OLGA NOVO



Los líquidos íntimos

Olga Novo

Traducción de Olga Novo

Ediciones Cálamo, Palencia, 2013, 137 páginas.



   En una cuidada edición bilingüe, Ediciones Cálamo, en su colección “Cálamo-Poesía”, agasaja a los amantes de esa gran verdad del mundo que es la poesía, con una selección personal de la poeta gallega Olga Novo, una de las voces más singulares y poderosas de la actual lírica gallega. Debemos la selección y la traducción a la propia poeta que la rotula con el título “Los líquidos íntimos”, extraído  de uno de esos poemas emblemáticos de la poesía gallega. Poemas emblema, poemas que actúan como banderas, también como dardos, para toda una generación, como en su día lo hizo el poema “Penélope” de Xohana Torres, cuyas líneas temáticas analizó por cierto Olga Novo en su primer trabajo de análisis literario.

   Ese poema que inaugura esta colectánea (“Coa miña pel podes facer inxertos nas mazairas” / “Con mi piel puedes hacer injertos en los manzanos”) no define cabalmente todas las secretas substancias de este libro, pero puede servirnos de indicio e hilo conductor para explorar el lirismo explosivo de Olga Novo, caracterizado por la crítica gallega por su fuerte contenido erótico y una enraizada pasión telúrica.

   Olga Novo, “un eslabón más del  fluido ancestral que avanza”, “Torrencial, Volcánica”, “Loba de las letras de una nación adoradora de Eros”. Y así define la misma autora su experiencia poética en dos recientes entrevistas: “radical -de la raíz-, orgánica, física, material, solitaria, independiente y libre”. Y de una forma aún más detallada y radical: “No sé si tengo trayectoria. Yo diría más bien que tengo Amatoria explotada en diversas obras que se intercomunican con Pasión. Intensidad. Sueño. Apertura. Utopías. Búsqueda cognitiva. Cosmogonía amorosa. Música de las piedras. Cráter. Feliz Edad. Desnudez. Antiplatonismo. Raíz. Libertad. Impulso. Alegría. Herida cerrada. Fósil. Pájaro en las alturas. Topo lúcido en las Profundidades. Humildad. Escritura en soledad. Independencia.”

   Palabras que delimitan con acierto los temas de la mayoría de los poemas recogidos en esta personalísima selección. Poemas que vieron su primera luz en Nós Nus (1997), A cousa vermella (2004), Monocromos (2006) y Cráter (2011), con algún inédito que nos regala la poeta. Dispuestos editorialmente no en orden cronológico, sino en una línea marcada por una afinidad profunda con la que la autora los amalgama, de forma que íntimamente dialoguen entre sí. El resultado es un nuevo libro de poesía tan vitalista, radical, revolucionaria y liberadora como la que rebosaba en las ediciones originales en gallego.

   Versos libres de intensa y variada riqueza formal; con alternancia de poemas muy largos -casi prosa poética- con otros breves que nos hieren con su sabiduría aforística y no nos dejan indemnes ante su belleza formal. Todo ello ayuda a fijar el aliento y el timbre poético de esta selección personal poética, estructurada en cinco secciones (“Los líquidos íntimos”, “Raíz”, “Volcán vivo”, “Salvaje mente”, “Antes la vida”) que dan lugar a un nuevo libro y muestra en español la expresión y afirmación de un intenso magma volcánico que surge con fuerza de la singularísima voz poética de Olga Novo.



Francisco Martínez Bouzas






 
Olga Novo




Fragmentos



LOS LÍQUIDOS ÍNTIMOS



“Con mi piel puedes hacer injertos en los manzanos.

 Algunos conservan estirados los nombres que gravé a

                        navajazos

           todas las tardes al volver de la escuela.

           Acostumbrada a tirar por un poema como por un ternero

           cuando se le ven las patas

           cuando ya no está en edad de crecer

           toda maduración requiere un desgarro de tendones

           entonces es cuando corren por mi pecho rebaños de cabras

           que no se dirigen a ninguna parte

           me suben a las paredes desde las que te veo

           arrancan con la lengua el pasto mientras te vas.

           El tacto de tus violines me hace llorar terriblemente

            y casi no puedo soportar que tus manos me acaricien

            como la luna de los jerseys que me hacía mi madre cuando

                    era niña.

                    Pero con mi piel

                    con mi piel puedes hacer injertos en los manzanos.”



…..



CRÓNICA PRIMERA



                       “De cómo fui cuarto creciente

y llegué aquí descalza entre laureles

   y de cómo fluí por demoras de cuerpos

                        desvariada

                        y de cómo roté envuelta en los helechos de los

                                                                                         proscritos

                        y de cómo la ocupación de los equinoccios.

                        De cómo crecí del robledal

                        de cómo fui capaz de tanta barcarola

                        y de cómo concebí la revolución en vuestros                                                                                     vientres.



                             Y es que yo soy a la vida

                             lo que la lava al volcán.”





…..



VESUBIO



 “Si entro en erupción

                                      nadie está a salvo.



                                      Desde niña sé

                                      que en el fondo estoy hecha

                                      de lava prófuga



                                      Mi columna de humo

                                      asciende vértebra por vértebra

                                      a la estratosfera.



                                      Te abrazo

                                      Te abraso.”



(Olga Novo, Los líquidos íntimos, páginas 11-12, 67, 93)

miércoles, 7 de agosto de 2013

"ENCUENTRO EN BERLÍN", UN THRILLER DE CALIDAD



Encuentro en Berlín
Pepe Ribas
Ediciones Destino, Colección Áncora y Delfín, Barcelona, 2013, 351 páginas.

  
   Esta novela nace de un desplazamiento -un viaje a Berlín en septiembre de 2008-, de la curiosidad despertada por un pequeño museo, un lugar que había albergado en los años cuarenta una fábrica de escobas, gestionada por judíos ciegos ante las propias narices de la Gestapo, y de la lectura de varios libros, entre ellos, Sobre la historia natural de la destrucción de W. G. Sebald. Todo ello y la conexión con jóvenes documentalistas que estaban intentando recuperar la memoria histórica de los alemanes resistentes a los nazis, acabó de introducir al periodista Pepe Ribas, fundador de la mítica revista de contracultura española, Ajoblanco, en un mundo que poco tiene que ver con la historia oficial, a la vez que le permitió sumergirse en el Berlín vanguardista del siglo XXI y recuperar, a través de la memoria viva de la gente que había sobrevivido a la barbarie, la historia de familias centroeuropeas aniquiladas por la hambruna, las bombas y las deportaciones.
   Así surge Encuentro en Berlín, una historia, en palabras de su autor, sobre la lealtad, erguida a golpe de thriller, aunque alejada de las fórmulas trilladas del suspense y del espionaje. Sus protagonistas son un joven activista chileno, hijo de una mujer torturada por la dictadura pinochetista, que se instala en Berlín y allí conoce la historia familiar oculta, y un miembro de la inteligencia ucraniana, vinculada a los lobbys del gas en la Europa Oriental, y que, en secreto, también ejerce de cosaco nacionalista frente a  la corrupción estatal. Ellos dos y tres mujeres que entran en escena a lo largo de la novela y cambian el paisaje planteado por la ficción, le permiten a Pepe Ribas escribir una novela de acción, que aborda al mismo tiempo los valores culturales de la vieja Europa.
   La trama de la novela nos sitúa en efecto en Berlín. Allí el joven activista chileno, Ernesto Usabiaga, que busca su identidad familiar, conoce a Maksim Kazantev, el cosaco ucraniano relacionado con los servicios secretos. La relación pasional que entre ellos surge, relación intensa y brutal, nos envuelve en una tupida tela de araña que nos intriga, atrapa y y cautiva. Porque la vida de estos dos personajes se convierte en una verdadera odisea por sus afanes de hallar huellas del pasado familiar, y para sobrevivir en una geografía convulsa cuyos hilos mueven los jerarcas militares y políticos que controlan los negocios del gas natural en la Europa del Este.
   Los temas nucleares de la novela son, sin duda, la intensidad de la pasión amoroso entre dos hombres y la fuerza sin resquicios del poder que acaba, por ejemplo, con la revista defensora del medio ambiente que editaba en Chile Ernesto Usabiaga y que estorbaba a la industria del cobre y a las grandes bodegas del vino chileno. El mismo poder que manipula a Maksim Kazantev y destroza las vidas de los progenitores y abuelos de ambos. Un poder invisible que nos hace pensar en la presencia continua del mal como motor del relato y que se hace patente en hechos como la entrega a Stalin por los ingleses  de miles de rusos anticomunistas que lucharon con los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y que serían ejecutados. Y en una distancia temporal más cercana a nosotros, en la red de negocios furtivos, entrega de información, componendas de los oligarcas, mafias uzbekas, azeríes, ucranianas e israelíes. Sin olvidarnos de las actuaciones, al margen de cualquier norma,  de los servicios secretos.
   El lector se enfrenta a un thriller escrito con calidad, con gran despliegue de datos históricos referidos a la convulsa existencia de la Europa del Este a partir de la revolución bolchevique.
   Una novela que se inicia “in media res”. Pepe Ribas, en efecto comienza el relato en un punto medio del tiempo de la historia (cuando el joven chileno se encuentra en Berlín en julio de 2007). Luego la retrospección o analepsis nos pone al corriente de la historia anterior. Un historia -la anterior y la posterior- que se yergue aglutinando episodios, tramas secundarias, personajes, escenarios y cuyo resultado es una novela que se desparrama en multitud de hilos diegéticos y da lugar a una novela de acción de gran dinamismo que nos transmite una acertada visión de nuestro mundo complejo de hoy.

Francisco Martínez Bouzas


 
Pepe Ribas


Fragmentos

“Eva Ramírez, separada de su padre definitivamente hacía trece años, compartía con Herminia Wojkiewicz una casita de una planta rodeada de un pequeño jardín en el apacible barrio de Bellavista. Ambas eran amigas desde el orfanato católico al que fueron a parar de muy crías. Los años en los que la salud se lo permitía, su madre daba clases de literatura alemana en una escuela de Santiago a cambio de una paga escasa. Desde que Ernesto estaba en Europa, también vivía del alquiler del apartamento de Providencia, donde Ernesto había vivido los últimos años de universidad y tuvo su sede la revista. Su madre era una mujer abatida, que se mostraba casi siempre ajena, en un infinito brumoso. Pocas veces daba su opinión sobre algo, y cuando hablaba de literatura lo hacía como si hubiera olvidado lo mucho que había leído.
¿Cuándo oyó decir por primera vez que su madre había estado en una celda de castigo?
De lo que no había duda era que su madre, tras el golpe de Estado, estando presa había sido torturada. El padre de Ernesto, un joven coronel del Ejército chileno, fue quien finalmente la interrogó. Lo que no estaba claro, como en más de una ocasión le había sugerido su buen amigo Leandro Aparicio, era si su padre, además de interrogarla, también la había violado.”

…..

“El 6 deseptiembre, Karin, Igor y Eva Krynovi atravesaron el umbral de un caserío medio derruido en las afueras de Lviv y cubrieron el suelo con rosas blancas en memoria de los miembros de la familia Krynovi. Una familia grande que el maldito siglo XX se llevó por delante. Sólo tres supervivientes (…)
Fue entonces cuando Rose se aproximó a Ernesto junto a Wolfram y le entregó en mano un informe con fotos y documentos de los Weide y una carpeta que iniciaba el proceso de recuperación legal de lo que, por derecho, era de Eva Krynovi.
Cuando los bailarines finalizaron su danza, Karin, Igor y Maksim cantaron junto a ellos y a los músicos de Majnovina, la canción de los cosacos rebeldes de Kronstadt. Más tarde, brindaron y comieron hasta bien entrada la noche el ternero el ternero que unos hombres habían asado en la era.”

(Pepe Ribas, Encuentro en Berlín, páginas 30-31, 349-350)

martes, 6 de agosto de 2013

"TWELVE", LA PRECOCIDAD CONVERTIDA EN LITERATURA



 
Twelve
Nick McDonell
Traducción de Gemma Rovira
Editorial Anagrama, Barcelona, 247 páginas
(LIBROS DE FONDO)

   Con diecisiete años Nick McDonell (Nueva York, 1984), rico, atractivo, atlético y deportista talentoso, hijo de una famoso editor deportivo se convirtió en un nuevo “enfant prodige” de la literatura americana al ver publicado el año 2002 su primera novela, Twelve, un verdadero éxito de público y de la crítica en los Estados Unidos y traducida, al poco tiempo, a los principales idiomas, entre ellos, al español. Un caso indudable de precocidad en el terreno de la escritura hasta el punto de que se habló de Nick McDonell como el heredero de Brett Easton Ellis que con su novela Less than Zero (1985) fue un mito de la narrativa juvenil en las décadas de los ochenta y noventa, al dibujar a los jóvenes millonarios o aburridos de Hollywood.
   Pero no es el único caso de precocidad literaria. Scott Fitzgerald escribió The side of Paradise con veintiún años. Y a los pocos meses de concluir la Primera Guerra Mundial, un libro titulado The Young Visiters fue editado en Inglaterra y vendió más de trescientos mil ejemplares. Su autor: Daisy Ashford de ocho años.
   Twelve es el fruto de una vocación literaria alimentada desde la infancia. Nick  McDonell creció literalmente en el mundo de las revistas y de los editores, frecuentó colegios en los que se les concede gran importancia a la literatura y al ejercicio de la escritura. Y cimentó su “vocación” de escritor en buenas lecturas, en relatos publicados en revistas escolares. Con la edad de dieciséis años permaneció inmovilizado en su casa, con una pierna rota y, como no podía jugar al basket, comenzó a escribir una novela, sin que siquiera sus padres supieran nada porque  no quería dejarse influencia. El resultado, una novela “sintomática” que se constituye en un hito y goza de la intensidad de narrar lo que se está viendo y viviendo.
   Twelve es un retrato del vacío y de la abundancia en que viven los adolescentes de Manhattan, los chicos y chicas del Upper East Side que nada en los placeres de una vida regalada, lo poseen todo y lo disfrutan sin perder el tiempo. Retrato de toda una generación. Cantidades de droga, sexo y más droga. Toneladas de coca, heroína y pastillas. Incluso les sobra educación. Son tíos cultos, sofisticados, criados en una plétora de conocimientos, con padres y madres que están demasiado ocupados para prestarles atención y ocuparse de ellos.
   La novela refleja a la perfección la hipersofisticación y la hipereducación y se centra en un protagonista, White Mike que no fuma ni bebe pero es un consumado traficante de drogas, en especial de una sustancia llamada “Twelve”. Y a su lado, adolescentes que intercambian sexo por estupefacientes y pequeños pordioseros  que se jactan  de conocer la lengua de la calle al mismo nivel que la prosa de Albert Camus. La novela, en efecto se asienta en múltiples citas literarias, pero no de autores transgresores o de literatura juvenil, sino en textos como La peste de Camus, Cuento de Navidad de Charles Dickens, El viejo y el mar de Hemingway. Reclamo, sin duda alguna, de una cultura exquisita.
   El éxito de Twelve y el interés despertado en su día en el mundo editorial puede convertirse en un triunfo peligroso en un mundo donde las promesas brotan y mueren como fuegos de artificio. Precedentes no faltan: Scott Fitzgerald al que el éxito lo sumió en una ruina moral de la que nunca se recuperó. Y Brett Eaton Ellis al que el triunfo, en vez de favorecer su carrera literaria, lo convirtió  en un autor frívolo y encadenado a la moda.

Francisco Martínez Bouzas

 

Nick  McDonell




Fragmentos

“White Mike se queda dormido con la luz encendida y con La peste sobre el pecho.
Sueña con rascacielos. Sueña que está en el terrado de uno de ellos y que hay una tormenta eléctrica. Las vigas oscilan bajos sus pies y se mecen por la fuerza del viento, y los rayos rasgan el cielo de la ciudad, y luego los truenos explotan en sus oídos. La ciudad se ilumina y se llena de estruendo, pero él está solo en lo alto de ese edificio que se tambalea, y cuando empieza a llover va caminando hasta el borde del edificio para ver mejor el resto de la ciudad y cómo caen los rayos, y hay un enorme destello blanco y comprende que el rayo ha caído en su edificio, y nota que sale despedido por encima de la barandilla, y cae al vacío.”

…..

“Cuando se despierta, Chris decide que será mejor que vaya a comprar condones. Por si esta noche acaba acostándose con alguna chica. Por si pierde la virginidad. Por si moja. Por si folla a alguna tía. Por si la mete hasta el fondo. Por si la mata a polvos. Por si la tira por detrás.
Pero no hay ningún monstruo más atroz que el hombre que hay detrás del mostrador. Chris entra en el drugstore aparentando tranquilidad. Es un drugstore grande, y los condones están al fondo, detrás de la caja registradora de la farmacia. Coge un cesto de plástico y se pasea por el pasillo, mira los desodorantes, elige uno. Coge también un champú y una maquinilla de afeitar. Luego coge una botella de agua oxigenada y la pone en el cesto. Finalmente, con aire decidido, va hacia el fondo de la tienda y hacia el expositor de condones que hay detrás del mostrador. Cuando está a punto de pagar exclama:
-¡Oh! -y chasquea los dedos-. ¿Me da un paquete de Trojans, por favor?
-¿De cuales? –El individuo pasa un dedo por el expositor de preservativos.
Pues… - Decídete. Deprisa-. Normales. -Por favor, Dios mío, que los haya normales.”

(Nic McDonell, Twelve, paginas 105, 199)